CUÉNTAME · ¿Cuál es la innovación tecnológica que ha impactado más a lo largo de la vida de nuestros padres? El estudio del impacto tecnológico en una vida puede medirse adecuadamente de una manera longitudinal, porque es analizando el pasado como uno llega a conocer que supuso tal o cual acontecimiento. La rememoración de los hechos históricos nos permite una mejor comprensión del presente y nos dota de herramientas para armar un mejor futuro. Para esta tarea, mi padre está más dotado que yo, no sólo por edad aunque también por ella, sino por haber vivido la segunda mitad de un siglo tan convulso como lo fue el siglo XX. Es cierto que durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, hubo muchos avances tecnológicos, la gran mayoría propiciados por nuevos usos a inventos que primeramente eran militares y luego adaptados a las necesidades civiles. En la Segunda Guerra Mundial, misiles alemanes caían sobre Inglaterra. Eran los V-1 y V-2 (Wernher von Braun, 1944). Su objetivo estaba a cientos de kilómetros de su base de lanzamiento tras elevarse a más de 80 km. Disponían de motores cohetes de alcohol y oxígeno líquido. Cuando en 1945 finaliza la contienda, científicos alemanes emigran a Estados Unidos, la URSS se lleva misiles completos y la carrera por dominar los cielos comienza. Este mismo año nace mi padre y con él, los sueños de una generación, sueños de paz y hermandad después del horror. Este pistoletazo de salida propulsó a las dos potencias dominantes a fin de demostrar quién era capaz de llegar más alto, durante más tiempo y, además, volver para contarlo. Saltamos a la mañana del 4 de Octubre de 1957, el mundo recibe una de las noticias más impactantes del siglo XX: por primera vez en la historia de nuestra civilización se logró enviar un artefacto al espacio exterior. El nombre del aparato enviado era Sputnik I, misil balístico intercontinental R-7, rediseñado para transportar un satélite en su interior, lanzado por la URSS, que se convirtió en el primer satélite artificial creado por la humanidad, por primera vez se transmitían señales de una emisora de radio desde el espacio. Mi padre tiene 12 años, una edad precoz para conocer y reconocer lo que esto significa, pero suficiente para crear una impronta que se acrecentaría todavía más, pues ahora el reto era otro. ¿Quién será el primer ser vivo en orbitar por el espacio? El 3 de noviembre de ese mismo año el Sputnik II se colocó en órbita. En él viajaba la perra Laika. El 13 de junio de 1958, este ingenio caía sobre la Tierra. Su órbita aún estaba a una altura donde existían vestigios de nuestra atmósfera. En palabras de mi padre, aún se viaja en un “contexto humano”. La atmósfera es una capa que precede al espacio exterior, algo conocido y teorizado desde tiempos griegos, todavía es un cálculo manejable por la mente, por nuestra capacidad de asunción, no escapa a nuestro conocimiento, la atmósfera es lejana pero tangible, gracias a ella respiramos, sabemos que nos sostiene y nos separa del vacío, de esa oscuridad tan negra que atemoriza y atrae con la misma gravedad. El 12 de abril de 1961, Yuri Gagarin, a bordo de un Vostok, da una vuelta completa a la Tierra en 1h48m, mientras escuchaba a Tchaikovski. Mi padre tenía 16 años cuando el primer ser humano mira a la Tierra desde un contexto desconocido, el primer panorama supraterrenal, un oasis en medio de la nada. La órbita de Gagarin asusta, entre los 181 y los 327 kilómetros de altitud durante 108 minutos. Sus ojos han sido los primeros en ver despiertos lo que muchos soñaron, sueñan y soñarán. El hombre sale de su elemento para conquistar otro, marcha en una cápsula a un sitio inmenso sin oxígeno, irrespirable, incapaz en teoría, de soportar la vida humana. Y lo hace contra todo pronóstico lógico e ilógico, porque un viaje espacial tiene un punto demencial de no retorno donde un ser concebido para andar sobre la Tierra vuela. Desde ese día el cosmos no parece tan lejano y la Luna está a un pequeño paso. “A los ojos del mundo, el primero en el espacio significa el primero, punto; el segundo en el espacio significa el segundo en todo”. Así veía Lyndon B. Jonhson, vicepresidente de Kennedy, la situación entre norteamericanos y soviéticos. La carrera espacial no es sólo una carrera de nombres y fechas, no es simplemente una escalada donde confrontan los dos países más poderosos del momento para demostrar al mundo quién es la primera potencia, ésta es la punta de lanza, la más visible y espectacular, llena titulares, horas de televisión y miles de hojas de prensa, pero detrás de ella o a la vez, vienen los satélites. Estos artefactos, como el Sputnik, ayudaron a determinar la densidad de la atmósfera superior y los datos de vuelo del Explorer I llevaron al descubrimiento del cinturón de radiación de Van Allen por James Van Allen. El primer satélite de comunicaciones, el Project Score, lanzado el 18 de diciembre de 1958, reenvió al mundo un mensaje de navidad del presidente Eisenhower. Estados Unidos lanzó el primer satélite geoestacionario, el Syncom-2, el 26 de julio de 1963. El éxito de este tipo de satélites significaba que una antena parabólica ya no necesitaba seguir la órbita del satélite, ya que la órbita permanecía geoestacionaria. Desde entonces, los ciudadanos de a pie podían hacer uso de las comunicaciones por satélite en las emisiones de televisión, tras una instalación inicial. La humanidad entera volvía a apropiarse de un descubrimiento que cambiaría las comunicaciones para siempre, abriría nuevos canales donde las noticias ya no se transmiten por cable, como sucedía desde 1837, año en el que por primera vez el telégrafo logró que la experiencia humana fuera simultánea o desde 1858, cuando la empresa de Cyrus W. Field alcanza el éxito y las palabras cruzaron el océano Atlántico por primera vez más rápido que barcos gracias a la electricidad. Ahora la capacidad de la mensajería es más rápida, de mayor alcance terráqueo y sin cables. Los satélites orbitan sobre nuestras cabezas, no están enterrados en el mar o en postes telegráficos, permanecen invisibles y sus receptores son antenas que habitan en nuestros tejados. La "tecnología de la era espacial" llegó y alcanzó campos tan diversos como la economía familiar y de consumo y los estudios de defoliación forestal, y el esfuerzo por ganar la carrera cambió la propia manera en que los estudiantes estudiaban la ciencia. Las preocupaciones estadounidenses de que se habían quedado muy por detrás de Rusia en la carrera al espacio, llevaron a los legisladores y los educadores a aplicar un mayor énfasis en las matemáticas y la física en las escuelas de EEUU. El National Defense Education Act de 1958 aumentó los fondos para conseguir estos objetivos desde la educación primaria hasta el nivel de postgrado. En la actualidad, más de 1200 institutos de EEUU conservan sus planetarios, una situación sin parangón en otro país del mundo y una consecuencia directa de la carrera espacial. Los científicos, animados por este esfuerzo, ayudaron a desarrollar tecnologías de exploración espacial que han tenido aplicaciones adaptadas a áreas que van desde la cocina al atletismo. Los alimentos desecados y precocinados, la ropa que permanece seca e incluso las gafas de esquí antiniebla tienen sus raíces en la ciencia espacial. Hoy orbitan la Tierra más de mil satélites artificiales, retransmitiendo comunicaciones alrededor del planeta y facilitando la medición de datos sobre el clima, la vegetación y los movimientos humanos a los países que los utilizan. Además, gran parte de la microtecnología que mueve las actividades diarias, desde la medición de la hora a escuchar música están derivadas de la investigación iniciada con la carrera espacial. La URSS permaneció como líder indiscutible en cohetería, incluso hasta el final de la guerra fría. EEUU se hizo superior en electrónica, medición remota, control de vehículos y control robótico. Se equivocaba Orwell cuando preveía que en 1984 el mundo estaría controlado por una inteligencia mecánica y maligna llamada "El gran hermano". Se equivocaba la NASA cuando preveía, con el desbordante optimismo del Programa Apollo, que el hombre pisaría Marte a finales de los 90. Se equivocaba Arthur C. Clarke cuando preveía que en el 2001 ocurriría una odisea en el espacio. El futuro inmediato pasa por dos hechos básicos: la consolidación de la Estación Espacial Internacional y la generalización de misiones de bajo coste (relativamente) con sondas no tripuladas. Las estaciones espaciales son un hecho, en ella permanecen cosmonautas viviendo en el espacio. A fecha de hoy sigue creciendo y aún faltan cinco años para que esté terminada y en pleno funcionamiento pero, desde ya, se puede decir que es la primera colonia del hombre en el espacio con verdadera vocación de permanencia. Tiene todavía la traba del altísimo coste que suponen los viajes desde la Tierra en la lanzadera estadounidense e, incluso, en los más económicos y estandarizados cohetes rusos; por eso se trabaja en un modelo de lanzadera más parecido a un avión comercial, que sea capaz de despegar y aterrizar en horizontal aprovechando la sustentación de la atmósfera, proyectos todos en fase muy primaria hoy día. A muy largo plazo, siguen existiendo previsiones que señalan que será posible un viaje a Marte para el año 2050, que partirá desde una estación espacial en órbita terrestre en la que vivirán permanentemente mil personas o más. Si las cosas no cambian mucho, el cohete que lleve estas misiones seguirá siendo químico, a base de hidrógeno y oxígeno líquidos. Atrás quedan proyectos como el del cohete nuclear Nerva que, una vez puesto en órbita mediante impulsores químicos, proporcionaría a una hipotética nave con destino Marte un suave pero constante impulso. La velocidad del mundo es distinta desde Gagarin, la perspectiva también. Si el cable unió, el satélite hermanó. La comunidad global pone al hombre en su sitio cerca del suelo y las estrellas. Mi padre no podía imaginar dónde llevaría ese 12 de abril de 1961 al hombre, apenas hoy podemos imaginarlo. Han pasado cuarenta y seis años, una nimiedad en el reloj universal, apenas una fracción del Tiempo, en cambio para la Tierra ha supuesto una nueva concepción. Hasta el siglo XIX no se viajaba más rápido que con un caballo y la navegación no era muy distinta que la fenicia o vikinga. Entonces llegaron el ferrocarril y el barco, luego el avión y el coche, después los trasbordadores para mandar tripulaciones y viajeros millonarios al espacio. El hombre ha conquistado el espacio, un medio que resultaba inexplorado y hostil. La carrera espacial terminó tras el primer alunizaje el 21 de julio de 1969 por parte de Neil Armstrong. Ya no se corre como antes, cuesta mucho dinero y esfuerzo, los pasos son más difíciles de dar. El proyecto es enorme, su presupuesto es mucho menor que entonces en una hipotética comparativa, pero la curiosidad humana es gratis y no conoce límites, así que mientras haya una mente curiosa que mire al cielo y se atreva a soñar, el hombre viajará. Yo sé que mi padre estuvo en el espacio con Gagarin, el mismo día y en la misma cápsula, al igual que estuvo Tchaikovski y cientos de miles de hombres que vieron posible lo imposible, porque no hay otra manera de definir para la humanidad el salto cualitativo y cuantitativo que supuso convertirse en extraterrestre. "La Tierra es la cuna de la razón, pero no se puede vivir siempre en la cuna". Tsiolkovsky BIBLIOGRAFÍA - “Momentos estelares de la humanidad”, Stefan Zweig. Publicado por Acantilado, 2002 - “2001. Una odisea espacial”, Arthur C. Clarke. Ediciones Orbis, 1985 - “1984”. George Orwell. - Enciclopedia Universal Larousse. ENLACES CON INFORMACIÓN - http://www.lukor.com/ciencia/ - http://www.cosmopediaonline.com/sputnik.html - http://es.wikipedia.org/wiki/Carrera_espacial ENSAYO: CUÉNTAME Luis López Ramírez Psicología y Nuevas Tecnologías