Guia PERCEPCION - Colegio Humberstone

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Colegio Humberstone
Prof. Francisco J. González Correa
Subsector de Filosofía – III Medio
Iquique
Los procesos psicológicos
La Percepción
Objetivo General: Analizar y comprender los procesos psicológicos como actividad compleja del
ser humano con base biológica y con implicancias en la vida diaria.
Objetivo específico: Conocer qué es el proceso perceptivo y cuáles son sus implicancias.
INTRODUCCIÓN
Percibir objetos en el mundo no es algo tan sencillo como parece, sino que es un proceso mental
extremadamente complicado.
A continuación se desarrollará una breve explicación acerca de qué es el proceso de percepción, qué lo
compone como también cuáles son las implicancias que este tiene en nuestra vida diaria.
1. LA PERCEPCIÓN ES UN PROCESO BIPOLAR
Espontáneamente pensamos que al percibir algo -este libro, esta mesa, este ruido que llega de la callesomos totalmente pasivos y receptivos. Pensamos, quizá, que as cosas emiten «copias» suyas a través del
espacio, que son recibidas por nuestros órganos sensoriales: así conocemos el mundo tal cual es (esta
explicación -que es a más natural - fue dada por algunos filósofos presocráticos, los llamados «atomistas»).
Nada más falso: las cosas no emiten «copias» y nosotros no somos pasivos receptores je las mismas. Decía
William James: «Parte de lo que percibimos proviene, a través de los sentidos, del objeto que tenemos
delante; otra parte procede siempre de nuestra propia mente». Es decir, la percepción es un proceso
bipolar que depende, en parte, de las características de los estímulos que activan los órganos de los
sentidos y, por otra parte, de la actividad del sujeto perceptor. Y este último, además, utiliza esquemas»
perceptivos y está determinado, al percibir, por su aprendizaje, sus experiencias, motivaciones,
expectativas, aptitudes, personalidad, etc. Por ello mismo, no somos puros espectadores» pasivos cuando
percibimos: la percepción es un fenómeno activo en el que interviene toda la persona, aunque no nos
demos cuenta de ello.
Las teorías de la percepción -como veremos más adelante- han dado mayor o menor importancia a cada
uno de los dos polos -objetivo y subjetivo- de la percepción. La psicología cognitiva utiliza un «modelo»
explicativo muy aclaratorio: la mente es como un ordenador. El que escribe envía una información en
forma de impulsos eléctricos a través del teclado; el ordenador interpreta esa información y la procesa
mediante el programa que está activado. Aunque la mente humana no sea exactamente un ordenador,
todo parece suceder de la misma manera.
La información que recibimos del mundo son estímulos (o "estimulaciones") de carácter físico- La
respuesta del organismo son las sensaciones o impresiones sensoriales, que son elementos muy
simples que se incluyen en la percepción y que sólo analizando esta última pueden ser aisladas. El
hecho primitivo e inmediato para nosotros es la percepción. Las sensaciones son la respuesta del
organismo a los estímulos exteriores. Pero en realidad no hay estímulos elementales, sino que se
encuentran organizados de acuerdo con la realidad que representan. Por eso hay que hablar más
bien de «cosas-estímulos y «respuesta-percepción».
«Físicamente, las estimulaciones que desencadenan la actividad de los sentidos no son, claro es,
sino formas de energía que inciden sobre ellos -sobre la retina, el tímpano o la pituitaria-, pero que
en sí mismas son psicológicamente «mudas-, por decirlo de alguna manera. Esto es, ni las
vibraciones del aire son sonoras ni las ondas electromagnéticas tienen color alguno. El sonido o el
color son cualidades que surgieron o cobraron realidad tan sólo cuando unos impulsos nerviosos
suscitados por la estimulación del tímpano o la retina alcanzaron las correspondientes zonas de
proyección de una corteza cerebral sana y con el tono vital necesario para que en el sujeto
existieran procesos de conciencia. (J. PINILLOS, La mente humana. Madrid, Salvat, 1969t pp. 6567.)
2. LA PERCEPCIÓN ES UN PROCESO DE INFORMACIÓN-ADAPTACIÓN.
La percepción posee un papel esencial en nuestra existencia. Nos facilita información sobre el mundo,
posibilitando así nuestra adaptación al medio en que vivimos. Puede decirse, pues, que la percepción existe
en función de la vida y la acción.
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Cada animal percibe en su medio especialmente aquello que le permite sobrevivir, lo cual
demuestra el carácter adaptativo de la percepción. Si el hombre posee una riqueza perceptiva tan
grande es porque es el más desvalido de todos los animales y necesita utilizar más medios que
ningún otro. Como dice el antropólogo A GEHLEN el hombre compensa sus carencias de
adaptación al ambiente (cualquier anima está perfectamente adaptado a vivir en un medio
ambiente determinado, y el hombre parece no estar adaptado a ninguno; por medio de la acción.
Cuando el hombre -que tiene postura erecta y gira la cabeza contemplando cuanto le rodea- mira
en torno suyo, lo que percibe son objetos en los que «se insinúan» múltiples utilizaciones y
posibilidades de instrumentalización Así, por ejemplo, al llegar a un nueva sitio -un barrio, una
casa, un lugar de trabajo, un paraje donde acampar… -nuestra mirada se hace «circunspecta»:
inspeccionamos “en torno nuestro”, para situarnos, reconocer los instrumentos «a la mano»,
adivinar los caminos, etc. Nos cargamos de percepciones, las guardamos en la memoria (con lo
cual nos «descargamos- momentáneamente de
ellas) y allí las tenemos como —disponibles- para cuando nos hagan falta. Por eso nos
preguntamos con tanta frecuencia: «Dónde vi algo que podía valer para esto?». Si no media el
olvido, recurrimos casi automáticamente a la utilización de todo cuanto hemos encomendado a la
memoria y a los hábitos adquiridos. El mundo es nuestro-de la humanidad- porque al percibirlo lo
ponemos ya a nuestra disposición.
Los fenómenos de constancia perceptiva revelan la función adaptativa de nuestras percepciones. En
realidad, los estímulos que recibimos de las cosas varían continuamente: cambios de iluminación y color,
disminución o aumento de los tamaños por las distancias, variación de las formas por la perspectiva, etc. Si
lo que percibimos variase igualmente, sería muy difícil reconocer los objetos y. por tanto, sobrevivir.
Cuando oscurece, los objetos mantienen su color para nosotros, aunque los estímulos que de ellos
recibimos hayan variado notablemente; percibimos un reloj como redondo aun desde una perspectiva que
lo hace aparecer ovalado: cuando alguien se aleja de nosotros, su tamaño disminuye mucho menos de lo
que debería. Todo ello se debe al fenómeno de constancia perceptiva, que se basa en «mecanismos
integrativos profundamente impresos en el sistema nervioso como legado de la evolución» (J. L. Pinillos).
3. LA PERCEPCIÓN ES UN PROCESO DE SELECCIÓN
La función adaptativa de la percepción explica su carácter selectivo: un animal percibe únicamente lo que
interesa a su supervivencia. Más adelante daremos cuenta - de un caso -el de la garrapata- verdaderamente
extremo. Tomados por separado, la mayoría de los animales poseen órganos receptivos más finos que el
hombre (el murciélago oye lo que el hombre no puede oír; el perro -Flush, por ejemplo- tiene un olfato más
desarrollado; el lince tiene, ¡naturalmente!, vista de lince, etc.). Sin embargo, el mundo del hombre es
mucho más rico que el de cualquier animal particular: “Sólo el hombre tiene – en el sentido “fuerte” del
término- Mundo.
Sólo percibimos, sin embargo. 1/70 del espectro electromagnético (entre los 390 y los 700
milimicrones, aproximadamente).
Además, no solamente no podemos percibir sino una mínima parte de los posibles estímulos
aun los cuales nos llegan son demasiados y tenemos que seleccionar entre ellas. El cerebro no
puede procesar toda la información que recibe. Al sistema nervioso central llega la información
de unos 260 millones de células visuales, 48.000 células auditivas, y más de 78.000 células
receptoras para los otros sentidos. Para poder procesar solamente la información recibida por
los dos ojos, el cerebro humano debería tener un tamaño desmesurado (¡quizá nada menos
que un año de luz cúbico¡)
¿Por qué percibimos unas cosas y no otras? La percepción es selectiva. Y la selección se realiza
mediante lo que llamamos «atención».
La atención es justamente un mecanismo de selección activa de la información recibida, y también un
mecanismo de alerta. Su importancia se basa en el hecho de que la información que recibimos es
normalmente excesiva y, en cambio, los recursos del individuo son limitados. Así, la atención permite dirigir
los recursos mentales, concentrándolos en una sola tarea o repartiéndolos entre dos o más. Una tarea
complicada requerirá la concentración de todos los recursos sobre ella sola. Por ejemplo, se puede
paseando con un amigo y, al mismo tiempo, hablando; pero si se le pide que responda a una pregunta
complicada, seguramente se parará. Y si el lector de esta página quiere entenderla bien, probablemente
tendrá que apagar la radio...
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Hacia los años cincuenta, Broadbent propuso el primer modelo de filtro de la atención, presuponiendo que
la conciencia actúa como un «filtro» previo que impide que lleguen los mensajes no deseados y dejando
pasar únicamente los deseados. El modelo fue más tarde modificado, introduciéndose un mecanismo
previo de análisis je los mensajes. Pero, finalmente, el modelo fue abandonado por superfluo. No hace falta
tal filtro: cuando un sujeto atiende a un mensaje, elabora un esquema anticipatorio --j que guía la entrada
de información. Por ejemplo, cuando buscamos un bolígrafo en una mesa llena de objetos, lo encontramos
casi inmediatamente: nuestro esquema de o que es un bolígrafo permite una rápida selección de la
información. Pero pudiera suceder que la expectativa dificultara la búsqueda y que no se vea lo que se
tiene ante as propias narices: por ejemplo, cuando el esquema de búsqueda presupone que el polígrafo
«tendría que estar en esta esquina», o cuando busco un bolígrafo de forma color distinto del que
realmente está allí.
Los factores que determinan la atención son muy numerosos:
 Algunos afectan a la información misma: un objeto llama más o menos la atención según sea la posición
del estímulo respecto al observador (¿en qué parte de la página de un periódico colocaría un anuncio
para que se viera más?); igualmente respecto a la intensidad (absoluta y relativa), tamaño, color,
luminosidad: movimiento y cambios; novedad, etc.
 Otros afectan al sujeto: fundamentalmente, el interés (determinado por las necesidades del momento,
motivaciones personales, impulsos básicos, gustos y ocupaciones profesionales, etc.): todo el mundo
sabe que para llamar la atención de los demás basta tratar ciertos temas muy determinados. Por el
contrario, se puede dar el fenómeno de defensa perceptiva para estímulos desagradables (no oímos lo
que no queremos oír, mientras que nuestro oído se aguza extraordinariamente para lo que nos
interesa).
Numerosas teorías han intentado explicar el modo como percibimos. Algunas de ellas han sido ya
abandonadas; otras pueden conciliarse entre sí, al poner en evidencia aspectos no incompatibles.
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Las teorías asociacionistas (WUNDT) consideran la percepción como un «mosaico de
sensaciones», de tal manera que la sensación viene a ser una especie de «átomo cognoscitivo»
anterior a la percepción, la cual surge cuando el sujeto asocia posteriormente las sensaciones
entre sí. En esta teoría la percepción se explica íntegramente por la suma de sus elementos
(sensaciones), y no es un proceso realmente activo: las sensaciones se asocian entre sí de un
modo casi “mecánico”-.
La Escuela de la Forma (Gestalt, en alemán) (KÖHLER, KOFFKA, WERTHEIMER) defiende, contra
el asociacionismo, que lo que percibimos inmediatamente es un todo organizado (una «forma»
o Gestalt), y no sus elementos constitutivos, El todo contiene así más que la suma de las partes
(las sensaciones) y es anterior a ellas. Por ejemplo, una melodía es algo más que una suma de
notas musicales, puede mantenerse como la misma aunque cambien las notas, y no es percibida
«después» de las notas. La «forma» es un dato inmediato de la conciencia y resulta de la
organización del «campo perceptivo» según leyes propias e independientes del sujeto
perceptor. En consecuencia, las sensaciones son sólo «condición» de la percepción; siempre se
encuentran integradas en una percepción y sólo pueden ser aisladas por análisis de la
percepción. Por lo demás, esta Escuela concibe la capacidad de percibir como algo innato y, por
tanto, no determinado por la experiencia.
La teoría funcionalista (JAMES) destaca los aspectos subjetivos de toda percepción
(motivaciones, interés, etc.).
Finalmente, las teorías cognitivas (por ejemplo, NEISSER) destacan la actividad estructurarte del
sujeto, que se basa en sus experiencias previas. Tenemos que “aprender” a percibir, y
percibimos utilizando esquemas cognitivos almacenados en la memoria.
Ya no se acepta en la actualidad la teoría asociacionista de la percepción. Las otras tres, en cambio, aportan
elementos muy valiosos que vamos a recoger ahora.
1. CONFIGURACIÓN DEL «CAMPO PERCEPTIVO»
Fue la Escuela de la Forma la que destacó este aspecto al insistir en el carácter de «totalidad» de lo
percibido: lo percibido es una Gestalt, es decir una forma, una figura estructurada. Pero la Escuela de la
Forma (uno de cuyos fundadores, Köhler, era también físico) interpreta la percepción desde la teoría física
del «campo de fuerzas» (un campo electromagnético, por ejemplo): el campo perceptivo se organiza por sí
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mismo, según leyes propias, prescindiendo de la actividad del sujeto. Lo que percibimos es una figura (o
«forma», Gestalt) que se destaca sobre un fondo. La figura se impone -generalmente- por sí misma, pero su
constitución se explica por ciertas leyes de agrupación de los estímulos.
a) Fondo-Figura
¿Qué percibimos en este dibujo (conocido como «copa de Rubin»)? 0 bien
una figura en blanco (una copa) sobre un fondo negro, o bien dos caras en
negro sobre fondo blanco. No es posible percibir ambas cosas al tiempo:
siempre tiene que haber una figura y un fondo (sobre el cual destaca la
figura).
La copa de Rubin es un caso de reversibilidad de fondo-figura, pero es un
caso poco frecuente. Lo normal es que se imponga lo que suele llamarse
buena figura, caracterizada por su simetría, continuidad, simplicidad,
regularidad, proximidad de sus elementos, etc.
En algunos casos la figura puede ser ambigua, admitiendo diversas
interpretaciones (aunque pudiera suceder que una configuración se imponga
de tal manera que sea difícil verlo de otro modo):
Existe un conocido pasatiempo gráfico: “descubra en este dibujo el oso y el cazador escondidos” (por poner
un ejemplo). Las figuras, en efecto, pueden “esconderse” en el fondo. Para descubrirlas es preciso un cierto
esfuerzo para estructurar el conjunto de un modo diverso.
En general, la distinción entre fondo y figura puede establecerse de la siguiente manera:
Figura
Tiene forma y los contornos acusados.
Tiene carácter de cosa dura, sólida compacta,
densa, firme, etc.
Aparece como cerrada sobre sí misma.
Se presenta como muy estructurada y tendiendo a
la buena figura.
Tiene un carácter convexo; parece que se adelanta
hacia el sujeto.
Posee color de superficie.
El área figural es más brillante.
El área es más pequeña.
Es más acusada y llamativa.
Está influida, en sus características, por el campo
que la envuelve.
Fondo
Carece de ellos.
Posee un carácter más vago y difuminado.
Aparece como envolvente.
Parece más uniforme, primitivo, carente de
estructura.
Tiene un carácter más bien cóncavo, aparece como
detrás de la figura.
Los colores son más transparentes.
Es más apagado y mate.
El área del fondo es mayor.
Pasa como más inadvertido.
Es marco condicionante de las características de la
figura.
b) Leyes de agrupación de los estímulos
¿Por qué se impone una figura como «buena figura» sobre otras configuraciones posibles?
Veamos los siguientes ejemplos (tomados de L. Davidoff, Introducción a la psicología. México,
McGraw-Hill, 1980).
a
b
c
d
e
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(a) ¿Por qué vemos los puntos formando un arco?
(b) ¿Por qué vemos dos grupos y no doce puntos?
(c) ¿Por qué vemos columnas verticales y no líneas horizontales?
(d) ¿Por qué el punto (o el cuadrado) se constituye en figura y el resto como fondo? (e) ¿Por qué
tendemos a agrupar en líneas de (casi) cuadrados y círculos?
Las respuestas son muy sencillas para cualquier observador e indican algunas leyes de agrupación:
(a) Continuidad; (b) Proximidad; (c) Semejanza; (d) Contraste; (e) Cierre,
Las figuras constituidas así son siempre la «buena (o mejor) figura» según la estructura misma del
campo perceptivo. Hay que tener muy en cuenta que todos estos ejemplos se refieren a
percepciones visuales, que son las dominantes en el hombre. Pero también valen para
percepciones de otro tipo; por ejemplo, las acústicas: se sigue una melodía en una sinfonía por el
principio o ley de continuidad; escuchamos un nombre entero (aunque sólo nos lleguen las sílabas
finales: «... tínez»), por la ley de cierre, etc.
(En la figura (d), izquierda, se produce un curioso fenómeno: aparecen tenues puntos grises en las
intersecciones -salvo en la que se esté mirando-. Ello se debe a que las células neurales
interactúan entre sí: los receptores de cada parte de la imagen se ven afectados por los receptores
vecinos, lo cual no ocurriría si los receptores fuesen independientes entre sí.)
2. ESQUEMAS PERCEPTIVOS
Volvamos a la metáfora del ordenador. Todo el mundo sabe que si el ordenador no posee un «programa»
(por ejemplo, de procesamiento de textos), no sabe hacer nada con la información que se le introduce
mediante el teclado. Algo así sucede con a mente: necesitamos esquemas cognitivos para poder interpretar
la información que nos envía el mundo. Mediante estos esquemas nosotros «construimos» el mundo de
nuestra percepción. Por eso, las teorías cognitivas que han desarrollado esta cuestión reciben el nombre de
constructivismo.
El concepto de esquema fue desarrollado independientemente por PIAGET (1926) y BARTLETT
(1932), y retomado a partir de 1975 por los investigadores en Inteligencia Artificial, Estos últimos
observaron que no bastaba con dotar a los programas de IA de destrezas sintácticas y de un
léxico necesitaban algún tipo de «conocimiento del mundo», de tal modo que el programa podía
«comprender» sólo mediante un producto construido a partir de la información recibida y el
conocimiento previo.
En general se puede decir que un esquema es un conjunto organizado de conocimientos en el
que se integran las nuevas experiencias y conocimientos, de tal modo que adquieran
significación Un esquema suele incluir unidades más pequeñas (ejemplo: el esquema «estudiar»
incluye objetos, como libros, papel, acciones, como leer, subrayar, resumir, metas..,), Los
esquemas se obtienen por la experiencia y se actualizan en el momento adecuado (por ejemplo,
cuando uno piensa «¡Voy a estudiar!»), adaptándose y modificándose según las circunstancias, y
pudiendo conectarse con otros esquemas (por ejemplo, para estudiar en grupo se combinan los
esquemas de «estudiar» y «colaborar con un grupo»). Porque hay diversidad de esquemas:
visuales (marcos., como por ejemplo, el de una cocina»), situacionales (guiones -inglés scripts-,
como el de «comprar en una tienda»), sociales (como «asistir a una fiesta»),, de autoconcepto (o
«esquema personal»), etc. Si se carece del esquema adecuado, uno no sabe qué hacer (está
«como un pulpo en un garaje»)., no entiende nada («¡Esto me rompe los esquemas!») o emplea
un esquema equivocado («no sabe estar» y «mete la pata»).
Veamos cómo funcionan los esquemas en la percepción visual. Si se nos invita a visitar una casa, se activan
los esquemas visuales -llamados marcos (inglés frames) de «habitación», «cuarto de baño»,
«dormitorio»..., que generan expectativas (sabemos qué vamos a ver al abrir la puerta del baño) y facilitan
la información necesaria para interpretar lo que vemos y suplir lo que no vemos (sabemos lo que hay
detrás de una cortina de plástico). No necesitamos que se nos explique nada (caso contrarío sí visitamos
una central nuclear o un templo egipcio). Buñuel jugó ingeniosamente en El discreto encanto de la
burguesía alterando los marcos y los guiones (se come privadamente en una especie de WC, y lo que se
haría en éste se realiza sentados en torno a una mesa).
Neisser indica que los esquemas se encargan de dirigir la exploración perceptiva del medio en el que se
encuentra la información potencial, la cual, a su vez, puede determinar una modificación del esquema. Tal
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sería el caso de quien fuera invitado a la casa del filme de Buñuel. Es decir, que el proceso perceptivo tiene
una carácter circular (ver la figura del margen).
Es evidente que los esquemas se aprenden, y que se mejoran con la experiencia. Además, cada esquema
lleva su «etiqueta», es decir, puede y suele ser representado con una palabra, o un conjunto de palabras. Si
cuando nos enseñan la casa, antes de abrir una puerta nos dicen: «La cocina», se activa el esquema
«cocina», que nos adelanta lo que esperamos ver. Esto es muy importante: percibir supone otorgar
significado a un objeto, y ello se realiza justamente cuando un objeto es reconocido mediante un esquema
y designado con una palabra. La palabra es parte esencial de la percepción, lo cual muestra hasta qué
punto la percepción es un acto humano que contiene mucho más que las sensaciones.
Esto se realiza muy claramente en el reconocimiento de un objeto. Un caso muy sencillo es el
reconocimiento de letras. ¿Cómo aprende un niño a leer? Debe primero aprender a reconocer las letras del
alfabeto. Hasta que no lo ha hecho, se puede decir que su percepción de las letras es muy imperfecta, ya
que no es capaz de diferenciarlas Del mismo modo que percibe mejor el azul un pintor que un profano, ya
que es capaz de diferenciar el tono y de darle su nombre.
Como lo hemos visto en clases: El niño aprende la «a», por ejemplo, y la experiencia le enseña a
reconocerla en una «a» y una «A». ¿Cómo lo hace? Debe suponerse que adquiere el «esquema de la a», que
actuará como patrón de reconocimiento. Este problema se ha planteado en el momento de hacer
programas de reconocimiento de letras para un ordenador, ¿Cómo hace un ordenador para reconocer
diversos tipos de «a», mayores o menores, inclinadas o verticales, gruesas o finas...? Se podría intentar
dotarle de un patrón para cada caso, pero harían falta casi infinitos patrones, Es más sencillo que el
ordenador realice un procesamiento previo: «Antes de intentar reconocer la forma, se hace girar la letra de
forma que su eje central esté orientado verticalmente. Después se regula su tamaño hasta conseguir la
altura y el ancho predeterminados. Finalmente, este signo ya elaborado se compara con un conjunto típico
de modelos o patrones». (P. H. LINDSAY y D. A. NORMAN, Introducción a la psicología cognitiva Madrid,
Tecnos, 1986, p. 30.)
Sin embargo, parece poco probable que este procedimiento a base de patrones de comparación -se trata de
un procedimiento guiado por los datos- explique el modo como percibe el hombre., que es capaz de
reconocer también nuevas versiones de formas para las que no tiene patrón alguno. Lindsay y Norman
indican que existe otro procedimiento, el guiado por conceptos, en el cual se «comienza por la
conceptualización de lo que puede estar presente y luego se buscan indicios confirmatorios» (ibíd , p. 32).
Aunque, en la práctica, ambos procedimientos suelen combinarse.
3. OTROS FACTORES
Muchas veces percibimos lo que estamos dispuestos a percibir, lo que queremos percibir, lo que nos
interesa, lo que esperamos percibir, lo que hemos aprendido a percibir. Es decir, en la percepción influyen
las motivaciones, las expectativas, los hábitos, los recuerdos, las experiencias anteriores, la cultura, el
aprendizaje, la propia personalidad. Todos estos factores subjetivos intervienen de la siguiente manera:
a) En la selección de datos: se dice que «cada uno cuenta de la fiesta según le ha ido en ella»;
atendemos a aquello que nos interesa y pasamos por alto todo lo demás...
b) En la interpretación de los datos: en especial, las expectativas determinan lo que vamos a
percibir. El que tiene mucha hambre o necesidades de cualquier otro tipo interpreta la realidad
desde una perspectiva muy diferente a la del espectador más imparcial.
c) En el contenido de la percepción misma: los deseos, los recuerdos, las situaciones afectivas se
añaden a la percepción; no percibimos simplemente, por ejemplo, a «mi vecino», sino a «mi
amable vecino, que siempre está dispuesto a hacerte un favor»; ni percibimos sin más «este
libro», sino «este rollo de libro» (aunque mejor sería percibirlo de otro modo...).
Por otro lado, la cultura ejerce un papel fundamental en el momento de percibir. Nos han enseñado a
percibir y este aprendizaje determinará toda nuestra actividad perceptiva posterior. El hombre de la ciudad
está «ciego» para muchas cosas que el hombre del campo percibe en su propio terreno. Lo mismo se
podría decir de las diversas nacionalidades: ¿cómo nos saben las bebidas y platos típicos de otros países?,
¿cómo ve los toros el turista inglés?
Además, el percibir es algo sometido a un proceso de enriquecimiento -debido a la experiencia y el
aprendizaje- desde las percepciones rudimentarias del recién nacido hasta el refinamiento perceptivo del
catador de vinos, el cazador, el amante de la música, el gourmet, etc.
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Finalmente, cada individuo percibe de modo distinto según sea su estilo cognitivo, es decir, según sea el
modo característico de la actividad cognoscitiva de cada individuo. La cuestión fue abordada en 1949 por H.
A. Witkin, quien distinguió dos «estilos»: dependencia-independencia de campo, caracterizados por una
mayor o menor capacidad de substraerse a las interferencias del contexto (es decir, del «campo»
perceptivo). Los «dependientes» son menos analíticos y, por ejemplo, tardan más tiempo en distinguir una
figura simple escondida dentro de una figura compleja; desde el punto de vista social, se dejan influir más
por el medio en que viven, en el que se encuentran más integrados. Los «independientes» tienden a
percibir una parte del campo perceptivo como separada del contexto que le rodea, son más analíticos y
socialmente son individualistas. A su vez, Kagan distinguió entre impulsividad y reflexividad: el impulsivo
«ve» rápidamente, pero, probablemente, de un modo menos preciso; y Broverman, entre estilo conceptual
y perceptivo motor, etc.
ALUCINACIONES E ILUSIONES
La alucinación es una percepción sin objeto, es decir, carente de estímulos exteriores: es un producto de la
mente. Existen muy diversos tipos de alucinaciones: auditivas, visuales, táctiles, gustativas, cinestésicas,
etc. Incluso existen alucinaciones negativas (falta de percepción de estímulos reales). Cuando la alucinación
no implica la creencia del sujeto en la realidad de lo percibido suele hablarse de «alucinosis» en vez de
«alucinación».
Un sujeto normal puede sufrir alucinaciones en determinadas circunstancias (al adormecerse o, menos
frecuentemente, al despertarse). Pero en general se deben a afecciones de los receptores periféricos,
lesiones localizadas en los centros nerviosos, afecciones tóxicas del cerebro (alucinaciones, sobre todo
ópticas) o enfermedades mentales (esquizofrenia. alucinaciones acústicas).
Las ilusiones, por el contrario, corresponden a estímulos externos y surgen, de un modo absolutamente
normal, por una mala interpretación de esos estímulos. En general, las ilusiones se explican por las leyes de
la percepción.
He aquí algunos ejemplos:
Ilusión de Ehrenstein:
Ilusión de Hering
Ilusión de Müller-Lyer
Ilusión de Jatrow
I. del paralelogramo
Ilusión de
Poggendorf
Ilusión de Titchener
Ilusión de Zollner
- Ilusión de Ehrenstein: el cuadrado aparece desfigurado.
- Ilusión de Hering: las líneas paralelas parecen curvadas.
- Ilusión de Müller-Lyer: los dos segmentos parecen desiguales.
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- Ilusión de Jatrow: la figura inferior parece más larga.
- Ilusión del paralelogramo: la diagonal AB parece más corta.
- Ilusión de Poggendorf: la diagonal parece torcida.
- Ilusión de Titchener: uno de los círculos centrales parece mayor que el otro.
- Ilusión de Zollner: las líneas no parecen paralelas. - Etc.
4.
CONCLUSIÓN
Así pues, la percepción es un proceso cognitivo -extremadamente complejo por el que interpretamos la
información que viene del mundo y construimos objetos dotados de significación. El objeto, tal y como es
percibido -es decir, «construido»suele ser llamado percepto (por paralelismo con el término «concepto).
Las más recientes tendencias de la psicología insisten en que la percepción es un proceso activo, guiado por
esquemas y determinado por experiencias, aprendizajes y otros factores subjetivos.
Un factor absolutamente fundamental en la percepción es la significación, lo que el psicólogo belga A.
Michotte (1927) llamó prise de signification. Sólo cuando ocurre esto se puede decir que ha tenido lugar la
percepción en sentido propio. Si vemos por la noche una sombra que se mueve, la percepción no se cierra
hasta que podemos decir: «¡Ah, es un arbusto agitado por el viento!». Quizá por esta razón algunos «ven»
fantasmas o platillos volantes: el acto de «dar significación» al objeto percibido se incluye en la percepción
misma, y por eso lo que se percibe -erróneamente o no, no vamos a discutirlo ahora- es «un fantasma». Y
es la palabra la que presta esa significación al objeto. Percibimos con palabras, poniendo nombres -y, por
tanto, dando significaciones- a las cosas. Entonces parece que las palabras «nos vienen desde» las cosas.
Bibliografía utilizada para el apunte
- Tejedor, César, Introducción a la Filosofía, edit. SM, 2000, Santiago, p. 62 – 79.
Actividades sugeridas para el estudio
a. Elabore una síntesis de los puntos tratados en el texto.
b. A su vez, elabore un glosario técnico con los conceptos más importantes
abordados en el tema. (No olvide lo que se ha conversado en las clases).
Considere: sensación – estímulo – percepción – percepto – función – adaptación –
atención – constancia perceptiva – esquema – significación ilusión – alucinación –
perspectiva – figura (Gestalt).
c. Construya un mapa conceptual con el contenido de la subunidad tratado.
d. Elabore 3 preguntas que le surjan de todo lo que hemos visto.
Finalmente… ¿vemos las cosas como somos o como son?
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