La novación subjetiva y la obstinación imposible del deudor En el día a día de la actividad de defensa técnica que prestamos, los intereses de nuestros clientes son contestados por la parte contraria con fundamentos del todo erróneos. Si nos centramos en los litigios por impago de contrato de suministro, es reveladora la insistencia de la parte contraria en una institución jurídica hasta la saciedad alegada como oposición: la novación subjetiva por cambio de deudor. Nos encontramos en numerosas ocasiones ante demandados, por ende, titulares de un contrato de suministro, que fundamentan su oposición en no hacer un consumo de facto por haber enajenado la propiedad en la que figuraban como titulares y que recibía dicho suministro. Sin embargo, y aquí incurren en el error, su contrato no lo extinguieron tras la enajenación, así que el acuerdo de voluntades permanece intacto. Ante estas actitudes nos preguntamos: ¿dónde está la capacidad de los hombres para pensar lógicamente? Conviene recordar que el vocablo lógica proviene de la palabra griega “logos” que significa razón, y que Aristóteles definió al ser humano como animal racional, y esto es tanto como decir que la razón es propia de la naturaleza humana. Y no es por darnos postín, pero estamos convencidos de que los conflictos entre partes tendrían una mejor resolución si se hiciera el esfuerzo de razonar, es decir, lograr una abstracción de los casos concretos para entender la realidad objetiva que subyace en los mismo y así conocer la verdad. Ante la ilógica realidad tenemos el deber de aclarar en qué consiste la novación y en particular la subjetiva por cambio de deudor: Regulada en nuestro Código Civil de 1889, de los artículos 1203 a 1213, decir en primer lugar, que se trata en sentido estricto de un modo de extinción de las obligaciones que se produce por la constitución de una nueva que sustituye la extinguida. Así se ha pronunciado el Tribunal Supremo en numerosas sentencias: 12 de noviembre de 1992, 2 de febrero de 1993, 22 de junio de 1993, 20 de mayo de 1997 y 28 de junio de 2000. Por lo tanto, el efecto de la novación, como regla general, es la extinción de la obligación principal y de las accesorias -1207 CC-. Lo esencial de la novación es la reciprocidad existente entre el nacimiento y extinción de las obligaciones, esto es, que la extinción de la obligación primitiva es causa del nacimiento de la nueva, pues al constituirse la nueva se extingue la antigua, ocupando la primera su puesto. En cuanto a la novación subjetiva por cambio de deudor señalar que consiste, simple y llanamente, en la sustitución de la persona del deudor. Pero se ha de advertir que el requisito indispensable para su validez es que se haga con el consentimiento del acreedor; sin necesidad de que el deudor primitivo conozca o consienta la obligación que se extingue -1205 CC-. Por último, es indispensable que la novación se acuerde de manera expresa o bien que la obligación antigua sea incompatible de forma clara con la nueva, por consiguiente, la novación nunca puede presumirse -1204 CC-. La jurisprudencia del Tribunal Supremo ha reiterado esta postura en sentencias de 23 de julio de 1996, de 14 de diciembre de 1998, de 28 de diciembre de 2000 y en la de 27 de septiembre de 2002. Cristian Guerrero Pascual Estudiante de Derecho en prácticas