3. La ética discursiva

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POLÍTICA, COMUNICACIÓN Y ÉTICA: ¿UNA POSIBILIDAD PARA LA DEMOCRACIA?
En la realidad estas dos dimensiones o subsistemas conviven y se desarrollan conforme las
sociedades mismas evolucionan, no obstante, es factible que una de ellas se imponga a la otra
creando así una supeditación de las acciones y del mundo social a sus características. En otras
palabras, Habermas plantea que hay que observar las prácticas sociales dominantes, pues son estas
las que están configurando la nueva forma de ver y construir nuestro mundo, un ejemplo de esto es
cómo el sistema económico ha determinado la formación de un individuo funcionalista que no se
rige por la ética intersubjetiva sino que lo hace por la lógica de su interés personal, donde hay una
degradación mercantilista de las relaciones humanas, este es un claro ejemplo de lo que en su Teoría
de la acción comunicativa denomina la colonización del mundo de la vida por el sistema. Esta
colonización plantea serios problemas para el desarrollo mismo de la sociedad, ya que al supeditarse
al mundo de la vida a un subsistema, lo que estamos haciendo es poner en riesgo nuestra capacidad
social de darle sentido al mundo.
Es por esto, que es necesario encontrar salidas que permitan el rescate de las dimensiones
subjetivas, ya que a partir de ellas nosotros somos capaces de ir avanzando en nuestra construcción
de una sociedad más igualitaria y justa con espacios para todas las distintas voces que conforman a
la comunidad, mediante el diálogo y el entendimiento, esto es precisamente lo que hace la ética
discursiva.
El énfasis en la comunicación que realiza Habermas parte del reconocimiento de que es
precisamente a partir de nuestra capacidad de establecer un diálogo con “otro” que debemos tener
una actitud abierta al entendimiento. Es ésta la única salida al problema de la pérdida del sentido
de las sociedades actuales.
CONSECUENCIAS DE LA ÉTICA DISCURSIVA
EN LAS DEMOCRACIAS DEL SIGLO XXI
A lo largo de las páginas anteriores nos hemos sumergido en un viaje teórico que explora
las principales características de la ética discursiva y en general, las posibilidades del proyecto
habermasiano en la vida de las sociedades actuales, las líneas que siguen tratan de hacer una
recapitulación, vinculando los aspectos teórico-filosóficos de Habermas bajo la óptica de los
emergentes sistemas democráticos en nuestros países y sobre todo, planteando al seguir el estilo
esperanzador de este autor, las consecuencias de la participación de los nuevos sujetos políticos de
las sociedades latinoamericanas.
En la primera parte de este documento buscamos desentrañar el concepto mismo del sujeto
en la teoría habermasiana, con la esperanza de que a partir de su definición, podamos ser capaces
de ir entendiendo los alcances, riqueza y pretensiones de su propuesta analítica de nuestra realidad.
La potencialidad del método analítico de Habermas nos invita a buscar las explicaciones de
los fenómenos sociales precisamente desde el punto de vista mismo de quienes comparten una
realidad compleja, llena de incógnitas que solamente pueden ser comprendidas a la luz de la
observación científica objetiva y sobre todo, siendo consideradas desde un inicio como producto de
procesos histórico- sociales que encierran una riqueza heurística insospechada.
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Durante la primera parte del presente documento intentamos desentrañar las claves
mismas de la propuesta social habermasiana, para llegar a la conclusión de que solamente a través
de los procesos comunicativos que descubren el poder de la razón, es que podemos ser capaces de
construir nuestra visión del mundo y de nosotros mismos, y sobre todo, que en este infinito poder
humano, se encierran las claves del pasado, presente y futuro de las sociedades.
Este hecho, lleva a Habermas a proponer un modelo de ética que descansa en la capacidad
del uso de la razón, bien intencionada, constructiva, abierta, participativa, construida a partir de la
actitud comunicativa15 donde las reglas y normas sociales no se quedan en el ámbito normativo de
la conducta sino que se producen por consenso universalmente validado en un tiempo histórico
determinado y que tienen la capacidad de adaptarse a los cambiantes contextos socio- históricos.16
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15
“Llamó comunicativas a las interacciones en las cuales los participantes coordinan de común
acuerdo sus planes de acción; el consenso que se consigue en cada caso se mide por el
reconocimiento intersubjetivo de las pretensiones de validez” (Jürgen Habermas, 1990:77).
16
… Los actores plantean pretensiones de validez con sus acciones de habla, en la medida en que se
ponen recíprocamente de acuerdo, y se trata además de pretensiones de verdad, de rectitud, de
veracidad, según que se refieran en cada caso a algo en el mundo objetivo (como la totalidad de las
realidades existentes), a algo en el mundo social conjunto (como la totalidad de relaciones
interpersonales legítimamente reguladas) o algo en el propio mundo subjetivo (como la totalidad
de las vivencias a las cuales tiene acceso privilegiado); en la acción comunicativa cada actor aparece
racionalmente impelido a una acción complementaria, y ello merced al efecto vinculante locutivo
de una oferta del acto de habla” (Idem; 1990:88).
La ética discursiva de Habermas supone un sujeto, un actor social comprometido consigo
mismo, con su comunidad y con la humanidad entera, donde la apuesta final sea la búsqueda de la
verdad por encima de todo, al tiempo que se logre el bienestar social.17
Resulta interesante abordar un poco más a detalle éste aspecto que de entrada suena
tentador, pero utópico, sin embargo, creo que existen señales suficientes que nos pueden apoyar
en la idea de que es posible encontrar ya en nuestros días, en las calles, en las escuelas y casas a
sujetos que ya poseen las características habermasianas en su ética social, y que es precisamente
este tipo de comportamientos los que sustentan la construcción de verdaderos sistemas
democráticos en las sociedades actuales.
Este aspecto ya ha sido tratado por varios autores desde diversos puntos de vista dentro de
las ciencias sociales, sin embargo, esta diversidad de posturas no necesariamente significa una
diferenciación en lo que al papel determinante del individuo dentro de las posibilidades de
desarrollo social y político de las comunidades actuales.
Las tendencias que apoyan esta idea habermasiana de que el destino de las sociedades está
determinado por las dimensiones intersubjetivas de las personas sugieren que es necesaria la
profundización en la investigación de todos los aspectos relacionados18, ya que por ejemplo,
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Zemelman señala que es necesario “abordar la historia del hombre como la historia de la razón: su
empeño por construirse como sujeto buscador de contornos, trasgresor de límites para alcanzar
espacios de conciencia y de experiencia más vastos para apropiarse de horizontes nuevos.. y más
adelante resalta que “el rompimiento de los límites que conforman la situación del hombre que
piensa consiste en rescatar cómo está presente la necesidad de realidad, a partir de una voluntad
por ubicarse en el mundo, que, en la medida que trasciende cualquier jaula de hierro (como la que
conforman la lógica de determinaciones y las condiciones de validez), remite a la razón fundante ”
(Hugo Zemelman; 1998:8-9).
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17
“Una ética discursiva se mantiene y desaparece, pues, con los dos supuestos de que a) las
aspiraciones de validez normativa poseen un sentido cognitivo y se pueden tratar como aspiraciones
de verdad y, b) la fundamentación de las normas y mandatos requiere de la realización de un
discurso real que, en último término, no es monológico, no tiene nada que ver con una
argumentación que se formulara hipotéticamente en el fuero interno” (Jürgen Habermas; 1990:88).
18
Puede verse por ejemplo León, Emma y Zemelman, Hugo, Subjetividad: Umbrales del pensamiento
social, Antrophos/CRIM/UNAM, Barcelona, 1997. Es esta obra se aborda el estudio de la
subjetividad desde diferentes áreas de la vida social: la política, la sociología, la psicología y el ámbito
del trabajo como dimensiones prioritarias que configuran nuevos espacios de participación social.
1. ASPECTOS GENERALES
Se ha señalado constantemente a lo largo de este texto que estamos en presencia de un
sistema social que ha estado condicionado por el sistema, por la estructura impersonal y rígida que
ha impedido el desarrollo de la razón y el sentido, que ha supeditado el desarrollo del individuo
hasta convertirlo en un objeto de reproducción del mismo sistema negándole la oportunidad de
participar más activamente en la vida de su sociedad.
Vivimos en una época, donde de acuerdo a la lectura de algunos clásicos de la política, “la
razón del Estado se impone sobre la moral del individuo” donde “el poder político pervierte a la
consideración moral, mientras que, de otro lado, la ética sólo ha de suscitar una ineficaz impotencia
en quien ha de tomar decisiones políticas... y que cualquiera que toque poder y quede atrapado en
las telarañas de sus intrigas viene a poder automáticamente su sensibilidad moral. Los intereses del
Estado anularán sin duda, la identidad ética del sujeto político” (Roberto Aramayo, 1999: ).
Sin embargo, Habermas nos plantea salidas cuando señala la importancia de establecer una
ética democrática basada en la participación de todos los miembros de una comunidad y construida
en el consenso y la comunicación social.
Es decir, hasta qué punto se está por “evolucionar” como sociedad hacia una etapa de
desarrollo más avanzada, donde la democracia, la participación, el compromiso de los sujetos
convertidos en actores sociales con su entorno, su comunidad puede ser la salida a los añejos
problemas de autoritarismo e intolerancia que durante tanto tiempo se ha mantenido en nuestros
países.
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La conquista de espacios de participación social, la presencia constante de movimientos de
resistencia civil, la demanda de diálogo entre los distintos grupos sociales es la vía por la que se
construye un verdadero sistema democrático, la tan celebrada ciudadanización de la política
(Griselda Gutiérrez, 1999), constituye un camino alterno en nuestro viaje hacia la verdadera
democracia. Pero este proceso de ciudadanización, requiere de sujetos que estén dispuestos a
luchar por encima de todo por la justicia y la libertad de la comunidad.
La ética discursiva funciona como un elemento crítico de la sociedad que permite hacer
diagnósticos a nivel humano del verdadero estado de la sociedad, sin dejarse influir por el sistema.
La propuesta de Habermas representa un intento por buscar alternativas que nos permitan
humanizar la tecnoeconomía, tratando de rescatar el mundo del sentido, el mundo de la vida, por
esta razón, señala la virtud de la existencia de los espacios de crítica y lucha social como elementos
necesarios para conseguir la salud de los sistemas democráticos constitucionales, la desobediencia
civil entonces, funciona como el movimiento social que impulsa el dinamismo de los sistemas
jurídicos dentro de una sociedad, para que éstos reflejen fielmente los cambios dentro del mismo
sistema social.
Los movimientos sociales entonces, funcionan como los vehículos donde la participación
ciudadana posibilita la evolución social, construida mediante el diálogo, el consenso, derivado de la
razón, en la búsqueda de la justicia y en la persecución de los intereses sociales, es decir, se apega
al sentido de la formación de la voluntad colectiva de Rousseau.
2. LOS NUEVOS SUJETOS POLÍTICOS Y LA DEMOCRACIA
Desde el punto de vista del rescate de las dimensiones intersubjetivas de la sociedad, y
pensando en la democracia participativa como la forma de organización política ideal, es necesario
entonces recapitular las ideas en torno a los requerimientos de los nuevos actores sociales.
Primero, es necesario mantener una actitud abierta al diálogo y al entendimiento con los
demás miembros de la sociedad, esto supone una disposición al reconocimiento de los otros, y a la
búsqueda del consenso partiendo de la base de buenas razones;
Segundo, esto implica que el diálogo debe ser llevado a cabo, sin que se interpongan
elementos de distancia de poder entre los participantes, es decir, donde la imposición no tenga
lugar;
Tercero, que se busque siempre por encima de todo, la justicia y se respete la libertad de
los demás y,
Cuarto, que todo este proceso se realice en el uso de la razón como la única manera de
lograr la libertad y el desarrollo humanos.
Lo anterior obliga a que los sujetos sociales estén comprometidos con su entorno, que actúen
siempre guiados por la búsqueda de la verdad, que actúen con libertad y sobre todo, que asuman
una postura crítica de su realidad sin dejar de lado que lo más importante es la realización plena del
individuo y que la política consiste en la búsqueda de los mejores caminos para lograrla.
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Solamente la participación comprometida de cada uno de nosotros, y de la instauración delconsenso y el diálogo se logrará no solo la puesta en marcha de regímenes democráticos en nuestros
países sino que los fortalecerá para evitar que los antiguos vicios' del autoritarismo vuelvan a limitar
el desarrollo de nuestros países y nuestras sociedades.
BIBLIOGRAFÍA
Aramayo, Roberto, “La Discusión dé.la Identidad Moral en el Sujeto Político”, en Aguilar,
Mariflor, Límites de la subjetividad, Fontanamara, México, 1999.
Gutiérrez, Griselda, “Ciudadanizáción de la Política ”, en Aguilar,
Mariflor, Límites de la Subjetividad, Fontanamara, México, 1999.
Habermas, Jürgen, Conciencia Moral y Acción Comunicativa, Paidós, 1990.
----, Teoría de la Acción Comunicativa, Taurus, Tomos I y II, 1988.
León, Emma y Zemelman, Hugo, Subjetividad: Umbrales del pensamiento social, Antrophos/
CRIM/UNAM, Barcelona, 1997.
Mardones, José María, “La ética comunicativa y el problema de la tecnología en Joñas”
Curso de Actualización Docente, itesm, Monterrey, Nuevo León, enero, 2000.
Zemelman, Hugo, Sujeto: existencia y potencia, Antrophos/CRIM/UNAM, Barcelona, 1998.
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