Descargar artículo en PDF

Anuncio
Cartas de los lectores
[email protected]
Enero y abril 2016
NIÑOS MULTILINGÜES
En «Cómo adquieren los bebés el lenguaje» [Investigación y Ciencia, enero de
2016], Patricia K. Kuhl sostiene que, entre
los seis meses y los siete años de edad, los
niños pueden aprender con rapidez una o
dos lenguas. Según mi experiencia, puedo
decir que los bebés y los niños pequeños
son capaces de adquirir varios idiomas simultáneamente si cuentan con el entorno social y familiar adecuado.
Mi esposa y yo hemos tenido la suerte
de proporcionar ese entorno a nuestras
cuatro hijas, quienes aprendieron alemán,
árabe, francés e inglés ya en sus primeros
años de vida. Mi esposa, alemana, y yo,
hablante nativo de árabe, nos hemos comunicado en inglés desde que nos conocimos. Criamos a nuestras hijas en Francia,
donde asistieron a una escuela en la que
se enseñaba en francés e inglés; además,
varias horas a la semana eran cuidadas
por una persona de habla francesa. Después, cuando nuestras niñas tenían entre
tres y ocho años, nos mudamos a España.
A los tres meses de comenzar el colegio
ya hablaban español.
Para lograr esa competencia lingüística es fundamental que cada persona se
comunique con los niños en su lengua
materna. También es necesario insistirles en que no mezclen idiomas cuando
se dirigen a una misma persona, a fin de
que puedan asociar a cada individuo con
su primera lengua.
Azzam Qasrawi
Ronda, Málaga
¿GUERRA DE TELESCOPIOS?
Nos hemos sentido enormemente decepcionados al leer el artículo de Katie
Worth «La guerra de los telescopios» [Investigación y Ciencia, febrero de 2016].
Muy al contrario de lo que se afirma en
el texto, las «rivalidades personales» del
pasado han desempeñado un papel muy
pequeño en la historia del Telescopio de
Treinta Metros (TMT) y del Telescopio
Gigante Magallanes (GMT). Por qué los
repetidos intentos de la Institución Carnegie para la Ciencia de unirse al TMT
han sido rechazados una y otra vez es
una historia compleja cuyos detalles completos solo los conocen los investigadores del Instituto de Tecnología de California y de la Universidad de California,
pero está claro que la dinámica interna
de la colaboración y los intentos de controlar el desarrollo técnico del telescopio ejercieron una gran influencia. Al final, los miembros de Carnegie tiramos la
toalla cuando quedó claro que no seríamos más que un socio pequeño y pasivo,
y cuando el GMT, proyectado por J. Roger Angel, se convirtió en una alternativa más seductora.
Por otro lado, afirmar que Estados
Unidos carece de fondos suficientes para
apoyar ambos proyectos es incorrecto.
Tanto el GMT como el TMT son colaboraciones internacionales. El 80 por ciento
del dinero del TMT y el 20 por ciento de
los fondos del GMT vienen de fuera, por
lo que, en la práctica, Estados Unidos solo
está financiando un telescopio.
Por último, tres telescopios de gran
tamaño (el TMT, el GMT y el Telescopio
Europeo Extremadamente Grande) es
lo mínimo que necesitará la comunidad
astronómica internacional para poder
hacer investigación de calidad durante
las próximas décadas. No hay pruebas ni
es sensato pensar que el TMT o el GMT
hubiesen tenido un diseño más avanzado
en caso de haber contado con más dinero.
Los desafíos técnicos a los que se enfrenta la construcción de telescopios de gran
tamaño son abrumadores, y son estos los
que marcan el ritmo.
Augustus Oemler
Alan Dressler
Observatorios Carnegie
roplasticidad referidos en el artículo, por
lo demás excelente, «El poder del cerebro
infantil», de Takao K. Hensch [Investigación y Ciencia, abril de 2016]. Irónicamente, el último párrafo del texto saca a
colación un argumento contra semejante
«cura»: supondría un cambio neural tan
invasivo que equivaldría a violar la identidad de la persona. Al contrario que la
esquizofrenia o la ambliopía, el autismo
no es separable de la individualidad de
quien lo tiene. Por si fuera poco, semejante retórica promueve las increíblemente
dañinas «terapias correctivas» pavlovianas, como ciertas formas del análisis conductual aplicado.
Soy autista. Como tal, me he encontrado con docenas de personas autistas,
he atendido a discursos suyos y he leído
ensayos escritos por ellos. Puedo asegurarle que ninguno de nosotros quiere que
nos «curen».
Paul Eisen
PLASTICIDAD CEREBRAL
He sentido algo más que enfado al leer
que la prevención o el tratamiento del
autismo se encuentran entre los posibles
usos de los nuevos hallazgos sobre neu-
La longitud de las cartas no deberá exceder los 2000
caracteres, espacios incluidos. Investigación y Ciencia
se reserva el derecho a resumirlas por cuestiones
de espacio o claridad. No se garantiza la respuesta
a todas las cartas publicadas.
En su artículo, Hensch expresa su
preocupación por la posibilidad de que
una reorganización de las conexiones
cerebrales pueda «debilitar el sentido de
uno mismo». No acabo de entender esa
evaluación negativa. El «yo» no es más
que un constructo humano arbitrario y
sobrevalorado. Mucho se ha escrito en la
filosofía budista sobre lo poco deseable
que resulta dicho concepto. De hecho, este
punto de vista se muestra acorde con la
propia afirmación de Hensch sobre las
ventajas de la meditación para aumentar
la plasticidad y, por tanto, para diluir el
sentido de uno mismo.
Prevesh Rustagi
Fort Wayne, Indiana
C A R TA S D E LO S L E C TO R E S
Investigación y Ciencia agradece la opinión de los
lectores. Le animamos a enviar sus comentarios a:
PRENSA CIENTÍFICA, S.A.
a
Muntaner 339, pral. 1. , 08021 BARCELONA
o a la dirección de correo electrónico:
[email protected]
Agosto 2016, InvestigacionyCiencia.es 3
Descargar