Implicaciones para el niño de los trastornos puerperales de la madre Montse Molina Vives El embarazo El embarazo es el acontecimiento más importante en la vida de muchas personas, a pesar de los factores culturales, sociales, económicos o de cualquier otro tipo que puedan afectar a la vida del individuo y que han dificultado la tarea de criar hijos. Aunque el feminismo sostenga la idea de que las mujeres deben liberarse de sus roles tradicionales, las mujeres suelen vivir el nacimiento de un niño como una acontecimiento que afirma su identidad. Las nuevas actitudes sobre los roles de los hombres como padres les ha involucrado mucho más íntimamente en las experiencias de la paternidad de lo que se concebía en las generaciones anteriores. Se denomina gestación, embarazo o gravidez (del latín gravitas) al período de tiempo que transcurre entre la fecundación del óvulo por el espermatozoide y el momento del parto. Comprende todos los procesos fisiológicos de crecimiento y desarrollo del feto en el interior del útero materno, así como los importantes cambios fisiológicos, metabólicos e incluso morfológicos que se producen en la mujer encaminados a proteger, nutrir y permitir el desarrollo del feto, como la interrupción de los ciclos menstruales, o el aumento del tamaño de las mamas para preparar la lactancia. En la especie humana las gestaciones suelen ser únicas, aunque pueden producirse embarazos múltiples. La aplicación de técnicas de reproducción asistida está haciendo aumentar la incidencia de embarazos múltiples en los países desarrollados. El embarazo humano dura unas 40 semanas desde el primer día de la última menstruación o 38 desde la fecundación (aproximadamente unos 9 meses). El primer trimestre es el momento de mayor riesgo de aborto espontáneo; el inicio del tercer trimestre se considera el punto de viabilidad del feto (aquel a partir del cual puede sobrevivir extraútero sin soporte médico). Cambios durante el embarazo: Las mujeres embarazadas experimentan importantes cambios biológicos, fisiológicos y psicológicos y su actitud respecto al embarazo es el reflejo de creencias profundamente asumidas sobre la reproducción y el embarazo (aunque se trate de un embarazo planeado y de un hijo deseado). La relación con el padre de su hijo, su edad y su sentido de identidad inciden también en la reacción de la mujer ante su futura maternidad. Los futuros padres también se enfrentan a ciertos retos psicológicos. Cambios fisiológicos: La mujer embarazada se encuentra en un estado hipervolémico crónico. El volumen de agua corporal total se incrementa debido al aumento de la retención de sal y agua por los riñones. Esta mayor cantidad de agua ocasiona dilución de la sangre, lo que explicaría la anemia fisiológica propia del embarazo que persiste durante todo el embarazo. El aumento del volumen sanguíneo causa un aumento en el gasto cardiaco, el volumen urinario y el peso materno. La acción de la ciertas prostaglandinas causa broncodilatación y aumento en la frecuencia respiratoria. A nivel renal se ve una leve disminución en la depuración de creatinina, y otros metabolitos. El peso de la madre durante el embarazo aumenta a expensas del peso del feto, el peso del líquido amniótico, placenta y membranas ovulares, el incremento del tamaño del útero, la retención de líquidos maternos y el inevitable depósito de grasa en tejidos maternos. El metabolismo de la madre también incrementa durante el embarazo. La frecuencia cardíaca incrementa hasta un promedio de 90 latidos por minuto. La tensión arterial se mantiene constante o a menudo levemente disminuida. La resistencia venosa aumenta, en especial por debajo de la cintura gestante. El corazón tiende a aumentar de tamaño, condición llamada hipertrofia ventricular especialmente izquierda y desaparece a las pocas semanas después del alumbramiento. La presencia circulante de prostaglandinas causa vasodilatación en oposición a los vasoconstrictores fisiológicos angiotensina y noradrenalina, en especial porque la angiotensina aumenta para mantener la presión arterial normal. La hipertensión y la aparición de edema son por lo general signos de alarma en el embarazo. La tasa o índice de filtrado glomerular y la perfusión del riñón aumentan a expensas del aumento del gasto cardíaco y la vasodilatación renal. Ello causa un leve aumento de los valores de creatinina en sangre por disminución del aclaramiento de creatinina e igualmente de nitrógeno ureico. La disminución de la presión parcial de dióxido de carbono en la sangre materna causa un aumento en la excreción renal de bicarbonato. Cambios psicológicos: Las mujeres psicológicamente sanas suelen encontrar en el embarazo un medio de autorrealización. Muchas mujeres afirman que estar embarazadas es un acto creativo que cumple una necesidad básica. Otras mujeres utilizan el embarazo para disminuir sus dudad acerca de su feminidad o para reafirmar que son capaces de funcionar como mujeres en el sentido más básico del término. Sin embargo, otras mujeres viven el embarazo de manera negativa; puede que sientan miedo del parto o que se sientan poco capaces de ser madres. Durante los primeros años de su propio desarrollo, las mujeres tienen que superar la experiencia de separarse de sus madres y establecerse como una identidad independiente; esta experiencia afecta más adelante a su propio éxito como madres. Los temores inconscientes y las fantasías de las primeras semanas de embarazo suelen centrarse en la idea de fusión con sus propias madres. Si la madre de una mujer le ofreció un modelo maternal deficiente, es posible que su sentido de competencia maternal se sienta afectado, y que sienta poca confianza antes y después del nacimiento del niño. Así como un complejo proceso biológico prepara al feto para la vida extrauterina; la madre se prepara progresivamente para adaptarse a las exigencias y los cambios que traerá aparejado el nacimiento de su hijo transitando por complejos procesos afectivos. Contrariamente al concebir la gestación como un tiempo de "espera", de pasividad, el embarazo es un período de grandes exigencias, no sólo corporales sino también psíquicas. El conocer los mismos evita a la futura madre sentirse inadecuada o rara por lo que siente y le permite vivir su maternidad con mayor naturalidad. Los cambios están determinados por lo que implica el futuro acontecimiento, pero también por importantes modificaciones hormonales que afectan a la mujer en este período. Estos cambios son independientes de si el embarazo fue o no planificado, ya que siempre es necesario un proceso de adaptación cuando se espera un hijo, tanto en la vida de la mujer como de la pareja. Durante los nueve meses aparecen en la mujer períodos de euforia y alegría por estar engendrando una nueva vida; así como preocupación y duda por no sentirse preparada para llevar adelante el desafío de la maternidad. Es característica una mayor susceptibilidad, en la que se tiende a experimentar altibajos emocionales, pasando con facilidad de la euforia al decaimiento, de la alegría a la tristeza, del buen humor al mal humor. Estos cambios suelen acentuarse frente a circunstancias adversas, pero también pequeños acontecimientos pueden cobrar una dimensión desproporcionada. Es importante que la madre sepa que esto que siente no daña el desarrollo del hijo, y que no debe preocuparse si siente por ejemplo la necesidad de llorar. La preocupación por el ser no nacido, varía en las diferentes etapas del embarazo. Directamente relacionada con el aumento de la susceptibilidad característica de esta etapa, hay una mayor necesidad de atención y apoyo, que suele manifestarse a través de los antojos. Especialmente la pareja, ocupa un lugar fundamental en el bienestar emocional de la madre. (No olvidemos que también los antojos pueden responder a una necesidad del organismo.) Ciertas mujeres se sienten obligadas a amamantar a sus hijos; otras lo hacen por complacer a su pareja, sus amigos, su familia o su médico. En ciertos casos, la mujer llega a sentirse culpable si decide no amamantar a su hijo o no puede hacerlo por razones físicas. No se ha demostrado que exista un mejor ajuste psicológico o físico en los niños amamantados que en los niños alimentados con lactancia artificial. Con respecto a la relación con los padres de la embarazada, puede llegar a haber un acercamiento respecto a lo que fueron otras etapas. Pero cuando la relación ya era conflictiva puede ocurrir, si no se salvan las distancias, que se genere un distanciamiento aún mayor. Entre las personas que cobran también importancia, y con quien se suele tener especial expectativa es con el profesional que la atiende. En el deposita toda la confianza, y con quien se tiene gran susceptibilidad, no solo por parte de la madre, sino también del padre. Se da un aumento de la sensibilidad hacia los cambios corporales; cambios en la alimentación; aumento de la necesidad de dormir. Si bien todo esto está relacionado con los cambios hormonales, son síntomas que favorecen el ensimismamiento, una tendencia a volverse más hacia sí mismas, hacia aspectos más emocional con el feto no sólo está relacionada con un vínculo madre-hijo sino con los esfuerzos de la madre para colaborar con un parto sano, por ejemplo, dejando de fumar o de ingerir cafeína. Según los teóricos psicoanalistas, el futuro bebé es una pantalla en blanco en la que la madre proyecta sus propias esperanzas y temores. En raras ocasiones, estas proyecciones explican los estados patológicos postparto, como, por ejemplo, el de la madre que desea hacer daño al niño porque lo considera como una parte no deseada de sí misma. Lo normal, sin embargo, es que el hecho de parir satisfaga las necesidades de la mujer de crear y propagar la vida. Los temores relativos a la salud del feto se incrementen cuando se evidencian sus movimientos, dando lugar a temores y fantasías tales como "que esté completo", "que nazca sano", "que no muera", entre otras. Todos estos apuntan al temor por problemas de salud fetal, lo cual hace reflexionar a los padres sobre su capacidad para engendrar un hijo completo y sano. La aproximación al parto constituye uno de los principales motivos de cambios y temores. El conocimiento del proceso disminuye la ansiedad y favorece la experiencia del nacimiento. Especialmente en el último trimestre de gestación, donde los cambios físicos alcanzan su punto más alto, alterando totalmente el aspecto y las cualidades del cuerpo. Se teme no sólo por la pérdida de un cuerpo conocido, sino también por el efecto que pueda tener esto en la pareja, a quien se teme dejar de agradar. A su vez se percibe la cercanía del parto, como un momento único y distinto para cada mujer, en que se teme por una situación futura desconocida. La posibilidad de imaginar una gran variedad de situaciones respecto a las características de ese hijo ya formado, hace que aumente la ansiedad por conocerlo, y el temor por la posibilidad que surja algo inesperado o no deseado. Esto sumado a la incomodidad del sobrepeso, hace que aparezcan dificultades para conciliar el sueño. Simultáneamente aparece la preocupación por sí misma, común a todas las embarazadas. La pareja y el embarazo Los padres también resultan profundamente afectados por el embarazo. La paternidad inminente exige hacer una síntesis de elementos de desarrollo, como el papel de género y la identidad, la separación e individualización de su propio padre, la sexualidad y, según proponía Erickson, la generatividad (preocupación por establecer y guiar la nueva generación). Las fantasías de embarazo en el hombre y el deseo de parir de los niños varones reflejan tempranas identificaciones con sus madres, así como el deseo de ser tan poderosos y creativos como se percibe a la futura madre. Para algunos hombres, dejar a una mujer embarazada es una prueba de su potencia, una dinámica de desempeña un papel fundamental en la paternidad adolescente. Los futuros madre-esposa y padre-esposo tienen que redefinir sus papeles respectivos como pareja y como individuos. Deben enfrentare a reajustes en la relación con amigos y conocidos y asumir las nuevas responsabilidades como cuidadores del recién nacido y respecto al otro miembro de la pareja. Ambos padres pueden sentir ansiedad sobre su aptitud para ser padres; uno de los dos, o los dos, pueden sentirse consciente o inconscientemente ambivalentes acerca del hecho de añadir un miembro más a la familia y de sus efectos sobre la relación diádica (de dos personas). El esposo puede sentirse culpable de las molestias que experimenta su mujer durante el embarazo y el parto; otros experimentan celos o envidia del embarazo. Acostumbrados a satisfacer las necesidades de dependencia del otro, la pareja debe atender también a las continuas necesidades del recién nacido y de su crianza. Aunque la mayoría de las parejas responden positivamente a estas demandas, algunas no lo hacen. En condiciones ideales, los dos miembros de la pareja deben estar de acuerdo sobre la decisión de ser padres y de tener un hijo, pero en ocasiones la paternidad se racionaliza como un medio para alcanzar intimidad en matrimonio conflictivo o para evitar enfrentarse a otras circunstancias problemáticas de la vida. Las respuestas del hombre hacia el embarazo de su pareja suelen ser positivas, sin embargo, para algunos hombres las reacciones pueden variar desde un sentimiento de orgullo por su participación en el hecho de crear una vida hasta el temor por la nueva responsabilidad adquirida y la consiguiente ruptura de la relación. El riesgo de que la mujer sufra malos tratos por parte de su pareja se incrementa durante el embarazo. La violencia de género provoca más atención médica durante el embarazo. Las mujeres que han sufrido maltrato tienen más abortos espontáneos, abortos voluntarios y muerte neonatal que las que no lo han sufrido. Conducta sexual durante el embarazo: La aceptación de la imagen corporal de la madre juega un papel predominante en el manejo de la sexual debido a que la vasocongestión pélvica produce un aumento en la respuesta sexual. Otras mujeres responden mejor que antes del embarazo porque ya no temen quedarse embarazadas. Otras sienten menor deseo sexual o falta de interés en la actividad sexual en su conjunto, ya sea por el malestar físico o porque asocian maternidad con asexualidad. Los hombres con complejo de Madonna ven a la mujer embarazada como algo sagrado que no puede profanarse mediante el acto sexual. Tanto el hombre como la mujer pueden estar convencidos de que la relación sexual puede ser potencialmente peligrosa para el feto y, por ello, como algo que debe evitarse. Los hombres que mantienen relaciones extramatrimoniales durante el embarazo de sus esposas, suelen hacerlo en el tercer trimestre del embarazo. La mayoría de los obstetras no ponen ningún impedimento al coito durante el embarazo. Algunos aconsejan que se suspendan las relaciones sexuales 4 o 5 semanas antes del parto. Si se producen hemorragias al principio del embarazo, es bastante frecuente, aunque no ocurre siempre, que se produzca un aborto espontáneo. En estos casos, el obstetra prohíbe el coito durante un tiempo como medida terapéutica. La abstinencia resultante puede provocar tensiones en el matrimonio. Infertilidad: Es la incapacidad de una pareja para concebir después de un años de coito sin utilizar anticonceptivos. Las causas de la infertilidad se atribuyen a trastornos en la mujer en un 60% de los caso y en el hombre en un 40%. Las pruebas de infertilidad suelen determinar la causa específica. La imposibilidad de concebir un hijo produce una profunda tensión psicológica en uno o en ambos miembros de la pareja. Pueden sentirse inútiles y no deseados, experimentar baja autoestima y deprimirse. Algunos sufren el duelo por el hijo perdido que no se puede tener. La autoinculpación hace aumentar la posibilidad de que surjan problemas psicológicos. Los hombres tienen un mayor riesgo de sufrir un trastorno psicológico si son mayores y no tienen todavía hijos biológicos. No es determinante pero está claro que la infertilidad tiene un papel significativo en el divorcio. En las parejas en las que uno de los miembros, normalmente la mujer, opta por la adopción como alternativa, mientras que el otro miembro de la pareja, normalmente el hombre no está de acuerdo, puede sobrevenir el divorcio. De la misma manera, cuando uno de los miembros de la pareja no desea someterse a técnicas de reproducción asistida, es posible que el matrimonio fracase. Las causas médicas más comunes de la infertilidad son la ovulación irregular, la endometriosis y las enfermedades de las trompas de Falopio. Hasta ahora, se achacaba a la mujer la infertilidad de la pareja, y la percepción de ser estéril ocasionaba sentimientos de culpa, depresión e inutilidad. La práctica habitual actual es estudiar simultáneamente los factores que impiden la concepción en el varón y en la mujer, aunque lo más habitual es que sea la mujer la que inicie el tratamiento de la infertilidad. Se debe obtener una historia sexual completa de la pareja. Pero también conviene llevar a cabo una evaluación psiquiátrica de la pareja. La falta de armonía en el matrimonio o los conflictos emocionales en lo relativo a la intimidad, las relaciones sexuales o el ro l como padres pueden afectar directamente a la función endocrina y a procesos fisiológicos tales como la erección, la eyaculación y la ovulación. No se ha comprobado, sin embargo, que haya una relación causal simple entre estrés e infertilidad. El propio estrés producido por la infertilidad en una pareja que desea tener hijos puede provocar problemas emocionales. Cuando un conflicto preexistente ocasiona problemas de identidad, de autoestima y de culpabilidad, el problema puede ser grave y manifestarse con problemas en la pareja, con cólera difusa, con conducta impulsiva o depresión. El problema se complica aún más cuando se utiliza una terapia hormonal para tratar la infertilidad, ya que la terapia puede agravar temporalmente la depresión en algunos casos. Las personas que tienen dificultades para concebir pueden experimentar shock, desconfianza y una sensación generalizada de desamparo y desarrollan una comprensible preocupación por el problema. Participar en un proceso para el tratamiento de la infertilidad y la adquisición de conocimientos relacionados con la infertilidad puede ser una defensa constructiva en contra de los sentimientos de inadecuación y ciertos aspectos humillantes, y a veces, dolorosos, del propio proceso. Son frecuentes las preocupaciones sobre el atractivo sexual propio. El problema se agrava cuando la pareja tiene que someterse a una práctica sexual programada. La intervención profesional puede ser necesaria para ayudar a las pareja infértil a expresar sus sentimientos y a elaborar un proceso de duelo por la función biológica perdida y los hijos que no se van a tener. Las parejas que no pueden tener hijos deben enfrentarse a una pérdida real. Las parejas que deciden abandonar la idea de la paternidad pueden llegar a desarrollar un sentimiento de amor, de dedicación y de identidad como pareja. En otros casos, puede solicitarse ayuda para analizar las posibilidades de inseminación artificial con semen del padre o de un donante, de llevar a cabo una implantación o un proceso de adopción El número creciente de gestaciones múltiples es preocupantedebido a que las mujeres que esperan más de un bebé tienen un margen de riesgo mayor de sufrir complicaciones durante el embarazo, incluyendo partos prematuros (antes de completarse las 37 semanas de embarazo). Los bebés que nacen prematuros tienen más probabilidades de presentar serios problemas de salud durante el período inmediatamente posterior al parto, así como discapacidades permanentes e incluso la muerte. Algunas de las complicaciones asociadas con la gestación múltiple se pueden minimizar o prevenir cuando se detectan a tiempo mediante un diagnóstico. ¿Por qué aumenta el número de gestaciones múltiples? Alrededor de un tercio del aumento en las gestaciones múltiples se debe al hecho de que cada vez más mujeres esperan para tener hijos hasta después de cumplir los 30 años (edad a partir de la cual aumentan las posibilidades de embarazos múltiples). En otras ocasiones este aumento también se debe al uso de medicamentos que estimulan la fertilidad y las técnicas de reproducción asistida (TRA) como por ejemplo, la fertilización in vitro (FIV) (en la cual los óvulos se extraen de la madre, se fertilizan en laboratorio y luego se introducen en el útero). Los médicos ahora saben que es imprescindible controlar los tratamientos de fertilización para que las mujeres tengan menos bebés pero que sean más sanos. Esto implica limitar la cantidad de embriones que se transfieren durante la FIV o interrumpir el tratamiento con medicamentos estimulantes de la fertilidad durante un ciclo si la exploración con ultrasonido muestra que podrían liberarse gran cantidad de óvulos. En efecto, el porcentaje de nacimientos de trillizos, cuatrillizos, etc. se ha reducido ligeramente en los últimos dos años. Una mujer tiene también más probabilidades que el promedio de concebir mellizos si tiene un historial personal o familiar de nacimiento de mellizos (no idénticos) o si es obesa. ¿Cómo se diagnostican las gestaciones múltiples? Aunque las generaciones anteriores con frecuencia se sorprendían con la llegada de mellizos (u otros nacimientos múltiples), actualmente los futuros padres se enteran de la noticia relativamente pronto. Una exploración con ultrasonido puede detectar más del 95 por ciento de las gestaciones múltiples a principios del segundo trimestre. (A veces, una gestación de mellizos aparentemente normal que se identifica al principio del embarazo resulta ser posteriormente de un solo feto. Este fenómeno del “mellizo desaparecido” todavía no se comprende del todo.) Un resultado anormal en los análisis de sangre realizados en la 16ª semana de embarazo para identificar posibles riesgos de malformación congénita en los bebés, también permite alertar al obstetra sobre la posibilidad de un embarazo múltiple así como lo es el escuchar más de un latido fetal durante un examen de rutina. El especialista también puede sospechar que una mujer está esperando más de un bebé cuando el aumento de peso es considerablemente más rápido que lo esperado para el primer trimestre, cuando su útero es más grande que el tamaño esperado o si se presentan náuseas y vómitos severos relacionados con el embarazo (malestar matinal). Es posible que algunas mujeres también observen más movimiento fetal que el que sintieron durante un embarazo anterior de un solo niño. Cuando se sospecha que hay gestación múltiple, es muy probable que el médico recomiende una exploración con ultrasonido para mayor seguridad. ¿Qué complicaciones se producen con mayor frecuencia en una gestación múltiple? Los mellizos generalmente son los que enfrentan menos complicaciones médicas y por lo general nacen sanos. Cuantos más bebés se gesten al mismo tiempo, mayor será el riesgo de que se produzcan complicaciones. Cerca del 60 por ciento de los mellizos, más del 90 por ciento de los trillizos y prácticamente todos los cuatrillizos y demás nacimientos múltiples son prematuros. El tiempo de gestación disminuye con cada bebé adicional. En promedio, la mayoría de los embarazos de un solo bebé duran 39 semanas; en el caso de los mellizos, el tiempo de gestación es de 36 semanas; para los trillizos de 32 semanas; para los cuatrillizos de 30 semanas; y para los quintillizos de 29 semanas. Los bebés con bajo peso, especialmente aquellos que nacen antes de las 32 semanas de gestación y/o los que pesan menos de 1.500 gramos, son más propensos a presentar trastornos en la salud en el período inmediatamente posterior a su nacimiento así como discapacidades permanentes, como retraso mental, parálisis cerebral y pérdida de la visión y de la audición. Aunque los avances en el cuidado de niños muy pequeños han mejorado las perspectivas para estos minibebés, las posibilidades de que todos los bebés en un parto de sextillizos o de más bebés sobrevivan y se desarrollen normalmente siguen siendo escasas. Antes del nacimiento, los gemelos enfrentan un riesgo adicional. Un tercio de los mellizos son idénticos (gemelos): empiezan como un solo óvulo fertilizado que posteriormente se divide por la mitad. Los dos tercios restantes son mellizos fraternos, es decir que resultan de dos óvulos distintos fertilizados por dos espermatozoides diferentes. Los mellizos fraternos no tienen entre sí una similitud genética mayor que en el caso de los hermanos comunes. Es posible que tampoco sean del mismo sexo; quizás ni siquiera se parezcan. La concepción de nacimientos múltiples con mayor cantidad de bebés se produce cuando se fertilizan tres (o más) óvulos, cuando un óvulo se divide dos veces (o más) o una combinación de ambas cosas. Los fetos de gemelos tienen un 15 por ciento de probabilidades de desarrollar una seria complicación conocida como el síndrome de transfusión fetal. Esta condición, que se produce cuando existe una conexión entre los vasos sanguíneos de los dos bebés en su placenta compartida, puede hacer que uno de los bebés reciba demasiado flujo sanguíneo y el otro muy poco. Hasta hace poco, los casos más severos terminaban con la pérdida de ambos bebés. Estudios recientes, sin embargo, sugieren que el uso de amniocentesis para eliminar el exceso de líquido amniótico puede salvar alrededor del 60 por ciento de los bebés afectados. La eliminación del exceso de líquido amniótico parece mejorar el flujo sanguíneo en la placenta y reduce el riesgo de partos prematuros. Estudios recientes también han determinado que el uso de cirugía con láser para sellar la conexión entre los vasos sanguíneos puede salvar una proporción similar de bebés. La ventaja de la cirugía con láser es que se necesita un solo tratamiento, mientras que la amniocentesis generalmente se debe repetir más de una vez. Las mujeres con embarazos múltiples también corren mayor riesgo de sufrir alguno de los distintos tipos de alta presión arterial relacionada con el embarazo (preeclampsia) y diabetes. Más de la mitad de los embarazos de trillizos se complican por la preeclampsia. Por lo general, estos trastornos no presentan grandes riesgos para la madre o el bebé si se aplica el tratamiento adecuado. ¿Qué tipo de cuidados especiales se necesita en el caso de gestaciones múltiples? Las mujeres que esperan varios bebés generalmente necesitan realizar una visita a su obstetra con mayor regularidad que las mujeres que esperan un solo bebé para ayudar a prevenir, detectar y tratar las complicaciones que se desarrollan con mayor frecuencia en una gestación múltiple. Los médicos generalmente recomiendan dos visitas por mes durante el segundo trimestre y una vez por semana (o más) durante el tercer trimestre. Incluso si una mujer embarazada que espera mellizos no presenta ningún síntoma de parto prematuro, su médico puede recomendarle que reduzca sus actividades diarias entre la 20ª y la 30ª semana de embarazo. Es posible que deba reducir sus actividades incluso antes, y descansar varias veces por día si espera más de dos bebés. A medida que la gestación múltiple progrese, el especialista controlará regularmente la presión arterial de la mujer embarazada para determinar la presencia de preeclampsia. Se recomienda que se hagan exploraciones por ultrasonido regulares para controlar el ritmo de crecimiento de los bebés, y también para determinar si existen diferencias de crecimiento entre ellos, lo que podría ser señal de que hay un trastorno grave. Durante el tercer trimestre, el especialista puede recomendar la realización de pruebas que verifiquen el bienestar del feto (como, por ejemplo, la prueba de estrés, que mide el ritmo cardíaco del feto cuando está en movimiento). Embarazos en familias alternativas: Algunas parejas homosexuales deciden tener hijos, ya sea adoptando o en el caso de parejas de lesbianas decidiendo que una de las componentes de la pareja se quede embarazada mediante inseminación artificial. Las actitudes sociales pueden provocar tensión, pero si los dos miembros de la pareja mantienen una relación fuerte, tienden a unirse más aún como unidad familiar. Los estudios para el seguimiento a largo plazo han demostrado que los hijos de padres o madres homosexuales no se diferencian de los de parejas heterosexuales y tampoco tienen una mayor tendencia a ser homosexuales ellos mismos. De la misma manera, algunas mujeres solteras que no desean casarse, pero que quieren tener un hijo, pueden conseguirlo mediante la inseminación natural o artificial. Aunque se trata de un grupo poco numeroso, estas mujeres consideran que la maternidad es la culminación de su identidad femenina, sin la que verían sus vidas incompletas y en ciertos casos sin sentido. Embarazos adolescentes: Alrededor de 18.000 menores de 19 años se quedan embarazadas cada año en España. Esta abultada cifra no debería extrañarnos a tenor de otro dato, referente al uso de anticonceptivos, facilitado por el Ministerio de Sanidad: del 25% de adolescentes de entre 15 y 17 años que reconoce tener relaciones sexuales, sólo el 12,7% asegura que utiliza algún método anticonceptivo. El aumento de los embarazos en adolescentes se debe, según algunos expertos, a la poca educación sexual que se imparte en colegios e institutos. La edad de inicio de las relaciones sexuales entre los jóvenes españoles se sitúa de promedio en torno a los 16 años para los chicos y los 17 para las chicas. No son edades, “ni buenas ni malas”. El problema, es el grado de madurez con la que se afronta esta nueva etapa de la vida. Según la ONU, unas 15 millones de adolescentes de entre 15 y 19 años de todo el mundo dan a luz cada año y más de 4,4 millones se someten a un aborto. Sólo el 17% de los adolescentes que declara mantener relaciones sexuales utiliza el preservativo, siguiendo con cifras de la ONU. En el caso de España las estadísticas, en ese sentido, reflejan la poca preparación de los jóvenes de cara a su vida sexual. Unas 18.000 adolescentes se quedan embarazadas cada año en España, mientras que el CSIC cifra en 62 el número de embarazos que se produce cada día en el país. Según datos publicados el pasado año por el Ministerio de Sanidad, del 25% de los adolescentes de entre 15 y 17 años que reconoce tener relaciones sexuales, sólo el 12,7% asegura que utiliza algún método anticonceptivo. En los últimos años se ha registrado un aumento considerable de los embarazos en adolescentes. Cataluña es una de las zonas donde más aumento han registrado estos casos. Según el Ayuntamiento de Barcelona y de acuerdo a datos de 2002, el número de jóvenes embarazadas se triplicó en los últimos diez años anteriores a esa fecha y el 75% de embarazos en adolescentes menores de 20 años acabó en aborto. Los datos cuantitativos de embarazo adolescente, siendo preocupantes, no deben ser el motivo prioritario de análisis. El verdadero elemento de discusión debieran ser las razones por las que estos embarazos se producen. En los países en los que se imparte educación sexual y el acceso a los anticonceptivos resulta sencillo, las cifras de embarazos no deseados son mucho menores. En España se imparte poca educación sexual y, salvo excepciones, se hace mal. Como no existe una asignatura para tratar este tema, se está dejando un vacío en una cuestión muy importante. Son edades críticas en las que no se está cubriendo la formación necesaria. “Una inexistente educación sexual, que perpetua una sexualidad y una erótica genitalizada en la que la penetración se convierte en el mitificado momento a conseguir, sumado a la dificultad para vivir ese momento con responsabilidad y prevención, son la causa de muchos de los embarazos no deseados y no pocas infecciones de transmisión sexual. Existe un desfase importante en cuanto a la utilización de la información que reciben los jóvenes. Que tienen información es cierto, aunque mucha es equivocada. Hay muchos jóvenes que todavía creen que la primera vez no pasa nada o que el aborto en sí es un método anticonceptivo. Hay chicas que no quieren utilizar el preservativo porque consideran que es menos romántico o que es un obstáculo para su pareja. Y hay adolescentes que creen que a ellos nunca les va a pasar nada extraño. Apoyo familiar En la mayoría de los casos de embarazos en adolescentes el futuro padre opta por desentenderse del asunto. Si la joven decide seguir adelante con su maternidad, le espera una sucesión de circunstancias que pueden desembocar en numerosos problemas psico-sociales. Por lo general, las chicas reciben apoyo familiar. Se suele llegar a un acuerdo con los padres y se origina un cambio de rol en la adolescente. Si se tienen hermanos menores el status de la embarazada prevalece sobre el de los otros. Su madre, además, comienza a asumir no el papel de abuela, sino el de madre de otro hijo recién nacido. “Una madre de 16 ó 17 años comienza a perder su mundo, pues la vida que corresponde a una chica de esa edad se corta de raíz”. El proceso psicológico por el que pasa una adolescente que se queda embarazada, es difícil de anticipar. Depende de sus creencias, formación y grado de madurez, así como de los apoyos que pueda encontrar en su entorno. Lo que no resulta difícil es anticipar que al convertirse en madre adolescente verá mermadas sus posibilidades de desarrollo social, académico y laboral. Al tratarse de un embarazo de riesgo por ser la futura madre menor de edad, las jóvenes tienen el aborto como opción. En ese sentido la Ley les ampara, pues uno de los tres supuestos en los que se permite la interrupción del embarazo en España es el de los riesgos para la madre. “En las adolescentes el aborto es más fácil. Como se trata de un embarazo de riesgo por definición, se realiza en centros públicos y bajo la máxima legalidad”. Según los datos que maneja la Federación de Planificación Familiar, en ocho comunidades autónomas se interrumpen más del 50% de los embarazos en menores de edad. Cataluña, Aragón, Madrid, Asturias, Castilla y León, Baleares, País Vasco y Comunidad Valenciana son las zonas donde más abortos se practican. Según datos del Ministerio de Sanidad, en 2001 se practicaron en España 69.857 abortos, 7,66 por cada 1.000 mujeres de entre 15 y 44 años. El 97% de las mujeres que abortaron lo hicieron bajo el supuesto que permite la interrupción del embarazo cuando la madre pertenece al grupo de riesgo, el 2,53% lo hizo por el riesgo fetal y un 0,1% por violación. La Federación de Planificación Familiar llama la atención sobre el elevado número de abortos en mujeres inmigrantes. El perfil de la inmigración en nuestro país se corresponde a personas jóvenes y en edad fértil, lo que hace suponer que el índice de embarazo no planificado es alto. A las dificultades de acceso a una buena educación sexual y a la asistencia anticonceptiva para los jóvenes, en el colectivo inmigrante hemos de sumar las barreras culturales, lingüísticas y educativas que encuentran para hacerlo. Tanto si se opta por seguir adelante con el embarazo como si se decide abortar, una joven en estas circunstancias puede verse ante las puertas de la depresión. Un embarazo no deseado es un impacto psicológico para una mujer de cualquier edad, y enfrentarse a un aborto, tampoco es fácil. Los embarazos adolescentes, esconden en ocasiones situaciones familiares muy precarias en las que se da una búsqueda constante del afecto que no se ha tenido en el hogar. Es conveniente priorizar la decisión de la joven, y que esta decisión vaya bien acompañada. Una vez que la adolescente haya decidido seguir adelante con su embarazo, señalan expertos consultados, lo más conveniente es que acuda a un centro de salud en el que un grupo de profesionales se encargará de su cuidado y protección. Las ayudas para las adolescentes embarazadas cambian en función de la comunidad en la que se resida. Sin embargo, estas ayudas sólo se centran en asesorar y acompañar a la menor en la toma de decisiones sobre la gestación y las opciones con que cuenta. También hay algunas instituciones religiosas que poseen centros en los que las madres adolescentes sin recursos pueden acudir para recibir apoyo. Ante un embarazo adolescente lo más aconsejable, es buscar ayuda en el entorno familiar y procurar, sobre todo, que la adolescente no se descuelgue del mundo juvenil que le rodea. A pesar de ser madre, la joven debe buscar tiempo para continuar con sus actividades y para poder seguir desarrollándose. Ya de por sí un embarazo adolescente genera altos niveles de estrés; por eso es necesario buscar un equilibrio e intentar acabar los estudios. “Se entiende el disgusto y la sorpresa de los padres, pero también es lógico pensar que una situación así rompe los esquemas de toda la familia. Además, un embarazo en las adolescentes puede traer consecuencias de culpa y de vergüenza. Necesitan, fundamentalmente, el apoyo familiar” ¿Cómo afecta la salud de la madre adolescente a su bebé? Las madres adolescentes tienen más probabilidades que las madres mayores de 20 años de tener un bebé prematuro (antes de las 37 semanas de embarazo). Los bebés prematuros corren un mayor riesgo de sufrir problemas de salud, incapacidades permanentes e incluso la muerte. Algunas adolescentes deben cambiar su estilo de vida para mejorar sus probabilidades de tener un bebé sano. Una dieta poco sana, el hábito de fumar y el consumo de alcohol y drogas pueden aumentar el riesgo de que el bebé nazca con problemas de salud como, por ejemplo, bajo peso al nacer (menos de cinco libras y media). Las adolescentes tienen más probabilidades de fumar durante el embarazo que las mujeres mayores de 25 años. En 2004, el 17 por ciento de las adolescentes de 15 a 19 años fumaron, en comparación con el 10 por ciento de las mujeres embarazadas de 25 a 34 años de edad.. Los bebés de las mujeres que fuman durante el embarazo tienen un mayor riesgo de nacer prematuros y con bajo peso y de padecer el síndrome de muerte súbita del bebé (SIDS). Estas mujeres también tienen un mayor riesgo de tener complicaciones durante el embarazo, incluidos problemas en la placenta. Entre las madres de todas las edades, las adolescentes componen el grupo en el que hay menos probabilidades de que reciban atención médica prenatal a comienzos de la gestación y de manera regular. De 2000 a 2002, el 7.1 por ciento de las madres de menos de 20 años en promedio comenzó a recibir atención prenatal en una etapa avanzada o no tuvo supervisión médica alguna, en comparación con el 3.7 por ciento correspondiente a los grupos de todas las edades. Las madres adolescentes corren mayor riesgo que las mujeres de más de 20 años de tener complicaciones durante el embarazo, como parto prematuro, anemia y alta presión arterial. Estos riesgos son incluso mayores cuando tienen menos de 15 años. Sobre un total de 19 millones de casos nuevos de infecciones de transmisión sexual informados cada año, más de nueve millones afectan a jóvenes de 15 a 24 años. ¿Cuáles son los riesgos para la salud de los bebés de madres adolescentes? En comparación con los bebés de madres adultas, los bebés nacidos de madres adolescentes tienen más probabilidades de tener un nacimiento prematuro o bajo peso al nacer y de padecer otros problemas de salud serios e incluso la muerte. Los bebés de madres adolescentes tienen más probabilidades de morir durante su primer año de vida que los bebés de madres de entre 20 y 40 años de edad. El riesgo es mayor para los bebés de madres de menos de 15 años de edad. Las madres adolescentes tienen más probabilidades de tener un bebé de bajo peso al nacer. La mayoría de los bebés de bajo peso nace antes de término. Cuanto más prematuro sea, menor suele ser su peso. El riesgo es mayor para las adolescentes más jóvenes. Los bebés prematuros y de bajo peso al nacer pueden tener órganos que no están totalmente desarrollados. Esto puede derivar en problemas respiratorios, como el síndrome de dificultad respiratoria, hemorragias cerebrales, pérdida de la vista y problemas intestinales graves. Los bebés de muy bajo peso al nacer tienen casi 100 veces más probabilidades de morir durante su primer año de vida que los bebés nacidos con peso normal; en los bebés de peso moderadamente bajo al nacer las probabilidades son de más de cinco veces. ¿Cuáles son otras de las consecuencias del embarazo en adolescentes? La vida de la madre adolescente y su bebé puede ser difícil. Las madres adolescentes tienden más a abandonar la educación secundaria que las jóvenes que posponen la maternidad. Sólo el 40 por ciento de las adolescentes que tienen hijos antes de los 18 años de edad termina la escuela secundaria, en comparación con el 75 por ciento de las adolescentes de una extracción socioeconómica similar que no 2 tienen hijos hasta cumplir los 20 ó 21 años de edad. Al carecer de la educación adecuada, es probable que la madre adolescente no posea las habilidades que necesita para conseguir un trabajo y conservarlo. Es común que dependa económicamente de su familia o del sistema de asistencia social. En comparación con las madres que tienen sus hijos en una etapa posterior de la vida, también es más probable que las madres adolescentes vivan en la pobreza. Más del 75 por ciento de todas las madres adolescentes solteras comienza a recibir asistencia social dentro de los cinco años posteriores al nacimiento de su primer hijo. Aproximadamente el 64 por ciento de los niños nacidos de adolescentes solteras que abandonaron la secundaria viven en la pobreza, en comparación con el siete por ciento de los niños nacidos de madres casadas de más de 20 años que terminaron la secundaria. Los hijos de madres adolescentes tienen un 50 por ciento de probabilidades de repetir curso en la escuela y suelen tener un mal rendimiento académico y abandonar la escuela secundaria antes de terminarla. El Embarazo Después de los 35 Años En la actualidad muchas mujeres deciden ser madres después de los 35 años. De hecho, una de cada cinco tiene su primer hijo después de esta edad. Afortunadamente, la mayoría tiene embarazos y bebés saludables. Sin embargo, los estudios demuestran que las mujeres de más de 35 años están expuestas a algunos riesgos especiales. Por esta razón, es necesario que las mujeres conozcan estos riesgos para que puedan evaluar adecuadamente la conveniencia de un embarazo y determinar cuál es el mejor momento para quedar embarazada. ¿Influye la edad en la fertilidad? Por lo general, las mujeres comienzan a experimentar una disminución en su fertilidad a partir de los 30 años. Es frecuente que a una mujer de más de 35 años le lleve más tiempo quedar embarazada que a una mujer joven. En algunos casos, la disminución de la fertilidad en las mujeres de más de 35 años se debe a que tienden a ovular (liberar un óvulo de los ovarios) con menor frecuencia que las mujeres más jóvenes. También influyen ciertos problemas de salud que son más comunes después de esta edad. Por ejemplo, la endometriosis, que ocasiona que los tejidos se adhieran a los ovarios o a las trompas de Falopio e interfieran con la concepción, es más común entre las mujeres de más de 35 años. Si una mujer de más de 35 años no ha quedado embarazada después de intentar concebir durante seis meses, debe consultar a su médico. Los estudios sugieren que aproximadamente un tercio de las mujeres de entre 35 y 39 años y aproximadamente la mitad de las mujeres de más de 40 años tienen problemas de fertilidad. Muchos de estos problemas pueden tratarse con éxito. Si bien las mujeres de más de 35 años pueden tener más dificultades para quedar embarazadas, también tienen una mayor probabilidad de tener mellizos. Esta probabilidad aumenta de forma natural con la edad. Además, es más probable que las mujeres de más de 35 años deban someterse a un tratamiento de fertilidad, lo que aumenta sus probabilidades de tener mellizos, trillizos o más bebés. ¿Las mujeres de más de 35 años corren mayor riesgo de tener un bebé con defectos congénitos? Las mujeres mayores de 35 años de edad tienen mayores probabilidades de dar a luz un bebé con algún defecto congénito relacionado con los cromosomas (las estructuras de las células que contienen los genes). El síndrome de Down es el más común de estos defectos congénitos cromosómicos. Los niños afectados nacen con diferentes grados de retraso mental y defectos físicos. • A los 25 años, una mujer tiene una probabilidad de aproximadamente 1 en 1,250 de tener un bebé • • • • • con síndrome de Down. A los 30, una probabilidad de 1 en 1,000. A los 35, una probabilidad de 1 en 400. A los 40, una probabilidad de 1 en 100. A los 45, una probabilidad de 1 en 30. A los 49, una probabilidad de 1 en 10. Se recomienda a las mujeres de más de 35 años realizarse una prueba prenatal para diagnosticar, o con más probabilidades, descartar la existencia de síndrome de Down y otros problemas cromosómicos. Entre las pruebas prenatales que se pueden realizar se encuentra la amniocentesis La amniocentesis presenta un riesgo muy pequeño de aborto espontáneo (pérdida del embarazo antes de las 20 semanas). Por esta razón, antes de tomar la decisión de realizarse estas pruebas, algunas mujeres se realizan una prueba de diagnóstico precoz (un análisis de sangre, a veces acompañado de un examen por ultrasonidos especial) durante el primer o el segundo trimestre para obtener más información sobre su riesgo de tener un bebé con síndrome de Down. Si los resultados indican que su riesgo es bajo, pueden decidir no realizarse la amniocentesis. Si el riesgo es alto, pueden decidir realizarse estas pruebas prenatales. Sin embargo, una prueba de diagnóstico precoz no permite detectar ni descartar de manera definitiva el síndrome de Down y otros problemas cromosómicos de nacimiento como lo haría una amniocentesis. ¿El riesgo de aborto espontáneo aumenta con la edad de la mujer? La mayoría de los abortos espontáneos ocurre durante el primer trimestre de embarazo en las mujeres de cualquier edad. El riesgo aumenta con la edad de la mujer. Los estudios sugieren que aproximadamente el 10 por ciento de los embarazos reconocidos en las mujeres de entre 20 y 30 años de edad termina en aborto espontáneo. Esta cifra aumenta aproximadamente al 20 por ciento en el caso de mujeres de entre 35 y 39 años de edad y aproximadamente al 50 por ciento entre los 40 y 44 años. El mayor riesgo de aborto espontáneo relacionado con la edad se debe, al menos en parte, a la mayor incidencia de anomalías cromosómicas. ¿Los problemas de salud preexistentes pueden afectar al embarazo? Las mujeres de más de 35 años tienen más probabilidades que las mujeres más jóvenes de tener un problema de salud que comenzó antes del embarazo. Algunos problemas, como alta presión arterial, diabetes y problemas renales y cardíacos, pueden afectar al embarazo. Por ejemplo, una diabetes mal controlada puede contribuir a defectos congénitos y aborto espontáneo mientras que una alta presión arterial mal controlada puede retrasar el desarrollo del feto. ¿Las mujeres de más de 35 años tienen más probabilidades de tener complicaciones durante el embarazo? Si bien es muy probable que las mujeres de más de 35 años tengan un bebé sano, es posible que deban enfrentar más complicaciones durante el embarazo que las mujeres más jóvenes. Algunas de las complicaciones más comunes entre las mujeres de más de 35 años son: Diabetes gestacional, problemas en la placenta, parto prematuro, nacimiento sin vida. ¿Las mujeres de más de 35 años tienen más probabilidades que las mujeres de menor edad de tener un parto por cesárea? Las probabilidades de tener un parto por cesárea aumentan con la edad. Aparentemente, las madres primerizas de más de 40 años tienen el doble de probabilidades que las madres primerizas de menos de 30 años de tener un parto por cesárea. Embarazo no deseado Hay muchas mujeres que se encuentran felices cuando se enteran que están embarazadas. Pero, hay una gran cantidad de mujeres que no esperaban este embarazo, no lo deseaban o no era el momento para tener un hijo. Es muy difícil que una mujer diga o manifieste su disconformidad ante su estado de embarazo. Generalmente, esto ocurre porque está mal visto hablar de estos sentimientos, o temen ser catalogadas de “mala madre”. Para una mujer, poner en palabras los sentimientos de no querer este embarazo, o no lo desearlo, es muy difícil. Lo no dicho, se manifiesta en ciertas conductas, como las siguientes: se encuentra irritada con los llantos del bebé y le cuesta ajustarse a las necesidades de él. Tiene un sostén incómodo, tenso en la lactancia o sin ganas de mantenerlo en brazos. Dificultad para crear un vínculo con su hijo durante el embarazo. Les cuesta mirarlo con una sonrisa o tiernamente para crear un buen clima con él. Ello ocurre por diversas causas, desde el deseo de no ser madre, o quizás porque le están ocurriendo o le ocurrieron situaciones traumáticas y dolorosas, de las cuales no las ha resuelto y en el nuevo embarazo surgen a flor de piel, como por ejemplo: Haber perdido otro embarazo, tener un duelo reciente de algún ser querido, separación de la pareja, quizás tuvieron un embarazo anterior de riesgo y temen por la propia salud. También está en juego las propias implicancias de su historia de vida, su rol de hija, su relación con su madre, con su pareja, etcétera. Embarazos Ectópicos y Molares ¿Qué es un embarazo ectópico? Hasta uno de cada 50 embarazos es ectópico, palabra que significa “fuera de lugar”. En los embarazos ectópicos, el óvulo fertilizado se implanta fuera del útero, por lo general en una de las trompas de Falopio, y comienza a crecer allí. En casos poco frecuentes, los embarazos ectópicos se implantan en el abdomen de la mujer, fuera del útero, en un ovario o en el cuello uterino. Si el médico descubre un embarazo ectópico, debe extraerse el embrión (que no puede sobrevivir) para que no ponga en peligro la vida de la mujer. Si el embrión continúa creciendo, puede provocar una rotura en la trompa de Falopio y producir una hemorragia interna que pondrá en peligro la vida de la mujer. La mayoría de los embarazos ectópicos se diagnostica dentro de las primeras ocho semanas de embarazo, normalmente antes de que se rompa la trompa. Los tratamientos son a través de la medicación con lo cual el cuerpo de la mujer absorbe gradualmente el embarazo. O bien se puede practicar una pequeña cirugía y extraer el embrión. El factor de riesgo más significativo para los embarazos ectópicos son las infecciones de transmisión sexual, embarazo ectópico previo, medicamentos para la fertilidad y técnicas reproductivas asistidas (como fertilización in vitro), embarazo después de ligadura de trompas fallida, cirugías previas en las trompas de Falopio, endometriosis (cuando el tejido uterino se implanta fuera del útero), exposición a algún fármaco durante el embarazo, fumar. En la mayoría de las mujeres se desconoce la causa de un embarazo ectópico. Muchas mujeres que han tenido un embarazo ectópico pueden tener embarazos saludables en el futuro. ¿Qué es un embarazo molar? En un embarazo molar, la placenta crece de forma anormal durante los primeros meses y se convierte en una masa de quistes. Un embarazo molar puede empezar como un embarazo normal. Alrededor de la décima semana suele producirse una hemorragia vaginal anormal, que comúnmente es de color marrón oscuro. Otros síntomas incluyen náuseas y vómitos severos, crecimiento rápido del útero (debido al número creciente de quistes), alta presión arterial, quistes en los ovarios La mujer no sólo pierde el embarazo sino que además tiene un leve riesgo de desarrollar cáncer. Para proteger a la mujer debe extirparse todo el tejido molar del útero.. Si una mujer tiene un embarazo molar, sus perspectivas de tener un futuro embarazo son buenas. El riesgo de que se desarrolle una mola en un embarazo posterior es sólo del uno al dos por ciento. Muerte perinatal Es la muerte que sobreviene entre la semana vigésima del embarazo y el primer mes de vida y engloba el aborto espontáneo, la muerte fetal, el nacimiento con producto muerto y la muerte neonatal. Hasta hace poco se infravaloraba la intensidad de los lazos que se establecen entre el feto o el neonato y sus futuros o recientes padres. En la actualidad, se consideran que la pérdida perinatal es un importante trauma para ambos padres. Los padres que experimentan está pérdida atraviesan por un período de duelo muy similar al que se produce con la muerte de un ser querido. Aborto: La muerte fetal intrauterina, que se puede producir en cualquier momento del embarazo, es una experiencia emocional traumática. En los primeros meses de embarazo, la mujer, normalmente, no advierte la muerte del feto y sólo lo descubre por medio del médico. Cuando el embarazo está más adelantado y ya se han detectado movimientos fetales y tonos cardíacos, la mujer puede percibirlo por sí misma. Cuando se comunica un diagnóstico de muerte fetal, la mayoría de las mujeres desean que les sea retirado el feto; dependiendo del trimestre de embarazo, puede inducirse el parto y la mujer puede tener que esperar a la expulsión espontánea del contenido uterino. La mayoría de las parejas contempla las relaciones sexuales durante este período de espera no sólo indeseables, sino psicológicamente inaceptables. También se produce un sentimiento de pérdida con el nacimiento con producto muerto o con el aborto inducido a causa de una anormalidad fetal detectada por diagnóstico previo. Como se mencionó más arriba, el vínculo con el hijo no nacido se establece incluso antes del nacimiento y el luto y el duelo acompaña a su pérdida, independientemente del momento en el que ésta se produzca. Sin embargo, el duelo que se experimenta después de una pérdida producida en el tercer trimestre de embarazo suele ser más intenso que el que acompaña a la pérdida del primer trimestre. Algunos padres no quieren ver el feto muerto y sus deseos deben respetarse. Otros prefieren tenerlo en sus brazos y este acto puede contribuir al proceso de duelo. Un embarazo posterior puede hacer disminuir los sentimientos de dolor por la pérdida, pero no elimina la necesidad del duelo. Los niños llamados sustitutorios tienen riesgo de de sobreprotección y de problemas emocionales futuros. Aborto inducido: Es la interrupción voluntaria del embarazo. En los países occidentales, la mayoría de las mujeres que abortan son jóvenes, solteras y primíparas; en los países en desarrollo el aborto es más frecuente entre las mujeres casadas que tienen ya dos o más hijos. El aborto se ha convertido en un asunto político y filosófico, hay una división importante entre los que defienden el derecho a elegir y los que defienden el derecho a la vida. La atmósfera de condena moral y de intimidación puede hacer que sea difícil tomar la decisión de terminar el embarazo. En cualquier caso, en diferentes estudios se ha demostrado que la mayoría de las mujeres que se someten a un aborto, sobre todo de menos de 12 semanas de gestación, no sufren secuelas psicológicas importantes. De hecho la mayoría de las mujeres experimentan una sensación de alivio y tienen una reacción emocional menor que las que deciden concluir el embarazo y dar al niño en adopción. Los abortos en el segundo trimestre son más traumáticos psicológicamente que los abortos del primer trimestre. La razón más frecuente para proceder a un aborto tardío es la detección de una anomalía grave en el feto (mediante amniocentesis o ecografía). Por lo tanto, los abortos tardíos conllevan la pérdida de un hijo deseado con el que la madre ya había establecido un vínculo. Antes de que el aborto fuera legal en algunos casos muchas mujeres se sometían a abortos ilegales, a veces realizados por personas inexpertas en condiciones no estériles. Había una morbilidad y mortalidad considerables relacionadas con este tipo de abortos; las mujeres a las que se les negaba el aborto, a veces recurrían al suicidio con el fin de evitar la continuación de un embarazo no deseado. Cuando una mujer se siente obligada a llevar su embarazo a término, se incrementa el riesgo de infanticidio, abandono y negligencia de los hijos no deseados. El aborto también puede ser una experiencia importante para los hombres. Si el hombre mantiene una estrecha relación con la mujer, normalmente suele desempeñar un papel activo en el aborto, acompañándola al hospital o a la clínica para proporcionarle apoyo emocional. El padre puede experimentar un duelo considerable como consecuencia de la terminación de un embarazo deseado por él. Otro de los síntomas descritos en mujeres que han parado su gestación voluntariamente es lo que se llama aborto de repetición: Es un trastorno obsesivo que lleva a la mujer a la necesidad de repetir la experiencia. Al observar específicamente los casos en los que la mujer había decidido voluntariamente abortar, el riesgo de morir era siete veces mayor en las mujeres que habían abortado que en las que tuvieron al niño. El mayor riesgo de tener esta ideación suicida se daba en las mujeres menores de 30 años y, precisamente, entre los siete y los diez meses posteriores al aborto, coincidiendo con la fecha en la que se debería haber dado a luz. El aborto conlleva un precio en la salud psíquica de la madre, tal y como demuestran varios estudios científicos sobre las consecuencias de la interrupción voluntaria del embarazo en la mujer. Se han definido hasta 15 síntomas psíquicos diferentes en las mujeres que han sufrido un aborto. Al igual que ocurre con la pérdida de un ser querido, la interrupción del embarazo provoca un duelo en la madre, cuyo cerebro empieza a crear desde el primer día de embarazo un vínculo de apego con el futuro hijo que se ve truncado de golpe. Este duelo puede llegar a provocar un cuadro psiquiátrico de trastorno por estrés postraumático. Un estudio neozelandés publicado en el «Journal of Child Psychology and Psychiatry» demostró que el daño psíquico es aún mayor en mujeres jóvenes -analizó al grupo de entre 15 y 25 años-. Depresión, ansiedad, conductas suicidas y abuso de sustancias tóxicas son algunas de las secuelas que puede dejar la interrupción del embarazo. Con independencia de los remordimientos que pueda tener cada persona, las lesiones que produce la rotura del vínculo afectivo materno filial en el cerebro son contrastables con técnicas de imagen. Físicamente, el daño se manifiesta con una disminución de la zona del hipocampo -la parte del cerebro relacionada con las relaciones de afecto-. Reacciones ante la pérdida del bebé: La muerte de un bebé es una de las experiencias más dolorosas y traumáticas que puedan sufrir unos padres en toda una vida. Aunque no haya nada que pueda quitar el dolor que se siente en el momento de tal pérdida, podría resultar de ayuda saber que otras familias se han encontrado en situaciones similares o que han encontrado consuelo mientras luchaban con la profunda congoja que sigue después de la muerte de un niño. Es importante darse el espacio y el tiempo necesario para tratar la congoja. Llorar la muerte de un bebé puede tardar más tiempo del que uno pueda pensar. Con frecuencia, la gente a su alrededor puede sentirse muy incómoda por las intensas emociones y angustia que esté sufriendo. No importa la edad, su niño ha sido y sigue siendo parte de los padres. Cuando murió su bebé, también murieron muchas esperanzas y sueños del futuro. El tener que escoger un nombre y al mismo tiempo el hecho de tener que pasar por un funeral son experiencia profundamente dolorosas. Cuando un bebé muere, los síntomas normales de congoja pueden ser variados como también las reacciones de los padres y la intensidad de emociones. Algunas de las reacciones típicas a la congoja incluyen las siguientes: El llorar, la soledad, el sentimiento de aislamiento. Una necesidad de tener que hablar de la muerte y sobre los detalles de lo que pasó. Los sentimientos de falta de esperanza, vulnerabilidad y depresión. El enojo, la culpabilidad propia y la de otros. La pérdida de apetito, el comer demasiado, el insomnio, la irritabilidad. La inhabilidad de concentración, de comprensión o de recuerdo. La pérdida de metas y objetivos en la vida, una sensación de desolación respecto al futuro. La pena puede durar bastante más de lo que uno pueda esperar y habrá muchos altibajos en el proceso. El primer año puede ser especialmente difícil sobre todo si los padres se atormentan con preguntas dolorosas y declaraciones culpabilizadoras. La reacción a la muerte de un bebé es tan individual como la persona que la está sufriendo. Los matrimonios o parejas luchan de diferentes maneras para combatirla Muy a menudo, hay malentendidos entre las parejas causados por esto. A veces las parejas dudan en expresar sus sentimientos de tristeza cuando uno de ellos ha tenido “un buen día” o viceversa. Otras parejas no van a querer hablar de la muerte pero siguen sintiéndose cómodos en el hecho de que uno de los dos necesite desahogarse al respecto. El llorar es otra área donde las parejas van a actuar de diferentes maneras. De hecho, el llorar es una expresión de congoja aceptable y sana, pero para muchos padres (al contrario de las madres) es difícil aceptar que la liberación de tensión a través de lágrimas sea buena. Los padres en muchos casos tienen tendencia a sentir la necesidad- y son animados por otros- de ser fuertes, cuando el llorar les sería de ayuda en combatir la congoja. Muchos padres creen que al no llorar tienen que ser “fuertes” para los demás miembros de la familia, pero lo único que consiguen es parar una reacción normal. El duelo es emocional, física y mentalmente muy agotador y estresante, y no deja energía para nada más, incluso la comunicación entre la pareja. Aún si une a las parejas más, sigue siendo importante mantener la relación entre ellos. Tienen que entender que la vinculación de cada padre y el bebé puede ser a nivel diferente causando así congoja de diversas intensidades. Los maridos y las esposas reaccionarán de diferentes maneras ante las relaciones íntimas también. Mientras que un miembro de la pareja necesite y busque la proximidad y la convicción de que no todo ha cambiado, el otro miembro de la pareja puede tomar la sugerencia de tener relaciones íntimas como un afrontamiento, sin entender cómo es posible que alguien pueda pensar en tener relaciones íntimas cuando un bebé ha muerto. Los amigos, la familia y los colegas de trabajo pueden sentirse incómodos alrededor de una experiencia así y sus comentarios lejos de ayudar pueden ser muy dolorosos para los padres que han pasado por un trauma semejante. La decisión de tener o no tener otro bebé de la pareja. No hay un tiempo “indicado” de espera, no hay que sustituir un hermano por otro. No importa qué decisión haga respecto a un embarazo o una adopción después de la pérdida de su niño. No cambiará el tiempo de duración del duelo que siente por el bebé que ha muerto. Aparte del estrés físico, otros embarazos pueden ser emocionalmente difíciles. Los hermanos jóvenes supervivientes de una pérdida de este tipo también sienten pena. La muerte de su bebé puede poner en duda sus creencias religiosas o su filosofía de vida. Durante un tiempo es posible que sienta que la vida no tiene sentido y es injusta y que no queda razón por la cual vivir. Parte de su enojo probablemente sea dirigido a la fuente de su fe o creencia religiosa, y necesite tiempo para volver a reafirmarla. Un sentido de propósito y control volverá a ser parte de su vida, pero es un proceso gradual y no hay límite de tiempo. Para muchos, por otra parte, la fe en su religión, provee apoyo y en muchos casos ayuda a los padres a aceptar lo no aceptable. Las fotografías y otros recuerdos tienden a ayudar a los padres a sobrepasar la congoja. Los padres que por otra parte hayan sufrido una pérdida a través de un aborto natural o muerte infantil tendrán pocos de éstos. Muchos padres crean memorias haciendo un libro de recuerdos del bebé o una caja especial que contenga la documentación del hospital, certificados, tarjetas de pésame, fotos y mantitas. Reacciones ante un hijo con deficiencia: La noticia de un embarazo dispara una oleada de sentimientos que incluye a los padres: la madre, lo verbalice o no, fantasea mentalmente con el hijo ideal; revive ilusiones, proyectos, miedos, temores; y junto con el padre, viven la esperanza que su hijo sea inteligente, físicamente fuerte, hábil y con cierta belleza, puesto que son factores de valoración social. La noticia de la discapacidad del hijo representa para ellos una frustración de sus expectativas que los derrota, los desconcierta y los deprime, y provoca un hundimiento de las pautas de adaptación, sentimientos de inferioridad y una hipersensibilidad especial hacia aquello que pueda pensar la sociedad. Temen ser subestimados por la deficiencia física de su hijo e interrogan los médicos sobre las causas, especialmente por si son hereditarias, y experimentan inquietud y temor ante su posible responsabilidad, que no siempre analizan de manera consciente. En ocasiones intentan desplazar la culpa hacia los médicos que intervinieron en algún momento. Poco a poco la culpa se desplaza en un intento de resignación, a la suerte o a un castigo divino, y, finalmente, se proyecta sobre ellos mismos. Este sentimiento de culpa es el que se relaciona más directamente con la depresión y hace que en casos de anomalías graves, la familia se retire de la vida social en un intento de ocultación. Si la discapacidad es menos importante, tratan de minimizarla. Las dos actitudes negativas retardan la tarea terapéutica. Reacción de negación y o/aceptación parcial La reacción de negación se produce solamente en los casos leves: los padres tienen comportamientos que prescinden de la discapacidad y de las dificultades que comporta para el niño. Esta actitud hace que el hijo se encuentre sol ante su dificultad, sin ayuda y se le exijan cosas que no puede hacer. No es admitido en el si familiar como es realmente y se lo trae continuamente a diferentes especialistas. Como consecuencia, se generan sentimientos de inferioridad y gran inseguridad en el niño. Si la discapacidad es evidente, los padres, aunque afirmen el contrario, no aceptan completamente el hijo y se dejan dominar por la misma situación psicológica y social, con una variada simptomatologia depresiva cómo: retraimiento social, apatía, disminución de la atención o capacidad por pensar con claridad, irritabilitat, actitud pesimista cabe al futuro y pensamiento negativo de acontecimientos pasados. No superan su problema personal y no salen del terreno estéril de las lamentaciones y autojustificacions. Están totalmente orientados hacia si mismos y esto los genera más culpabilidad, que expresan con una serie de sentimientos diversos que transforman su manera de ser y sus actitudes, y los hacen irregulares y ambivalents en sus comportamientos, con reacciones bruscas que van cabeza al rechazo parcial. La discapacidad del hijo toca sus puntos de sensibilización y desencadena reacciones de defensa negativa y resistencias, que tampoco facilitan la tarea terapéutica Nacimiento Prematuro La mayoría de los embarazos dura cerca de 40 semanas. Cuando un bebé nace entre las semanas 37 y 42 de gestación se dice que es un bebé nacido a término. A los bebés nacidos antes de finalizadas las 37 semanas de embarazo se los llama bebés prematuros. El nacimiento prematuro es un problema de salud serio. Los bebés prematuros corren un riesgo mayor de tener complicaciones de salud al nacer, como problemas respiratorios, e incluso de morir. En la mayoría de los casos, estos bebés requieren atención especial en una unidad de cuidados intensivos neonatal, con personal médico y equipos especializados capaces de tratar los diferentes problemas a los que están expuestos. Los bebés prematuros también tienen un riesgo más alto de padecer incapacidades permanentes, como retraso mental, problemas de aprendizaje y de conducta, parálisis cerebral, problemas pulmonares y pérdida de la visión y la audición. Más del 70 por ciento de los bebés prematuros nace entre las 34 y las 36 semanas de gestación. En estos casos se habla de nacimientos prematuros casi a término. Cerca del 12 por ciento de los bebés prematuros nace entre las semanas 32 y 33 de gestación, aproximadamente el 10 por ciento entre las semanas 28 y 31 y cerca del seis por ciento antes de cumplidas las 28 semanas de gestación. Todos los bebés prematuros corren el riesgo de tener problemas de salud, pero cuanto más prematuros son, más alto es el riesgo de padecer complicaciones serias. Por lo general, los bebés nacidos antes de las 32 semanas de gestación son muy pequeños y sus órganos se encuentran menos desarrollados que los de los bebés nacidos después. La mayoría de los nacimientos prematuros se debe a un parto prematuro espontáneo o como consecuencia de la rotura prematura de las membranas, cuando el saco que se encuentra dentro del útero y que contiene al bebé se rompe antes de tiempo. Se llama parto prematuro al parto que comienza antes de cumplidas las 37 semanas de gestación. No se conocen a ciencia cierta las causas del parto prematuro o de la rotura prematura de las membranas pero las últimas investigaciones sugieren que en muchos casos obedecen a la respuesta natural del organismo a ciertas infecciones, como aquellas que afectan al líquido amniótico y las membranas fetales. Sin embargo, en aproximadamente la mitad de los nacimientos prematuros, los médicos no pueden determinar la razón que provoca un parto prematuro en la mujer. Aproximadamente el 25 por ciento de los nacimientos prematuros tiene lugar cuando el médico induce el parto antes de término o cuando se realiza un parto por cesárea debido a complicaciones en el embarazo o a problemas de salud de la madre o el feto. En muchos de estos casos, el parto prematuro es probablemente la opción más segura para la madre y el bebé. Existen tres grupos de mujeres con un riesgo mayor de tener un parto prematuro: mujeres que ya han tenido un parto prematuro, mujeres que esperan mellizos, trillizos o más bebés, mujeres con ciertas anomalías en el útero o en el cuello del útero. Ciertos factores relacionados con el estilo de vida pueden poner a una mujer en mayor riesgo de tener un parto prematuro, como por ejemplo: la falta de cuidados prenatales o comenzar los cuidados prenatales demasiado tarde, fumar, consumo de alcohol, consumo de drogas ilícitas, la violencia doméstica (incluido el abuso físico, sexual y emocional), la falta de apoyo social, niveles excesivos de estrés, trabajar muchas horas permaneciendo de pie demasiado tiempo seguido. Ciertos trastornos médicos durante el embarazo también pueden aumentar la probabilidad de que una mujer tenga un parto prematuro como, por ejemplo: infecciones (incluidas infecciones del tracto urinario, vaginales, transmitidas sexualmente y otras infecciones), alta presión arterial, diabetes, trastornos de coagulación (trombofilia), bajo peso antes del embarazo, obesidad, períodos cortos entre embarazos, estar embarazada con un sólo bebé después de una fertilización in vitro, defectos congénitos en el bebé, sangrado vaginal. Esterilización: Es la intervención que impide que el hombre o la mujer tengan descendencia. En el caso de la mujer, el procedimiento utilizado suele ser la salpingectomía o ligadura de las trompas de Falopio, una técnica con escasa morbilidad y mortalidad. En el caso del hombre suele practicarse una vasectomía, que consiste en la escisión de parte de los conductos deferentes. Es una intervención más sencilla que la salpingectomía y puede practicarse en consulta. La esterilización voluntaria, sobre todo la vasectomía, se ha convertido en la técnica de control de natalidad más frecuente entre parejas ue llevan casadas más de diez años. Una pequeña proporción de pacientes que optan por la esterilización voluntaria pueden sufrir un síndrome neurótico postesterilización, cuya manifestación puede ser hipocondría, dolor, pérdida de libido, falta de respuesta sexual, depresión y preocupaciones acerca de su masculinidad y la feminidad. En un estudio realizado a mujeres que lamentaban haberse sometido a la esterilización, éstas manifestaban que habían optado por ello cuando mantenían una mala relación personal con sus parejas. El arrepentimiento es más frecuente cuando la mujer ha iniciado una nueva relación y desea tener hijos con la nueva pareja. Puede ser necesaria consulta psiquiátrica para distinguir entre los individuos que solicitan la esterilización por razones irracionales o psicóticas, y los que han tomado la decisión después de reflexionar durante cierto tiempo. Trastornos psiquiátricos durante el embarazo: A pesar de los enormes cambios fisiológicos y psicológicos que se producen durante el embarazo, la mayoría de las mujeres adultas toleran el proceso bien. Las madres adolescentes sufren más complicaciones que las adultas y presentan un mayor riesgo de suicidio. Antes de el uso de anticonceptivo y el aborto legal estuviera al alcance de las mujeres, muchas presentaban riesgo de suicidio a cualquier edad, sobre todo si eran solteras y no disponían de apoyo social. Un cuidado prenatal adecuado está en estrecha correspondencia con el nacimiento de un bebé sano y una madre satisfecha. El cuidado prenatal debe iniciarse antes de la concepción, con la evaluación de la salud de la futura madre. La mujer embarazada debe ser examinada para garantizar la salud y supervivencia del feto. Se le debe informar sobre el consumo de sustancias (incluida la prohibición de alcohol, tabaco y café) y recibir pautas sobre el ejercicio y la dieta. Una vez diagnosticado el embarazo, el médico debe evaluar la actitud de la madre hacia el embarazo: ¿Es deseado? ¿Cuáles son sus actitudes hacia el hecho de tener un hijo? ¿Considera al hijo como una carga o como un motivo de alegría? ¿Cómo se siente el padre? Si la mujer trabaja ¿Cuándo piensa dejar de trabajar? ¿Piensa reincorporarse al trabajo? En ese caso, ¿cuándo? ¿Cómo afectará la llegada del nuevo hijo a la situación económica de la familia? Éstas y otras cuestiones pueden proporcionar claves sobre el posible curso del embarazo. Las madres sometidas a un cierto estrés tienen un riesgo mayor de lo normal de sufrir un aborto espontáneo, parto prematuro y otras complicaciones. El riesgo de enfermedad psiquiátrica durante y después del embarazo aumenta cuando hay antecedentes de depresión en la madre o en su familia, o cuando la madre ha sufrido una enfermedad psiquiátrica postparto con anterioridad. Depresión en el embarazo: Aunque alguna vez se pensó en el embarazo como un tiempo de bienestar emocional para muchas mujeres, que confería "protección" contra los trastornos psiquiátricos, ya que aumenta la liberación de la oxitocina, una hormona que confiere tranquilidad y serenidad estudios recientes indican que la tasa de prevalencia media para la depresión durante el período prenatal es del 10,7%, con una variación del 7,4% en el primer trimestre y hasta un 12,8% en el segundo trimestre. El embarazo y el periodo del posparto representan los momentos de mayor vulnerabilidad a la depresión. La depresión perinatal está infradiagnosticada y supone una importante diana para la detección, tratamiento y apoyo de las mujeres que están en riesgo de padecerla. Posibles Factores Causantes de Depresión: La depresión durante el embarazo puede ser causada por una amplia cantidad de factores. Se puede culpar a las hormonas, pero existen otros factores que pueden afectar el estado anímico de una mujer durante todo el transcurso de su embarazo: poseer antecedentes personales o familiares de depresión, trastornos del sueño, estar pasando por un embarazo no deseado o no planificado, tener que enfrentar problemas de pareja o económicos, atravesar por cambios significativos en la forma de vida, como por ejemplo: la muerte de un pariente o el hecho de cambiar de empleo, experimentar problemas médicos o complicaciones con el embarazo, sufrir la pérdida de un embarazo previo. Algunas investigaciones afirman que las mujeres con cualquier forma de diabetes son más propensas a sufrir alguna indicación de depresión durante el embarazo o tras el parto. Después de algunos estudios realizados concluyen que las mujeres con diabetes tienen casi el doble de posibilidades de ser diagnosticadas con depresión o de tomar antidepresivos durante el tiempo de embarazo en comparación con las mujeres sin diabetes. Y además entre las mujeres sin depresión durante el embarazo, aquellas con diabetes tenían las mayores probabilidades de sufrir depresión en los meses siguientes al parto en comparación con aquellas sin depresión. Signos de Alarma: Es sumamente importante reconocer y ser capaz de distinguir la depresión relacionada con el embarazo de los simples cambios de estado anímico propios del embarazo. A pesar de que los cambios de humor pueden hacer que la embarazada se sienta triste por momentos, estos síntomas no son idénticos a los de la depresión. Algunos de los signos más comunes de depresión son: problemas de concentración, ansiedad extrema, sentirse sumamente irritable, problemas para conciliar el sueño o padecer de insomnio, fatiga excesiva, cambios en los hábitos alimenticios, pérdida de interés o falta de placer al realizar actividades que solía disfrutar, cambios de humor exagerados, sentirse triste constantemente, tener pensamientos relacionados con dañarse a ella misma o a otras personas. El hecho de padecer depresión durante el embarazo aumenta el riesgo de desarrollar depresión postparto. Es sumamente importante recibir ayuda y seguir un tratamiento adecuado para curar la depresión durante el embarazo. Si no se tratara, podría empeorar aun más. Los Antidepresivos y el Embarazo Existen una gran variedad de tratamientos para las mujeres que padecen depresión durante sus embarazos. Dependiendo de la severidad de la misma, quizás sea necesario que recurrir a psicoterapia e incluso al uso de antidepresivos. Hay estudios que afirman que los niños que estuvieron expuestos a medicación psicotrópica con inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (ISRS) mientras se gestaban en el útero de sus madres no parecen tener un riesgo elevado de interiorizar conductas como la depresión, la ansiedad y el retraimiento. En cambio hay algún estudio que afirma que el 30% de los bebés de madres expuestas durante períodos muy largos a ISRS tuvieron síndrome de abstinencia neonatal. Los síntomas más comunes fueron temblores, problemas gastrointestinales, un aumento anormal del tono muscular, sueño alterado y llantos agudos. Ninguno de los niños estudiados tuvo síntomas que requirieran tratamiento y ninguno de los recién nacidos sin exposición a los fármacos desarrolló el síndrome. El Estrés Durante el Embarazo El exceso de estrés puede ser perjudicial para cualquier persona. A corto plazo pueden producir cansancio, insomnio, ansiedad, falta o exceso de apetito y dolores de cabeza y de espalda. Cuando el exceso de estrés se prolonga demasiado tiempo, puede provocar problemas de salud potencialmente serios, como una menor resistencia a las enfermedades infecciosas, alta presión arterial y enfermedades cardíacas. Las mujeres embarazadas que padecen altos niveles de estrés también pueden tener un riesgo mayor de parto prematuro. La mayoría de las mujeres suele lidiar bien con los cambios emocionales y físicos del embarazo y otras causas de estrés en sus vidas. Por lo general, las mujeres embarazadas que sienten que pueden controlar su estrés (que se cuidan, que se sienten activas en lugar de cansadas y que funcionan bien en su casa y el trabajo) no están expuestas a riesgos de salud por esta causa. Las mujeres embarazadas a las que les preocupe el nivel de estrés en su vida y su capacidad para manejarlo, deberían hablar con su médico. ¿Afecta el estrés al feto? El feto es vulnerable y reacciona a estímulos como las drogas o el estrés maternal. Los estudios realizados con animales demuestran que el estrés maternal durante el embarazo afecta a la conducta posterior; efectos similares se conocen en seres humanos. Las hormonas maternas atraviesan la placenta y producen efectos secundarios en el feto; si la madre está estresada, los corticosteroides y otras hormonas relacionadas con el estrés pueden afectar el sistema cardiovascular del feto cuya presión sanguínea es sensible a los estímulos externos. Se ha descrito una cierta correlación entre las respuestas anatómicas de la mujer y las del neonato. Las mujeres con niveles altos de ansiedad suelen tener hijos hiperactivos e irritables, con trastornos de sueño, bajo peso al nacer y que comen poco. El síndrome alcohólico fetal afecta a un tercio de los hijos de madres alcohólicas. Se caracteriza por el retraso en el crecimiento de origen prenatal (tamaño, peso); anormalidades leves, en las que se incluye la microftalmia (ojos pequeños), fisuras pappebrales pequeñas, hipoplasia hemifacial (infradesarrollo), filtrum blando o corto y labio superior delgado; y manifestaciones en el sistema nervioso central, como microcefalia (perímetro craneal por debajo de un tercio del percentil), historia de retraso en el desarrollo, hiperactividad, deficiencias de atención, problemas de aprendizaje, deficiencias intelectuales y convulsiones. El consumo de tabaco durante el embarazo se asocia a niños con bajo peso. Los hijos de madres narcótico-dependientes sufren síndrome de abstinencia en el nacimiento. La exposición de la madre a radiaciones intensas durante las primeras 20 semanas de gestación produce graves deformidades en el hijo. ¿Qué tipos de estrés pueden contribuir al parto prematuro? El estrés de la rutina diaria al que todos estamos expuestos, como las exigencias laborales y las demoras en el tránsito, no contribuye demasiado al nacimiento prematuro. Es importante tener en cuenta que el estrés no es totalmente malo. Si se lo controla adecuadamente, un poco de estrés puede proporcionarnos la fuerza necesaria para enfrentar nuevos desafíos. Pero ciertos tipos de estrés severo o permanente pueden representar un riesgo durante el embarazo. El estrés crónico puede ser un factor determinante en los partos prematuros. Los estudios sugieren, por ejemplo, que las mujeres sin hogar o con serios problemas económicos tienen más probabilidades de tener un parto prematuro. Asimismo, el hecho de trabajar fuera de la casa no se ha relacionado con un parto prematuro en la mayoría de los estudios. Sin embargo, las mujeres a las que el trabajo les resulta particularmente estresante desde el punto de vista físico o emocional pueden estar expuestas a cierto riesgo. Algunas mujeres experimentan estrés crónico severo debido al embarazo mismo, lo cual pude aumentar su riesgo de parto prematuro. Estas mujeres pueden estar especialmente preocupadas por la salud de su bebé o por el parto en sí. La mayoría de las mujeres que experimentan estrés severo durante el embarazo no tienen partos prematuros. Algunas mujeres pueden ser más vulnerables que otras a los efectos del estrés durante el embarazo debido a factores físicos u otros riesgos. Algunos estudios sugieren que las mujeres que experimentan acontecimientos negativos en sus vidas, como un divorcio, la muerte de un familiar, una enfermedad grave o la pérdida del trabajo, están expuestas a un riesgo mayor de tener un parto prematuro. Es importante tener en cuenta que si bien esto es posible, en la mayoría de los casos no ocurre. Las mujeres que experimentan un acontecimiento catastrófico durante el embarazo también pueden tener un riesgo mayor de parto prematuro. Un estudio comprobó que las mujeres embarazadas que estaban trabajando dentro de un radio de dos millas de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 tuvieron gestaciones considerablemente más cortas que las que se encontraban en lugares más alejados. Otro estudio comprobó que las mujeres embarazadas que experimentaron algún terremoto importante tuvieron gestaciones más cortas. El momento en que ocurre el acontecimiento también puede influir en el resultado del embarazo. Los estudios sugieren que, en general, las mujeres que experimentaron el atentado contra las Torres Gemelas o un terremoto durante el primer trimestre del embarazo dieron a luz antes que las mujeres que experimentaron los mismos hechos en una etapa posterior del embarazo. Los investigadores no están completamente seguros de qué manera el estrés puede desencadenar un parto prematuro. No obstante, ciertas hormonas relacionadas con el estrés pueden ser un factor determinante. El estrés de la madre puede causar la liberación de una hormona llamada hormona liberadora de corticotropina (CRH). Esta hormona, producida por el cerebro y por la placenta, se encuentra estrechamente relacionada con el trabajo de parto. Hace que el organismo libere sustancias químicas llamadas prostaglandinas, las cuales producen las contracciones uterinas. El estrés severo o prolongado también puede interferir con el funcionamiento normal del sistema inmunológico, lo cual puede hacer que la mujer embarazada sea más propensa a infecciones que afectan al útero. Las infecciones uterinas son una causa importante de parto prematuro, especialmente las que se producen antes de las 28 semanas del embarazo. El estrés también puede afectar la conducta de la mujer. Algunas mujeres reaccionan al estrés encendiendo un cigarrillo, bebiendo alcohol o consumiendo drogas ilícitas, lo cual se ha relacionado con partos prematuros y otras complicaciones durante el embarazo. El consumo de alcohol y ciertas drogas ilícitas también aumenta el riesgo de defectos de nacimiento. ¿Cómo puede reducir el estrés la mujer embarazada? Cada mujer embarazada debe identificar las causas del estrés, tanto en su trabajo como en su vida personal, y desarrollar maneras eficaces de controlarlas. Si se siente abrumada por el estrés, debe consultar a su médico. Las molestias propias del embarazo (como las náuseas, el cansancio, la necesidad frecuente de orinar, la hinchazón y los dolores de espalda) pueden generar estrés, especialmente si la mujer embarazada trata de hacer todo lo que hacía antes del embarazo. Para reducir el estrés, debe darse cuenta de que estos síntomas son temporales y que su médico puede recomendarle formas de controlarlos. También puede considerar la posibilidad de abandonar algunas actividades innecesarias cuando se sienta molesta. Muchas mujeres experimentan inestabilidad en su estado de ánimo durante el embarazo. Esta inestabilidad es causada por cambios hormonales y es normal. Sin embargo, la mujer embarazada debe tener en cuenta que a veces esta inestabilidad puede dificultarle la tarea de controlar su estrés. Las mujeres embarazadas pueden controlar mejor el estrés si se encuentran sanas y en buen estado físico . Parto El parto humano, es la culminación del embarazo humano, el periodo de salida del niño del útero materno. Es considerado por muchos el inicio de la vida de la persona, y contrario a la muerte. La edad de un individuo se define por este suceso en muchas culturas. Se considera que una mujer inicia el parto con la aparición de contracciones uterinas regulares, que aumentan en intensidad y frecuencia, acompañadas de cambios fisiológicos en el cuello uterino. Algunos estudios afirman que aunque el parto puede verse asistido con medicamentos como oxitócicos y ciertos anestésicos y una posible episiotomía, todo esto no debe hacer nunca de manera rutinaria, el parto más seguro es el que evoluciona espontáneamente y en el que no se interviene innecesariamente. Incluso embarazos catalogados como de riesgo pueden beneficiarse de esta forma de atención. Tipos de parto: Parto vaginal espontáneo: parto natural en el que el bebé nace por la vagina materna, impulsado por las contracciones uterinas y por los pujos maternos. La posición de la madre durante la dilatación y el expulsivo debe ser libre, con el objetivo de favorecer la fisiología del parto y la comodidad materna. La posición de litotomía, usada durante años como rutina en el nacimiento, produce más complicaciones que las posiciones verticales o la que escoja la madre según su comodidad. En litotomía existe más probabilidad de descensos lentos, expulsivos prolongados, sufrimiento fetal y desgarros perineales maternos. Parto vaginal con fórceps: Ocasionalmente el parto vaginal debe verse asistido con instrumentos especiales, como el fórceps o pinza obstétrica que prensa la cabeza del recién nacido con la finalidad de asirlo y halar de él fuera del canal de parto. Se indica con poca frecuencia en ciertos partos difíciles. Parto abdominal: ocasionalmente debe recurrirse a una intervención quirúrgica para poder hacer nacer al niño, esta operación se denomina cesárea. Estado emocional durante el parto: A medida que nos acercamos al final del embarazo comienza una cuenta regresiva. A medida que se acerca el momento del parto aumenta la tensión de los futuros padres. Cuando comiencen las contracciones regulares podrán poner en práctica todos aquellos ejercicios que aprendieron durante el embarazo. Con emoción por el bebé que ya está por llegar se tolera mejor esta espera, y mucho mejor si el futuro padre acompaña. Por lo general no hay aviso previo: de repente se inicia el trabajo de parto. Ahora cada embarazada vivirá una experiencia afectiva y física individual, no comparable con las de otras embarazadas. Sin embargo, puede ser útil escuchar las vivencias de otras madres. Aun cuando esto ocurre en la generalidad de los casos, la primípara no tiene forma de imaginar cómo será su parto. Deberá vivirlo para conocerlo. Las multíparas se enriquecerán con las experiencias previas. Si fueron satisfactorias, servirán de soporte a su tranquilidad. Les será más fácil reconocer el comienzo de las contracciones que dilatarán el cuello. Cada parto es una experiencia nueva. No suele haber dos partos iguales. Es el bebé en última instancia quien determina el momento del parto. Para unos es que ya no encuentran placentero su hábitat uterino. Para otros es simplemente una cuestión hormonal. Sea como fuere él es el protagonista. La parturienta que se impacienta está más expuesta a vivir el momento con tensión y sufrimiento. La ansiedad por la espera está influida por los miedos. El miedo durante el parto es causa de tensión. La tensión incrementa el dolor. El dolor produce más miedo, cerrando un círculo vicioso que puede hacer innecesariamente prolongado y doloroso el período de dilatación. Hay miedos ancestrales que llevamos dentro de nuestro ser. Es importante conocerlos para poder controlarlos. El miedo a la muerte, el miedo al dolor, el miedo a perder el control de las situaciones. Hasta en la Biblia se nos dice que la mujer “parirá con dolor”. Hoy ninguna mujer debería sufrir en el parto. Por el contrario, deben sentir la felicidad de esa experiencia y compartirla con su marido. La madre que afronta su parto con conciencia y conocimiento se siente orgullosa y satisfecha de participar activamente en él. El parto es un acontecimiento en el que se “descubre” al niño que hasta ese momento sólo se lo conocía en fantasía. Es importante para la vida del bebé, de la madre y del padre. Pero es sólo el comienzo de la aventura. Le espera un enorme desafío que debe encarar con responsabilidad: criar y educar a su hijo. El parto dura tan sólo un momento, así como el embarazo duró nueve meses. Aun cuando se deba efectuar una cesárea, la madre permanece consciente y presente en todo momento. Puede así vivir la emoción de la primera mirada dirigida a su bebé. Cuanto más pronto pueda contemplarlo, acariciarlo, sentirlo vivo y emocionarse, más rápida y fuertemente se establecerá el vínculo amoroso entre la madre y el hijo. A medida que pase el tiempo, este amor crecerá y se reforzará. Si por algún motivo el bebé debe permanecer un tiempo en incubadora o en lámpara podría ocurrir que la madre experimentara dificultad en sentir que hay un bebé que es de ella. Podría demorarse el establecimiento del vínculo afectivo y el comienzo del cariño. Algunas mujeres que creen no estar preparadas para soportar los dolores y esfuerzos del parto suelen pedir cesárea como si desearan encontrarse mágicamente con su bebé –como si se lo trajeran de París en cigüeña–. Otras madres suelen experimentar una gran frustración si se indica una cesárea, como si un parto de este tipo las convirtiese en “menos madre”. No es así. Tanto en el parto vaginal como en la cesárea lo importante es el encuentro en el mundo exterior, cuerpo a cuerpo entre madre e hijo. El parto señala el inicio de la infancia. Entre las semanas 26 y 28 el feto nacido prematuramente tiene grandes posibilidades de sobrevivir. Los niños postmaduros son los nacidos a partir de las dos semanas después de la fecha probable de parto. Como el embarazo a término se calcula en 40 semanas a partir del último período menstrual y el momento exacto de la fertilización varía, la incidencia de la postmadurez es alta cuando se basa exclusivamente en la historia menstrual . El bebé postmaduro típico tiene las uñas largas, ha perdió del lanugo, tiene más pelo en la cabeza del habitual y una mayor viveza. Puerperio: El puerperio es el periodo entre la expulsión del feto y placenta y el retorno del organismo a las condiciones normales anteriores al embarazo. La terminación es imprecisa, aunque estaría marcada por el retorno de la menstruación (que está en relación con la lactancia) Se puede dividir en: • • • Puerperio inmediato: 24 horas desde las 2 horas primeras. Se corresponden con la hemostasia definitiva del útero. Puerperio clínico: de 5 a 7 días. Se producen fenómenos involutivos Puerperio tardío: de 5 a 7 semanas. La maternidad trasciende al hecho meramente biológico y tiene un significado a nivel social, cultural y psicológico. Después de la euforia por el nacimiento del bebé, se comienza a percibir además ciertas incomodidades físicas: las molestias de la episotomía, la cesárea, la subida de la leche, el cansancio y emociones desconocidas que muchas veces son contradictorias y desconciertan a la nueva madre. La mayoría se siente, dos o tres días después del parto –que generalmente coincide con el alta médica y la llegada a la casa con el bebé– sumamente sensibles, irritables, inseguras, perdidas entre lo que anhelan y extrañan y entre lo que “deben hacer”, los mandatos o consejos externos y sus intuiciones más íntimas. El embarazo es un momento de simbiosis entre la madre y su bebé. Existe una armonía casi absoluta. A partir del momento del parto, dicha armonía se rompe y la madre queda sin su bebé formando parte de ella y el bebé sin su madre envolviéndolo de manera absoluta. Esta separación no es sin consecuencias. Pero más allá de lo visible, la madre y el bebé continúan completamente unidos emocionalmente. Según René Spitz, la díada mamá-bebé se sirve fundamentalmente de un diálogo no verbal: las miradas, el tacto, la sonrisa, la manera de sostener y ser sostenido, todo ello forma parte de un sistema de comunicación único y particular. Existe una unión que podríamos decir casi “telepática”, donde no hacen falta palabras. Un recién nacido requiere de continua atención de parte de su mamá: el descubrirlo, cambiarle los pañales, darle el pecho, bañarlo, calmar su llanto, tranquilizarle. La madre debe estar repentinamente a disposición de su bebé. Se debe hacer un duelo por la vida pasada centrada principalmente en el sí misma, que indefectiblemente se pierde. Muchas madres se angustian en las primeras semanas porque no saben cómo tratar a sus bebés. A medida que mamá y bebé se van conociendo y descubriendo, la angustia de esta primera etapa va cediendo. Trastornos psiquiátricos en el puerperio: Entre un 20 y un 40 % de las mujeres experimentan un cierto grado de malestar emocional o disfunción cognoscitiva en el período postparto. Muchas de ellas sufren los baby blues, un estado normal de tristeza, disforia, facilidad para el llanto y estrecha dependencia. Estos sentimientos, que suelen durar varios días, se han atribuido a los rápidos cambios hormonales en la mujer, al estrés del parto y a la conciencia de la mayor responsabilidad que se adquiere con la maternidad. Según algunos estudios las primíparas se encuentran bajo un riesgo hasta siete veces mayor de sufrir trastornos mentales como la esquizofrenia, la depresión o el trastorno bipolar en los tres meses siguientes al nacimiento de su primer hijo. La depresión posterior al parto es un trastorno de salud mental grave para las mujeres y sus familias, con una prevalencia estimada de entre un 10 y un 15% entre las madres. Los trastornos posparto pueden también incluir trastornos mentales más graves con una prevalencia de 1 por cada 1.000 nacimientos. Según los investigadores, las tres semanas posteriores al parto son el periodo más crítico en lo que se refiere a estos riesgos para la salud mental de las madres primerizas. Se ha descrito un síndrome similar en padres que experimentan cambios de humor durante el embarazo de su esposa o después del parto. Hay varios factores que afectan a este tipo de padre: la responsabilidad añadida, la disminución de la práctica sexual, una menor atención por parte de su esposa y la creencia de que el bebé es una atadura más, si se trata de un matrimonio poco satisfecho. En ciertos casos raros (1 o 2 de cada 1000 partos) la depresión postparto de la mujer se caracteriza por sentimientos depresivos e ideas suicidas. En los casos más graves, la depresión puede alcanzar proporciones psicóticas con alucinaciones, delirios e ideas infanticidas. Aunque la existencia de problemas psiquiátricos previos hace aumentar el riesgo de problemas postparto, hay pruebas de que el trastorno del humor del postparto es un concepto específico, distinto de otros diagnósticos psiquiátricos. La mayoría de las mujeres que sufren depresiones benigna. Psicosis puerperal La psicosis puerperal es una psicopatología descrita ya por Hipócrates. Antiguamente se englobaba dentro de las reacciones exógenas agudas de Bonhoeffer. Y, de hecho, en Europa durante años solo existió un síndrome puerperal como tal, que englobaba la psicopatología del puerperio, denominado amencia (palabra derivada de las lenguas germanas y que significa confusión o perplejidad). No existe un consenso sobre su definición como entidad, pero desde el siglo XIX existe una sintomatología definida por criterios operativos; y como veremos la "amencia" es uno de sus síntomas. Las diferentes escuelas y autores actuales aún no se han puesto de acuerdo sobre si la psicosis puerperal es una psicopatología afectiva, esquizoafectiva, psicótica inespecífica o si se incluye dentro de las psicosis cicloides (concepto al que se acercan por ejemplo Klompenhouwer o los autores franceses). El DSM-IV y el CIE-10 la incluyen dentro de los trastornos psicóticos. La psicosis puerperal aparece en 1-2 casos de cada mil partos. Existen múltiples factores tanto psicosociales como biológicos asociados al desarrollo de una psicosis en el puerperio; y seguramente la combinación de varios de ellos en la misma paciente sea el desencadenante del episodio psicótico. Entre los factores más relevantes destaca en primer lugar el antecedente personal de un Trastorno Afectivo (sobre todo en el caso del Trastorno Bipolar en el que el riesgo de padecer una psicosis puerperal es del 25%), Esquizofrenia o un Trastorno Esquizoafectivo. Otros factores son: episodios previos de psicosis puerperal, antecedentes familiares de Trastorno Afectivo (en el 50-60% casos de psicosis puerperal), parto por cesárea, complicaciones en el posparto, primípara (en el 50-60% casos de psicosis puerperal), primer hijo varón, ser soltera, toxicomanías, estación del año y relaciones sociofamiliares conflictivas (destacando la relación con la pareja y la relación con la madre). Como se ve la mayoría de factores asociados son psicosociales; pero además de la cesárea y las complicaciones posparto existen otros factores biológicos asociados, algunos actualmente en estudio: Hormonales (CRH, Serotonina, Estrógenos, Progestágenos, Prolactina, Glicina), Neurotransmisores (Receptores Opioídes Endógenos), Anemia (por ejemplo hemorragias posparto), Infecciones, Fármacos y Tóxicos. Existen dos modelos que explican cómo afecta la maternidad a la mujer. Uno (modelo de Desarrollo) que postula que la maternidad produce un nuevo self en la mujer que ésta debe adaptar a su self anterior y a sus relaciones previas; igualmente la mujer y su pareja deben asumir nuevas responsabilidades que implican un tiempo de adaptación. Cuando una mujer sufre una psicosis puerperal sus dificultades para adaptarse son mayores dada su psicopatología. Otro (modelo de los Sistemas Sociales), centrado en cómo el hecho de tener un hijo altera el circulo social y familiar de la mujer y las creencias de ésta sobre la maternidad o el parto, lo que puede dar lugar a un conflicto interno y acabar originando una psicosis puerperal. Psicodinámicamente la psicosis puerperal es vista como la contradicción entre cómo cree la mujer que debe actuar una madre y su compromiso con la maternidad, con el rechazo a su madre como modelo de maternidad. Esto da lugar a que cuando la mujer debe actuar como madre no tiene un modelo en el que fijarse lo que vive de modo desagradable y la confunde, escindiéndose su identidad como madre y su competencia como tal. En definitiva, quieren ser buenas madres, no saben cómo hacerlo y debido a que sus hijos tampoco pueden indicarlas cómo deben actuar no se ven reforzadas por ellos y acaban rechazándolos. Desde un punto de vista clínico, la psicosis puerperal es un cuadro "polimórfico" y podemos sospechar de su presencia ante la existencia de rápidas fluctuaciones de nivel conciencia, con perplejidad, desorientación e intervalos lúcidos dispersos. En el aspecto psicomotriz y de discurso presenta también importantes fluctuaciones, desde la agitación al estupor y desde la verborrea al mutismo. A nivel afectivo también existe rápida variabilidad desde gran euforia y ansiedad hasta ánimo depresivo. Los trastornos de pensamiento se presentan como delirios o ideas deliroides asociadas a la maternidad. Así, el adjetivo "polimorfo" hace referencia a las multitud de diferentes combinaciones que pueden darse entre las diferentes alteraciones cognitivas, psicomotoras, del discurso, sensoperceptivas, del pensamiento y afectivas. En la fase aguda de la psicosis puerperal es necesario un tratamiento farmacológico enérgico. Suelen pautarse Antipsicóticos incisivos a elevadas dosis (aunque en los últimos años existe una tendencia creciente a utilizar Antipsicóticos Atípicos debido a su mejor tolerancia) asociados a Benzodiacepinas, Litio y en casos graves que no responden a tratamiento farmacológico o éste está contraindicado TEC (Terapia Electroconvulsiva). Una vez que la sintomatología psicótica ha empezado a remitir es necesario introducir lo más precozmente posible medidas terapéuticas de tipo psicosocial. De ellas el restablecimiento temprano de la relación materno-filial es clave. Distintos autores coinciden en que acelera la mejoría psicopatológica y permite que la paciente reasuma su rol materno. La evolución de la psicosis puerperal suele ser favorable y solo en un porcentaje muy pequeño de casos la mejora no es completa y persiste algún deterioro. Por otro lado, la respuesta incompleta al tratamiento se asocia a un alto porcentaje de riesgo de maltrato infantil, y de hecho en un 4% de estos casos se produce infanticidio. En cuanto al pronóstico, por regla general, a corto plazo es bueno (muy relacionado con la correcta evolución del episodio psicótico puerperal) pero cabe señalar que el riesgo de repetición de otro episodio psicótico está muy asociado a la presencia de embarazos posteriores. Si no se producen más embarazos el 75% de las pacientes no repetirán episodios psicóticos pero los embarazos posteriores aumentan el riesgo de recaídas de un 50 a un 75%. El pronóstico a largo plazo, sin embargo, no es tan optimista ya que se ha visto que un alto porcentaje de pacientes desarrollan patología psiquiátrica (esta vez sin relación con el puerperio). Por este motivo se considera importante el seguimiento regular de las pacientes que han padecido uno o más episodios de psicosis puerperal, ya que la detección y tratamiento precoz de una patología psiquiátrica mejoran su pronóstico. Clasificación psiquiàtrica: En la actualidad la psicosis puerperal no existe como entidad nosológica independiente. En la clasificación de la APA (DSM-IV) el trastorno más similar es el Trastorno Psicótico Breve sin desencadenante grave de inicio en el post-parto. En la clasificación de la OMS (CIE10) se incluye dentro de los Trastornos Psicóticos Agudos y Transitorios debidos a situación no estresante aguda. La CIE 10 recomienda clasificar los trastornos del post-parto de acuerdo con la sintomatología que presenten. No obstante, hay una categoría especial para los trastornos del puerperio (F53), que para la mayoría de los clasificadores resulta innecesaria y que recomiendan no usar ya que basta con agregar al código del diagnóstico principal un código adicional para identificar que la sintomatología se está presentando durante el puerperio (099.3). F53 Trastornos mentales y del comportamiento en el puerperio, no clasificados en otro lugar F53.0 Trastornos mentales y del comportamiento en el puerperio no clasificados en otro lugar leves Incluye: Depresión postnatal. Depresión postparto sin especificar. F53.1 Trastornos mentales y del comportamiento en el puerperio no clasificados en otro lugar graves F53.8 Otros trastornos mentales y del comportamiento en el puerperio no clasificados en otro lugar F53.9 Otro trastorno mental o del comportamiento del puerperio sin especificación Depresión posparto: La especificación de trastorno del estado del ánimo con inicio en el posparto puede aplicarse al episodio depresivo mayor, maníaco o mixto actual (o más reciente) de un trastorno depresivo mayor, trastorno bipolar I o II o a un trastorno psicótico breve si se inicia en las primeras 4 semanas después del alumbramiento de un hijo. En general, la sintomatología de los episodios depresivos mayores, maníacos o mixtos pospartos no difiere de la sintomatología de los episodios afectivos que no se producen tras el parto y puede incluir la presencia de síntomas psicóticos. En los episodios posparto puede ser más frecuente el curso fluctuante y la labilidad del estado de ánimo. Cuando hay ideas delirantes, es frecuente que se refieran al recién nacido (p. ej., que el recién nacido esté poseído por el demonio, que tenga poderes especiales, o que esté condenado a un destino fatal). Tanto en la presentación psicótica como en la no psicótica, puede haber ideación suicida, pensamientos obsesivos de agresión al niño, falta de concentración y agitación psicomotora. Es frecuente que las mujeres con episodios depresivos mayores posparto presenten una gran ansiedad, crisis de angustia, llanto espontáneo mucho después de lo que suele durar la tristeza posparto («baby blues») (p. ej., 3-7 días posparto), desinterés por el nuevo hijo e insomnio (que es más probable que se manifieste como dificultad para conciliar el sueño que como despertar precoz). Muchas mujeres se sienten especialmente culpables por tener sentimientos depresivos cuando creen que deberían estar contentas. Pueden ser reticentes a manifestar sus síntomas o sus sentimientos negativos sobre el niño. El resultado de la enfermedad por sí misma o de la separación del hijo puede dar lugar a una deficiente relación madre-hijo. El infanticidio se asocia con mayor frecuencia con los episodios psicóticos posparto, que están caracterizados por alucinaciones que ordenan matar al niño o ideas delirantes de que el niño está poseído, pero también puede ocurrir en los episodios afectivos posparto graves, sin estas ideas delirantes o alucinaciones específicas. Los episodios afectivos posparto (depresivos mayores, maníacos o mixtos) con síntomas psicóticos se producen aproximadamente en 1 de cada 500 a 1.000 partos y parecen ser más frecuentes en mujeres primíparas. El riesgo de episodios posparto con síntomas psicóticos es especialmente elevado en las mujeres con episodios afectivos posparto anteriores, pero también es mayor en las que tienen historia previa de un trastorno del estado de ánimo (especialmente un trastorno bipolar I). Una vez que una mujer ha tenido un episodio posparto con síntomas psicóticos, el riesgo de recidiva en cada parto posterior es del 30-50 %. También hay datos que sugieren un aumento del riesgo de episodios afectivos psicóticos posparto en las mujeres con historia de trastorno del estado de ánimo con historia familiar de trastornos bipolares. Los episodios posparto deben diferenciarse del delirium que se presenta en el período posparto, que se caracteriza por un descenso del nivel de alerta o atención. Se dispone de diversas especificaciones para los trastornos del estado de ánimo, cuya finalidad es la de aumentar la especificidad diagnóstica y crear subgrupos más homogéneos, ayudar a la selección del tratamiento y mejorar la predicción pronóstica. Las especificaciones que describen el curso de los episodios recidivantes incluyen las especificaciones de curso longitudinal (con o sin recuperación total interepisódica), patrón estacional y ciclos rápidos. La depresión posparto, que afecta al 13% de las mujeres, podría prevenirse en un futuro a través de un pequeño test genético, según los resultados de una investigación que describe el comportamiento de los genes en este trastorno, llevada a cabo por un equipo multicéntrico de siete hospitales españoles. La conclusión principal del estudio es que "la depresión posparto desde un punto de vista genético parece tener un mecanismo diferente al que actúa en otros tipos de depresión, debido a la interacción de dichos genes con los cambios hormonales que se producen en el posparto", Según la investigación, la diferencia desde el punto de vista genético entre una depresión normal y la que se produce en el puerperio estriba en que "las variaciones de algunos de los genes que regulan la serotonina, que se ha asociado repetidamente al riesgo de padecer depresión, son variaciones protectoras para la depresión posparto". Trastornos de la relación madre-hijo La conducta del vínculo madre-hijo no es privativa del ser humano: puede ser observada en todos los mamíferos, en las aves y algunos reptiles que, de alguna manera, cuidan y entrenan a sus recién nacidos hasta que pueden valerse en forma independiente. Los primeros investigadores observaron interesantes conductas que se repetían en los mamíferos. En la década de los treinta un grupo de psicólogos realizó interesantes observaciones en ovejas. Advirtieron que cuando se separaba un cordero recién nacido de su madre inmediatamente después del alumbramiento y se le devolvía a su madre oveja seis horas más tarde, ésta no lo reconocía como hijo, no lo amamantaba y hasta lo ignoraba. Pero, cuando no se separaba a la oveja de su hijo cordero y no se interfería en sus rituales y conductas durante las primeras seis horas de vida, si luego eran separados, había un cambio radical en las conductas. La oveja era capaz de reconocer a su hijo y amamantarlo y el cordero a su madre, aunque la separación hubiera durado tres días. Algo muy importante ocurría en las primeras horas de vida que determinaba toda la conducta maternal. Esto fue nominado como “imprinting”, impregnación o “apego” y esas primeras horas de vida correspondían al “período sensitivo”. Explorando a otros mamíferos: conejos, bovinos, caballos, primates, felinos, perros etc., se constató que en todas estas especies existía un período sensitivo donde ocurría el apego. Además, todas las especies tenían un ritual de parto y período sensitivo semejantes, donde la hembra parturienta se aislaba del grupo para desarrollar su parto en intimidad, manteniendo esta actitud durante varias horas o días antes de reincorporarse al grupo con su/s recién nacido/s. Entonces, se puede observa que existe una conducta específica de cada especie en torno al ritual del parto y el período sensitivo, hasta completar la tarea del apego. Basta observar la agresividad de la hembra, justo después del parto, con los pares que pretenden acercarse e interrumpir su período sensitivo, que comienza después del alumbramiento, con el corte del cordón umbilical, el aseo del/los recién nacido/s, su reconocimiento y posterior amamantamiento. Posteriormente, otros investigadores, buscaron la “”hormona del apego” infructuosamente, pues se había observado que se podía modificar la conducta maternal en ratas, con inyecciones de progesterona. Si a una rata nuligesta y nulípara se la dejaba en una jaula con ratitas recién nacidas, esta rata las mataba y devoraba. Pero si previamente se le inyectaba suero de una rata puérpera o progesterona, adquiría conductas maternales e incluso intentaba amamantarlas. Esta experiencia no pudo ser reproducida en mamíferos superiores, como primates, lo que desmoronó la teoría de la ”hormona del apego”, pero abrió las puertas a pensar que existían condiciones maternas y del recién nacido que, a través de una interacción, generaban la conducta de apego. Después aparece una serie de experiencias de “adopción” para reconocer los factores maternos y del recién nacido que influyen en el apego. Las madres mamíferas pueden transformarse en madres adoptivas si se les agrega muy precozmente, inmediatamente después del parto, un recién nacido ajeno a su propia camada, sin que lo advierta. El olfato parece jugar un papel fundamental. Otras experiencias interesantes corresponden a madres adoptivas “artificiales”, donde la conducta del recién nacido para aceptar a su “madre adoptiva artificial” varía según el nivel de desarrollo de la especie. Los pollitos, por ejemplo, reconocen como madre al primer objeto en movimiento que visualizan al salir del cascarón. Si el huevo es incubado por una pata, al salir del cascarón la identifican como su madre y viceversa. Pero si lo primero que ven es un muñeco de trapo, reconocerán a éste como madre y la seguirán. A medida que se asciende en la escala evolutiva, la conducta es más compleja y sofisticada. Un chimpancé recién nacido sólo acepta como madre adoptiva a un muñeco con las principales características de chimpancé, es decir con rasgos, pelaje y olor a chimpancé, además de temperatura corporal tibia. En general, el apego es un vínculo poderoso, que determina conductas destinadas a cuidar al recién nacido hasta que éste pueda valerse por sí mismo, desde las aves hasta los primates. En la década de los setenta surgen las preguntas: ¿Existe el apego en la raza humana? ¿Cómo se genera? ¿Existe un período sensitivo? Las primeras observaciones en maternidades norteamericanas y europeas, no arrojaron conclusiones útiles y ello se debió a que la medicina occidental había alterado y opacado el proceso natural del parto, en aras de la asepsia y antisepsia. El embarazo era considerado como una patología y la mujer parturienta ingresaba a un sistema demasiado artificial y ajeno a lo natural, alejada de su medio ambiente y subdividido en etapas (preparto, parto y puerperio), con especialistas diferentes, donde su recién nacido era inmediatamente retirado después del parto, para vigilar su termorregulación y realizar profilaxis ocular de gonococia, de hemorragias con vitamina K inyectable y primeras vacunas, y era devuelto a su madre, horas después, vestido (cual momia) sólo con su carita descubierta, para iniciar el proceso de lactancia. En estas condiciones, era imposible reconocer las conductas naturales de la madre y su recién nacido en el “posible período sensitivo”. No obstante, los sociólogos habían observado el ritual del parto y puerperio en diversas culturas indígenas, unas muy primitivas (casi paleolíticas) en Australia, otras más modernas en Sudáfrica y Amazonas del Brasil, y algunas muy desarrolladas, en reductos indígenas de Norteamérica. Todas estas observaciones tenían algo en común: mostraban un ritual de parto semejante, donde la mujer se aislaba con su recién nacido las primeras horas del posparto sola o acompañada de una mujer importante de su familia o su tribu, y después de la primera lactancia, el recién nacido era conocido y reconocido por los miembros de la tribu. Entonces, existía una conducta específica de la especie humana para proteger el “período sensitivo” e iniciar el apego. En el año 1974, el Dr. M. Klaus y sus colaboradores diseñaron un trabajo de investigación. En dos pequeñas maternidades de la ciudad de Guatemala compararon dos grupos de madres, primigestas y primíparas, con embarazo normal y parto normal. Al primer grupo de madres se le sometió a la rutina habitual de la maternidad y al segundo grupo se le permitió permanecer, los 45 minutos posteriores al parto, en intimidad con su recién nacido desnudo, en contacto piel con piel, sin interferencia de ningún tipo. Luego, el recién nacido era retirado e incorporado a las rutinas habituales de la maternidad. Ambos grupos eran perfectamente comparables, salvo la única diferencia del segundo grupo, que consistía en la protección de la intimidad madre-hijo en los primeros 45 minutos. El seguimiento longitudinal de ambos grupos arrojó notables diferencias: las madres del segundo grupo se comunicaban más (también verbalmente) con sus hijos, los mantenían más tiempo en brazos, conservaban por mayor tiempo la lactancia natural y tenían una relación más armoniosa con sus hijos. Por otra parte, los hijos del segundo grupo también exhibían notables diferencias con los del primero: A los año tenían un mejor desarrollo psicomotor, especialmente en el área de la comunicación y el lenguaje y, años más tarde, tendrían un mayor coeficiente intelectual. Aparece una nueva pregunta: ¿el apego sólo se genera en el “período sensitivo” o existen otras instancias? Afortunadamente, para nuestra raza, existen otras instancias importantes. De hecho, las madres que adoptan pueden generar un intenso apego con su hijo adoptivo e incluso generar lactancia materna, aunque sean nulíparas y nuligestas, con el sólo estímulo de la succión del pezón por parte del recién nacido adoptado. Las condiciones de una mujer para generar un buen apego se van produciendo desde su infancia. Influyen positivamente los juegos con muñecas, la visualización de un embarazo de su madre, hermana mayor o parientes, con características normales. Luego, cuando llega a la edad adulta, son importantes la planificación, confirmación y aceptación del embarazo. Mucho influye la visualización por ecografía de su bebé, los primeros movimientos fetales, la experiencia del parto, ver y tocar a su recién nacido en el período sensitivo, que es la culminación del apego. Más tarde, los cuidados y la permanente interacción con el recién nacido y lactante van fortaleciendo el apego. Al dejar a la madre con su torso desnudo junto a su recién nacido desnudo, se observó que primero la madre lo miraba por varios minutos, acomodando la distancia focal hasta llegar a un encuentro “ojo a ojo”. Posteriormente y en forma tímida le hacía un reconocimiento corporal, comenzando por los dedos de los pies, luego manos, luego dorso y finalmente cabeza, acariciándole y hablándole con una voz suave, de tonalidad alta y a un cierto ritmo, con inflexiones periódicas del tono de voz. Estas inflexiones eran seguidas por movimientos mínimos, mímico- gestuales del recién nacido (elevación de cejas, apertura bucal, movimientos de ojos, y de manos). Este sincronismo hace sentir a la madre que su hijo la está atendiendo a ella, está concentrado en ella y la está comprendiendo. Ello refuerza a la madre y la estimula a seguir hablando y acariciando, lo que va . reforzando las respuestas mímico-gestuales del hijo La madre continúa en este sincronismo progresivo con su recién nacido, hasta que éste llora, lo que erige los pezones maternos y estimula la prolactina a través de una vía pezón-hipotálamo y asoma la primera gota de calostro. Al mismo tiempo, se estimula la producción de Oxitocina materna, que contrae su útero previniendo hemorragias. De repente, de forma espontánea se lo acerca al pezón y le bebé empieza a mamar. De entonces en adelante, esas conductas se van repitiendo y el apego se va fortaleciendo con el correr de los días, hasta constituir el vínculo más poderoso que existe en la raza humana. El desarrollar una relación con el recién nacido es la tarea psicológica más importante durante el puerperio. Las alteraciones en este proceso han sido identificadas desde hace mucho tiempo y se han descrito como actitudes de rechazo, maltrato infantil e inclusive infanticidio. El síntoma esencial de esta condición es una alteración emocional de la madre que la lleva al desarrollo de manifestaciones de ira patológica. Sin embargo, el concepto de depresión postnatal con trastornos en la relación madre-hijo no es aplicable a esta situación ya que no refleja la verdadera condición de alteración emocional circunscrita específicamente a lo relativo a los lazos de apego entre la madre y su hijo. Es una entidad poco identificada, en parte debido a que no se encuentra especificada en los sistemas actuales de clasificación. Se han hecho esfuerzos por tratar de incluirla dentro de las clasificaciones, sin embargo no es una tarea fácil ya que los trastornos en la relación de la madre respecto a su hijo difícilmente se consideran como una patología. Se calcula que de las mujeres referidas a consulta psiquiátrica después del parto, de 10 a 25% presentan estas manifestaciones. Los niveles del trastorno son variables y pueden ir desde expresar la idea de que desearían dar al niño en adopción o de que alguien más se encargara de su cuidado, hasta manifestar irritabilidad, ansiedad, verborrea y actitudes de amenaza de violencia física. Desde luego que estos cuadros, en sus formas más severas, pueden formar parte de las psicosis postparto. Suelen mejorar en el momento en el que se implementa un tratamiento. Las intervenciones psicológicas ayudan a que la madre aprenda a disfrutar el contacto con el niño. Desde los primeros meses de vida, los niños inician una interacción social e interpersonal. Manifiestan una capacidad de respuesta creciente ante el ambiente externo y una capacidad de establecer una relación especial con las figuras cuidadoras primarias, establece vínculos. La comunicación empieza en el primer periodo de vida cuando el adulto responde nutriendo a los ritmos del bebe, las conductas de atención y los estados afectivos. crecimiento y las responsabilidades a veces son arduas e inquietantes. Bowlby emplea una perspectiva evolutiva que incluye aspectos de la conducta animal y los combina con aspectos de la teoría psicoanalítica para entender la formación de la afectividad humana. Define la afectividad como un lazo que se afianza con el tiempo y finalmente llega a formar parte de la estructura psíquica del individuo. La función biológica de la afectividad es la protección. La separación afectiva de la figura materna se intensifica cuando el niño pequeño está largo tiempo en un ambiente extraño, cuidado por personas extrañas, entonces en el niño aparece protesta, desesperación y separación. La protesta es una conducta enfadada en la que el niño busca a la madre. La fase de desesperación es un dolor agudo en que disminuye la esperanza. La fase de separación sirve como función defensiva (ignorar y alejarse de la madre). En el desarrollo de la teoría psicoanalítica el concepto de separación incluye dos perspectivas distintas aunque tienen relación, que son: la separación como un proceso a través del cual el niño desarrolla una conciencia de lo físico y mental respecto a los demás y la separación como experiencia al ser separado de las figuras parentales. La identidad personal se va formando en el niño a través del conocimiento del cuerpo y de la formación del ego. A través de las experiencias diarias, relación con los demás etc… En la teoría psicoanalítica, la ansiedad es la respuesta al peligro real o imaginado, de pérdida del objeto amado, pero esta vista en términos más complejos que la teoría de la afectividad. En los primeros años de vida se experimenta la ansiedad de separación. El miedo a la pérdida del objeto amado, miedo a la pérdida del amor y aprobación de esta persona. El miedo a la pérdida del amor es universal o general en nuestra cultura en niños psicológicamente sanos, aunque en diferente intensidad. En la teoría del desarrollo psicoanalítica tiene importancia la estabilidad y la durabilidad al igual que es de especial relevancia la estructura de constancia del objeto. La constancia del objeto es ese estado de relaciones del objeto en que el niño tiene la capacidad para retener en la memoria los lazos emocionales de los padres,… y para sentir su apoyo, guiando la presencia aún cuando ellos son una fuente de frustración o desilusión o cuando ellos están ausentes. La constancia del objeto es un término empleado en la teoría psicoanalítica que requiere los aspectos cognoscitivos y distingue entre la formación de lazos el primer año y el logro de constancia de objeto que requiere el desarrollo de estructuras cognoscitivas cruciales. Las experiencias de deprivación, ejercen un efecto nocivo en las funciones adaptativas en la edad temprana. Se demuestra una correlación significativa entre estadios de la afectividad y la teoría de Piaget de construcciones cognitivas de los objetos inanimados. Para Piaget es muy importante la emocionabilidad con la madre. Piaget ve la afectividad como la fuente de energía de la cual depende la inteligencia. No puede existir funcionalmente una sin la otra. Los procesos emocionales pueden acelerar, retardar, perturbar las adquisiciones mentales. La convicción de que la relación del niño con el adulto es de gran importancia en su crecimiento y desarrollo fisico, cognoscitivo y emocional es compartida por varias teorías del desarrollo. Hay acuerdo en general sobre el papel de las relaciones del niño con los padres para su bienestar, y el daño que puede suponer a corto a largo plazo cuando las relaciones son deficientes. Rasgos importantes en el cuidado parental que facilitan el desarrollo: 1) Continuidad de cuidado y afecto parental. Esto origina el desarrollo de las relaciones de amor del niño, la formación de lazos sociales, la comunicación social y emocional. 2) Relación intima entre adulto y niño, que comienza con el deseo de los padres de nutrir y amar. 3) Tipo especifico de estimulación físico, social, emocional, lenguaje y de crecimiento intelectual. 4) Modelo de desarrollo de estrategia a través de la educación y la relación afectiva. 5) Transmisión de valores sociales y culturales que influyen en la forma en que el niño resuelve las tareas impuestas en cada fase de su desarrollo. La autoestima depende de la percepción del padre como fuente de seguridad y protección. Modelos de experiencia estables y afectuosos facilitan al bebe el organizar los procesos psicológicos tempranos, la influencia del exterior y las sensaciones internas, sentimientos y pensamientos. Los tipos específicos de experiencias facilitan la formación de la afectividad segura y refuerzan aspectos particulares del desarrollo. Por ejemplo: es importante para el desarrollo del discurso si el cuidador le habla mucho al niño. La provisión de juguetes y otros objetos inanimados para manipular y explorar es importante en la fase de inteligencia del periodo sensoriomotor según nos dice Piaget, que ayuda a estructurar la vida afectiva. El padre como educador y guía ayuda al niño a identificar los aspectos de la realidad, como una fuente de información y a modificar las expectativas cognoscitivas del niño. Los padres son el modelo para el niño en el establecimiento de las estrategias de desarrollo de la personalidad saludable. El niño desea agradar a las personas que ama y se motiva para comportarse de formas que éstas aprueben. El niño imita y gradualmente incorpora aspectos de su conducta. Las madres deprimidas no pueden responder de forma adecuada a las demandas del niño e interfieren en la formación de una afectividad segura y una adecuada autoestima. Madres con desordenes psiquiátricos severos en los cuales la realidad está dañada son incapaces de representar la realidad a sus hijos. Así mismo madres afectas por el abuso de drogas y alcohol son incapaces de proporcionar los cuidados necesarios a sus hijos. Hay estudios que afirman que recién nacidos cuyas madres han sido maltratadas durante el embarazo tienen mayor posibilidad de desarrollar una tendencia a la agresividad, la ansiedad o la hiperactividad, entre otros trastornos. Así mismo la madres con parejas mal avenidas tienen una posibilidad 237 veces mayor de alumbrar niños con este tipo de problemas que el resto. Según algunos autores de tendencia psicoanalítica el hecho de acariciar al feto, hablarle o ponerle música para su futuro desarrollo favorece que al nacer se sienta seguro y protegido y que cuando nazca muestre más autoestima. Según estos mismos autores madres en malas condiciones psíquicas por los problemas antes expuestos no podrían favorecer este proceso. Las principales consecuencias que se han descrito en hijos de madres maltratadas durante el embarazo son múltiples: Las que se derivan por la incapacidad de las víctimas para atender a las necesidades básicas de las niñas y niños, por la situación física y emocional en la que se encuentran. Lo que puede generar situaciones de negligencia y abandono hacia los niños y niñas. Las que se derivan de la incapacidad de los agresores de establecer una relación cálida y afectuosa cercana con sus hijas e hijos. Lo que puede generar serios problemas de vinculación afectiva y establecimiento de relaciones de apego. Las consecuencias que tendrá en el niño son muy variadas: Consecuencias físicas: retraso en el crecimiento, alteraciones del sueño y de la alimentación, retraso en el desarrollo motor, etc. Alteraciones emocionales: ansiedad, depresión, baja autoestima, trastorno de estrés posttraumático, etc. Problemas cognitivos: retraso en el lenguaje, absentismo escolar, fracaso escolar, etc. Problemas de conducta: falta de habilidades sociales, agresividad, inmadurez, delincuencia, toxicomanías, etc.