1 Al pasar, Jesús vio a un hombre que había nacido ciego. 2Sus discípulos le preguntaron: –Maestro, ¿por qué nació ciego este hombre? ¿Por el pecado de sus padres, o por su propio pecado? Según la concepción corriente del judaísmo, la desgracia era efecto del pecado, que Dios castigaba en proporción exacta a la gravedad de la culpa. No faltaban opiniones según las cuales el niño podía pecar en el vientre de su madre; pero era más frecuente pensar que los defectos físicos congénitos se debieran a las faltas de los padres. 3 Jesús les contestó: –Ni había pecado él ni sus padres; pero así se manifestarán en él las obras de Dios. El ciego representa a la parte del pueblo que, debido a la opresión que ha sufrido, sin culpa propia ni de sus padres, nunca ha podido descubrir ni conocer lo que significa ser persona. No es cómplice, sino víctima del pecado del mundo, en este caso, el de los dirigentes que ejercen la opresión (9,41). Jesús afirma que su ceguera no es un castigo, y que Dios no es indiferente ante el mal; al contrario, quiere que el hombre salga de su miseria y le ayuda a ello. 4 Mientras es de día tenemos que hacer el trabajo del que me envió; pues viene la noche, cuando nadie puede trabajar. Hay un tiempo de luz, cuando Dios se manifiesta ofreciendo la salvación, y hay otro en que la oportunidad pasa. Llegará la noche cuando se verifique el rechazo definitivo de Jesús; entonces la ruina será inevitable. Noche es el mundo sin Jesús que es su luz. NO SEAN COMO LOS HIPÓCRITAS – Anexo 2: La luz de Cristo y la ceguera de los fariseos 5 Mientras estoy en este mundo, soy la luz del mundo. Esta metáfora define la misión liberadora de Jesús que, como el MesíasSiervo de Dios de Is 42,6ss; 49,6ss, es “luz de las naciones” para “dar la vista a los ciegos” (= “liberar a los oprimidos”). Dar vista a los ciegos es uno de los signos propios de la salvación definitiva anunciada por los profetas como liberación de la opresión. 6 Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva y le untó su barro en los ojos. Hacer barro con la saliva significa la creación del hombre nuevo (simbolismo del día sexto), compuesto de tierra/carne y saliva/Espíritu-de-Dios. El barro modelado con el Espíritu es el proyecto de Dios realizado, cuyo modelo es Jesús mismo, su propia humanidad llena del Espíritu/amor del Padre. Esto es lo que Jesús pone ante los ojos del que nunca ha visto y no sabe lo que es ser un hombre. No lo consulta porque, siendo ciego de nacimiento, no sabe lo que es la luz y no puede siquiera desearla; pero la decisión de recobrar la vista quedará en sus manos: él tendrá que ir por propia iniciativa a lavarse en la piscina. 7 Luego le dijo: –Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa: “Enviado”). El ciego fue y se lavó, y cuando regresó ya podía ver. Al aceptar la invitación de Jesús a lavarse (=aceptación del agua/Espíritu) en la piscina del Enviado (=Jesús, cuya agua es el Espíritu), el ciego obtiene la vista. Su fe, que consiste en fiarse de Jesús y obedecerle, tiene como efecto la visión, es decir, la percepción del proyecto de Dios sobre el hombre y la adhesión a él. La luz/verdad que percibe es el amor de Dios manifestado en Jesús y la plenitud humana a que ese amor lo llama y que Jesús puede realizar en él. NOTA: La doble mención de untar/ungir (9, 6.11) y de la piscina (9,7) término que será utilizado para designar la fuente bautismal, muestran que se lee la actividad de Jesús a través de los ritos de iniciación de la comunidad cristiana. 8 Los vecinos y los que antes solían verlo porque era mendigo, preguntaban: –¿No es éste el que estaba sentado y pedía limosna? 9 Unos decían: –Sí es él. Otros decían: –No, no es él, aunque se le parece. Pero él mismo decía: 2 NO SEAN COMO LOS HIPÓCRITAS – Anexo 2: La luz de Cristo y la ceguera de los fariseos –Sí, yo soy. La nueva condición del hombre se manifiesta inmediatamente en la independencia (antes era mendigo) y libertad de movimientos (antes estaba sentado, inmóvil), así como por la identidad encontrada (“Soy yo”) semejante a la de Jesús (4,26). La transformación realizada se evidencia en las dudas de los vecinos sobre la identidad del hombre curado: el que ellos conocían, siendo el mismo, es diferente. 10 Entonces le preguntaron: –¿Y cómo se te han abierto los ojos? 11 Él les contestó: –Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo untó en los ojos, y me dijo: ‘Ve a la piscina de Siloé y lávate’. Yo fui, y en cuanto me lavé pude ver. 12 Entonces le preguntaron: –¿Dónde está ese hombre? Y él les dijo: –No lo sé. La respuesta del ciego demuestra que Jesús no hace proselitismo, simplemente actúa en favor del hombre y le deja su libertad. 13 El día en que Jesús hizo el barro y le abrió los ojos era descanso de precepto. 14Por eso llevaron ante los fariseos al que había sido ciego, 15y ellos le preguntaron cómo era que ya podía ver. Y él les contestó: –Me puso barro en los ojos, me lavé, y ahora veo. Ahora es libre, ha perdido el miedo a los dirigentes y se enfrenta con ellos (9,13-33); una vez nacido de nuevo no puede ser sometido y es incompatible con el poder opresor (9,34: expulsión). 16 Algunos fariseos dijeron: –El que hizo esto no puede ser de Dios, porque no respeta el sábado. El Dios de los fariseos no se interesa por el que sufre o está inutilizado; para él lo inviolable, el valor supremo, es la Ley. Y esa Ley impersonal, como un muro, oculta el amor de Dios y le impide manifestarse. Pero otros decían: –¿Cómo puede hacer estas señales milagrosas, si es pecador? 3 NO SEAN COMO LOS HIPÓCRITAS – Anexo 2: La luz de Cristo y la ceguera de los fariseos De manera que hubo división entre ellos, 17y volvieron a preguntarle al que antes era ciego: –Puesto que te ha dado la vista, ¿qué dices de él? Él contestó: –Yo digo que es un profeta. 18 Pero los dirigentes judíos no quisieron creer que había sido ciego y que ahora podía ver, hasta que llamaron a sus padres 19 y les preguntaron: –¿Es éste su hijo? ¿Declaran ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver? 20 Sus padres contestaron: 21 –Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; pero no sabemos cómo es que ahora puede ver, ni tampoco sabemos quién le dio la vista. Pregúntenselo a él; ya es mayor de edad, y él mismo puede darles razón. 22 Sus padres dijeron esto por miedo, pues los judíos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a cualquiera que reconociera que Jesús era el Mesías. 23Por eso dijeron sus padres: “Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad”. 24 Los judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron: –Dinos la verdad delante de Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador. 25 Él les contestó: –Si es pecador, no lo sé. Lo que sí sé es que yo era ciego y ahora veo. 26 Volvieron a preguntarle: –¿Qué te hizo? ¿Qué hizo para darte la vista? 27 Les contestó: –Ya se los he dicho, pero no me hacen caso. ¿Por qué quieren que se lo repita? ¿Es que también ustedes quieren seguirlo? 28 Entonces lo insultaron, y le dijeron: –Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. 29Y sabemos que Dios le habló a Moisés, pero de ese no sabemos ni siquiera de dónde ha salido. 4 NO SEAN COMO LOS HIPÓCRITAS – Anexo 2: La luz de Cristo y la ceguera de los fariseos Los representantes del poder religioso-político judío se encuentran desconcertados ante la obra de Jesús, que derriba los presupuestos teológicos de su sistema. Después del impacto inicial, que produce una vacilación, se conciertan para neutralizar el hecho. En primer lugar, pretenden negar su existencia, considerándolo un fraude. Ante la innegable evidencia, intentan imponer su autoridad doctrinal al individuo, pero la sabiduría de éste, nacida de su experiencia de la nueva vida, se revela más fuerte que el prestigio de ellos y el hombre se niega a someterse. 30 El hombre contestó: –¡Qué cosa tan rara! Ustedes no saben de dónde ha salido, y en cambio a mí me ha dado la vista. 31Bien sabemos que Dios no escucha a los pecadores; solamente escucha a los que lo adoran y hacen su voluntad. 32Nunca se ha oído decir de nadie que diera la vista a una persona que nació ciega. 33Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada. 34 Le dijeron entonces: –Tú, que naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros? Y lo expulsaron de la sinagoga. Acorralados, los dirigentes pierden los estribos. No discuten el argumento del ciego que es irrebatible; pasan al insulto y achacan a su pecado congénito el haber estado ciego. En realidad eran ellos los opresores, los causantes de la ceguera (9,41); son ellos la tiniebla que la produce, pero descargan la culpa en él. Ante el fracaso de la coacción moral, recurren a una medida violenta y expulsan al hombre de su comunidad. Es su último argumento, que muestra al mismo tiempo su irracionalidad y su mala voluntad. Así, como Jesús era incompatible con el templo, donde iba a ser apedreado, el que recibe de él la vida no encuentra lugar en la institución judía. 35 Jesús oyó decir que habían expulsado al ciego; y cuando se encontró con él le preguntó: –¿Crees tú en el Hijo del hombre? 36 Él le dijo: –Señor, dime quién es, para que yo crea en él. 37 Jesús le contestó: –Ya lo has visto: soy yo, con quien estás hablando. 38 Entonces el hombre se puso de rodillas delante de Jesús, y le dijo: –Creo, Señor. 5 NO SEAN COMO LOS HIPÓCRITAS – Anexo 2: La luz de Cristo y la ceguera de los fariseos La iluminación del ciego ha consistido en hacerle ver lo que es Dios y lo que es el hombre. Dios no es el soberano dominador del hombre, sino la Vida y el Amor sin límite que desea comunicarse a él. El hombre no es un siervo ni está destinado a someterse a un yugo opresor: el proyecto de Dios lo destina a la plena libertad y desarrollo por el amor. Cambia la relación hombre-Dios que pasa de ser la de Señor-siervo, basada en el sometimiento del temor, a la de Padre-hijo, basada en la libertad del amor. Cambia la relación del hombre consigo mismo: de considerarse irremediablemente indigno, el hombre se ve ahora como objeto de un amor sin límite y llamado a una realización que lo asemeja a Dios su Padre. Cambia la relación con los demás hombres a los que se ven como objeto del mismo amor y llamados a la misma realización. Su actividad será ahora la de manifestar su propio amor para invitar a todos a la misma experiencia. Cambia la relación con el mundo que se le muestra como un regalo del amor del Padre y al que no pretenderá dominar sino vivificar. 39 Luego dijo Jesús: –Para un juicio he venido yo a este mundo, para que los ciegos vean y para que los que ven se vuelvan ciegos. 40 Algunos fariseos que estaban con él, al oír esto le preguntaron: –¿Acaso nosotros también somos ciegos? 41 Jesús les contestó: –Si ustedes fueran ciegos, no tendrían culpa de sus pecados. Pero como dicen que ven, son culpables. No es pecado ser ciego, sino serlo voluntariamente. El pecado de las autoridades judías se apoya en una doble mala fe: por un lado distinguen la luz y la rechazan; por otro proponen como luz lo que saben que es contrario a ella. Aferrados a su ideología, y para defender a toda costa la posición de dominio y privilegio que de ella depende, niegan la evidencia e invierten los valores. Son ciegos voluntarios que buscan cegar a los demás. Son la tiniebla que, imponiendo la mentira, apaga la verdad y con ella la vida. Viendo los efectos de su acción (Jn 5,2: una muchedumbre de inválidos, ciegos, cojos y paralíticos), deberían rectificar, pero no tienen amor (Jn 5,42); no les importa el hombre, sino su posición y su dominio (Jn 5,44). Su pecado persiste y los llevará a la muerte (Jn 8,21) (J.MATEO - J. BARRETO, El Evangelio de Juan). NOTAS 6 NO SEAN COMO LOS HIPÓCRITAS – Anexo 2: La luz de Cristo y la ceguera de los fariseos Los ‘sepulcros blanqueados’ acaban por tomar por verdad lo que quieren hacer creer a los demás: se creen justos (Lc 18,9; 20,20). “El cuarto evangelio traduce la apelación de hipócrita (=actor de teatro) por la de ciego, porque a fuerza de querer engañar a los otros, el hipócrita acaba por engañarse a sí mismo” (L. DUFOUR). Escribas y fariseos están tan acostumbrados a confundir los intereses de Dios con los suyos propios, que terminan oponiéndose a todo el que perjudica éstos como si se tratara de defender aquellos. Jesús emplea para ellos el término arameo hanefa (que en el AT significa or- dinariamente perverso, impío), porque la ceguera voluntaria (Jn 9,41) induce la peor perversión: esa mala fe que no tiene perdón (Mc 3,29; Mt 12,31; Lc 12,10) y endurece en el pecado que lleva a la muerte (1Jn 5,16). ¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas! (Is 5,20) “Morirán en su pecado” (Jn 8,21.24). Todo pecado es remisible, excepto la mala fe. El pecador puede reconocer su situación, pero el que obra con mala fe, se niega a reconocerla. El pecado contra el Espíritu Santo es el pecado cometido con los ojos abiertos y, al mismo tiempo, justificado, aceptado, racionalizado. No tiene perdón porque incluye en sí mismo el rechazo del perdón, excluyendo la postura de fe y la conversión (Sto. TOMÁS de AQUINO). Para reflexionar y compartir 1. ¿Qué era lo más chocante, en la conducta de Jesús, para los maestros de la ley y los fariseos? 2. ¿Qué era lo peor en la conducta de ellos para Jesús? ¿Por qué él, tan compasivo con los pecadores, a ellos no los aguanta? 3. ¿A quiénes se aplican hoy los reproches de Jesús a los fariseos? ¿Cuáles se aplican a mí? 4. El pecado contra el Espíritu Santo ¿es la hipocresía? ¿Por qué no tiene perdón y lleva a la muerte eterna? 5. ¿Por qué a Ananías y Safira (Hch 5,1-11) no se les perdonó una mentira y a Pedro se le perdonó un triple perjurio? ¿No se arrepintieron porque murieron, o murieron porque no se arrepintieron? ¿Por qué para Pedro esa mentira fue un pecado contra el Espíritu Santo y para los intérpretes es “el pecado original” de la Iglesia? 6. “El amor es ciego –decía un oculista– pero el matrimonio le devuelve la vista.” ¿De qué ‘amor’ se trata? 7. ¿Cuál ha sido mi peor ceguera? ¿Qué no veía o veía en forma falsa, equivocada, distorsionada? ¿Qué me impedía ver? ¿O es que no quería ver? 8. ¿Cómo y cuándo el Señor me ha abierto los ojos? ¿Qué me ha hecho ver? 7 NO SEAN COMO LOS HIPÓCRITAS – Anexo 2: La luz de Cristo y la ceguera de los fariseos 9. “Yo soy la luz del mundo –decía Jesús–. El que me sigue, no caminará en la tiniebla, sino que tendrá la luz que da la vida”. ¿Qué significa caminar en la tiniebla? ¿Cuál es esa luz que da la Vida? 10. “Para ser de verdad discípulos míos, - dijo Jesús - tienen que atenerse a mi mensaje: conocerán la verdad y la verdad los hará libres” (Jn 8,31-32). Para ser un verdadero cristiano y católico, a) ¿basta con que acepte en principio el mensaje de Jesús? b) ¿Qué significa “atenerse a mi mensaje”? ¿Cuál es la verdad sobre Dios y sobre mí mismo/a que debo experimentar para ser libre? ORACIÓN Me liberaste, Señor Jesús; tu verdad me ha hecho libre. No dejaré que la mentira me ate de nuevo al yugo de la esclavitud. Que me guíe tu Espíritu y jamás me arrastren mis sentimientos. Enséñame a actuar como tú: no a mi antojo, sino en total fidelidad al Padre y a su proyecto. No permitas que el espíritu del mal adormezca, ciegue o pervierta tanto mi conciencia, que yo llegue a engañarme a mí mismo/a; que acepte y justifique mis pecados; que profane tus sacramentos... ...que disimule mi infidelidad y me endurezca en esa horrible doble vida de quien ha excluido el arrepentimiento y persiste en rechazar tu perdón. No quiero perderte, Señor, ni por treinta monedas de plata ni por todo el oro del mundo. Tú eres la Verdad que quiero saber, siguiéndote a ti que eres el Camino, viviendo de ti que eres la Vida. CANTO Yo no sé qué está pasando, parece quieren cambiarme a ese ser que llevo dentro y que vive en cada gente. Yo no sé si yo no escucho o si es él que me habla menos. Lo que siempre fue su canto hoy siento que es mi llanto. El hombre que yo conozco no hace espuma y vanidades, siente, es libre y verdadero, son sus ojos diferentes. Cuando llama es un susurro, cuando calla una tormenta, una brasa cuando ama, cuando siente es un torrente. *Eres Jesús el carpintero, el de alegrías y quebrantos, de pobres y afligidos, de mi canto y del de tantos. Jesús amor, Padre ternura, Dios del pan, Dios del madero, Señor de la esperanza eres el Hombre que yo espero. 8 NO SEAN COMO LOS HIPÓCRITAS – Anexo 2: La luz de Cristo y la ceguera de los fariseos El otro, el que quieren imponerme es de piedras y mentiras. Sólo compra, suma y vende, es de hielo y amarguras. Yo no quiero parecerme a eso que llaman el hombre. El Hombre es uno y desde siempre, en él creo y quiero verle.* Padre amigo, hermano bueno, el de alegrías y quebrantos, de pobres y afligidos de mi canto y del de tantos. Jesús amor, Padre ternura, Dios del pan, Dios del madero, Señor de la esperanza... ¡Eres el Hombre verdadero! 9