Tema 7: Imperialismo y Guerra El atentado del 28 de junio se preparó en Belgrado y por tal motivo el gobierno austrohúngaro está firmemente decidido a que cesen todas las conjuras de una vez para siempre. Exige, pues: –Promesa solemne del gobierno serbio de no participar en ningún movimiento paneslavista; –represión en Serbia de toda propaganda dirigida contra el imperio austrohúngaro; –depuración de la enseñanza serbia y destitución de todos los funcionarios que pertenecen al movimiento para la gran Serbia, –presencia de agentes oficiales austríacos en territorio serbio para participar en las investigaciones organizadas contra los responsables del atentado; –se espera respuesta inmediata: a lo sumo el 25 de julio a las seis de la tarde, o sea dentro de 48 horas (Ultimátum entregado por el embajador austríaco en Belgrado al gobierno serbio, 23 de julio de 1.914) No estuvimos completamente de acuerdo entre nosotros mismos respecto a cómo procederíamos oficialmente. El ministro de la Guerra, general von Falkenhayn pensaba que era un error declarar la guerra a Rusia. (…) El jefe del Estado Mayor, general von Moltke, era favorable a la declaración de guerra porque nuestro plan de movilización, previsto para una guerra en dos frentes, requería que las operaciones militares se emprendieran inmediatamente y porque nuestra esperanza de éxito frente a una enorme superioridad en número dependía de la extrema rapidez de nuestros movimientos. Yo personalmente estaba de acuerdo con el punto de vista del general von Moltke. Nuestra invasión de Bélgica ha sido en general considerada de crucial importancia en el curso de la universal catástrofe. (…) Nuestros militares, al menos en los que yo sé, habían tenido desde hacía tiempo solo un plan de campaña que se basaba en la idea de que para Alemania la guerra sería una guerra en dos frentes. El plan de campaña consistía en una muy rápida ofensiva en el oeste y, durante este primer período, una actitud defensiva en el este. Una estrategia basada en estas líneas parecía ofrecer la única posibilidad de hacer frente a un enemigo de fuerza superior. Pero la opinión de los militares sostenía que una de las condiciones para el éxito de la ofensiva en el Oeste era el paso a través de Bélgica. En esto, los intereses políticos y militares entraban en fuerte conflicto. La ofensa a Bélgica era evidente y las consecuencias generales y políticas no eran de ningún modo oscuras. El jefe del Estado Mayor, general von Moltke veía estas consecuencias pero declaró que era un tema de absoluta necesidad militar. Yo tuve que adaptar mi punto de vista al de él. Ningún observador que estuviera en sus cabales podría pasar por alto el inmenso peligro de una guerra en dos frentes y hubiera sido una gran responsabilidad para la autoridad civil haber frustrado un plan militar que había sido elaborado en cada detalle y que se había declarado ser esencial. Porque esto se habría considerado posteriormente como la única causa en el caso de una catástrofe. (Actitud del canciller alemán, Bethamann Hollweg, ante el anuncio ruso de la movilización el 30 de julio de 1914) Cariño mio, Ahora, si no hay problemas, vas a saber todo acerca de lo que ocurre aquí. Sé que te llevarás una gran sorpresa cuando te llegue esta carta... ¡Si alguna autoridad la ve! (...) Quizá te gustará saber cómo está el ánimo de los hombres aquí. Bien la verdad es que (y como te dije antes, me fusilarán si alguien de importancia pilla esta misiva) todo el mundo está totalmente harto y a ninguno le queda nada de lo que se conoce como patriotismo. A nadie le importa un rábano si Alemania tiene Alsacia, Bélgica o Francia. Lo único que quiere todo el mundo es acabar con esto de una vez e irse a casa. Esta es honestamente la verdad, y cualquiera que haya estado en los últimos meses te dirá lo mismo. De hecho, y esto no es una exageración, la mayor esperanza de la gran mayoría de los hombres es que los disturbios y las protestas en casa obliguen al gobierno a acabar como sea. Ahora ya sabes el estado real de la situación. Yo también puedo añadir que he perdido prácticamente todo el patriotismo que me quedaba, solo me queda el pensar en todos los que estáis allí, todos a los que amo y que confían en mí para que contribuya al esfuerzo necesario para vuestra seguridad y libertad. Esto es lo único que mantiene y me da fuerzas para aguantarlo. En cuanto a la religión, que Dios me perdone, no es algo que ocupe ni uno entre un millón de todos los pensamientos que ocupan las mentes de los hombres aquí. Dios te bendiga cariño y a todos los que amo y me aman, porque sin su amor y confianza, desfallecería y fracasaría. Pero no te preocupes corazón mio porque continuaré hasta el final, sea bueno o malo ( ...) Laurie (Carta de un soldado inglés desde el frente. 5/2/18. Francia, por la noche) Art. I. Alemania, Austria-Hungria, Bulgaria y Turquía, por una parte, y Rusia por la otra parte, declaran que el estado de guerra entre ellos ha concluido. Están determinadas a vivir de ahora en adelante, en paz y en nueva amistad Art. II. Las partes contratantes cesarán toda agitación y propaganda contra el gobierno, o la organización del Estado y del ejército de las otras partes(...) Art. IV. Alemania está dispuesta, tan pronto se haya concluido la paz general y se haya realizado la completa desmovilización rusa Art. V. Rusia realizará la completa e inmediata desmovilización de su ejército, incluidas aquellas partes del ejército recientemente formadas por el gobierno actual. (Tratado de Brest-Litovsk, 3 de marzo de 1918) “Tomo acta de las palabras y de las excelentes intenciones del Presidente Wilson. Él elimina el sentimiento y el recuerdo: es ahí donde tengo una observación que hacer respecto a lo que acaba de decir. El presidente de EE.UU. desconoce el fondo de la naturaleza humana. El hecho de la guerra no puede ser olvidado. América no ha visto esta guerra de cerca durante los tres primeros años; nosotros, durante ese tiempo, perdimos un millón y medio de hombres. No nos queda mano de obra. Nuestros amigos ingleses, que han perdido menos que nosotros, pero lo bastante para haber también sufrido mucho, me comprenderán. Las pruebas que hemos debido pasar han creado un sentimiento profundo sobre las reparaciones que nos son debidas; y no se trata sólo de reparaciones materiales: la necesidad de reparaciones morales no es menos fuerte (...) Buscáis hacer justicia a los alemanes. No penséis que ellos nos van a perdonar, buscarán la ocasión de la revancha, nada destruirá la rabia de aquellos que han querido establecer su dominación en el mundo y que se han creído tan cerca de conseguirlo.” (El jefe de gobierno francés, Georges Clemenceau, dirigiéndose al Consejo de los Cuatro)