LA VIDA INTELECTUAL – ESPIRITU- CONDICIONES Y METODOS A. D. SERTILLANGES 2. LA VOCACION INTELECTUAL a) CONTEMPLACION b) ACCION El autor explica que a través de las páginas del libro ha tratado de comunicar el clima espiritual para la gestación del pensador, para su evolución, su progreso, su inspiración y su obra. Comienza así ¿quereís hacer una obra intelectual? Comenzad creando en vos una zona de silencio, un hábito de recogimiento , una voluntad de desprendimiento que os haga apto para la obra; adquirir ese estado de ánimo sin lastre del deseo y de la voluntad propia, que es el estado de gracia del intelectual. Sin esto no hareís nada o cosa que valga. Toda obra intelectual comienza por el éxtasis y sólo después se ejerce el talento organizador, la técnica de encadenamientos, de las relaciones de la construcción. Hablar de vocación es designar a quienes aspiran a hacer del trabajo intelectual su ocupación ya sea que se dediquen todo su tiempo al estudio o que, teniendo una profesión cualquiera, se reserven como feliz suplemento y una recompensa el cultivo del espíritu. Una vocación no se satisface con lecturas aisladas o pequeños trabajos aislados. Se trata de otra cosa, de penetración y continuidad, de esfuerzo metódico en vista de una plenitud que responda al llamado del Espíritu. Lo que más vale es la voluntad, una voluntad ardiente y profunda, una voluntad dispuesta a triunfar, a ser alguien; a llegar a algo, ser va por el deseo. Libros existen en todas partes y en definitiva no son necesarios sino unos pocos. El hombre de pensamiento tiene una fisiología especial: es necesario que cuide de ella y que no tenga temor de consultar al especializado. Es deseable una vida al aire libre, sesiones frecuentes de respiraciones largas, …. Según la tradición griega son todas prácticas excelentes. Cuidad vuestra alimentación, al sueño dedicad especial cuidado. La vocación intelectual en sentido estricto, es lo contrario de la acción; la vida contemplativa y la vida activa siempre han estado opuestas como surgiendo de mentalidades y aspiraciones contrarias. La contemplación es recogimiento, la acción es expansión, desgaste; la primera aspira a la luz, la segunda ambiciona el don. En sentido general hay que resignarse a esta partición en las tareas, contento cada uno en su puesto, sin menospreciar el de los otros, gozando con los resultados ajenos y utilizándolos gracias a la comunión de los espíritus. Pero la vida real no permite una distribución tan estricta. El pensador tiene que reservar una parte de su tiempo y de su corazón para la vida activa. El cuerpo que se inmoviliza demasiado se atrofia y enerva, el alma que lo imita se descolora y derrumba. La vida intelectual tiene necesidad del alimento de los hechos. SE encuentran relatos en los libros pero es sabido que una ciencia puramente libresca es frágil, adolece del defecto de lo abstracto, pierde contacto y por consiguiente ofrece al juicio una materia casi ilusoria. Santo Tomas consagra un artículo en la Suma a fin de probar la necesidad de apoyarse en lo real para juzgar, pues dice, lo real es la mira última del juicio. La ideas están dentro de los hechos no viven en si misma, como pretendía Platón y esta consecuencia metafísica tiene consecuencias prácticas. Observando y escuchando – no me refiero a la lectura – aprendeís a reflexionar, haceís vuestro y adaptais a vuestras necesidades aquello que habéis adquirido. Los grandes descubrimientos no son más que reflexiones sobre hechos que nadie ignoraba. Tener siempre el pensamiento en expectativa, ese el gran secreto. El espíritu del hombre es un rumiante. El deseo de saber bien arraigado en vuestra alma, la pasión de lo verdadero siempre alimentada, vuestra atención consciente dirigiéndose a menudo hacia los hechos de la vida propios para alimentar ese fuego y satisfacer el deseo, convierten vuestro espíritu en un perro de caza en constante búsqueda. Los momentos de plenitud: Llegamos a algo que no es preparación, prolongamiento, descanso provechoso como antecedente del trabajo, llegamos al trabajo propiamente dicho, al tiempo consagrado a la concentración provechosa, al esfuerzo pleno. La mayor parte de este ensayo no tiene otro objeto que considerar el buen empleo de ese tiempo, nuestra misión debe consistir en ordenarlo en sí mismo, en centrarlo , en preservarlo, en encontrar la forma de guardar la “celda interior” contra las invasiones exteriores que la amenazan. Cuando solo se dispone de pocas horas y se puede ubicarlas libremente, parece que la mañana debe obtener la preferencia. Sea lo que se quiera, hecha la elección será necesario ordenar los instantes elegidos y ordenarse uno mismo para su aprovechamiento integral. En esa forma, todo dispuesto, todo previsto, se estará en estado de producir, se podrá emplear uno a fondo, absorberse y dar lo máximo. La atención no encontrará motivo de distracción; el esfuerzo no se verá interrumpido. Hay que huir de todo trabajo hecho a medias. Más vale reducir el tiempo y profundizarlo, acrecentando su valor. El trabajo hecho a medias no favorece ni el reposo ni el estudio. Lo que los grandes hombres han practicado – Aristóteles, Bacon Leonardo da Vinci sirve de consulta, hay que elegir buenos consejeros, en cada cosa ir a lo esencial, sin rodeos. Hay que hacer un lado a las minucias : no es por ella que las ciencias se vinculan. Las ciencias sin la filosofía se descoronan y se desorientan. Las ciencias y la filosofía sin la teología se descoronan en una forma todavía peor. Hoy en día que la filosofía ha declinado las ciencias se ven sin apoyo y se desintegran, hoy en día la teología es ignorada la filosofía es estéril y a nada llega. Si el intelectual católico pertenece a su tiempo nada mejor podrá hacer que trabajar en la medida que sea capaz para restituir ese orden que nos falta. Lo que falta en el presente no es la dosis del saber, es la armonía del saber, armonía que no se obtiene si no es por medio de un llamado a los primeros principios. Existiendo pues un Ser primero y una causa primera, allí culmina y se ilumina el ultimo saber. Como filosofo ante todo por medio de la razón, como teólogo después utilizando las luces venidas de las cumbres, el hombre de la verdad debe centrar su búsqueda en lo que es punto de partida, regla y fin a título propio y primero, en cuanto es todo para todo y para todos. Recomienda el estudio de Santo Tomas, como marco ideal del saber, que establecerá la claridad plena y ofrecerá un horizonte a la vez flexible y preciso para las adquisiciones ulteriores. El texto podrá parecer al principio árido, pero poco a poco sus luces destacadas brillaran las primeras dificultades vencidas tendrán nuevas victorias. Hay que estudiar en latín, las traducciones de la Suma son generalmente hechas en forma que traicionan, son insuficientes Hay que medir la tarea, después de algunos tanteos saber limitar sin rigideces, aprovechar mediante lecturas y pequeños trabajos adecuados el beneficio de las culturas primeras , pero en cuanto a lo principal de nuestro tiempo hay que concentrarse El sabio a medias no es aquél que sabe sólo la mitad de las cosas sino el que no las sabe más que a medias. El espíritu de trabajo: Determinado el campo del trabajo es bueno señalar el espíritu que debe animar al trabajador y ante todo digamos que es un espíritu de celo “ De las cosas dudosas, certifícate” dice Santo Tomás a su discípulo. Un ánimo activo está constantemente en persecución de alguna verdad que representa para él. El espíritu de celo debe conciliarse con una concentración. Que todos los hombres de intelectualidad recomiendan. Aprenda vuestro espíritu a ser lupa. Cada tarea debe absorber por completo como si fuera la única. Tal el secreto de Napoleón, tal el secreto de los grandes espíritus activos. Pero hay otra cosa importante y es el sometimiento que tenemos que tener a la disciplina de lo verdadero. Santo Tomas señala que amar la verdad con el ardor suficiente como para concentrarse en ella y transportarse así en lo universal a lo que es el seno de la verdad permanente es la actitud de contemplación y de producción fecunda. LA PREPARACION DEL TRABAJO A ) La lectura: Trabajar significa aprender y significa producir y en ambos casos requiere una larga preparación. Constituye la lectura el medio universal de aprender y es la preparación inmediata o lejana de toda producción. Saber leer y utilizar bien las lecturas es, pues, para el hombre de estudio una necesidad primordial. Es necesario leer inteligentemente, no apasionadamente – La lectura desordenada entorpece y no alimenta el espíritu., lo incapacita poco a poco para la reflexión y el concentramiento y por consiguiente para la producción. Eleccion de libros hay que tener consejeros abnegados y expertos, no se ha de beber sino en la fuente. Sólo se ha de frecuentar la elite de los pensadores. No hay que leer sino en las fuentes allí es donde brillan las ideas rectoras. Estas son poco numerosas. Los libros se repiten o bien se contradicen, en realidad los hallazgos de pensamientos son raros, el fondo antiguo o para decir mejor, el fondo permanente es lo fundamental. Recomienda el contacto con los genios para el desenvolvimiento del espíritu y de la vida. Nos procura un beneficio inmediato un exaltamiento, por su solo superioridad nos gratifican aun antes de habernos enseñado alguna cosa. Una condición esencial para aprovechar cualquier lectura, es tender a conciliar. Lo que interesa no son tanto los pensamientos sino las verdades, no son los combates entre los hombres sino su obra y lo que es permanente en ella. Santo Tomas nos da en esto un ejemplo admirable. Siempre se ha esforzado por aproximar la doctrinas por esclarecerlas y contemplarlas las unas mediante las otras. Aristotéles se apoya sobre Platon, sin ser agustiano hace de San Agustin su alimento permanente. La fuente del saber no está en los libros está en la realidad y en el pensamiento. Los libros son postes señaladores. El principal beneficio de la lectura es el acrecentamiento de nuestra sabiduría, no adquirir verdades dispersas. Utilizar plenamente es inventar, hasta cuando se cita literalmente, si el pasaje citado está ubicado en su lugar exacto en un discurso, del cual está al mismo nivel, es en ello original. Tengo el deber de ser yo mismo. Sea mi lectura ocasión para engendrar pensamientos. En la memoria conservad las ideas rectoras, estando regulado el orden interior habrá defensa casi automática contra el recargo. Como hacer para retener Santo Tomas propone 4 reglas 1) ordenar lo que se quiere retener 2) concentrar en ello el espíritu 3) modificarlo frecuentemente 4) cuando uno quiere recordarlo ha de tomar la cadena de dependencias. Y agrega que es bueno relacionar la memoria de las cosas intelectuales con las cosas sensibles. LAS LECTURAS, LA MEMORIA Y LAS NOTAS SON TRES OBJETOS QUE TIENEN POR FINALIDAD COMPLETARNOS PARA REALIZAR NUESTRA OBRA Hay que leer relativamente poco y retener mucho menos aún, las notas son una especie de memoria exterior, una memoria de papel debe limitarse enormemente con relación a la lectura . ES PREFERIBLE LA LIBERTAD DE LA MENTE A UN ENRIQUECIMIENTO INDIGESTO. Podemos distinguir dos clases de notas: Las correspondientes a la preparación remota del trabajo- presentan la característica de ser fortuitas- y la inmediata al trabajo que persiguen ahincadamente el tema en estudio y forman un todo más o menos orgánico. En ambos casos hay que evitar los excesos. SE puede formar un plan detallado y documentarse más tarde o bien empezar por la documentación por las reflexiones y lecturas que evidentemente suponen alguna directiva pero sin un plan propiamente dicho. Como clasificar las notas, los hombres celebres utilizaron distintos métodos, pero el método mas practico parece ser para la mayoría de los trabajos el metodo de las fichas. Como utilizar las notas: Si hay un plan detallado y según este se buscaron notas, hay que numerar los artículos sucesivos del plan y también numerar las fichas que se relacionan con ellos. Hay que reunir las fichas que se relacionan con ellos y redactar sucesivamente. Si no hay plan hay que determinarlo extrayéndolo de la misma documentación. LLEGA POR FIN EL MOMENTO DE LA REALIZACION: ESCRIBIR: No es posible aprender y preparar siempre. Uno escribe ante todo para sí, para ver claro en caso propio y para determinar mejor sus pensamientos, escribiendo hay que publicar. El contacto con el público nos obligara a escribir mejor. No produciendo nada uno se habitúa a la pasividad, uno retrocede, se agota en la espera se vuelve improductivo. El estilo se forma pues en cada uno juntamente con el escritor. Un estilo es veraz cuando responde a una necesidad del pensamiento y está en contacto íntimo con las cosas. El verdadero intelectual es por definición un perseverante. Ante cada trabajo decios tengo el deber de hacerlo bien pues lo que no se perfecciona no existe. La vocación intelectual no es una cosa más o menos, es algo preciso: debeis entregaros por entero. En toda materia, el éxito es alcanzado siempre en las mismas condiciones: Reflexionar en el comienzo, empezar por el principio, proceder con método, avanzar con lentitud, dar cuanto se puede dar. Pero la reflexión inicial tiene por principal objeto determinar aquello para lo que estamos hechos. El intelectual que yo concibo es un hombre de un amplio y variado saber que extiende una especialidad penetrada a fondo es amigo de las artes y de las bellezas naturales, su espíritu se muestra en las ocupaciones corrientes y en la meditación , es idéntico ante Dios y lleva en si un mundo de ideas y de sentimientos que no se inscriben solo en los libros y discursos, se vuelcan en las conversaciones amistosas y que guían su vida.