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E
Denken Pensée Thought Mysl..., Criterios, La Habana,
nº 49, 1º noviembre 2013
stética del remix*
Vangel Nonevski
El discurso sobre el remix es un discurso sobre el juego. El arte de nuestro
tiempo, el arte interactivo, supone la cooperación —eso es más que evidente. Sin embargo, la cooperación puede ser (y es) estéticamente
ambivalente si en la ecuación no se introduce la ludicidad. El factor del
juego, más que cualquier otro, puede ayudarnos en una verdadera postulación
del remix como punto crucial que legitimará la interactividad como fenómeno digno de elaboración estética. De lo contrario, si no introducimos la
ludicidad en la investigación, la interactividad no sólo permanece vacía de
atributos y es identificada con una simple cooperación mecánica, sino que
se vuelve también estéticamente indiferente como cualquier otro fenómeno, e incluso (si se quiere) también ideológicamente ambivalente. Por eso,
la interactividad —como cualquier otro fenómeno en la era digital que se
haya derivado de innovaciones mediático-tecnológicas— no posee
significantes estéticos si éstos no son reconocidos ni definidos como tales.
El juego-remix, como veremos, hace eso con más éxito que cualquier otro
común denominador de la interactividad y el arte.
¿Qué es el remix?
La más simple definición del remix puede ser hallada en el comienzo del
filme documental Todo es remix (Everything is a Remix: 2010-2011), de
* «Estetika na remiksot», Blesok, nº 82, enero-febrero 2012.
Estética del remix 821
Kirby Ferguson: «combinar o montar materiales existentes para crear algo
nuevo». La definición es correcta, porque en este caso el abordaje nominal-etimológico del concepto es del todo satisfactorio. Por lo demás, la
traducción literal de la palabra inglesa «re-mix», que significa remezcla,
capta de manera adecuada la esencia del concepto. Por ende, en el contexto estético, el remix representará la remezcla de las partes constitutivas que
componen una obra artística (al realizar la mezcla, puede agregarse también algo nuevo, pero no es necesario hacerlo).1
Por consiguiente, aunque toda manipulación de una obra/artefacto existente (en lo que, sin falta, entran las artes/prácticas dadá y post-dadá y con
lo que, hasta cierto punto, se sobrentiende también la interpretación) puede
ser considerada como un remix, los fundamentos modernos de los procedimientos artísticos del remix deben ser buscados en la música reggae jamaicana
de fines de los años 60 y principios de los años 70 del siglo XX. De eso dan
testimonio los eminentes historiadores e investigadores británicos de la música
reggae Steve Barrow y Peter Dalton:
la técnica del remix apareció por vez primera en Jamaica, ya en
el año 1967, al principio en busca de exclusividad sonorizadora
(sound-system*), pero pronto empezó a ser explotada como un
1
Aquí hay que mencionar que el teórico mexicano de las artes y los medios en la cultura
actual, Eduardo Navas, hace una división en tres tipos básicos de remix. Según él,
existen el remix prolongado, el selectivo y el reflexivo. El remix prolongado se caracteriza, como lo indica el nombre mismo, por una simple prolongación (extensión) de la
obra. Ese remix tiene una presencia notable con la mayor frecuencia en la música (la
cultura DJ), en la que a menudo se hacen prolongados remixes de composiciones,
destinados a actuaciones en clubes. El remix selectivo de una obra supone la adición y/
o sustracción de determinadas partes de la obra original. Eso significa que el
intervencionismo recontextualizante es más pronunciado en el remix selectivo que en el
prolongado. El remix reflexivo prolonga y alegoriza adicionalmente la estética de la
remezcla, al tiempo que manifiesta tendencias a trascender la autenticidad del original.
El remix reflexivo impone una autonomía propia sobre la obra autoral original, a pesar
de que está basado en ella en gran medida. (Véase: Eduardo Navas, «The Three Basic
Forms Of Remix: a Point of Entry», recuperado de http://remixtheory.net/?p=174, 2007.)
* N. del T.: En Jamaica, un sound system es un grupo de DJs e ingenieros de sonido que
trabajan juntos como uno solo, tocando y produciendo música. En general, el concepto sound system se suele utilizar para referirse a una furgoneta itinerante que posee un
potente equipo de sonido, a través del cual un selector o pinchadiscos ambienta fiestas
con música (Wikipedia).
822 Vangel Nonevski
modo económico y creativo de usar repetidamente ritmos ya grabados.2
En ese entonces, los productores y los ingenieros de sonido, como
Ruddy Redford, King Tubby y Lee «Scratch» Perry comenzaron a producir versiones instrumentales para canciones reggae vocales, que demostraron ser mucho más aceptables para el público que las versiones originales
de las canciones. Esas llamadas versiones dub, o sólo versiones (versions),
se caracterizaban por la eliminación total (o casi total) de las partes vocales
y por la acentuación de la música de la ejecución instrumental, a menudo
enriquecida con efectos complementarios y otros tratamientos acústicos.3
(Estas técnicas de producción la mayoría de las veces se caracterizan por
potenciar la profundidad de los tonos bajos en las canciones, añadir efectos
resonadores de los tonos altos, postponer/demorar intencionalmente el ritmo del mix final, repetir con más énfasis los principales motivos
instrumentales, etc.). Ese proceder con el curso de los años se volvió tan
popular que «la palabra «dub» ahora se utiliza por todo el mundo de la
música dance para describir el remix».4 Por lo tanto, la música dub es una
de las primeras formas musicales (si no la primera) que no se basa en la
creación de música original, autoral, sino en el rearreglo, recombinación,
remezcla de música autoral existente. El dub representa una copia manipulada de una obra artística musical, nunca es una obra autoral, per se.
(Por lo demás, los más grandes y más famosos músicos dub han sido, o
productores musicales, o ingenieros de sonido; muy raras veces alguno de
ellos ha sido un compositor.)
Son interesantes las circunstancias por las que precisamente la música
dub remezclada devino popular y famosa, primero en Jamaica, y después
también en el mundo entero. En el filme documental Dub Echoes (2008),
Steve Barrow observa que la fuerza de los tonos bajos profundos en la
música dub —fuerza que no era tan acentuada en las canciones reggae
vocales— era aceptada con tanto entusiasmo por el público de entonces/de
allí porque ésta actuaba como un elíxir para las difíciles condiciones de
vida en la Jamaica de entonces. De hecho, las líneas de bajo profundas en
2
3
4
Steve Barrow y Peter Dalton, The Rough Guide to Reggae, 3ª ed., ampliada y revisada por entero, Rough Guides Ltd., Londres, 2004, p. 215.
Ibid.
Ibid.
Estética del remix 823
la música dub eran tan penetrantes (tanto que a menudo no se podían
registrar con el oído), que se sentían con el cuerpo.5 Como atestigua un
gran número de músicos de dub/reggae entrevistados en el filme, los cuerpos se «llenan» de alegría (la vida se colma de «sentido») cuando son
expuestos a los penetrantes tonos bajos de la música dub. Así pues, por
más vacía que se sienta la persona, bajo la acción de la música dub puede,
al menos por corto tiempo, «llenarse». Teniendo presente eso, el historiador estadounidense de la música reggae, David Katz, observa que las versiones dub de las canciones reggae se hicieron tan populares entre el público jamaicano, que en los discos gramofónicos sencillos de siete pulgadas,
al lado de la canción vocal, se imprimían hasta dos versiones dub. En la
primera cara había la mayoría de las veces una versión dub con una duración igual o semejante a la de la canción vocal original, mientras en la otra
cara había una versión dub prolongada, que con frecuencia podía durar
hasta quince minutos.
Otra definición afín del remix hay que buscarla en la música hip hop de
mediados de los años 70 y principios de los años 80 del siglo XX. La
música hip hop, de manera similar al dub, apareció como resultado de los
procedimientos de remix, pero esta vez ejecutados en vivo, con ayuda de
dos gramófonos conectados con la mezcladora de audio. De nuevo, de
manera similar a como ocurre en el caso de la música dub, el remix hip hop
se basa en la manipulación de música existente, y no en la composición de
nueva música. La Trinidad de los más célebres DJ de ese entonces —Kool
DJ Herc, Grandmaster Flash y Afrika Bambaataa (de nuevo se trata de
músicos que no eran compositores)— aislaban y ordenaban manualmente
las partes instrumentales de canciones soul, funk, jazz y rock and roll que
presentaban en las fiestas. De ese modo —fundiendo sucesivamente sólo
las partes de las canciones en las que no había ejecución vocal y añadiendo
efectos sonoros complementarios con el scratching de los discos gramofónicos—, ellos, en esencia, conformaron la base instrumental de la música
que más tarde comenzaría a ser llamada «hip hop». Por ende, también en
el hip hop el remix consiste en la manipulación de composiciones listas:
ordenamiento sucesivo de sus partes instrumentales y aislamiento de los
5
Además del oído, los huesos son la segunda parte del cuerpo humano que es más
sensible al sonido, especialmente a los tonos bajos. Cf. National Science Foundation,
«Hearing Through Your Bones», recuperado de http://www.usnews.com/science/articles/
2009/05/15/hearing-throughyour-bones, 15 de mayo de 2009.
824 Vangel Nonevski
breakbeats* de las canciones, que los DJ trataban de acentuar lo más
posible (de hacer que sonaran con más volumen).6
La respuesta a la pregunta de por qué los DJ en ese entonces aislaban y
ordenaban sólo las partes instrumentales de las canciones presentadas y
por qué trataban de acentuarlas adicionalmente, es de extraordinaria importancia para nuestro tema. Hay que buscarla en los testimonios de los
investigadores musicales británicos Dan y Tim Irwin, quienes se han ocupado en detalle de este fenómeno:
Desde que [Kool DJ Herc] notó que el público se divertía al máximo en los momentos en que se oían las partes instrumentales de
las canciones soul y funk, empezó a alargarlas, manipulando dos
copias del mismo disco [gramofónico].7
Según ese testimonio y de manera semejante a como ocurrió en el
caso de la música dub, los DJ de hip hop que mezclaban la música en
vivo no hacían más que reaccionar a las señales que les enviaba el público. Los verdaderos sujetos creativos del remix fueron los consumidores
finales de la música. Los DJ y los productores de dub sólo advertían qué
quería el público y cómo quería que sonara eso, para después complacerlo. Eso significa que no fueron los verdaderos representantes de la nueva
música interactiva, sino sólo mediadores de la interactividad entre la
música y el público. El público, con sus reacciones, enviaba mensajes
que decían en qué dirección y cómo había que interpretar, reelaborar,
restructurar… la música, en pocas palabras, cómo remezclar. Los DJ y
los productores de dub sólo captaron la señal y reaccionaron de manera
correspondiente.
Así pues, el remix, en su mismo comienzo y en su esencia, representa
una interacción entre el público (autoría plural) y la obra artística (la música dub y hip hop). Por eso se puede constatar que la estética del remix
rechaza de manera resuelta el mito de la autoría singular privilegiada, según
* N. del T.: Breakbeat: «un patrón repetitivo de tambor en el hip hop y la música dance»
(Merriam-Webster’s 11th Collegiate Dictionary).
6
Véase: David Toop, Rap Attack: African Rap to Global Hip Hop, 3ª ed. ampliada,
Serpent’s Tail, London, 2000; y Brian Coleman, «The Long Cut», Scratch Magazine,
vol. 1, nº 1, verano 2004, pp. 64-70.
7
Dan y Tim Irvin, «Istoriia na iskrsheniot ritam», en Forum, Skopje, nº 73, 8-21 diciembre 2000, pp. 67- 68.
Estética del remix 825
el cual existe una clara distinción entre el creador (el artista activo) y el
público (el consumidor pasivo). Cuando el público en la práctica y la estética del remix se vuelve un factor activo de la obra artística, entonces el
concepto del carácter acabado de la obra artística resulta superado definitivamente.8 Cuando el estético y teórico australiano de los nuevos medios,
Sean Cubitt, habla de las artes que proceden de las culturas diaspóricas
como de artes nómadas sin un continuo espaciotemporal fijo, está aludiendo, en esencia, a la estética del remix:
Las culturas diaspóricas tratan los mensajes como lo que son: como
relaciones. Los ritmos pueden ser originarios de Jamaica, ser compuestos de nuevo en Senegal, experimentar transformaciones en
Nueva York, hallar nuevas modificaciones en Londres, recibir otra
inflexión en Cuba o en Brasil, y así sucesivamente. […] La cuestión clave en los círculos diaspóricos es que no hay un cierre del
ciclo, porque se pone mucho menos énfasis en la integridad de los
mensajes. En vez de eso, se coloca el acento en un bricolage
improvisacional, bordado en los sonidos que llegan, antes de que
de nuevo sean enviados a sus viajes.9
¡La lógica es clara!: una vez que se proclama insustancial y casi se
descalifica la integridad de los mensajes (la obra artística), entonces no
puede existir un cierre del ciclo de sus transformaciones recicladoras. Por
todo eso, hablar de un remix acabado o final es un absurdo, porque las
transformaciones potenciales de una obra escapan al control de sus creadores primarios. Con la introducción del autor de remix plural en la ecuación
del arte, la estética del remix se basa en la convicción de que no puede
existir el final espaciotemporal del ciclo manipulativo de la obra artística.
Por lo demás, hemos dado esa breve descripción de los remix dub y hip
hop pioneros, entre otras cosas, para subrayar que la democraticidad
8
9
Hay que subrayar que el carácter acabado de la obra artística, entendido como un
concepto inadecuado para el espíritu del arte, fue sacudido seriamente por la estética
hermenéutica de Gadamer y por la estética de la apertura comunicacional de Eco. Y
puesto que la estética del remix sería imposible de fundar en condiciones en que el
carácter acabado fuera un factor ineludible, entonces los conceptos de interpretación
libre de la obra artística abierta representan, sin duda, precursores de la estética del
remix.
Sean Cubitt, Digital Aesthetics, Sage, Londres-Thousand Oaks-Nueva Delhi, 1998,
p. 146.
826 Vangel Nonevski
participativa de la interacción entre el público y la obra artística (la música) no pudo ser impedida ni siquiera hace cuarenta años. Sería absurdo
pensar que hoy eso debe representar algún problema, tomando en cuenta
la amplia accesibilidad de los nuevos medios.
¡Sólo existe remix
cuando el original está disponible!
Esos breves bosquejos de los conceptos y las prácticas del remix dub y hip
hop nos llevan a notar que la interacción libre con la música (la obra artística) está en el núcleo de la estética del remix. No obstante, sería erróneo
afirmar que la práctica del remix surgió con el comienzo del dub y el hip
hop. El concepto del remix existe desde antes de la aparición de esas formas musicales: en todo arte que acepta abiertamente la visión del mundo
según la cual existe el arte sólo cuando es interactivo. Por ende, podemos
situar la estética del remix ya en los remix palimpsésticos de las instalaciones, los collages, las intervenciones, los performances dadá…
Recordamos de nuevo el movimiento dadá para señalar una verdad
indudable cuando hablamos de la estética del remix. El arte dadá mostró
que es necesaria la reproducción del cuadro de la Mona Lisa, para que
después se le puedan pintar bigotes. En otras palabras, para poder hablar
de remix, el arte debe estar disponible. Es necesario que exista la posibilidad de apropiación de la obra artística, para que después se la pueda
recontextualizar, alterar, remezclar.
Desde luego, la apropiación (y todo lo que se sigue de ella) es imposible sin la existencia de la copia. La ontología de la copia está en la base de
la ontología de la obra mediada digitalmente. Los nuevos medios en la era
digital están basados en el principio según el cual el libre flujo de las informaciones determina el fundamento de la cultura actual. La lógica informática, en este respecto, es clara e inequívoca: las informaciones son para
estar disponibles.
Hoy, con la «liberación» de los medios respecto del tradicional almacenamiento físico —papel, película, piedra, vidrio, cinta magnética—, los
elementos de la palabra impresa se mezclan y la interfaz fílmica, que antes
estaba ligada al filme, se ve, asimismo, «liberada». El diseñador digital
puede mezclar libremente material textual con filme virtual, contenidos
textuales con materiales de video, gustados textos con gustados ángulos
visuales. Puesto que ya no están insertas en textos y filmes concretos, esas
Estética del remix 827
estrategias organizacionales ahora flotan libremente en nuestra cultura, accesibles para el uso en nuevos contextos.10
A diferencia de la lógica del sistema de jerarquización cultural, según la
cual «el mundo puede ser reducido a un orden lógico y jerárquico, en el
cual todo objeto tiene un lugar separado y definido», el modelo de los
nuevos medios parte de la premisa de que «todo objeto tiene la misma
importancia que cualquier otro y que todo está o puede estar ligado con
cualquier otra cosa».11 Cuando partimos de tales premisas, se abre ante
nosotros un diapasón mucho más amplio de posibilidades, no sólo en lo
que respecta al arte. Pero eso significa, ante todo, que el arte entendido
como información disponible está dado en la naturaleza misma de los
nuevos medios, en los que no puede ser presentado sino como copia destinada a un proceso de copia y una recontextualización ulteriores.12
10
11
12
Lev Manovich, The Language of New Media, MIT Press, Cambridge, 2001, p. 73.
Ibid., p. 16.
Uno de los debates más apasionados que se sostienen en las últimas décadas se refiere
al problema de la regulación de las acciones de disponer del arte y, de modo más
amplio, de los productos culturales (se trata de un evidente oxímoron, porque indica la
regulación de algo que, por su naturaleza, no puede ser regulado). Precisamente, la
monopolización de los derechos de autor —tras la cual se halla la industria cultural—
supone la criminalización de todo tipo de cita de productos culturales (reelaboración,
recontextualización, remix de Mickey Mouse, digamos) y se lleva a cabo mediante la
misma. Todo eso ocurre en una era en la que los nuevos medios, de manera paradójica, son construidos para una liberalización y democratización exponencial de la comunicación con el arte y con los productos culturales. La regulación/control sobre los
productos culturales en el mundo occidental llegó hasta el punto de que en los círculos
más liberales se plantea con frecuencia cada vez mayor la pregunta: «¿Quién diablos
posee la cultura: el monopolio o todos nosotros?». Aunque toda cultura vive añadiendo (relectura, recontextualización, remix) a su pasado, la ideología/el poder de los
derechos de autor (que, desde luego, no está en los autores, sino en las manos de la
industria cultural) amenaza con paralizar la vitalidad de la cultura si continúa reivindicando exclusivamente los intereses mercantiles en la comunicación cultural. No obstante, del mismo modo que en el caso del fenómeno de la videograbadora —cuando la
industria fílmica se alarmaba, a causa del miedo a la marginalización o ruina de la
producción fílmica con las copias piratas de los filmes— la experiencia dice que la
industria cultural es la que comúnmente se adapta a las nuevas condiciones mediáticas,
no a la inversa. Más sobre los aspectos jurídicos de este problema, véase: Lawrence
Lessig, Remix: Making Art and Commerce Thrive in the Hybrid Economy,
Bloomsbury, Londres, 2008, pp. 1-114; Tom Chance, «Remix Culture: Issues
Surrounding Re-use in Creative Commons Licenses», en Free Software Magazine,
828 Vangel Nonevski
Así pues, sólo cuando está disponible puede el arte entrar en un constante diálogo reciclador, porque sólo cuando está en una relación semejante se puede hablar en general de arte mediado digitalmente. El artista y
teórico estadounidense de las artes de los nuevos medios, Douglas Davis,
está pensando precisamente en eso cuando dice:
las realizaciones de algunos de los directores pioneros, como Dziga
Vértov, pueden ser aplicadas, deconstruidas y sometidas a un nuevo arreglo, y después archivadas; más tarde, si queremos, la versión original puede ser presentada en el estado inicial.13
En otras palabras, hoy cada cual puede, si quiere, pintarle bigotes (u
otra cosa) a la reproducción digital de la Mona Lisa, mientras el cuadro
original se queda intacto en el Museo del Louvre. O, si seguimos el contexto que plantea Davis, hoy se puede mirar el célebre filme silente de Dziga
Vértov, El hombre con la cámara, con un fondo musical compuesto por
The Cinematic Orchestra, Biosphere, Michael Nyman o por una serie de
otros conjuntos musicales o compositores actuales. Y se lo puede ver también en su versión original. Sin embargo, lo que Davis quiere potenciar es
de una naturaleza más esencial.
El artista multimediático Paul D. Miller, que la mayoría de las veces
crea bajo el seudónimo de DJ Spooky, parece haber ilustrado de la mejor
manera la idea que Davis quiere subrayar. Su «relectura» del controversial
filme silente El nacimiento de una nación (The Birth of a Nation, 1915),
de D. W. Griffith, capta el meollo de la estética del remix actual. Renacimiento de una nación (Rebirth of a Nation, 2007) es el título del filmeremix de Miller de 2009 y éste presenta una peculiar «re-visión» del filme
original de Griffith. Lo que Miller ha hecho es aplicar las técnicas de remix
del dialecto dub o hip hop al lenguaje del filme. Introduciendo una narración documentalística esporádica a lo largo del filme, un nuevo fondo musical
e intervenciones gráficas en las escenas, Miller lo deconstruye y juega con
el filme original. Y puesto que está basado en una evidente premisa racis-
13
recuperado de http://www.freesoftwaremagazine.com/articles/focusmusic_and_remixing#, 2005; y los filmes documentales: Róbate este filme (Steal This
Film, 2007) y ¡Rasga!: manifiesto remix (Rip! A Remix Manifesto, 2009).
Douglas Davis, «The Work of Art in the Age of Digital Reproduction (An Evolving
Thesis: 1991-1995)», en Leonardo, vol. 28, nº 5, MIT Press, Third Annual New York
Digital Salon, 1995, p. 384.
Estética del remix 829
ta,14 El nacimiento de una nación en el tratamiento remix de Miller, logra
un consecuente desenmascaramiento de sus tendencias estigmatizantes hacia
los afroamericanos en EUA. En realidad, Renacimiento de una nación
representa una alteración o conversión radical del filme original, tanto en lo
que respecta a la forma (se reduce la duración del filme, se agrega nueva
música fílmica, y las intervenciones gráficas en color comentan y enfatizan
determinados aspectos en las escenas, a cuenta de otros), como en lo que
respecta a la idea y el contenido del filme (la narración documentalística da
una correspondiente interpretación y corrección de todas las imprecisiones
y tergiversaciones históricas). Nuevamente todo eso se hace con intervenciones sobre la obra existente (que, por eso, si queremos, podemos mirarla
en su versión original). Por lo tanto, la transformación del filme El nacimiento de una nación en el filme remix Renacimiento de una nación
representa un ejemplo ideal de potenciación de los potenciales recontextualizadores, coautorales, de la interactividad remezcladora apropriativa
del arte, cuando éste está disponible (el filme El nacimiento de una nación
está en el dominio público y no está sujeto a derechos de autor).
Notamos que la interactividad potencial del remix mediado digitalmente
—surgida y representada con la apertura que ofrece la consigna «cada cual
puede dibujarle bigotes a la Mona Lisa»— parte de la simple intervención
(en la era de la reproducción mecánica) e ingresa en el amplio dominio de
la transformatividad (en la era de la reproducción digital). Precisamente, a
diferencia del así llamado remix palimpsesto, que podemos ubicar en las
artes dadá y post-dadá, y a diferencia del remix prolongado y selectivo,
que es notable en los remix dub y hip hop de los años 60 y 70 del siglo XX,
con lo que hoy nos encontramos es con el así llamado remix transformativo.
Tal remix puede jugar libremente (tanto de manera figurativa como literal)
con la integridad de la obra, porque, como ya constatamos, hoy «se subraya mucho menos la integridad de los mensajes».15 Y cuando la supuesta
14
15
La segunda parte del filme de Griffith, que se ocupa de la Era de la reconstrucción en
los EUA (1865–1877), presenta a los afroamericanos como violadores que después
de la Guerra Civil estadounidense (1861–1865) abusan de sus derechos recién obtenidos y maltratan a los blancos. El tristemente célebre Ku Klux Klan es retratado
como un movimiento liberador de los estadounidenses blancos, y sus campañas
antinegras racistas son legitimadas como acciones defensivas para protegerse de los
violadores negros.
Sean Cubitt, Digital Aesthetics, p. 146.
830 Vangel Nonevski
coherencia de los mensajes/obras artísticas puede fragmentarse libremente
ante el display IHC (interfaz hombre-computadora) del usuario digital plural, entonces no podemos anticipar las transformaciones y reconfiguraciones
potenciales de la obra.
Incluso en una situación semejante —cuando el libre juego del remix se
libera de la fijación/dependencia de un centro/fuente firme, cuando la obra
ingresa en el ciclo potencialmente infinito de las recontextualizaciones—, se
puede sentir la relevancia estética del juego remix…
Remix: recontextualización plural
La era digital se diferencia por el hecho de que en ella la obra artística nunca
está acabada, en primer término porque la obra —mediada por medios que
están basados en la fácil utilizabilidad, la participatividad y la apertura (openendedness) y que posibilitan una infinita reproducción y distribución digital—
nunca es ni está destinada a ser (de una vez para siempre) acabada y ofrecida como tal al público. Sin embargo, incluso cuando es concebida como
acabada, la obra entra en una esfera estética en la que el carácter acabado
representa una recidiva del pasado. En otras palabras, ingresa en un mundo
en el que la aprioridad concebida del carácter acabado y la ortodoxia del
carácter redondeado son devaluadas de manera continuada y anuladas por
la aposterioridad de la interacción. Hoy potencialmente todo usuario (receptor) puede intervenir en toda obra (incluso cuando la obra no está destinada a ser completada formalmente) si la obra está inserta en red.
Por eso, el concepto de carácter acabado existe sólo cuando se cree de
manera testaruda en el mito benjaminiano del aura intangible. Sin embargo, la interactividad digital ha superado (al menos por ahora) el devaluado
concepto centralizado de la obra de arte según el cual la comunicación con
el arte está determinada por las contemplaciones y meditaciones en torno
al aura. Desde luego, incluso semejante comunicación, como vimos, no
tiene que ser (y no es) pasiva, sino que la mayoría de las veces incluye
participatividad, lo que conduce a la conclusión de que todo arte alcanza su
completamiento con el proceso irrepetible de su vivenciación activa. Por lo
demás, la insistencia de Derrida en la suplementariedad semántica en el
libre juego alude precisamente a eso:
Podría decirse […] que ese movimiento del juego, permitido por
la carencia, la ausencia de centro o de origen, es el movimiento de
Estética del remix 831
la suplementariedad. No se puede determinar el centro y agotar la
totalización porque el signo que reemplaza el centro, que lo suple,
que ocurre en su ausencia, ese signo se añade, se suma, como
suplemento. El movimiento de la significación añade algo, lo que
hace que siempre haya más, pero esa adición es flotante, porque
viene a suplir una carencia del lado del significado. […] La sobreabundancia del significante, su carácter suplementario, se debe,
pues, a una finitud, es decir, a una carencia que debe ser suplida.16
Eso significa que no somos simples observadores y registradores de la
arquitectura, las regularidades y las estructuras que gobiernan en el mundo
(la visión del mundo de Claude Lévi-Strauss), sino que somos participantes activos en la transformación de las mismas: para el momento en que
percibimos el mundo, éste ya ha cambiado/lo hemos cambiado. Por eso,
aunque Derrida alude al libre juego en las artes modernas, a él podemos
considerarlo, con todo derecho, un precursor del arte interactivo —porque
su insistencia en el signo vacío que tiene necesidad de una constante
suplementación está siempre «ante la alternativa de la presencia y la ausencia»,17 lo que quiere decir, ante la posibilidad de que se definan los marcos
de algo que no tolera marcos: el libre juego. Desde luego, la suplementación
del signo vacío es de importancia esencial también para el arte moderno,
pero Derrida insiste en que se entienda de manera extrema el juego libre:
«hay que pensar el ser como presencia o ausencia a partir de la posibilidad
del juego y no a la inversa».18 Y cuando se parte de la posibilidad del juego,
16
17
18
Jacques Derrida, «Strukturata, znakot i igrata vo diskursot na jumanistichkite nauki»,
en: Ivan Djeparoski (ed.), Estetika na igrata, Kultura, Skopje, 2003, p. 228. La
celebración de la semántica estética abierta (la libre interpretación en el arte) la apoya
también Davis, cuando dice lo siguiente:
Si el conjunto de tendencias, descritas en diversas ocasiones como
«postestructuralismo», «postmodernismo», «postvanguardia» y «apropiación» (junto con una serie de otras tendencias post-pictóricas con el prefijo «neo») tienen un
hilo unificador, ése es el poder contradictorio de la interpretación o reinterpretación
única. Cuando deconstruyo el significado, lo hago en el marco de un contexto
subjetivo que es inevitablemente único, con independencia de cuán acabado o
predeterminado fue. (Douglas Davis, «The Work of Art in the Age of Digital
Reproduction», p. 384.)
Jacques Derrida, «Strukturata, znakot i igrata vo diskursot na jumanistichkite nauki», p.
230.
Ibid.
832 Vangel Nonevski
eso significa que en el proceso el énfasis se coloca resueltamente sobre la
aposterioridad de la interpretación y la suplementación (en el sentido amplio, interactivo, de la palabra), y no sobre la aprioridad semántica de la
obra artística; eso supone fe y esperanza en la expansión de los potenciales
interactivos que plantearon las artes modernas.
Por eso, la comprensión consecuente, radical, del libre juego es la
representada, en esencia, por la discrepancia interactiva digital, que consiste en la convicción de que el aura en las reproducciones digitales no es una
categoría fija. Al contrario, el aura es variable, un fluido que puede cambiar
en dependencia de la recepción, la interpretación, la recontextualización, el
remix. Así pues, el aura fragmentada no está perdida; está en las manos del
consumidor, el autor plural. Ellos ahora influyen en ella y la cambian, y no
a la inversa.
Por consiguiente, la distinción autor-público, en la estética del remix, al
parecer, llega a su disolución, al menos por ahora. El estético polaco Ryszard
Kluszczynski nota que en las artes interactivas el espacio de maniobra del
artista es tan restringido, que lo único que le queda (en lo que respecta a la
«creación» de la obra artística) es el ofrecer un contexto:
El artista/autor ya no es creador del sentido de la obra artística,
porque ahora la obra la crea el receptor en el proceso de interacción.
La tarea del artista consiste en la construcción del artefacto–contexto en el que el receptor construye el tema de su vivencia y el
significado de la misma. […] Todo eso son razones por las que
debemos cambiar el orden ontológico de elementos de este modelo de comunicación; lo primero que es creado —por el artista— es
el contexto, y no la obra artística en sentido tradicional. Tal obra
artística es creada, en esencia, por el receptor/interactor en el contexto ofrecido por el artista. […] El contexto entendido de ese
modo es el único mensaje del artista en el proceso comunicacional
característico del arte interactivo.19
El teórico macedonio del arte actual, Nebojsha Vilic, extrae las consecuencias lógicas de tal función contextual del artista digital, cuando dice
que «sin el usuario la obra no existe», porque en las artes interactivas
19
Ryszard Kluszczynski, «Rastocheno ili skrieno?: za polozhbata na interaktivniot umetnik»,
Umetnosta na Internet pomegu interaktivnosta, praznoto i de-avtorizatsiiata, ed.
Nebojsha Vilic, Skopje, Soros Tsentar za sovremeni umetnosti, 1999, pp. 109-112.
Estética del remix 833
digitales «se llega a la pérdida de la presencia del artista», de cuya creación
«queda sólo su autoría de lo inicial».20 Es decir, la verdadera realización
completa, la autoría de la obra artística llega después, en los procesos de
terminación del contexto por parte del público inserto en red.
Sin embargo, ¡también el artista entra en la categoría de «público»!
También él pertenece a la multitud de aficionados al arte que pueden terminar/remezclar contextos propios o ajenos. Así pues, no se trata de que la
autoría no exista; se trata, en primer lugar, de la pérdida de su singularidad
en la pluralidad del proceso creativo. Por eso, ya no existe una clara
distinción artista-consumidor; ese dualismo hace implosión en su pluralidad unida. Teniendo eso presente, se plantea ante nosotros el dilema: ¿de
qué lado de la dicotomía autor-público se inclinará la autoría plural
interactiva? —O son autores todos los que participan activamente en la
terminación del contexto de la obra artística, o pertenecen al público activamente participativo. Tal relación oximorónica en la dicotomía apunta a la
única constatación que puede vislumbrarse: la dicotomía autor-público en
la era digital es insostenible. De lo que podemos hablar es de matices de
autoría y/o participatividad que el remix posibilita, pero no de autoría y
participatividad per se. Desde luego, por razones metodológicas, todavía
se puede hablar de autores y públicos, sin embargo, la realidad en el terreno apunta (apuntará cada vez más) hacia un estado en el que la interactividad
representa (representará) un forum para el juego plural con el arte.
«¡Jugaré, lo alteraré y lo haré mío!». Cuando los pioneros del dub
cuentan sobre el fenómeno del remix dub, señalan un estado universal que
la apropiación intimizadora del arte ofrece cuando se hace un remix. Como
si nos dijeran (parafraseo): «Me gusta una obra, pero ahora (gracias a la
interactividad de los nuevos medios) ¡puedo jugar con ella y hacer que me
guste todavía más!». Por consiguiente, una vez que el arte está disponible
(porque ås mediado con medios que están destinados a que las informaciones sean accesibles), una vez que está sujeto a libre apropiación (porque su
integridad es fragmentada), crecen (crecerán) exponencialmente las posibilidades de intimización remix plural con el arte.
Y si hay algo que se pudiera constatar al final, sería lo siguiente: los
medios con que se crea el arte ya no penetran sólo bajo la piel de los
20
Nebojsha Vilic, «Za umetnikot vo digitalnite interaktivni umetnosti», A. D. A.: Refleksii
za umetnosta vo digitalnoto doba, Skopje, 1997, 359, Mrezha za lokalni i subalterni
jermenevtiki, 2006, p. 89.
834 Vangel Nonevski
«maestros del contexto» (los artistas). Ellos, sin duda, entran en la misma
relación también con el público, y éste, de ese modo, intima con/penetra en
el arte en la misma medida que aquel que lo crea, porque no existe entre
ellos una diferencia esencial. Todos podemos jugar con el arte,
porque…¡todos somos cyborgs potenciales!
Traducción del macedonio: Desiderio Navarro
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836 Vangel Nonevski
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© Sobre el texto original: Vangel Nonevski.
© Sobre la traducción: Desiderio Navarro.
© Sobre la edición en español: Centro Teórico-Cultural Criterios.
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