II ENCUENTRO DE HERMANAS EN FORMACIÓN DE AMÉRICA LATINA Triduo de Renovación – Jueves 02 de enero 2014 Invitadas a entrar en Betania… CASA DE ENCUENTRO Casa abierta… así nos esperas, Señor… así Te esperamos… Vamos a tener como trasfondo de todo el Triduo la invitación del Plan Global de la CLAR 2012-2015: Entrar en Betania, como Casa de Encuentro, Comunidad de Amor y Corazón de Humanidad. Entrar en Betania. Hagamos nuestra hoy esta invitación. Entremos en Betania. Dediquemos el día a entrar en Betania, a estar ahí, a permanecer ahí. Como si fuera una larga contemplación, “como si presente me hallase” [EE.EE. 114], dejando que tenga lugar el encuentro con el Señor, sin apuro. Poder reconocernos: …en las personas… …en lo que dicen… …en lo que hacen… Que lo de cada personaje me hable de mí. Como si cada una/o “me prestara” su propio lugar para encontrarme con el Señor, trayendo lo mío a ese encuentro. Cada una/o me ayuda a tocar, me habla… …de mis afanes, como Marta… lo que me viene llenando y ocupando el corazón y la vida… el “desvivirme” por otras/os… encontrarme desde ahí con el Señor, poder contarle, escuchar lo que me dice… …de nuestras propias pérdidas: personales, comunitarias, institucionales y más… …de nuestras propias muertes y malos olores… encontrarme desde ahí con el Señor, sentir la fuerza de su Palabra, dejarme despertar para el encuentro con Él… …en la espera de Jesús… en su demora en llegar… encontrarme desde ahí con el Señor… …en su llegada, su presencia… …en que se haga el invitado en nuestra casa… …dejarnos mirar por él, ponernos a la escucha, como María… ¿Qué va surgiendo en mí al “entrar en Betania”? Voy deteniéndome… Lo que toco en mí al contemplar a los personajes… ¿Qué traigo al encuentro con el Señor hoy? ¿Qué necesito traer? ¿Qué deseo traer? ¿Hay alguna situación o vivencia que desee o necesite rezar especialmente en este Triduo? Traerla, presentársela al Señor. Ser yo misma Betania hoy… teniendo como trasfondo especialmente el primero de los textos, Lc 10, 3842. Casa abierta… La mesa, el encuentro, la comunicación… (¡el amor consiste en comunicación de las dos partes! [EE.EE. 231]) Quizá Jesús es el que me recibe a mí en Betania… el que me ofrece su cercanía, su amistad, su Palabra, el espacio del encuentro con Él… darme tiempo para llegar a este encuentro más hondo, más personal con Él… Quizá necesito que me “reúna”, me reunifique a mí misma ahí en Betania, porque ando repartida por muchos lugares, o me siento lejos… Es tan propia de Dios esa promesa y esa acción de “reunificar lo disperso”: su pueblo, otros pueblos… y también el pueblo que somos cada una… como si insistiera continuamente en que nada quedara fuera: -1- II ENCUENTRO DE HERMANAS EN FORMACIÓN DE AMÉRICA LATINA de su mesa, del encuentro con Él… Podemos recordar ese deseo Suyo que nos llega a través de Miqueas: “Yo te reuniré todo entero, Jacob; te traeré a mí, Israel…” (Mi 2, 12). ¿Cómo está mi casa…? ¿Cómo me viene ofreciendo el Señor su cercanía, su “hacerse el invitado” en mis propios espacios? ¿Qué palabras me viene regalando en este tiempo…? ¿Qué espacios están siendo para mí Betania hoy? Al adentrarnos hoy en Betania como CASA DE ENCUENTRO, las invito a tener presente la imagen de los votos que nos ofrecía el material de profundización sobre nuestra consagración desde la misión de Reparación. La dimensión de la Reparación como “reconstrucción” tiene como trasfondo las promesas de Dios en el Antiguo Testamento: Ese día Yo levantaré la casa de David, que está en ruinas, repararé sus brechas y restauraré sus ruinas (Am 9, 11s) Abran, reparen, despejen la ruta; ¡quiten todos los obstáculos del camino de mi pueblo! Que así dice el Señor: Yo habito en lo sagrado y que está por sobre todo, y también estoy junto al humillado y me acerco al de espíritu abatido… (Is 57, 14s) Esta “reconstrucción” apunta, sobre todo, al espacio sagrado en el que Dios habita en medio del pueblo, que hace que el pueblo viva seguro. Es donde se constituye más propiamente como “Su pueblo” (es decir, toca identidad, pertenencia… ¡las claves de esta etapa de votos temporales, dentro o fuera del Juniorado!). La comprensión más obvia de este espacio sagrado: el Templo… Lentamente, Israel va a ir evolucionando en su comprensión del “espacio en el que Dios habita”: es el pueblo mismo, sobre todo mientras busca la justicia y se preocupa del más débil. Haciendo una lectura más personal, es también el propio corazón… Desde estas imágenes, nuestros votos son, por una parte, ese compromiso vital de “abrir caminos, quitar obstáculos”, para que Dios haga, Dios llegue a habitar, Dios reconstruya y repare… en nosotras mismas, antes que nada, porque solo así podremos colaborar a la reconstrucción de otras y otros… Y, al mismo tiempo, nos remiten a lo más hondo de nosotras mismas, como espacios privilegiados en el que Dios mismo viene a habitar: nuestros afectos… nuestras seguridades e inseguridades… nuestras capacidades y nuestros límites, del tipo que sean… nuestra libertad… ese espacio interior al que a veces ni nosotras tenemos acceso, cuando andamos medio perdidas, pero que el Señor conoce tan bien… (y a veces nos sorprende, cuando al llegar lo encontramos barriendo la casa, de pura confianza! [EE.EE. 330]). Los votos son esos caminos por los que Dios viene llegando, hace ya tiempo, a habitar en nosotras… ¡y no solo para nosotras, sino como vida –abundante, además– para otras y otros! Traer a la oración esos caminos. Mirar desde esta óptica la propia vivencia de los votos, en estos años, en este último tiempo… ¿Qué obstáculos tengo que quitar hoy, para que Dios llegue, para que ocupe más Su lugar en mi vida…? ¿Qué caminos está queriendo abrir para llegar a mí…? ¿En qué espacios míos siento hoy especialmente que el Señor quiere habitar…? ¿Hay puertas que me cueste más abrirle? ¿De qué espacios dentro de mí me gustaría o necesito hablarle estos días…? Recorrerlos con Él… ¿Qué me ha ayudado a que mi modo de vivir la castidad, la pobreza, la obediencia, sea camino por el que Dios viene llegando a mi vida, se haga presencia y regalo para otras/os…? ¿Qué me está impidiendo o poniendo trabas para que esto pase? El ir quitando obstáculos, el que Dios vaya reconstruyendo a partir de nuestras “ruinas” y contando con ellas… no es algo que pase una sola vez en la vida, sino algo que sigue pasando, que necesitamos que siga pasando. Él sigue tomando la iniciativa… en cada una, y también en el cuerpo apostólico: en la provincia, en la comunidad… -2-