Filosofía/Psicología Colegio Humberstone Iquique Los procesos psicológicos La Percepción (Guía aclaratoria de los contenidos tratados en clases) I NTRODUCCIÓN Percibir objetos en el mundo no es algo tan sencillo como parece, sino que es un proceso mental extremadamente complicado. A continuación se desarrollará una breve explicación acerca de qué es el proceso de percepción, qué lo compone como también cuáles son las implicancias que este tiene en nuestra vida diaria. 1. LA PERCEPCIÓN ES UN PROCESO BIPOLAR Espontáneamente pensamos que al percibir algo -este libro, esta mesa, este ruido que llega de la callesomos totalmente pasivos y receptivos. Pensamos, quizá, que las cosas emiten «copias» suyas a través del espacio, que son recibidas por nuestros órganos sensoriales: así conocemos el mundo tal cual es (esta explicación -que es a más natural - fue dada por algunos filósofos presocráticos, los llamados «atomistas»). Nada más falso: las cosas no emiten «copias» y nosotros no somos pasivos receptores je las mismas. Decía William James: «Parte de lo que percibimos proviene, a través de los sentidos, del objeto que tenemos delante; otra parte procede siempre de nuestra propia mente». Es decir, la percepción es un proceso bipolar que depende, en parte, de las características de los estímulos que activan los órganos de los sentidos y, por otra parte, de la actividad del sujeto perceptor. Y este último, además, utiliza esquemas» perceptivos y está determinado, al percibir, por su aprendizaje, sus experiencias, motivaciones, expectativas, aptitudes, personalidad, etc. Por ello mismo, no somos puros espectadores» pasivos cuando percibimos: la percepción es un fenómeno activo en el que interviene toda la persona, aunque no nos demos cuenta de ello. Las teorías de la percepción han dado mayor o menor importancia a cada uno de los dos polos -objetivo y subjetivo- de la percepción. La psicología cognitiva utiliza un «modelo» explicativo muy aclaratorio: la mente es como un ordenador. El que escribe envía una información en forma de impulsos eléctricos a través del teclado; el ordenador interpreta esa información y la procesa mediante el programa que está activado. Aunque la mente humana no sea exactamente un ordenador, todo parece suceder de la misma manera. La información que recibimos del mundo son estímulos (o "estimulaciones") de carácter físico- La respuesta del organismo son las sensaciones o impresiones sensoriales, que son elementos muy simples que se incluyen en la percepción y que sólo analizando esta última pueden ser aisladas. El hecho primitivo e inmediato para nosotros es la percepción. Las sensaciones son la respuesta del organismo a los estímulos exteriores. Pero en realidad no hay estímulos elementales, sino que se encuentran organizados de acuerdo con la realidad que representan. Por eso hay que hablar más bien de «cosas-estímulos y «respuesta-percepción». «Físicamente, las estimulaciones que desencadenan la actividad de los sentidos no son, claro es, sino formas de energía que inciden sobre ellos -sobre la retina, el tímpano o la pituitaria-, pero que en sí mismas son psicológicamente «mudas-, por decirlo de alguna manera. Esto es, ni las vibraciones del aire son sonoras ni las ondas electromagnéticas tienen color alguno. El sonido o el color son cualidades que surgieron o cobraron realidad tan sólo cuando unos impulsos nerviosos suscitados por la estimulación del tímpano o la retina alcanzaron las correspondientes zonas de proyección de una corteza cerebral sana y con el tono vital necesario para que en el sujeto existieran procesos de conciencia. (J. PINILLOS, La mente humana. Madrid, Salvat, 1969t pp. 6567.) 2. LA PERCEPCIÓN ES UN PROCESO DE INFORMACIÓN-ADAPTACIÓN. La percepción posee un papel esencial en nuestra existencia. Nos facilita información sobre el mundo, posibilitando así nuestra adaptación al medio en que vivimos. Puede decirse, pues, que la percepción existe en función de la vida y la acción. Cada animal percibe en su medio especialmente aquello que le permite sobrevivir, lo cual demuestra el carácter adaptativo de la percepción. Si el hombre posee una riqueza perceptiva tan grande es porque es el más desvalido de todos los animales y necesita utilizar más medios que ningún otro. Como dice el antropólogo A GEHLEN el hombre compensa sus carencias de adaptación al ambiente (cualquier anima está perfectamente adaptado a vivir en un medio ambiente determinado, y el hombre parece no estar adaptado a ninguno; por medio de la acción. Colegio Humberstone Iquique Filosofía/Psicología Cuando el hombre -que tiene postura erecta y gira la cabeza contemplando cuanto le rodea- mira en torno suyo, lo que percibe son objetos en los que «se insinúan» múltiples utilizaciones y posibilidades de instrumentalización Así, por ejemplo, al llegar a un nueva sitio -un barrio, una casa, un lugar de trabajo, un paraje donde acampar… -nuestra mirada se hace «circunspecta»: inspeccionamos “en torno nuestro”, para situarnos, reconocer los instrumentos «a la mano», adivinar los caminos, etc. Nos cargamos de percepciones, las guardamos en la memoria (con lo cual nos «descargamos- momentáneamente de ellas) y allí las tenemos como —disponibles- para cuando nos hagan falta. Por eso nos preguntamos con tanta frecuencia: « ¿Dónde vi algo que podía valer para esto?». Si no media el olvido, recurrimos casi automáticamente a la utilización de todo cuanto hemos encomendado a la memoria y a los hábitos adquiridos. El mundo es nuestro-de la humanidad- porque al percibirlo lo ponemos ya a nuestra disposición. Los fenómenos de constancia perceptiva revelan la función adaptativa de nuestras percepciones. En realidad, los estímulos que recibimos de las cosas varían continuamente: cambios de iluminación y color, disminución o aumento de los tamaños por las distancias, variación de las formas por la perspectiva, etc. Si lo que percibimos variase igualmente, sería muy difícil reconocer los objetos y. por tanto, sobrevivir. Cuando oscurece, los objetos mantienen su color para nosotros, aunque los estímulos que de ellos recibimos hayan variado notablemente; percibimos un reloj como redondo aun desde una perspectiva que lo hace aparecer ovalado: cuando alguien se aleja de nosotros, su tamaño disminuye mucho menos de lo que debería. Todo ello se debe al fenómeno de constancia perceptiva, que se basa en «mecanismos integrativos profundamente impresos en el sistema nervioso como legado de la evolución» (J. L. Pinillos). 3. LA PERCEPCIÓN ES UN PROCESO DE SELECCIÓN La función adaptativa de la percepción explica su carácter selectivo: un animal percibe únicamente lo que interesa a su supervivencia. Más adelante daremos cuenta - de un caso -el de la garrapata- verdaderamente extremo. Tomados por separado, la mayoría de los animales poseen órganos receptivos más finos que el hombre (el murciélago oye lo que el hombre no puede oír; el perro -Flush, por ejemplo- tiene un olfato más desarrollado; el lince tiene, naturalmente, vista de lince, etc.). Sin embargo, el mundo del hombre es mucho más rico que el de cualquier animal particular: “Sólo el hombre tiene – en el sentido “fuerte” del término- Mundo. Sólo percibimos, sin embargo. 1/70 del espectro electromagnético (entre los 390 y los 700 milimicrones, aproximadamente). Además, no solamente no podemos percibir sino una mínima parte de los posibles estímulos aun los cuales nos llegan son demasiados y tenemos que seleccionar entre ellas. El cerebro no puede procesar toda la información que recibe. Al sistema nervioso central llega la información de unos 260 millones de células visuales, 48.000 células auditivas, y más de 78.000 células receptoras para los otros sentidos. Para poder procesar solamente la información recibida por los dos ojos, el cerebro humano debería tener un tamaño desmesurado (¡quizá nada menos que un año de luz cúbico¡) ¿Por qué percibimos unas cosas y no otras? La percepción es selectiva. Y la selección se realiza mediante lo que llamamos «atención». La atención es justamente un mecanismo de selección activa de la información recibida, y también un mecanismo de alerta. Su importancia se basa en el hecho de que la información que recibimos es normalmente excesiva y, en cambio, los recursos del individuo son limitados. Así, la atención permite dirigir los recursos mentales, concentrándolos en una sola tarea o repartiéndolos entre dos o más. Una tarea complicada requerirá la concentración de todos los recursos sobre ella sola. Por ejemplo, se puede paseando con un amigo y, al mismo tiempo, hablando; pero si se le pide que responda a una pregunta complicada, seguramente se parará. Y si el lector de esta página quiere entenderla bien, probablemente tendrá que apagar la radio. Los factores que determinan la atención son muy numerosos: Algunos afectan a la información misma: un objeto llama más o menos la atención según sea la posición del estímulo respecto al observador (¿en qué parte de la página de un periódico colocaría un anuncio para que se viera más?); igualmente respecto a la intensidad (absoluta y relativa), tamaño, color, luminosidad: movimiento y cambios; novedad, etc. Otros afectan al sujeto: fundamentalmente, el interés (determinado por las necesidades del momento, motivaciones personales, impulsos básicos, gustos y ocupaciones profesionales, etc.): todo el mundo sabe que para llamar la atención de los demás basta tratar ciertos temas muy determinados. Por el contrario, se puede dar el fenómeno de defensa perceptiva para estímulos desagradables (no oímos lo Colegio Humberstone Iquique Filosofía/Psicología que no queremos oír, mientras que nuestro oído se aguza extraordinariamente para lo que nos interesa). 4. OTROS FACTORES Muchas veces percibimos lo que estamos dispuestos a percibir, lo que queremos percibir, lo que nos interesa, lo que esperamos percibir, lo que hemos aprendido a percibir. Es decir, en la percepción influyen las motivaciones, las expectativas, los hábitos, los recuerdos, las experiencias anteriores, la cultura, el aprendizaje, la propia personalidad. Todos estos factores subjetivos intervienen de la siguiente manera: a) En la selección de datos: se dice que «cada uno cuenta de la fiesta según le ha ido en ella»; atendemos a aquello que nos interesa y pasamos por alto todo lo demás... b) En la interpretación de los datos: en especial, las expectativas determinan lo que vamos a percibir. El que tiene mucha hambre o necesidades de cualquier otro tipo interpreta la realidad desde una perspectiva muy diferente a la del espectador más imparcial. c) En el contenido de la percepción misma: los deseos, los recuerdos, las situaciones afectivas se añaden a la percepción; no percibimos simplemente, por ejemplo, a «mi vecino», sino a «mi amable vecino, que siempre está dispuesto a hacerte un favor»; ni percibimos sin más «este libro», sino «este rollo de libro» (aunque mejor sería percibirlo de otro modo...). Por otro lado, la cultura ejerce un papel fundamental en el momento de percibir. Nos han enseñado a percibir y este aprendizaje determinará toda nuestra actividad perceptiva posterior. El hombre de la ciudad está «ciego» para muchas cosas que el hombre del campo percibe en su propio terreno. Lo mismo se podría decir de las diversas nacionalidades: ¿cómo nos saben las bebidas y platos típicos de otros países?, ¿cómo ve los toros el turista inglés? Además, el percibir es algo sometido a un proceso de enriquecimiento -debido a la experiencia y el aprendizaje- desde las percepciones rudimentarias del recién nacido hasta el refinamiento perceptivo del catador de vinos, el cazador, el amante de la música, el gourmet, etc. Finalmente, cada individuo percibe de modo distinto según sea su estilo cognitivo, es decir, según sea el modo característico de la actividad cognoscitiva de cada individuo. La cuestión fue abordada en 1949 por H. A. Witkin, quien distinguió dos «estilos»: dependencia-independencia de campo, caracterizados por una mayor o menor capacidad de substraerse a las interferencias del contexto (es decir, del «campo» perceptivo). Los «dependientes» son menos analíticos y, por ejemplo, tardan más tiempo en distinguir una figura simple escondida dentro de una figura compleja; desde el punto de vista social, se dejan influir más por el medio en que viven, en el que se encuentran más integrados. Los «independientes» tienden a percibir una parte del campo perceptivo como separada del contexto que le rodea, son más analíticos y socialmente son individualistas. A su vez, Kagan distinguió entre impulsividad y reflexividad: el impulsivo «ve» rápidamente, pero, probablemente, de un modo menos preciso; y Broverman, entre estilo conceptual y perceptivo motor, etc.