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NOVACIÓN CONCURSAL
- Derecho transitorio
por
Luis Moisset de Espanés
Foro de Córdoba, Nº 118, p. 63
___________
SUMARIO:
I.- Introducción
a) Obligaciones principales y obligaciones accesorias
b) La novación y las obligaciones accesorias
c) La novación y las obligaciones solidarias
II.- La
a)
b)
c)
novación y el derecho concursal
Ley 24.522
Ley 25.563
Ley 25.589
III.- Los conflictos
a) El principio
b) Los derechos
c) El principio
de leyes en el tiempo
de la irretroactividad
adquiridos
de la aplicación inmediata
IV.- Los casos que comentamos
a) Fallos de primera instancia
b) Fallos de Cámara
c) Posición adoptada por la sala A
d) Posición adoptada por la sala B
IV.- Conclusiones
___________
2
I.- Introducción
Para la mejor comprensión de los casos que analizaremos nos
parece conveniente recordar algunos principios de derecho común,
contenidos en el Código civil.
a) Obligaciones principales y obligaciones accesorias
El Código de Vélez ha consagrado el título IV de la Sección
primera del Libro Segundo a las obligaciones principales y accesorias.
Es
cierto
que
algunos
autores,
como
Colmo,
critican
la
inclusión de estos preceptos que consideran excesivamente doctrinarios, y sólo se justificarían en un Tratado y no en un Código; en
cambio nuestro maestro, Pedro LEÓN, elogiaba estas normas expresando
que el artículo 523 proporciona un concepto impecable de lo que son
una y otra clase de obligaciones1: la obligación accesoria está tan
subordinada, tan sometida a la principal que encuentra en ésta su
razón de ser. La vida misma de la obligación accesoria depende de la
obligación principal y, en consecuencia si ésta se extingue, también
se extinguirá la obligación accesoria; pero a la inversa no ocurrirá
lo mismo, ya que la extinción de la obligación accesoria no involucra
la extinción de la principal, como bien lo dispone el artículo 525,
aunque este principio puede admitir algunas excepciones.
En concordancia con el principio general, sentado en el
artículo 523, encontramos lo que dispone el artículo 649, en materia
de obligaciones facultativas; el 665, con relación a la cláusula
penal; el 624, con respecto a los intereses; y el artículo 2042, en
la fianza; y al tratar de los diferentes modos extintivos de la
obligación hay una serie de normas que reiteran el principio, a saber
1
. “Art. 523.- De dos obligaciones, una es principal y la otra accesoria,
cuando la una es la razón de la existencia de la otra”.
3
el artículo 862 (transacción); el 865 (confusión); el 880 (remisión),
etc.
b) La novación y las obligaciones y derechos accesorios
Dentro de este catálogo de normas, nos interesa especialmente referirnos a lo que se dispone en materia de novación que, no
debemos olvidar, es la extinción de una obligación que da lugar al
nacimiento de un nuevo vínculo obligatorio (ver artículo 802).
Aunque el artículo 803 insiste en su primer párrafo en que
la extinción de la obligación originaria tendrá como consecuencia que
también se extingan las obligaciones accesorias, aparece ya en el
segundo párrafo una de las excepciones a que hacíamos mención, pues
se admite que el acreedor efectúe una reserva expresa para impedir la
extinción de “los privilegios e hipotecas del antiguo crédito”, que
entonces pasarán a la nueva obligación; pero a continuación, en el
artículo 804 se limita esta posibilidad cuando las garantías han sido
concedidas por un tercero, hipótesis en la cual para evitar que se
extingan los derechos accesorios de prenda o hipoteca, tendrá que
concurrir ese tercero al acuerdo novatorio, y prestar su consentimiento a la supervivencia de la garantía2.
Esta norma es aplicable a las fianzas, ya que esa obligación accesoria se extinguirá en el caso de novación, salvo que el
fiador preste consentimiento a su supervivencia.
c) La novación y las obligaciones solidarias
Finalmente recordemos que en el derecho común la novación
realizada por el acreedor con cualquiera de los deudores solidarios
extinguirá la deuda, que
2
-en virtud de lo dispuesto por el artículo
. “Art. 804.- El acreedor no puede reservarse el derecho de prenda o hipoteca
de la obligación extinguida, si los bienes hipotecados o empeñados pertenecieren
a terceros que no hubiesen tenido parte en la novación”.
4
707- ya no podrá ser exigida a los restantes codeudores3, siempre con
la salvedad de que podría subsistir la solidaridad si hubiesen
participado en el acuerdo novatorio.
II.- La novación y el derecho concursal
Cuando en el trámite de un proceso concursal se llega a un
acuerdo por el cual los acreedores aceptan se introduzcan modificaciones en las primitivas obligaciones de su deudor, que le permitan
superar el estado de insolvencia, nos preguntamos: ¿ese acuerdo tiene
carácter novatorio?
Es menester recordar que no todas las modificaciones de la
obligación constituyen novación, como bien lo señala el artículo 812
del Código civil, cuando expresa que “las estipulaciones y alteraciones en la primitiva obligación que no hagan al objeto principal, o a
su causa, como respecto al tiempo o modo de cumplimiento, serán
consideradas como que sólo modifican la obligación, pero no que la
extinguen”.
Nosotros
solemos
resumir
esa
norma
señalando
que
hay
novación cuando las modificaciones introducidas afectan uno de los
elementos esenciales de la relación jurídica obligatoria, lo que no
sucede cuando la modificación del objeto se limita al tiempo, lugar
o modo de efectuar el pago4, y que cuando las modificaciones “sólo
recaen sobre elementos accidentales, no producen novación”5. Incluso
hemos llegado a afirmar -de acuerdo con lo sostenido por calificada
doctrina- que si se trata solamente de modificar el monto de la suma
dineraria
adeudada
y
no
de
la
sustitución
por
una
prestación
distinta, tampoco habría novación, porque se trataría de la misma
3
. La mencionada norma, luego de la reforma que le introdujo la ley 17.711,
quedó redactada de la siguiente manera:
“Art. 707.- La novación, compensación o remisión de la deuda, hecha por
cualquiera de los acreedores y con cualquiera de los deudores extingue la
obligación”.
4
. Ver nuestro “Curso de Obligaciones”, 3ª ed., 2004, ed. Zavalía, Buenos
Aires, T. III, p. 50.
5
. Obra citada en nota anterior, p. 51.
5
actividad del deudor o, a lo sumo podría hablarse de una “novación
impropia”, o “novación modificativa, no extintiva”6.
a) Ley 24.522
Las características tan dispares de los diferentes acuerdos
concordatarios pueden plantear dudas sobre si el acto es realmente
“novatorio”, o si se trata de una “novación impropia”, y del alcance
que tiene este acuerdo en relación con las garantías, en especial
cuando esas garantías han sido otorgadas por terceras personas, que
no han concurrido al acuerdo a prestar su conformidad, puntos que han
sido contemplados de manera expresa en la ley 24.522, sancionada en
agosto del año 1995, que al referirse a los efectos del acuerdo
homologado previó en su artículo 55 que ese acto tenía carácter
novatorio, pero no causaba la extinción de las obligaciones del
fiador, ni de los acreedores solidarios7.
Vemos, pues, que el legislador acepta el carácter novatorio
del acuerdo concursal, pero dispone expresamente que las obligaciones
accesorias de los terceros que se han comprometido como fiadores, o
codeudores solidarios, subsisten sin modificaciones y que se les
podrá exigir de manera íntegra el cumplimiento de la obligación que
asumieron, sin que puedan alegar su extinción.
El legislador ha optado por brindar mayor protección a los
acreedores del concursado, considerando que ya bastante perjuicio
sufren con el hecho mismo de la insolvencia del deudor, y que no hay
razones
para
liberar
a
quienes
voluntariamente
garantizaron
la
conducta de quien hoy es insolvente, o asumieron solidariamente esas
deudas, ya que el perjuicio que ocasiona su insolvencia debió entrar
dentro de sus previsiones al ofrecerse como garantes o codeudores
solidarios.
6
. Ver obra citada, p. 50 y 51.
7
. “Art. 55 (ley 24.522).- El acuerdo homologado importa la novación de todas
las obligaciones con origen o causa anterior al concurso. Esta novación no causa
la extinción de las obligaciones del fiador, ni de los codeudores solidarios”
6
b) Ley 25.563
En
enero
de
2002
el
legislador
consideró
conveniente
introducir numerosas modificaciones a la ley de concursos y entre
ellas encontramos que brinda un nuevo texto para los efectos de las
obligaciones novadas por el acuerdo, en virtud del cual se extienden
los beneficios que ese acuerdo otorgaba al concursado, a sus fiadores
y codeudores solidarios.
Estimó entonces que si bien la novación no acarrea la
extinción de esas obligaciones accesorias, tiene por imperio de la
ley el efecto de modificarlas, reduciendo su alcance y estableciendo
como límite “las condiciones de la obligación novada”8. En ese momento
pareciera prevalecer la idea de que si se otorgaban al propio
concursado una serie de beneficios, ellos debían aplicarse también a
quienes le habían otorgado su garantía.
Esta nota no es el lugar indicado para analizar ni valorar
las razones que impulsaron al legislador a tomar ese camino, que pudo
tener fundamentos valederos para hacerlo; lo que importa es destacar
que consagró una regla legal por la cual se consideraba que ese
acuerdo
novativo
no
solamente
modificaba
las
obligaciones
del
concursado, sino también -con el alcance que la norma establecía- las
obligaciones accesorias de sus fiadores y las de los codeudores
solidarios, norma que tuvo vigencia hasta que una nueva ley la
derogó.
c) Ley 25.589
Lo curioso es que pocos meses después, en mayo del mismo
año 2002, el legislador vuelve sobre sus pasos; deja sin efecto lo
previsto en el artículo 7 de la ley 25.563, y restablece el régimen
de la ley 24.522 cuyo artículo 55 reza en la actualidad:
"Art. 55. Novación. (Texto según ley 25.589).- En todos los
8
. “Art. 7 (Ley 25.563).- ... la novación no causa la extinción de las
obligaciones del fiador ni de los codeudores solidarios, los que quedarán obligados
solamente en la extensión de la nueva obligación nacida del acuerdo homologado”.
7
casos, el acuerdo homologado importa la novación de todas las
obligaciones con origen o causa anterior al concurso. Esta
novación no causa la extinción de las obligaciones del fiador ni
de los codeudores solidarios”.
III.- Los conflictos de leyes en el tiempo
De lo expuesto surge que para el mismo hecho generador de
situaciones jurídicas, se han sucedido en el tiempo tres leyes, que
le concedían efectos diferentes, lo que puede dar origen a dificultades
cuando
el
intérprete
necesita
determinar
cual
es
la
norma
aplicable a una determinada situación jurídica nacida en esas épocas
y obliga a analizar las previsiones que el derecho común, es decir el
Código civil, contiene para solucionar los denominados “conflictos de
leyes en el tiempo”.
La doctrina suele considerar que para dilucidar el problema
debe
atenderse
a
dos
principios
fundamentales,
aunque
no
sean
absolutos.
El primero de ellos es el de la “irretroactividad” de la
ley nueva, y el segundo, el llamado “efecto inmediato”, que procura
que las nuevas normas entren en vigencia sin dilación, ya que el
legislador al consagrarlas lo ha hecho con el convencimiento de que
está brindando una solución mejor, o más justa que la que hasta ese
momento estaba en vigor.
a) El principio de la irretroactividad
Este principio, que campea en el derecho comparado, estaba
ya consagrado en el Código de Vélez, donde el artículo 3, en su
redacción originaria, expresaba que “las leyes disponen para lo
futuro; no tienen efecto retroactivo, ni pueden alterar los derechos
ya adquiridos”.
Un autor argentino, Juan Segundo ARECO, en un libro hoy
injustamente olvidado y poco consultado, señala acertadamente que “el
principio doctrinariamente conocido como de la ‘irretroactividad de
8
la ley’ (es) de larga y fecunda tradición histórica”9, y en el
capítulo primero señala pormenorizadamente su evolución, desde la más
remota antigüedad, pasando por el derecho romano e intermedio, hasta
llegar al derecho moderno, donde trata de las normas vigentes en el
derecho comparado a mediados del siglo XX, donde parece prevalecer la
idea de que las leyes no pueden ser retroactivas y deben respetar los
“derechos adquiridos”, como lo establecía el ya mencionado artículo
3 del Código de Vélez, y también el artículo 4044, con su referencia
a la distinción que debía establecerse entre las meras “expectativas”, y los “derechos adquiridos”10.
b) Los derechos adquiridos
La
noción
de
“derechos
adquiridos”
como
valla
a
la
retroactividad de la ley, ya aparece, aunque de manera imprecisa, en
épocas de Bartolo, en la que muchos autores utilizan los vocablos
latinos “ius quaesitum” e incluso se advierte como contraponen el
“ius quesitum firmum”, a los “ius existens in spe”, es decir el
derecho que está real y efectivamente adquirido, a las simples
esperanzas, o sea los que luego se denominarán “meras expectativas”,
o
derechos “eventuales” o en expectativa
11
, aunque estas doctrinas
no encuentran sustento en el derecho romano clásico, que no hablaba
de “ius quaesitum”, sino solamente de hechos “pretéritos”, como
enfrentados a los hechos “pendientes”.
Posteriormente autores de la escuela del derecho natural,
como
Christian
Wolff12,
hablarán
de
“derechos
adquiridos”
(jura
9
. Ver Juan Segundo ARECO, “La irretroactividad de la ley y los contratos
sucesivos” (tesis doctoral), ed. Kraft, Buenos Aires, 1948, p. 2.
10
. “Art. 4044 (derogado por la ley 17.711).- Las nuevas leyes deben ser
aplicadas a los hechos anteriores, cuando sólo privan a los particulares de
derechos que son meros derechos en expectativa; pero no pueden aplicarse a los
hechos anteriores, cuando destruyan o cambien derechos adquiridos”.
11
. Ver ROUBIER, obra citada, p. 49.
12
. Citado por ARECO, quien menciona la obra de Wolff titulada “Ius gentium.
Methods Scientifica Pertractum in quo Jus Gentium Naturale” editada en 1749 (ver
Areco, obra citada, p. 47 y nota 10).
9
quaesitum),
para
distinguirlos
de
los
“derechos
innatos”
(jura
connata), considerando que los derechos innatos, como la libertad y
la igualdad, existen siempre para todos los individuos, y no pueden
ser afectados por ningún cambio de legislación13, mientras que los
“derechos adquiridos” nacen de la voluntad particular. Como vemos en
ese momento la expresión “derechos adquiridos” no tiene el significado que se le dará posteriormente, aunque debe destacarse que los
autores de la escuela de derecho natural no aceptan la retroactividad
de las leyes de derecho positivo que, en su concepto, sólo podían
regir para el futuro. Para ellos, aunque no con el fin de proteger
“derechos adquiridos”, la irretroactividad de las leyes forma parte
del “derecho natural” y se llega a pensar que este principio debería
ser incorporado a las cartas constitucionales, como lo sostuvo
Mirabeau en la sesión del 21 de noviembre de 1790 de la Asamblea
Constituyente francesa14.
Sancionado el Código Napoleón, cuyo artículo 2 expresa de
manera terminante que las leyes sólo disponen para el futuro y que no
pueden tener efecto retroactivo
15
, se difunde en la doctrina la
afirmación de que la valla a la retroactividad de las leyes se
encuentra en los “derechos adquiridos”, y de esas opiniones doctrinarios recogerá Vélez las expresiones empleadas en los artículos 3 y
4044 del Código16.
c) El principio de la aplicación inmediata
Nos hemos referido más arriba al principio de la irretroac-
13
. Ver Areco, obra citada, Nº 28 y 29, p. 47 a 50.
14
. Ver ARECO, p. 48.
15
. “Art. 2 (Código civil francés).- La loi ne dispose que pour l’avenir; elle
n’a point d’effet retroactif”.
16
. “Art. 3 (Código civil argentino).- Las leyes disponen para lo futuro; no
tienen efecto retroactivo, ni pueden alterar los derechos ya adquiridos”.
“Art. 4044.- Las nuevas leyes deben ser aplicadas a los hechos anteriores,
cuando sólo priven a los particulares de derechos que sean meros derechos en
expectativa; pero no pueden aplicarse a los hechos anteriores, cuando destruyan o
cambien derechos adquiridos”.
10
tividad, que sólo reconoce como excepciones aquellas hipótesis en que
el legislador, de manera expresa, ha considerado necesario dar efecto
retroactivo a la nueva norma. Junto a él campea la necesidad de que
la nueva ley tenga inmediata aplicación, a partir de su entrada en
vigencia, a lo que suele denominarse principio del efecto inmediato.
Estos
dos
principios,
rectamente
entendidos,
no
se
contradicen, sino que se complementan. La aplicación inmediata no es
retroactiva, porque significa aplicación de las nuevas normas para el
futuro, y con posterioridad a su vigencia; el efecto inmediato
encuentra sus límites, precisamente, en el principio de irretroactividad, que veda aplicar las nuevas leyes a situaciones o relaciones
jurídicas ya constituidas, o a efectos ya producidos.
Ambos principios han sido consagrados por el nuevo artículo
3 del Código civil y constituyen derecho común, aplicable en todos
los ámbitos de nuestro ordenamiento jurídico; pero, insistimos, no
han sido descubiertos por el legislador contemporáneo, sino que eran
conocidos y respetados desde antiguo, como bien lo señala Vélez
Sársfield en las interesantes notas con que ilustra los artículos
4044 y 4046. Lo que ha variado es el elemento que sirve de pauta para
determinar cuándo puede considerarse que la aplicación de la nueva
ley vulnera el principio de irretroactividad.
Antes de la Reforma el problema giraba sobre la distinción
entre "derechos adquiridos y derechos en expectativa" y se decía que
la aplicación de la ley era retroactiva cuando atacaba "derechos
adquiridos". Como estos conceptos resultaban difusos, y sus fronteras
difíciles de delimitar, Roubier -y sus seguidores- han apelado a
otras nociones, y en especial a la de "situación jurídica"17, que es
más amplia que la de relación, pues brinda una idea de permanencia,
que la hace más apropiada para comprender los problemas que originan
los cambios en la legislación que rige las "relaciones" o "situaciones" jurídicas.
Existe general coincidencia en que los "facta praeterita",
es decir, las relaciones o situaciones ya agotadas, son regidas por
la ley que estaba vigente en aquella época. Los problemas se originan
17
Paul ROUBIER, obra citada, p. 378.
11
con respecto a "situaciones pendientes" al momento en que se produce
el cambio de legislación.
Para la correcta y armónica aplicación de los dos principios que rigen los conflictos de leyes en el tiempo (irretroactividad
y
efecto
inmediato),
es
necesario
distinguir
entre
los
hechos
constitutivos, modificatorios o extintivos de una situación jurídica,
por una parte, y los efectos que surgen de dicha situación jurídica,
por otra. Y con relación a los efectos, todavía deberemos distinguir
a aquellos que se produjeron con anterioridad a la vigencia de la
nueva ley, de los efectos posteriores. Hemos analizado con mayor
detenimiento estos problemas en un libro, al que remitimos18. Hemos
dicho
allí
que
“pretender
juzgar
la
creación,
modificación
o
extinción de una relación jurídica con arreglo a las nuevas leyes, es
darles
un
efecto
retroactivo,
segundo párrafo del artículo 3"
prohibido
categóricamente
por
el
19
.
En definitiva, en virtud del efecto inmediato la nueva ley
se aplicará a la constitución, modificación o extinción de las
situaciones jurídicas posteriores a su entrada en vigencia, y también
-desde ese momento- a los efectos de situaciones ya constituídas.
IV.- Los casos que comentamos
En los escasos meses de vigencia de la ley 25.563 se
produjeron varios acuerdos concursales, uno de ellos el de “M.S.B.
Construcciones S.R.L. - Concurso preventivo” y, con posterioridad, en
el marco de ese acuerdo, el Banco de la Nación Argentina entabló ante
la justicia federal de Córdoba demandas contra fiadores o garantes
del deudor concursado, que opusieron como primera defensa la novación
que se había operado a su favor, por aplicación de la ley vigente al
momento de celebrarse el acuerdo. La parte actora argumentaba que la
posterior sanción de la ley 25.589 la habilitaba para entablar estos
reclamos, esgrimiendo una cláusula de la resolución que homologaba el
18
. Ver nuestro “Irretroactividad de la ley y el nuevo art. 3 del Código civil
(derecho transitorio)”, Imp. Univ. Nacional, Córdoba, 1978, en especial p. 13 y ss.
19
. Obra citada en nota anterior, p. 17.
12
concordato, en la cual se expresaba que el acuerdo se efectuaba en
las condiciones dispuestas por la ley 25.563, entonces vigente, “o
las que en el futuro se dictaren, al momento de su cumplimiento o
ejecución”, tema sobre el que volveremos más adelante.
a) Fallos de primera instancia
En primera instancia la justicia procedió con estricta
sujeción
a
solucionar
lo
los
que
dispone
conflictos
el
en
sistema
la
jurídico
aplicación
argentino
temporal
de
para
leyes
sucesivas, y consideró que la aplicación de la ley 25.589 a casos
donde la modificación novatoria se había operado durante la vigencia
de
la
ley
anterior,
tendría
carácter
retroactivo,
lo
que
está
específicamente vedado por el artículo 3 del Código civil.
En consecuencia rechazó las pretensiones de la actora,
aplicándole las costas, por ser la parte vencida, tal como corresponde de acuerdo a las normas procesales.
b) Fallos de Cámara
La parte actora apeló estas resoluciones, fundando su
recurso de manera antojadiza en la ya mencionada cláusula contenida
en la resolución por la que se homologó el acuerdo concursal, en la
que se expresaba que las partes se sometían “a las leyes vigentes al
momento de su firma”, lo que en realidad no podía ser de otra manera,
y contenía la confirmación de que la novación contenida en el acuerdo
alcanzaba a codeudores solidarias y fiadores; pero luego agregaba en
su parte final una afirmación que puede parecer una verdad de
Perogrullo: que quedaba sometido a las normas “que en el futuro se
dictaren, en lo que resultaren pertinentes al presente acuerdo al
momento de su cumplimiento y ejecución”. Y expresamos que es una
verdad
de
Perogrullo
porque
de
acuerdo
al
régimen
de
derecho
intertemporal adoptado por nuestra sistema jurídico y consagrado en
el artículo 3 del Código civil, todas las situaciones o relaciones
jurídicas están sometidas “en sus consecuencias o efectos futuras” a
las nuevas leyes que se dicten, en virtud del “efecto inmediato” que
13
hemos analizado más arriba20.
Las causas apeladas tuvieron diferente destino, pues unas
fueron a parar a la sala A y otras a la sala B de la Cámara Federal.
c) Posición adoptada por la sala A
La primera en pronunciarse sobre el problema fue la sala A,
en el mes de marzo del corriente año, con voto del doctor Ignacio
Vélez Funes, que hizo lugar al recurso de apelación y revocó en todas
sus partes la sentencia de primera.
El razonamiento del mencionado vocal gira asienta en la
cláusula que hemos mencionado más arriba, y sobre esa base
-sin dar
mayores fundamentos- llega a la conclusión de que puede aplicar la
ley 25.589, que derogó el artículo 7 de la ley 25.563 que tenía
vigencia al momento de aprobarse el acuerdo concordatario, afirmando
que con la aplicación de la nueva ley “no se vulnera el principio de
irretroactividad”,
afirmación
que
algunos
arbitraria por falta de fundamentación, ya que
podrían
considerar
-lamentablemente- en
ninguna parte del fallo se encuentra mención o análisis del sistema
legal vigente y, en especial, no hay referencia al artículo 3 del
Código civil, lo que resultaba ineludible para dar correcta solución
al problema que se estaba considerando.
La
Cámara
incurre
en
la
confusión
-grave-
entre
la
constitución de la situación jurídica, en este caso la novación
concursal, que se rigió por la ley vigente a la fecha del acuerdo y
que no puede ser alterada por ninguna ley posterior, so pena de
retroactividad, y las “consecuencias de la obligación” que ha surgido
de esa novación, que en virtud del efecto inmediato consagrado
también por el artículo 3 del Código civil, podrán regirse por leyes
futuras, que es a lo que único que se hacía mención en la cláusula
esgrimida por la apelante.
Quizás el magistrado crea que la solución que consagraba la
ley concursal vigente al momento de aprobarse el acuerdo no es justa,
y por ello se haya inclinado a aplicar retroactivamente la nueva ley;
20
. Ver en nuestro libro ya citado, Cuadro I, p. 22.
14
pero tampoco expone razones que fundamenten esa presunta injusticia,
y que puedan servir para descalificar la solución legal que, por ser
de orden público -según sus palabras- debió aplicar ineludiblemente.
d) Posición adoptada por la sala B
Por su parte la sala B, en mayo del corriente año, debe
resolver un caso semejante que tuvo su origen en el mismo acuerdo
concursal. También aquí, en primera instancia, se había aplicado
correctamente la ley 25.563, vigente al tiempo del acuerdo, extendiendo a los fiadores los efectos de ese acuerdo y recordando “el
principio de la irretroactividad de las leyes respecto de situaciones
consolidadas”.
En este fallo se advierte un mayor aporte de elementos
doctrinarios ya que se mencionan trabajos como el de Junyent Bas y
Molina Sandoval, que justifican la solución actualmente vigente en la
ley 25.589, idéntica a la dada anteriormente por la ley 24.522, y
también el de Marcelo G. Barreiro, que se ocupa de lo efímero de la
solución que adoptó la ley 25.563, y tomando como base la correcta
interpretación que hace este último comentarista de los acuerdos que
se homologaron en los escasos meses de vigencia de esa ley, procede
a confirmar el fallo de primera instancia.
Razona acertadamente cuando desecha la pretensión de que la
cláusula de aplicación de nuevas leyes al acuerdo pueda tener el
alcance que pretende darle la apelante y reflexiona correctamente que
en ningún momento surge que el Banco actor “al momento de aceptar las
propuestas y condiciones de pago formuladas por el deudor principal,
haya hecho reserva de derecho alguno respecto del alcance del acuerdo
firmado en relación a las fianzas o garantías firmadas por el deudor
en su favor...”, y que “los fiadores no fueron parte como tales en el
acuerdo homologatorio”, a lo que debe agregarse que el Banco y sus
letrados no podían ignorar que en ese momento estaba vigente la ley
25.563, que hacía extensiva los efectos de la novación a fiadores y
codeudores solidarios.
La solución, en lo que se refiere al fondo del asunto, es
correcta; lo que no podemos compartir es la afirmación de que en la
15
ley 25.563 “surge evidente la ausencia de un capítulo... destinado a
regir la aplicación intertemporal”, y que ésta “es una de sus más
graves falencias”; punto sobre el cual se insiste expresando: “tal
como
dijimos
la
cuestión
de
la
aplicación
intertemporal
de
la
novación conforme este último texto legal no fue resuelto por la
ley”.
El legislador no tiene necesidad de incluir en cada ley un
capítulo de solución de conflictos temporales. El punto se encuentra
ya resuelto en el derecho común y sólo por excepción puede resultar
conveniente agregar alguna previsión de “tránsito” a la nueva ley,
como la concesión de plazos para integrar o completar el complejo de
actos que dan vida a la formación o extinción de una relación; pero,
insistimos, en la generalidad de las hipótesis los problemas de
conflictos
intertemporales
deben
resolverse
por
las
previsiones
contenidas en el artículo 3 del Código civil que, curiosamente, no es
mencionado por ninguna de las dos salas en sus votos.
Tampoco satisface en este fallo la solución que da a las
costas, revocando en este punto la sentencia de primera instancia e
imponiéndolas por el orden causado. La actora fue vencida, y lo fue
por solicitar incorrectamente la aplicación de la ley vigente con
efecto retroactivo, con total ignorancia de lo que dispone nuestro
ordenamiento,
de
manera
muy
clara:
el
acuerdo
concursal,
y
la
novación que él produce, deben regirse por la ley vigente al momento
de celebrarse ese acuerdo. Las costas debieron aplicarse a la parte
vencida.
IV.- Conclusiones
Nos limitamos aquí a recordar:
1.- La novación es, al mismo tiempo, un hecho extintivo de una
obligación, y constitutivo de una obligación nueva.
2.- El sistema jurídico argentino establece terminantemente que
los hechos constitutivos, modificativos o extintivos de situaciones
o relaciones jurídicas, se rigen por la ley vigente en el momento en
que se integran esos hechos.
3.- El alcance y extensión novatoria de los acuerdos homologato-
16
rios concursales, se rige por la ley vigente en el momento de
celebrarlos.
4.- Los acuerdos celebrados durante la vigencia de la ley 25.563
novaron las obligaciones del deudor principal y también la de sus
fiadores y codeudores solidarios.
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