NOVACIÓN CONCURSAL - Derecho transitorio por Luis Moisset de Espanés Foro de Córdoba, Nº 118, p. 63 ___________ SUMARIO: I.- Introducción a) Obligaciones principales y obligaciones accesorias b) La novación y las obligaciones accesorias c) La novación y las obligaciones solidarias II.- La a) b) c) novación y el derecho concursal Ley 24.522 Ley 25.563 Ley 25.589 III.- Los conflictos a) El principio b) Los derechos c) El principio de leyes en el tiempo de la irretroactividad adquiridos de la aplicación inmediata IV.- Los casos que comentamos a) Fallos de primera instancia b) Fallos de Cámara c) Posición adoptada por la sala A d) Posición adoptada por la sala B IV.- Conclusiones ___________ 2 I.- Introducción Para la mejor comprensión de los casos que analizaremos nos parece conveniente recordar algunos principios de derecho común, contenidos en el Código civil. a) Obligaciones principales y obligaciones accesorias El Código de Vélez ha consagrado el título IV de la Sección primera del Libro Segundo a las obligaciones principales y accesorias. Es cierto que algunos autores, como Colmo, critican la inclusión de estos preceptos que consideran excesivamente doctrinarios, y sólo se justificarían en un Tratado y no en un Código; en cambio nuestro maestro, Pedro LEÓN, elogiaba estas normas expresando que el artículo 523 proporciona un concepto impecable de lo que son una y otra clase de obligaciones1: la obligación accesoria está tan subordinada, tan sometida a la principal que encuentra en ésta su razón de ser. La vida misma de la obligación accesoria depende de la obligación principal y, en consecuencia si ésta se extingue, también se extinguirá la obligación accesoria; pero a la inversa no ocurrirá lo mismo, ya que la extinción de la obligación accesoria no involucra la extinción de la principal, como bien lo dispone el artículo 525, aunque este principio puede admitir algunas excepciones. En concordancia con el principio general, sentado en el artículo 523, encontramos lo que dispone el artículo 649, en materia de obligaciones facultativas; el 665, con relación a la cláusula penal; el 624, con respecto a los intereses; y el artículo 2042, en la fianza; y al tratar de los diferentes modos extintivos de la obligación hay una serie de normas que reiteran el principio, a saber 1 . “Art. 523.- De dos obligaciones, una es principal y la otra accesoria, cuando la una es la razón de la existencia de la otra”. 3 el artículo 862 (transacción); el 865 (confusión); el 880 (remisión), etc. b) La novación y las obligaciones y derechos accesorios Dentro de este catálogo de normas, nos interesa especialmente referirnos a lo que se dispone en materia de novación que, no debemos olvidar, es la extinción de una obligación que da lugar al nacimiento de un nuevo vínculo obligatorio (ver artículo 802). Aunque el artículo 803 insiste en su primer párrafo en que la extinción de la obligación originaria tendrá como consecuencia que también se extingan las obligaciones accesorias, aparece ya en el segundo párrafo una de las excepciones a que hacíamos mención, pues se admite que el acreedor efectúe una reserva expresa para impedir la extinción de “los privilegios e hipotecas del antiguo crédito”, que entonces pasarán a la nueva obligación; pero a continuación, en el artículo 804 se limita esta posibilidad cuando las garantías han sido concedidas por un tercero, hipótesis en la cual para evitar que se extingan los derechos accesorios de prenda o hipoteca, tendrá que concurrir ese tercero al acuerdo novatorio, y prestar su consentimiento a la supervivencia de la garantía2. Esta norma es aplicable a las fianzas, ya que esa obligación accesoria se extinguirá en el caso de novación, salvo que el fiador preste consentimiento a su supervivencia. c) La novación y las obligaciones solidarias Finalmente recordemos que en el derecho común la novación realizada por el acreedor con cualquiera de los deudores solidarios extinguirá la deuda, que 2 -en virtud de lo dispuesto por el artículo . “Art. 804.- El acreedor no puede reservarse el derecho de prenda o hipoteca de la obligación extinguida, si los bienes hipotecados o empeñados pertenecieren a terceros que no hubiesen tenido parte en la novación”. 4 707- ya no podrá ser exigida a los restantes codeudores3, siempre con la salvedad de que podría subsistir la solidaridad si hubiesen participado en el acuerdo novatorio. II.- La novación y el derecho concursal Cuando en el trámite de un proceso concursal se llega a un acuerdo por el cual los acreedores aceptan se introduzcan modificaciones en las primitivas obligaciones de su deudor, que le permitan superar el estado de insolvencia, nos preguntamos: ¿ese acuerdo tiene carácter novatorio? Es menester recordar que no todas las modificaciones de la obligación constituyen novación, como bien lo señala el artículo 812 del Código civil, cuando expresa que “las estipulaciones y alteraciones en la primitiva obligación que no hagan al objeto principal, o a su causa, como respecto al tiempo o modo de cumplimiento, serán consideradas como que sólo modifican la obligación, pero no que la extinguen”. Nosotros solemos resumir esa norma señalando que hay novación cuando las modificaciones introducidas afectan uno de los elementos esenciales de la relación jurídica obligatoria, lo que no sucede cuando la modificación del objeto se limita al tiempo, lugar o modo de efectuar el pago4, y que cuando las modificaciones “sólo recaen sobre elementos accidentales, no producen novación”5. Incluso hemos llegado a afirmar -de acuerdo con lo sostenido por calificada doctrina- que si se trata solamente de modificar el monto de la suma dineraria adeudada y no de la sustitución por una prestación distinta, tampoco habría novación, porque se trataría de la misma 3 . La mencionada norma, luego de la reforma que le introdujo la ley 17.711, quedó redactada de la siguiente manera: “Art. 707.- La novación, compensación o remisión de la deuda, hecha por cualquiera de los acreedores y con cualquiera de los deudores extingue la obligación”. 4 . Ver nuestro “Curso de Obligaciones”, 3ª ed., 2004, ed. Zavalía, Buenos Aires, T. III, p. 50. 5 . Obra citada en nota anterior, p. 51. 5 actividad del deudor o, a lo sumo podría hablarse de una “novación impropia”, o “novación modificativa, no extintiva”6. a) Ley 24.522 Las características tan dispares de los diferentes acuerdos concordatarios pueden plantear dudas sobre si el acto es realmente “novatorio”, o si se trata de una “novación impropia”, y del alcance que tiene este acuerdo en relación con las garantías, en especial cuando esas garantías han sido otorgadas por terceras personas, que no han concurrido al acuerdo a prestar su conformidad, puntos que han sido contemplados de manera expresa en la ley 24.522, sancionada en agosto del año 1995, que al referirse a los efectos del acuerdo homologado previó en su artículo 55 que ese acto tenía carácter novatorio, pero no causaba la extinción de las obligaciones del fiador, ni de los acreedores solidarios7. Vemos, pues, que el legislador acepta el carácter novatorio del acuerdo concursal, pero dispone expresamente que las obligaciones accesorias de los terceros que se han comprometido como fiadores, o codeudores solidarios, subsisten sin modificaciones y que se les podrá exigir de manera íntegra el cumplimiento de la obligación que asumieron, sin que puedan alegar su extinción. El legislador ha optado por brindar mayor protección a los acreedores del concursado, considerando que ya bastante perjuicio sufren con el hecho mismo de la insolvencia del deudor, y que no hay razones para liberar a quienes voluntariamente garantizaron la conducta de quien hoy es insolvente, o asumieron solidariamente esas deudas, ya que el perjuicio que ocasiona su insolvencia debió entrar dentro de sus previsiones al ofrecerse como garantes o codeudores solidarios. 6 . Ver obra citada, p. 50 y 51. 7 . “Art. 55 (ley 24.522).- El acuerdo homologado importa la novación de todas las obligaciones con origen o causa anterior al concurso. Esta novación no causa la extinción de las obligaciones del fiador, ni de los codeudores solidarios” 6 b) Ley 25.563 En enero de 2002 el legislador consideró conveniente introducir numerosas modificaciones a la ley de concursos y entre ellas encontramos que brinda un nuevo texto para los efectos de las obligaciones novadas por el acuerdo, en virtud del cual se extienden los beneficios que ese acuerdo otorgaba al concursado, a sus fiadores y codeudores solidarios. Estimó entonces que si bien la novación no acarrea la extinción de esas obligaciones accesorias, tiene por imperio de la ley el efecto de modificarlas, reduciendo su alcance y estableciendo como límite “las condiciones de la obligación novada”8. En ese momento pareciera prevalecer la idea de que si se otorgaban al propio concursado una serie de beneficios, ellos debían aplicarse también a quienes le habían otorgado su garantía. Esta nota no es el lugar indicado para analizar ni valorar las razones que impulsaron al legislador a tomar ese camino, que pudo tener fundamentos valederos para hacerlo; lo que importa es destacar que consagró una regla legal por la cual se consideraba que ese acuerdo novativo no solamente modificaba las obligaciones del concursado, sino también -con el alcance que la norma establecía- las obligaciones accesorias de sus fiadores y las de los codeudores solidarios, norma que tuvo vigencia hasta que una nueva ley la derogó. c) Ley 25.589 Lo curioso es que pocos meses después, en mayo del mismo año 2002, el legislador vuelve sobre sus pasos; deja sin efecto lo previsto en el artículo 7 de la ley 25.563, y restablece el régimen de la ley 24.522 cuyo artículo 55 reza en la actualidad: "Art. 55. Novación. (Texto según ley 25.589).- En todos los 8 . “Art. 7 (Ley 25.563).- ... la novación no causa la extinción de las obligaciones del fiador ni de los codeudores solidarios, los que quedarán obligados solamente en la extensión de la nueva obligación nacida del acuerdo homologado”. 7 casos, el acuerdo homologado importa la novación de todas las obligaciones con origen o causa anterior al concurso. Esta novación no causa la extinción de las obligaciones del fiador ni de los codeudores solidarios”. III.- Los conflictos de leyes en el tiempo De lo expuesto surge que para el mismo hecho generador de situaciones jurídicas, se han sucedido en el tiempo tres leyes, que le concedían efectos diferentes, lo que puede dar origen a dificultades cuando el intérprete necesita determinar cual es la norma aplicable a una determinada situación jurídica nacida en esas épocas y obliga a analizar las previsiones que el derecho común, es decir el Código civil, contiene para solucionar los denominados “conflictos de leyes en el tiempo”. La doctrina suele considerar que para dilucidar el problema debe atenderse a dos principios fundamentales, aunque no sean absolutos. El primero de ellos es el de la “irretroactividad” de la ley nueva, y el segundo, el llamado “efecto inmediato”, que procura que las nuevas normas entren en vigencia sin dilación, ya que el legislador al consagrarlas lo ha hecho con el convencimiento de que está brindando una solución mejor, o más justa que la que hasta ese momento estaba en vigor. a) El principio de la irretroactividad Este principio, que campea en el derecho comparado, estaba ya consagrado en el Código de Vélez, donde el artículo 3, en su redacción originaria, expresaba que “las leyes disponen para lo futuro; no tienen efecto retroactivo, ni pueden alterar los derechos ya adquiridos”. Un autor argentino, Juan Segundo ARECO, en un libro hoy injustamente olvidado y poco consultado, señala acertadamente que “el principio doctrinariamente conocido como de la ‘irretroactividad de 8 la ley’ (es) de larga y fecunda tradición histórica”9, y en el capítulo primero señala pormenorizadamente su evolución, desde la más remota antigüedad, pasando por el derecho romano e intermedio, hasta llegar al derecho moderno, donde trata de las normas vigentes en el derecho comparado a mediados del siglo XX, donde parece prevalecer la idea de que las leyes no pueden ser retroactivas y deben respetar los “derechos adquiridos”, como lo establecía el ya mencionado artículo 3 del Código de Vélez, y también el artículo 4044, con su referencia a la distinción que debía establecerse entre las meras “expectativas”, y los “derechos adquiridos”10. b) Los derechos adquiridos La noción de “derechos adquiridos” como valla a la retroactividad de la ley, ya aparece, aunque de manera imprecisa, en épocas de Bartolo, en la que muchos autores utilizan los vocablos latinos “ius quaesitum” e incluso se advierte como contraponen el “ius quesitum firmum”, a los “ius existens in spe”, es decir el derecho que está real y efectivamente adquirido, a las simples esperanzas, o sea los que luego se denominarán “meras expectativas”, o derechos “eventuales” o en expectativa 11 , aunque estas doctrinas no encuentran sustento en el derecho romano clásico, que no hablaba de “ius quaesitum”, sino solamente de hechos “pretéritos”, como enfrentados a los hechos “pendientes”. Posteriormente autores de la escuela del derecho natural, como Christian Wolff12, hablarán de “derechos adquiridos” (jura 9 . Ver Juan Segundo ARECO, “La irretroactividad de la ley y los contratos sucesivos” (tesis doctoral), ed. Kraft, Buenos Aires, 1948, p. 2. 10 . “Art. 4044 (derogado por la ley 17.711).- Las nuevas leyes deben ser aplicadas a los hechos anteriores, cuando sólo privan a los particulares de derechos que son meros derechos en expectativa; pero no pueden aplicarse a los hechos anteriores, cuando destruyan o cambien derechos adquiridos”. 11 . Ver ROUBIER, obra citada, p. 49. 12 . Citado por ARECO, quien menciona la obra de Wolff titulada “Ius gentium. Methods Scientifica Pertractum in quo Jus Gentium Naturale” editada en 1749 (ver Areco, obra citada, p. 47 y nota 10). 9 quaesitum), para distinguirlos de los “derechos innatos” (jura connata), considerando que los derechos innatos, como la libertad y la igualdad, existen siempre para todos los individuos, y no pueden ser afectados por ningún cambio de legislación13, mientras que los “derechos adquiridos” nacen de la voluntad particular. Como vemos en ese momento la expresión “derechos adquiridos” no tiene el significado que se le dará posteriormente, aunque debe destacarse que los autores de la escuela de derecho natural no aceptan la retroactividad de las leyes de derecho positivo que, en su concepto, sólo podían regir para el futuro. Para ellos, aunque no con el fin de proteger “derechos adquiridos”, la irretroactividad de las leyes forma parte del “derecho natural” y se llega a pensar que este principio debería ser incorporado a las cartas constitucionales, como lo sostuvo Mirabeau en la sesión del 21 de noviembre de 1790 de la Asamblea Constituyente francesa14. Sancionado el Código Napoleón, cuyo artículo 2 expresa de manera terminante que las leyes sólo disponen para el futuro y que no pueden tener efecto retroactivo 15 , se difunde en la doctrina la afirmación de que la valla a la retroactividad de las leyes se encuentra en los “derechos adquiridos”, y de esas opiniones doctrinarios recogerá Vélez las expresiones empleadas en los artículos 3 y 4044 del Código16. c) El principio de la aplicación inmediata Nos hemos referido más arriba al principio de la irretroac- 13 . Ver Areco, obra citada, Nº 28 y 29, p. 47 a 50. 14 . Ver ARECO, p. 48. 15 . “Art. 2 (Código civil francés).- La loi ne dispose que pour l’avenir; elle n’a point d’effet retroactif”. 16 . “Art. 3 (Código civil argentino).- Las leyes disponen para lo futuro; no tienen efecto retroactivo, ni pueden alterar los derechos ya adquiridos”. “Art. 4044.- Las nuevas leyes deben ser aplicadas a los hechos anteriores, cuando sólo priven a los particulares de derechos que sean meros derechos en expectativa; pero no pueden aplicarse a los hechos anteriores, cuando destruyan o cambien derechos adquiridos”. 10 tividad, que sólo reconoce como excepciones aquellas hipótesis en que el legislador, de manera expresa, ha considerado necesario dar efecto retroactivo a la nueva norma. Junto a él campea la necesidad de que la nueva ley tenga inmediata aplicación, a partir de su entrada en vigencia, a lo que suele denominarse principio del efecto inmediato. Estos dos principios, rectamente entendidos, no se contradicen, sino que se complementan. La aplicación inmediata no es retroactiva, porque significa aplicación de las nuevas normas para el futuro, y con posterioridad a su vigencia; el efecto inmediato encuentra sus límites, precisamente, en el principio de irretroactividad, que veda aplicar las nuevas leyes a situaciones o relaciones jurídicas ya constituidas, o a efectos ya producidos. Ambos principios han sido consagrados por el nuevo artículo 3 del Código civil y constituyen derecho común, aplicable en todos los ámbitos de nuestro ordenamiento jurídico; pero, insistimos, no han sido descubiertos por el legislador contemporáneo, sino que eran conocidos y respetados desde antiguo, como bien lo señala Vélez Sársfield en las interesantes notas con que ilustra los artículos 4044 y 4046. Lo que ha variado es el elemento que sirve de pauta para determinar cuándo puede considerarse que la aplicación de la nueva ley vulnera el principio de irretroactividad. Antes de la Reforma el problema giraba sobre la distinción entre "derechos adquiridos y derechos en expectativa" y se decía que la aplicación de la ley era retroactiva cuando atacaba "derechos adquiridos". Como estos conceptos resultaban difusos, y sus fronteras difíciles de delimitar, Roubier -y sus seguidores- han apelado a otras nociones, y en especial a la de "situación jurídica"17, que es más amplia que la de relación, pues brinda una idea de permanencia, que la hace más apropiada para comprender los problemas que originan los cambios en la legislación que rige las "relaciones" o "situaciones" jurídicas. Existe general coincidencia en que los "facta praeterita", es decir, las relaciones o situaciones ya agotadas, son regidas por la ley que estaba vigente en aquella época. Los problemas se originan 17 Paul ROUBIER, obra citada, p. 378. 11 con respecto a "situaciones pendientes" al momento en que se produce el cambio de legislación. Para la correcta y armónica aplicación de los dos principios que rigen los conflictos de leyes en el tiempo (irretroactividad y efecto inmediato), es necesario distinguir entre los hechos constitutivos, modificatorios o extintivos de una situación jurídica, por una parte, y los efectos que surgen de dicha situación jurídica, por otra. Y con relación a los efectos, todavía deberemos distinguir a aquellos que se produjeron con anterioridad a la vigencia de la nueva ley, de los efectos posteriores. Hemos analizado con mayor detenimiento estos problemas en un libro, al que remitimos18. Hemos dicho allí que “pretender juzgar la creación, modificación o extinción de una relación jurídica con arreglo a las nuevas leyes, es darles un efecto retroactivo, segundo párrafo del artículo 3" prohibido categóricamente por el 19 . En definitiva, en virtud del efecto inmediato la nueva ley se aplicará a la constitución, modificación o extinción de las situaciones jurídicas posteriores a su entrada en vigencia, y también -desde ese momento- a los efectos de situaciones ya constituídas. IV.- Los casos que comentamos En los escasos meses de vigencia de la ley 25.563 se produjeron varios acuerdos concursales, uno de ellos el de “M.S.B. Construcciones S.R.L. - Concurso preventivo” y, con posterioridad, en el marco de ese acuerdo, el Banco de la Nación Argentina entabló ante la justicia federal de Córdoba demandas contra fiadores o garantes del deudor concursado, que opusieron como primera defensa la novación que se había operado a su favor, por aplicación de la ley vigente al momento de celebrarse el acuerdo. La parte actora argumentaba que la posterior sanción de la ley 25.589 la habilitaba para entablar estos reclamos, esgrimiendo una cláusula de la resolución que homologaba el 18 . Ver nuestro “Irretroactividad de la ley y el nuevo art. 3 del Código civil (derecho transitorio)”, Imp. Univ. Nacional, Córdoba, 1978, en especial p. 13 y ss. 19 . Obra citada en nota anterior, p. 17. 12 concordato, en la cual se expresaba que el acuerdo se efectuaba en las condiciones dispuestas por la ley 25.563, entonces vigente, “o las que en el futuro se dictaren, al momento de su cumplimiento o ejecución”, tema sobre el que volveremos más adelante. a) Fallos de primera instancia En primera instancia la justicia procedió con estricta sujeción a solucionar lo los que dispone conflictos el en sistema la jurídico aplicación argentino temporal de para leyes sucesivas, y consideró que la aplicación de la ley 25.589 a casos donde la modificación novatoria se había operado durante la vigencia de la ley anterior, tendría carácter retroactivo, lo que está específicamente vedado por el artículo 3 del Código civil. En consecuencia rechazó las pretensiones de la actora, aplicándole las costas, por ser la parte vencida, tal como corresponde de acuerdo a las normas procesales. b) Fallos de Cámara La parte actora apeló estas resoluciones, fundando su recurso de manera antojadiza en la ya mencionada cláusula contenida en la resolución por la que se homologó el acuerdo concursal, en la que se expresaba que las partes se sometían “a las leyes vigentes al momento de su firma”, lo que en realidad no podía ser de otra manera, y contenía la confirmación de que la novación contenida en el acuerdo alcanzaba a codeudores solidarias y fiadores; pero luego agregaba en su parte final una afirmación que puede parecer una verdad de Perogrullo: que quedaba sometido a las normas “que en el futuro se dictaren, en lo que resultaren pertinentes al presente acuerdo al momento de su cumplimiento y ejecución”. Y expresamos que es una verdad de Perogrullo porque de acuerdo al régimen de derecho intertemporal adoptado por nuestra sistema jurídico y consagrado en el artículo 3 del Código civil, todas las situaciones o relaciones jurídicas están sometidas “en sus consecuencias o efectos futuras” a las nuevas leyes que se dicten, en virtud del “efecto inmediato” que 13 hemos analizado más arriba20. Las causas apeladas tuvieron diferente destino, pues unas fueron a parar a la sala A y otras a la sala B de la Cámara Federal. c) Posición adoptada por la sala A La primera en pronunciarse sobre el problema fue la sala A, en el mes de marzo del corriente año, con voto del doctor Ignacio Vélez Funes, que hizo lugar al recurso de apelación y revocó en todas sus partes la sentencia de primera. El razonamiento del mencionado vocal gira asienta en la cláusula que hemos mencionado más arriba, y sobre esa base -sin dar mayores fundamentos- llega a la conclusión de que puede aplicar la ley 25.589, que derogó el artículo 7 de la ley 25.563 que tenía vigencia al momento de aprobarse el acuerdo concordatario, afirmando que con la aplicación de la nueva ley “no se vulnera el principio de irretroactividad”, afirmación que algunos arbitraria por falta de fundamentación, ya que podrían considerar -lamentablemente- en ninguna parte del fallo se encuentra mención o análisis del sistema legal vigente y, en especial, no hay referencia al artículo 3 del Código civil, lo que resultaba ineludible para dar correcta solución al problema que se estaba considerando. La Cámara incurre en la confusión -grave- entre la constitución de la situación jurídica, en este caso la novación concursal, que se rigió por la ley vigente a la fecha del acuerdo y que no puede ser alterada por ninguna ley posterior, so pena de retroactividad, y las “consecuencias de la obligación” que ha surgido de esa novación, que en virtud del efecto inmediato consagrado también por el artículo 3 del Código civil, podrán regirse por leyes futuras, que es a lo que único que se hacía mención en la cláusula esgrimida por la apelante. Quizás el magistrado crea que la solución que consagraba la ley concursal vigente al momento de aprobarse el acuerdo no es justa, y por ello se haya inclinado a aplicar retroactivamente la nueva ley; 20 . Ver en nuestro libro ya citado, Cuadro I, p. 22. 14 pero tampoco expone razones que fundamenten esa presunta injusticia, y que puedan servir para descalificar la solución legal que, por ser de orden público -según sus palabras- debió aplicar ineludiblemente. d) Posición adoptada por la sala B Por su parte la sala B, en mayo del corriente año, debe resolver un caso semejante que tuvo su origen en el mismo acuerdo concursal. También aquí, en primera instancia, se había aplicado correctamente la ley 25.563, vigente al tiempo del acuerdo, extendiendo a los fiadores los efectos de ese acuerdo y recordando “el principio de la irretroactividad de las leyes respecto de situaciones consolidadas”. En este fallo se advierte un mayor aporte de elementos doctrinarios ya que se mencionan trabajos como el de Junyent Bas y Molina Sandoval, que justifican la solución actualmente vigente en la ley 25.589, idéntica a la dada anteriormente por la ley 24.522, y también el de Marcelo G. Barreiro, que se ocupa de lo efímero de la solución que adoptó la ley 25.563, y tomando como base la correcta interpretación que hace este último comentarista de los acuerdos que se homologaron en los escasos meses de vigencia de esa ley, procede a confirmar el fallo de primera instancia. Razona acertadamente cuando desecha la pretensión de que la cláusula de aplicación de nuevas leyes al acuerdo pueda tener el alcance que pretende darle la apelante y reflexiona correctamente que en ningún momento surge que el Banco actor “al momento de aceptar las propuestas y condiciones de pago formuladas por el deudor principal, haya hecho reserva de derecho alguno respecto del alcance del acuerdo firmado en relación a las fianzas o garantías firmadas por el deudor en su favor...”, y que “los fiadores no fueron parte como tales en el acuerdo homologatorio”, a lo que debe agregarse que el Banco y sus letrados no podían ignorar que en ese momento estaba vigente la ley 25.563, que hacía extensiva los efectos de la novación a fiadores y codeudores solidarios. La solución, en lo que se refiere al fondo del asunto, es correcta; lo que no podemos compartir es la afirmación de que en la 15 ley 25.563 “surge evidente la ausencia de un capítulo... destinado a regir la aplicación intertemporal”, y que ésta “es una de sus más graves falencias”; punto sobre el cual se insiste expresando: “tal como dijimos la cuestión de la aplicación intertemporal de la novación conforme este último texto legal no fue resuelto por la ley”. El legislador no tiene necesidad de incluir en cada ley un capítulo de solución de conflictos temporales. El punto se encuentra ya resuelto en el derecho común y sólo por excepción puede resultar conveniente agregar alguna previsión de “tránsito” a la nueva ley, como la concesión de plazos para integrar o completar el complejo de actos que dan vida a la formación o extinción de una relación; pero, insistimos, en la generalidad de las hipótesis los problemas de conflictos intertemporales deben resolverse por las previsiones contenidas en el artículo 3 del Código civil que, curiosamente, no es mencionado por ninguna de las dos salas en sus votos. Tampoco satisface en este fallo la solución que da a las costas, revocando en este punto la sentencia de primera instancia e imponiéndolas por el orden causado. La actora fue vencida, y lo fue por solicitar incorrectamente la aplicación de la ley vigente con efecto retroactivo, con total ignorancia de lo que dispone nuestro ordenamiento, de manera muy clara: el acuerdo concursal, y la novación que él produce, deben regirse por la ley vigente al momento de celebrarse ese acuerdo. Las costas debieron aplicarse a la parte vencida. IV.- Conclusiones Nos limitamos aquí a recordar: 1.- La novación es, al mismo tiempo, un hecho extintivo de una obligación, y constitutivo de una obligación nueva. 2.- El sistema jurídico argentino establece terminantemente que los hechos constitutivos, modificativos o extintivos de situaciones o relaciones jurídicas, se rigen por la ley vigente en el momento en que se integran esos hechos. 3.- El alcance y extensión novatoria de los acuerdos homologato- 16 rios concursales, se rige por la ley vigente en el momento de celebrarlos. 4.- Los acuerdos celebrados durante la vigencia de la ley 25.563 novaron las obligaciones del deudor principal y también la de sus fiadores y codeudores solidarios.