LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII: ENSAYO Y TEATRO

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LITERATURA ESPAÑOLA
DEL SIGLO XVIII:
ENSAYO Y TEATRO
1.
CONTEXTO HISTÓRICO Y CULTURAL
El siglo XVIII es una época decisiva en la historia cultural
de Occidente, pues vienen a concluir viejas ideologías, esquemas
de organización social, sistemas científicos y tecnológicos antiguos y se ponen las bases de lo que va a ser la modernidad con el
nacimiento del moderno espíritu científico. Es el siglo de la Ilustración, porque en esta época las minorías intelectuales se preocuparon por aumentar el bienestar de los ciudadanos, siendo el
trabajo y la instrucción las fuentes de ese bienestar, y abogaron
por el progreso y proclamaron la razón como fundamento de la
ciencia, la experimentación como método y la utilidad como finalidad. La razón se impuso sobre el sentimiento y la imaginación.
Los ilustrados apoyaron en gran medida un despotismo
que se proponía acelerar el progreso económico y cultural de los
pueblos, y en España apoyaron la política reformista de Carlos
III.
La Ilustración española fue moderada, respetuosa con la
monarquía y sólo luchó por introducir en España aquellas novedades que no estuvieran reñidas con la moral y las creencias tradicionales. Las doctrinas heréticas de la Ilustración francesa no
penetraron en España, y nuestros ilustrados sólo intentaron remover determinados obstáculos ligados a la religiosidad tradi-
cional que se oponían al progreso de la ciencia y el bienestar general: presión de la Inquisición, las supersticiones fomentadas
por sectores del clero, el crecimiento desmedido de algunas
órdenes religiosas, etc.
No obstante, la Ilustración española tuvo sus logros, aunque los cambios no fueron los suficientes para situarnos a la altura de los países europeos más adelantados, entre esos logros podemos destacar: la reforma universitaria, la organización de la
administración del estado, el fomento de la agricultura y la industria, los esfuerzos en política educativa, etc.
ASPECTOS POLÍTICOS
El siglo se inicia con el reinado de Felipe V, nieto del rey
francés Luis XIV, que fue nombrado heredero del trono español
por Carlos II, quien murió sin descendencia. Con este rey se instaura en España la casa de Borbón. Pero Inglaterra apoyaba al
archiduque Carlos de Austria; este enfrentamiento originó la
guerra de Sucesión. Las consecuencias del cambio dinástico y de
la guerra fueron tremendas: pérdida de los territorios españoles
de los Países Bajos, estado centralista, ruptura con el estado represivo de los Austrias, etc.
Fernando VI, que reinó desde 1746 a 1759, fue un rey pacifista, neutral en política exterior. Su reinado es capital en el proceso de implantación de los ideales de la Ilustración, recordemos
que el propio rey interviene en defensa del padre Feijoo. Quizás
lo más destacado de su reinado sea la fundación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Carlos III reina de 1759 a 1788, la época más brillante de este siglo. Con él llegaron las reformas dirigidas en una primera
fase por ministros como el Marqués de Esquilache; destituido
éste asciende al poder el conde de Aranda y con él los ilustrados.
Literatura española del s. XVIII
Antonio Fernández
En este reinado se fundaron las Sociedades económicas de amigos del país, se expulsó a los jesuitas, se desarrollaron las enseñanzas medias, los artistas desarrollaron el estilo neoclásico, y es
el momento de la eclosión de los escritores más significativos de
este siglo: Cadalso, Jovellanos, Iriarte, Samaniego, Meléndez
Valdés, etc.
Carlos IV, hijo del anterior, reina de 1788 a 1808. A su ineptitud hay que unir las dificultades políticas de la etapa que nació
con la Revolución francesa (1789). Se frenó el programa de reformas, debilitándose el anterior florecimiento cultural, y se dio
una persecución solapada de los innovadores e ilustrados.
más importantes destaca la expulsión de los jesuitas en 1767, que
monopolizaban las enseñanzas medias, a partir de ese momento
se crean otras instituciones culturales para llenar el vacío dejado
por los religiosos, como los Reales Estudios de San Isidro.
Las universidades, en las que reinaba el escolasticismo y la
rutina, estaban todas en manos de la Iglesia y escapan al control
del Estado. La reforma de la Universidad, después de varios intentos, sólo fue posible en el reinado de Carlos III, tras la expulsión de los jesuitas, elaborándose nuevos planes de estudio, aunque los logros fueron siempre parciales debido a la falta de medios.
Respecto a las instituciones y círculos culturales que contribuyeron al desarrollo de la cultura podemos citar:
Las Academias. Como la Real Academia Española, creada
en 1713, que pronto publicó el Diccionario de Autoridades; la Academia de la Historia, la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando.
Las Sociedades de Amigos del País, que pretendían el desarrollo económico e industrial y el apoyo a las ciencias.
El Museo del Prado, el Jardín Botánico, el Colegio de Cirugía de San Carlos, etc.
ASPECTOS SOCIOECONÓMICOS
En esta época se producen dos hechos importantes: el aumento de la población y el aumento de la producción. En España, en las grandes ciudades se consolidan núcleos burgueses dedicados al comercio. La monarquía absolutista se abrió a un ideal
de ilustración y eficacia que permitió el afianzamiento de la clase
media. Sin embargo, no se produjeron grandes cambios en las
estructuras agrarias pese a los intentos de reforma.
ASECTOS SOCIOCULTURALES
Es una época optimista, de innovaciones, reformas e inventos. En lo intelectual, se atacaron las concepciones científicas, religiosas y políticas imperantes hasta ese momento.
En España, un país que seguía siendo rural en un 80 por
100, el analfabetismo era masivo, afectando mucho más a las mujeres que a los hombres. No obstante, fueron muchos los esfuerzos educadores que realizaron las minorías cultas y es ahora
cuando por primera vez se plantea la enseñanza como un servicio público controlado y regido por el Estado. Entre los hechos
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TENDENCIAS LITERARIAS DEL SIGLO XVIII
3.
A lo largo del siglo XVIII se dieron tres tendencias en la literatura: Periodo de transición o Posbarroco, Neoclasicismo y
Prerromanticismo. Entre ellas no siempre existe una sucesión
cronológica.
2.1.
Históricamente, el ensayo es el género característico de la
Edad Moderna y nace como tal en el siglo XVIII; sus antecedentes están en los escritos de Montaigne. El ensayo es un texto que
suele ser breve, sobre temas de actualidad, nunca pretende ser
exhaustivo, es siempre subjetivo y expresa el modo de pensar o
sentir del autor ante determinado asunto, es digresivo y carece
de estructura determinada.
En el XVIII aún no estaba definido como género y adoptaba
formas diversas: cartas, autobiografía, informe, libro de viajes,
etc.
En la época de la razón y el didactismo, el ensayo, por su
estilo expositivo y reflexivo, fue el género preferido para la divulgación de los principios de la Ilustración. Los ensayistas más
importantes son el padre Feijoo, José Cadalso y Gaspar Melchor
de Jovellanos.
PERIODO DE TRANSICIÓN
Los rasgos estilísticos del Barroco se prolongan durante el
primer tercio del XVIII (1700-1725), y al mismo tiempo empieza a
gestarse una nueva mentalidad. Los primeros autores del nuevo
siglo no escaparon al influjo de los maestros barrocos, aunque el
padre Feijoo pidió una prosa llana al servicio de la inteligencia.
2.2.
CLASICISMO
En este período (1726-1780) se desarrolla el ensayo, se imponen las preceptivas y triunfa el concepto de buen gusto, es decir, equilibrio, sencillez, en las diversas artes. Junto a estos aspectos formales, el arte neoclásico se caracteriza por la búsqueda de
la utilidad práctica. Todo parece destinado a elevar la cultura y a
conseguir el bienestar del ciudadano (instruir deleitando). Por
otra parte, también se da en este momento el rococó, un estilo
cuyos rasgos dominantes son la despreocupación moral, la frivolidad y el tono voluntariamente menor y gracioso.
2.3.
LA PROSA DEL SIGLO XVIII: EL ENSAYO
EL PADRE FEIJOO
Feijoo, fraile benedictino, fue hombre de mentalidad abierta
y liberal, aunque nunca traspasó los límites del dogma católico.
Se enfrentó a la ignorancia y fomentó el espíritu científico mediante una actitud didáctica para elevar el nivel cultural de las
gentes y contribuir al progreso de España. En su lucha en favor
de la verdad se enfrentó con la tradición y la superstición. Gozó
de la protección de la monarquía y de los grupos sociales cercanos al poder. Hombre de gran cultura, sostuvo que la verdad
está en la razón y no en la masa, y demostró la validez del método experimental. Muchos de sus textos tratan temas científicos
para remediar la pobreza intelectual que advierte en España. Son
famosos los artículos en los que combate las supersticiones y
EL PRERROMANTICISMO
En los últimos años del siglo de las luces ya aparecen elementos que preludian las actitudes románticas, y así, se intensificaron las preocupaciones sociales y el interés por la libertad. Así,
junto al entramado neoclásico de preceptos y racionalidad, el
XVIII asumirá también la emoción y la sensibilidad como principios estéticos.
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brujerías. También ataca los falsos milagros y otras creencias religiosas.
De sus obras destacamos el Teatro crítico universal y Cartas eruditas y curiosas.
La prosa de Feijoo es de una gran agilidad de expresión,
prescindiendo de cualquier afectación retórica. Su estilo se enmarca en el contexto de la naturalidad.
a los grupos dirigentes, no al pueblo, como Feijoo.
Respecto a sus obras, en la que domina la preocupación por
los temas y problemas españoles, como la agricultura, las comunicaciones, la industria, etc., escritas con sencillez y claridad, destacamos las siguientes:
Informe sobre la Ley Agraria. En este informe Jovellanos
señala como causas del atraso en el campo la concentración de la
propiedad en manos de la nobleza y de la Iglesia y las malas comunicaciones. Plantea terminar con los privilegios que permiten
acumular tierras sin provecho para el país y mejorar la planificación.
Memoria sobre los espectáculos y diversiones públicas, en
la que defiende la existencia de diversiones para el pueblo.
Sobre la reforma del teatro, Jovellanos defiende el teatro
neoclásico, respetuoso con las reglas y de intención didáctica.
Jovellanos ve ante todo el escenario como escuela de buenas ideas y de buenas costumbres.
JOSÉ CADALSO
Sus textos tratan sobre las costumbres de los españoles, y se
preocupó de aspectos culturales como la educación.
Cartas marruecas es una de sus obras más importantes, su
finalidad es hacer una reflexión crítica sobre el estado de la España del siglo XVIII y la evolución de su historia, su cultura y
sus costumbres. La obra se compone de noventa cartas que se
cruzan entre sí tres personajes: Gazel, joven marroquí que ha
venido a España acompañando al embajador de su país y prolonga su estancia aquí; Ben-Beley, venerable anciano maestro de
Gazel; y Nuño, un español "encarcelado dentro de sí mismo" con
quien ha trabado amistad Gazel y que ayuda a éste a comprender la esencia de España. A través de la obra Nuño y Ben-Beley
ofrecen nuevas perspectivas o diferentes conclusiones acerca de
los temas suscitados por Gazel. Estos temas son muy variados: la
historia de España, las costumbres, la educación, la lengua, los
valores del país, etc.
4.
EL TEATRO NEOCLÁSICO
En la primera mitad del XVIII continúa la producción y representación de obras barrocas, muy del gusto del público, pero
hacia la mitad del siglo surge la polémica en torno al teatro con la
publicación de la Poética de Luzán en 1737.
Por un lado están los partidarios de la dramaturgia barroca
que defienden la absoluta libertad del autor, dan entrada en la
obra a cualquier tipo de hecho sin considerar su verosimilitud,
mezclando lo trágico y lo cómico. Lo esencial es la acción y no hay
finalidad moralizante alguna, ni contenido didáctico ni fin utilitario; la obra sólo pretende divertir al público. Se rechazan las tres
unidades aristotélicas y la acción principal se mezcla con acciones
JOVELLANOS
Melchor Gaspar de Jovellanos (1744-1811) es una de las figuras más íntegras del siglo de las luces, que puso toda su vida
al servicio del ideal ilustrado. Fue un reformador, no un revolucionario, que buscaba el acercamiento a Europa, y que se dirigía
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4.2. LA TRAGEDIA NEOCLÁSICA
secundarias.
Por otro lado están los clasicistas que acatan los postulados
de Luzán: respeto por las tres unidades, presentación de hechos y
caracteres verosímiles de los que se extraigan una enseñanza moral; no hay lugar para la fantasía.
Los primeros piensan que las reglas constriñen al autor,
mientras que sus oponentes ven en ellas la única posibilidad de
crear una obra perfecta. Lo mismo ocurre con la mezcla de elementos trágicos y cómicos, para unos es el aliciente fundamental
de la trama, para los otros es algo absurdo. La razón se convierte
ahora en la piedra angular de la dramaturgia neoclásica.
Para entender esta polémica no debemos olvidar que los
ilustrados concebían el teatro como instrumento de instrucción
pública para fomentar las cualidades morales e intelectuales del
público y se percataron del gran influjo que el teatro ejerce sobre
la masa. El teatro neoclásico contó siempre con la ayuda estatal,
pues el poder veía en él un medio de salvaguardar sus intereses,
por lo que no es extraño que el propio gobierno cuidase de la reforma teatral.
La tragedia desarrolló caracteres grandiosos, ejemplares,
ofrecidos al espectador como modelos de conducta, dentro de la
tendencia moralizante que caracteriza a la Ilustración. Pero los autores no profundizan en los temas ni crean caracteres sólidos ni
estructuras dramáticas logradas. Fue un teatro para una minoría
culta ilustrada que no caló en el pueblo, que prefería el teatro clásico nacional. Destaca Raquel, de Vicente García de la Huerta.
4.3. LA COMEDIA NEOCLÁSICA: LEANDRO FERNÁNDEZ
DE MORATÍN
La comedia neoclásica es la comedia moratiniana, una comedia de crítica social, sin estridencias, con caracteres idealizados o
universalizados, simplificación de la intriga y la escenografía, verosimilitud, naturalidad en los diálogos, suave costumbrismo burgués, y respeto de las unidades clásicas. Es un teatro que muestra
el afán moralizador de los ilustrados, pero que también fue un intento fallido. El único autor que encontró una fórmula que arraigó
en el público fue Leandro Fernández de Moratín.
Moratín es un ilustrado, liberal y afrancesado de mentalidad
progresista, que abandona España al ser derrotado el ejército
francés. Vuelve de forma ocasional, y muere en París.
Sus obras reflejan el espíritu ilustrado y se atiene a la preceptiva neoclásica. Su teatro es un teatro educativo, que se aproxima
lo más posible a la vida real de su tiempo.
Para Moratín, la comedia es "imitación en diálogo (en prosa o
verso) de un suceso ocurrido en un lugar y en pocas horas, entre
personas particulares, por medio del cual y de la oportuna expresión de afectos y caracteres resultan puestos en ridículo los vicios y
errores comunes de la sociedad, y recomendadas por consiguiente
la verdad y la virtud".
4.1. EL COSTUMBRISMO
La expresión más destacada del teatro costumbrista fue el
sainete, una pieza corta representada en los descansos cuyo carácter era cómico y en ocasiones satírico y burlesco, con música y
canciones. Retrata el exterior de la sociedad (principalmente de las
clases media y baja) y sus personajes son planos. Este género fue
despreciado por los ilustrados. El autor más importante es Ramón
de la Cruz. De los más de 300 sainetes que escribió destacan los
que parodian las tragedias neoclásicas francesas y especialmente
los referentes a las costumbres madrileñas.
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Moratín simplifica la trama de sus obras y da una mayor profundidad psicológica a sus personajes, pues lo esencial será la
plasmación de los caracteres. Evita la afectación del lenguaje e introduce una crítica social directa, con toques sentimentales, lo que
le permite llegar con mayor facilidad al público.
En su teatro censura las actitudes hipócritas, como los matrimonios de conveniencia, y defiende una educación que se base en
la sinceridad más que en el fingimiento. Su mensaje, que en ocasiones no gustó a las autoridades y le supuso algún problema con
la Inquisición, se dirige a un público burgués, aclimatado ya a la
nueva estética neoclásica.
Su producción teatral es muy escasa, además de algunas
adaptaciones extranjeras, sólo cinco comedias: El viejo y la niña, El
barón, la mojigata, La comedia nueva o El café, y su mayor éxito: El sí
de las niñas.
sobrino de don Diego. Cuando el viejo conoce esto renuncia a su
matrimonio y aprueba la boda de los jóvenes.
Otra vez estamos ante los temas que más interesaron a Moratín, los inconvenientes de una educación autoritaria que mata la
espontaneidad de los jóvenes, y los matrimonios de conveniencia
impuestos por los padres. Por otra parte, también tenemos aquí
una clara muestra del afán reformista de los ilustrados, tanto en el
compromiso con los problemas sociales, como en la condena de los
métodos educativos de la época.
En la comedia intervienen siete personajes, todos ellos perfectamente conjuntados y caracterizados, exceptuando quizás a don
Carlos, el más desdibujado. Tres de los personajes son criados, con
una funcionalidad clara en los diálogos en los que se revelan datos
importantes. La crítica ha subrayado el hecho de que todos los personajes, excepto el viejo criado Simón, forman pareja, bien por la
armonía de sentimientos, bien por el contraste de cualidades morales.
La prosa es natural y espontánea, castiza. El diálogo es vivo y
directo, con una perfecta adecuación entre palabra y carácter, palabra y situación. Se imita el habla coloquial utilizando frases cortadas, incompletas y titubeantes.
Con esta comedia Moratín consigue un estilo dramático nuevo que constituye por sí mismo una toma de postura ideológica en
la medida en que se opone a ciertos cánones de escritura heredados del siglo anterior y fundamentalmente aristocráticos en su origen. Se trata de una nueva forma de escribir que progresivamente
se fue abriendo camino por corresponder a una nueva forma de
pensar. Con razón se ha calificado a Moratín de "padre de la comedia moderna", creador de una nueva escritura, la de la clase
media.
El sí de las niñas
Con esta obra en tres actos y en prosa, Moratín culmina un
proceso creativo: el de la comedia de costumbres y caracteres burgueses. Es su obra más madura, proporcionada, y mejor estructurada, con una intriga sencilla y bien llevada, en la que las reflexiones morales de los personajes no entorpecen la acción. La simplificación también afecta a la disposición de los diálogos. El respeto
por las tres unidades contribuye a la verosimilitud.
Don Diego y doña Irene han ido a buscar a la joven Francisca,
hija de la dama, a un convento de Guadalajara. Don Diego, hombre viejo, pretende casarse con la chica, lo que la madre de ésta,
doña Inés, ve con buenos ojos por la riqueza del vejo. Presiona a su
hija, porque el viejo sólo se casará con ella si ésta le ama. Pero la
chica está enamorada de un militar que en realidad es don Carlos,
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