Autoría: Rosa Elena Pogo Romero María nació para bailar. Desde que pudo sostenerse en sus pies empezó a caminar de puntillas y a recorrer el mundo como una hermosa mariposa que se posaba sobre las Sus padres decían que cuando crezca sería una gran bailarina y cuando tuvo la edad ingresó a la escuela de danza. María era feliz con su malla, sus medias, su tutú y sus zapatillas de color perla que con tanta alegría sus padres le regalaron y además con la peineta de piedras de colores que su abuela le obsequió. Era una de las mejores alumnas de su escuela, ensayaba en la casa o en cualquier lugar donde tenía oportunidad de hacerlo y siempre se la veía con hermosas poses y movimientos delicados como si estuviera lista para iniciar una presentación. Ella sabía que lo más importante eran la disciplina y dedicación, se lo habían dicho su madre, su abuela y su maestra, una gran bailarina de ballet. Pasaron los años y cuando se acercaba el día de la primera presentación de gala, María fue seleccionada como bailarina principal de la Danza del Sol, en homenaje a la tierra y a la naturaleza, una tradición en su escuela. Estaba tan emocionada pues era el papel que siempre había deseado y para el que se había preparado. Cuando llegó a su casa entró corriendo para contarle a su mamá la buena noticia y, sin darse cuenta, tropezó lastimando su delicado tobillo. María no lo podía creer. Su madre la tomó enseguida en sus brazos y la consoló porque ella no paraba de llorar, no tanto por el dolor, sino porque si no se recuperaba pronto tendría que esperar un año más para danzar frente al público, que era lo que tanto había deseado. Lloró y lloró hasta quedarse dormida. Instruccione Pídeles a tus papitos o a un fam es A la mañana siguiente el sol lanzó sus cálidos rayos y entró por su ventana invitándola a levantarse. Ella, casi sin pensarlo, tocó su tobillo pero ¡oh sorpresa! todo estaba bien. Saltó como empujada por un resorte y se dio cuenta de lo que sucedía, por suerte todo había sido un sueño. La presentación fue un éxito y María lucía hermosa con su traje luminoso que representaba a la lumbrera mayor: el Sol. miliar que te lean este cuentito.