Lola Greco en esencia LA PRECIOSA Y EL VIENTO* Coreografía: Lola Greco y Ricardo PLEGARIA Y NOCTURNO Coreografía: Pepa Sanz y José Cue Merino Música: Ángel Barrios Al piano: José Luis de Miguel Música: Diego Ubago La preciosa: Lola Greco El viento: Mariano Cruceta Los gitanos: Pepa Sanz y José Merino El cónsul inglés: Sergio Bernal (del Ballet Nacional de España) Descanso GOYESCAS – A LOLA DE RONDA Coreografía: Lola Greco Música: Enrique Granados Lola Greco Álvarez ‘El Negro’ Pepa Sanz - José Merino CÓRDOBA Coreografía: Lola Greco Música: Isaac Albéniz Dedicada por Lola Greco a Paco de Lucía Lola Greco DUALIDAD Coreografía: Mariano Cruceta Música: José Luis Montón A la guitarra: José Luis Montón Mariano Cruceta EL ÚLTIMO ENCUENTRO Coreografía: Ricardo Cue Música: Alberto Iglesias y Vicente Amigo Lola Greco - Sergio Bernal ESPLENDOR (Estreno) Coreografía: Sergio Bernal Música: Coetus Sergio Bernal * Estreno. En conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Ángel Barrios. En colaboración con el Centro de Documentación Musical de Andalucía y el Patronato de la Alhambra y Generalife La preciosa y el viento. Ballet de Ángel Barrios El primer intento de Ángel Barrios de componer una obra relacionada con el tema de ‘Preciosa’, la gitanilla de las novelas ejemplares de Cervantes, se fecha en 1916, cuando pone música a un sainete de Tomás Luceño (18441933), «Preciosilla que pasa…». Esta experiencia con el personaje de Preciosa debió quedar en la mente de Barrios y, en mayor o menor grado, influyó en la gestación de La preciosa y el viento, ballet en el que trabajaron conjunta y apasionadamente Barrios y Lorca, según relata Ángela Barrios, hija del compositor. La coincidencia de ambos en Granada nos ha privado de una relación epistolar que, sin duda, desvelaría el proceso de composición del Ballet, e incluso, del poema. Preciosa y el aire, fue publicado por García Lorca en Málaga en la revista Litoral núm. 1, en noviembre de 1926. Posteriormente fue incluido en el Romancero gitano en 1928. Nos relata el susto de la gitana Preciosa, que, al ser sorprendida en el campo por el viento que le levanta las faldas, huye a la vecina casa de los ingleses, donde encuentra abrigo y acogida. La obra de Barrios sigue de cerca el poema: se estructura en una introducción, con un motivo ondulante que ilustra el viento, a continuación aparece un motivo «muy alegre y con mucho ritmo popular» que introduce a la gitana: «Su luna de pergamino / Preciosa tocando viene.» El motivo del viento reaparece a modo de nexo uniendo distintas danzas (bolero, farruca, Albaycinera) que ilustran los distintos momentos del poema. Preciosa se esconde y vuelve a sonar el viento: «en las tejas de pizarra / el viento, furioso, muerde.» Texto y música se entrelazan para ofrecernos una estilización de elementos populares, con el mito de Céfiro, el viento fecundador, ambientado en una playa tartesa. © Francisco J. Giménez Recuperar aquella danza española para La preciosa y el viento No es de extrañar que Ángel Barrios (1882-1964) y Federico García Lorca (1898-1936) desearan convertir el poema Preciosa y el aire en un ballet, trabajando juntos en aquellos postreros años veinte, cuando los versos del poeta eran por primera vez publicados. Porque, además del apego que Lorca le tenía a la danza, las primeras décadas del siglo XX habían vivido la espectacular renovación del arte coreográfico de la mano de los Ballets Rusos de Serge Diaghilev, cuya visita a Granada, en el verano de 1918, incluida en su larga gira por España, supuso tal impacto también para Ángel Barrios, que incluso aparece en su cronología vital, como se ve en la web de su museo. La estilización de las fuentes populares rusas de los artistas que fichó Diaghilev fue llevada también a las formas autóctonas españolas con el encargo de El sombrero de tres picos a Manuel de Falla, estrenado el 22 de julio de 1919, en el Teatro Alhambra de Londres, con coreografía de Léonide Massine y diseños de Pablo Picasso. Antonia Mercé La Argentina (1890-1936), pionera de la danza española estilizada, debió ver en ese exitoso ballet (que debe considerarse una ‘fantasía’ sobre danza española, como puntualizó Mariemma en el «Congreso España y los Ballets Rusos«, celebrado en 1989 en el marco de este Festival, del que ahora se cumplen veinticinco años) el ejemplo para iniciar semejante camino con el auténtico vocabulario de nuestro baile. En 1925, Manuel de Falla –que se había trasladado a Granada animado por Ángel Barrios– realizó para la Mercé la versión definitiva en ballet de El amor brujo, creado diez años antes para la bailaora, que no bailarina, Pastora Imperio. Poco después de publicar Preciosa y el aire, Federico García Lorca tuvo la oportunidad de expresar en público su admiración por Antonia Mercé. Lo hizo, primero, en el homenaje del Instituto de las Españas a la internacional bailarina, en la Universidad de Columbia, de Nueva York, el 16 de diciembre de 1929. Y le reiteraría su elogio, después, frente a las damas del Cosmopolitan Club, en marzo de 1930: «Una bailarina española o un cantaor o un torero inventan, no resucitan, crean. Crean un arte único que desaparece con cada uno y que nadie puede imitar […] Todas las danzas clásicas de esta gran artista son su palabra única, al mismo tiempo que la palabra de su país, de mi país. España no se repite nunca y ella, siendo antiquísima [...], baila hoy en New York con un acento propio y siempre recién nacido, inseparable de su cuerpo y que nunca más se podrá repetir.» Nueva York fue para Federico y Antonia el lugar donde su amistad y admiración fueron de alguna forma refrendados. Y Nueva York ha sido también para los coreógrafos de La Preciosa y el viento, Lola Greco y Ricardo Cue, una ciudad esencial en su historia con la danza. Allí creció y se forjó como estrella del baile español José Greco, padre de nuestra protagonista, desde que debutara, en 1942, con Encarnación López La Argentinita, bailarina con la que –y de nuevo las conexiones resurgen– Lorca colaboró, en 1933, para la puesta en marcha de su Compañía de Bailes Españoles. Allí también vivió ella el baile español en esencia. Y fue durante sus quince años en Manhattan, por su parte, donde Ricardo Cue se empapó de danza en la universidad y en los teatros del Lincoln Center, como el Metropolitan, conociendo a personalidades de la talla de Igor Stravinsky, George Balanchine o la estrella del American Ballet, Cynthia Gregory. Desde Nueva York, y habiendo nacido en La Habana, de padres asturianos, aterrizó en España, ya en los primeros años ochenta, para formar parte del equipo directivo de los Ballets Nacionales, con María de Ávila al frente. Cue hizo posible la llegada a la compañía clásica de obras maestras como Serenade (1934), de Balanchine, y Jardín de Lilas (1936), de Antony Tudor, o el programa ya clásico de la danza española más reciente, en 1984, compuesto por Danza y tronío, de Mariemma, Ritmos, de Alberto Lorca, y Medea, de José Granero. Ricardo Cue admira a Lola Greco desde su debut, con sólo 19 años, en el Ballet Nacional y ha podido emocionarse una y otra vez con sus alados brazos en las coreografías que, como El último encuentro, colofón de este programa, ha realizado para ella y Sergio Bernal. Este excepcional bailarín (no deben olvidar su nombre, su carrera apunta alto) interpreta al Cónsul inglés en La Preciosa y el viento, donde el rotundo bailaor Mariano Cruceta encarna al sátiro Céfiro, con Pepa Sanz y José Merino como los temperamentales gitanos. Al piano, el maestro José Luis de Miguel Ubago. En la segunda parte, Lola Greco homenajea a su madre, la también bailarina Lola de Ronda, en Goyescas de Granados, y al genio Paco de Lucía con su interpretación de Córdoba, de Albéniz, una de las piezas imprescindibles de la coreografía española. Bernal, cedido por el Ballet Nacional de España, donde es solista, ofrece aquí una creación inédita, Esplendor, sobre la partitura del grupo folk Coetus, y Mariano Cruceta une al guitarrista José Luis Montón a su solo flamenco Dualidad. Pepa Sanz y José Merino, por su parte, firman Plegaria y nocturno, paso a dos de raíz española y carácter contemporáneo con música de Diego Álvarez «El Negro». Es la primera vez, como ya saben, que se realiza una coreografía sobre la partitura para piano de La Preciosa y el viento, de Ángel Barrios, recordando los cincuenta años de su fallecimiento. Lola Greco y Ricardo Cue han deseado recuperar el estilo de la época en la que se gestó, cuando el ballet español alcanzó el estatus de alta cultura estilizando nuestras muy diversas fuentes populares. Han querido revivir, por ello, aquel momento esencial del siglo XX, cuando un braceo de Antonia Mercé se consideró expresión tan intelectual como el más preciado verso del gran Federico. Cristina Marinero Lola Greco Lola Greco nació en Madrid y es hija del célebre bailarín y bailaor José Greco y de Lola de Ronda. Lola, bailarina y bailaora inició su formación en la escuela del Ballet Nacional de España (BNE), del que fue primera bailarina a los diecinueve años. Su versatilidad en danza española abarca varios géneros. Su entrada en el circuito internacional no se hizo esperar. En París participó en Salomé de van Hoecke y en la Scala de Milán en Il vespri siciliani. Entre sus grandes interpretaciones están Medea, de José Granero, con la que tuvo gran éxito en Nueva York. También de Granero Cuentos del Guadalquivir y La gitanilla. Los tarantos de Felipe Sánchez, El sombrero de tres picos de Antonio, Yerma y Rango de Rafael Aguilar, Danza novena de Victoria Eugenia, Goyescas de Lola de Ronda, La cariñosa y La danza de los ojos verdes de Antonia Mercé, Romance de luna y Laberinto de José Antonio. Y El amor brujo de Héctor Zaraspe, con Francisco Velasco en el Hollywood Bowl. Ha actuado en los grandes teatros del mundo y participa en galas junto a Maya Plisetskaya y Sylvie Guillem. Debuta en el Teatro Champs Elysees de París con Cibayí, con la compañía de R. Cue. Ha sido primera bailarina en las compañías de José Greco, Antonio Canales, Joaquín Cortés y Antonio el Pipa. Estrena en 2002 en el Festival de Jerez A mi manera, de Granero, Pasión y ley de El Pipa en 2004, y El último encuentro, de Ricardo Cue en 2008. Junto a la pianista Rosa Torres-Pardo crea el espectáculo Iberia. Coreografía la opera La traviata. En 2009 regresa al Ballet Nacional de España como artista invitada. En septiembre baila Fedra, de Miguel Narros. En agosto de 2011 estrena Sergio y Lola, Concierto andaluz de Cué con música de Rodrigo junto a Sergio Bernal. En 2012 es Candela en El amor brujo en El Escorial. En junio es invitada a Noche Española en el teatro Jackie Gleason de Miami, donde baila El último encuentro con Bernal y Goyescas, de Lola de Ronda. En julio participa en el Festival Cuevas de Nerja. En septiembre es contratada como artista invitada por el Ballet Nacional de España para bailar Medea en Sevilla y Madrid. En noviembre baila por segunda vez en el Festival de Ballet de La Habana. Desde 2003 es profesora en la Universidad de Millersville, Estados Unidos. Recientemente ha recibido el premio a la mejor bailarina en Positano, Italia, en reconocimiento como una de las grandes de la danza española. En 2009 el Ministerio de Cultura le otorga el Premio Nacional de Danza.