Temores nocturnos, pesadillas y otros males de la noche

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Temores nocturnos, pesadillas y otros males de la
noche
Muchas veces hemos pasado una mala noche con nuestros hijos: se despiertan
asustados, tienen pesadillas o simplemente llevan un buen tiempo pasándose a
nuestra cama. Preguntamos a los amigos y las opiniones van desde aconsejar
dejarle la puerta cerrada aunque llore, hasta los que resignadamente han
comprado una cama más grande. El sueño tiene sus etapas de desarrollo y sufre
con frecuencia alteraciones. Conozcámoslas, todos tenemos derecho a dormir
bien!!
Etapas del desarrollo: cuánto duermen los niños
Durante los tres primeros meses de vida, el bebé funciona con ciclos de alrededor de tres
horas, necesita alimentarse, evacuar y dormir frecuentemente; se calcula que los bebés
pequeños duermen en promedio 16 horas por día. Durante el primer mes la distribución de
sueño y vigilia es similar en la noche y el día; hacia el segundo mes se profundiza el sueño de
la noche haciéndose más largo. Alrededor de los 7 meses aparece el sueño profundo y se
incrementan las fases de sueño nocturno no interrumpido; al año el niño duerme de 12 a 14
horas por día y realiza dos siestas. Entre el año y el año y medio suprimen la siesta de la
mañana, la siesta después de almuerzo se puede mantener hasta los cuatro años.
Estos son parámetros generales, a algunos niños puede costarles más adecuar su ritmo de
sueño-vigilia. Los niños entre los cuatro y los doce años deberían tener patrones de sueño
similares al adulto, con un promedio de 10 horas de sueño, sin siestas. Muchos autores
describen una alteración del sueño en los adolescentes, que se manifiesta con mayor
somnolencia por un aumento de la actividad cotidiana y por los cambios que pueden ocurrir
los fines de semana en que trasnochan. Es importante permitirles dormir más si se han
dormido más tarde, pero recuerde que el sueño "no se recupera", por lo que muchas veces una
larga siesta diurna puede aumentar las dificultades de conciliar el sueño por la noche.
Trastornos del sueño
Clasificamos los trastornos del sueño tres categorías: las disomnias, las parasomnias y las
alteraciones ligadas a afecciones médicas y neuropsiquiátricas, que dificultan la mantención
del sueño, como la enuresis, epilepsias y trastornos gástricos, entre otros.
Las disomnias incluyen los trastornos caracterizados por la dificultad para iniciar o mantener
el sueño (insomnio) o por un sueño excesivo (hipersomnia). Las parasomnias son las
conductas que se introducen en el proceso de sueño como el sonambulismo, los terrores
nocturnos, las pesadillas o el bruxismo (apretar los dientes y hacerlos rechinar). Los trastornos
del sueño son frecuentes entre los dos y los cinco años, coincidiendo con la etapa en que los
niños pueden fantasear e imaginar todo tipo de monstruos y peligros que acechan en la
oscuridad.
En el caso del sonambulismo, hablamos de conductas que pueden ser desde las más simples
hasta las más complejas, como vestirse completamente. El niño está durmiendo y no recuerda
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al día siguiente lo que hizo; no es fácil despertarlo, pero tampoco es necesario, ya que lo
único que requiere es ser reconducido a su cama, para evitar golpes. Es un mito que no se le
puede despertar; el sonambulismo es considerado una alteración benigna que desaparece solo
hacia la adolescencia.
En el caso del terror nocturno, el niño se despierta con un grito que generalmente asusta a los
padres. Aunque no lo parezca, el niño está dormido; en ese caso, no intente que lo reconozca
o que le explique nada, suele pasar en minutos, sólo es importante cuidar que no se golpee o
caiga de la cama. Al otro día no recordará nada. Esta alteración también suele pasar en la
adolescencia. Si el niño tiene miedo, lo recuerda al día siguiente y reacciona con la presencia
de los padres, puede ser una forma de llamar la atención. En ese caso es necesario ver las
variables psicológicas que podrían incidir.
Las pesadillas se producen en la segunda mitad de la noche, los niños pueden explicar lo que
"vieron" o sintieron. Es importante asegurarles que no es real y, si es necesario, en los niños
más pequeños, "inventar algún conjuro mágico" para que no se repita. Si las pesadillas son
frecuentes pueden estar reflejando angustia por algún fenómeno externo; en ese caso es
necesario procurar que durante el día el niño esté tranquilo y se sienta protegido por sus
padres.
Finalmente, los bruxismos también están asociados a ansiedad; si se dan con otros síntomas
como comer demasiado, irritabilidad o miedos durante el día, pueden reflejar un trastorno de
ansiedad que es necesario tratar. Si sólo es el rechinar de dientes habría que procurar que las
piezas dentales no se dañen; en algunos casos es necesario una prótesis y observar qué
situaciones del día podrían estar aumentando la ansiedad en el niño.
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