LEER + - Asociación de militares españoles AME

Anuncio
CULTURA
LA SANIDAD MILITAR EN LA GUINEA ESPAÑOLA
DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA COLONIZACIÓN
P
or el tratado de la Granja de
San Ildefonso perfeccionado
muy pronto por el Tratado de
El Pardo, España adquiere de los
portugueses el 21 de octubre de 1778
el dominio de las islas de Fernando
Poo y Annobon y el litoral del
continente comprendido entre el cabo
Formoso y el Cabo López. Cuando
realmente se impone la soberanía de
España es con las llegadas a aquellas
tierras la expedición del Capitán de
Navío Juan José Llerena (1843),
ratificada dos años más tarde por la
expedición del capitán de Fragata
Monterola. Y con objeto de reafirmar
nuestro dominio sobre la Colonia, el
Gobierno envía una nueva expedición, ciertamente numerosa, bajo el
mando del capitán de Fragata Carlos
Chacón y Michelena, quien fue el
primer Gobernador efectivo de la
Colonia, desde el 26 de mayo de 1858
a 1 de septiembre de1859.
La expedición de Chacón venía
bien provista de víveres, pertrechos,
medicamentos para seis meses y los
materiales necesarios para construir
un hospital de madera, capaz para
cuarenta enfermos. De la expedición
formaba parte un jefe de Sanidad: el
Médico Primer Ayudante de la
Armada José Pérez Lora, el primero
en realizar investigaciones sobre las
enfermedades endémicas de los
trópicos.
A la llegada de Chacón la población de Santa Isabel no llegaba a los
900 habitantes: 578 hombres y 280
mujeres; siendo de entre ellos 13 los
blancos: 7 británicos y 6 jesuitas
españoles. El resto de la población, de
color, era heterogénea. En el aspecto
sanitario, el abandono era absoluto
antes de la llegada de la expedición de
Chacón. No había más médico que el
cónsul británico, que ejercía su
segunda profesión de forma abusiva
D. José de la Gándara y Navarro
(cobraba veinticinco pesetas por
visita). Apenas llegados, los expedicionarios comenzaron los trabajos de
desmonte en Punta Fernanda para la
construcción de un hospital, del que
carecía la Colonia. Las obras terminaron en diciembre de 1858. En
febrero de 1859 la reina Isabel II
aprobaba con satisfacción la construcción del hospital y autorizaba al
gobernador Chacón a admitir
marineros extranjeros en el nosocomio, dejando a su criterio fijar la
cantidad a abonar por gastos de
hospitalización. Con todo, a finales
de julio de 1859 fue necesario utilizar
la urca “Santa María” como hospital
flotante provisional, preparando su
sollado para albergar 18 camas.
EL PRIMER ESTATUTO ORGÁNICO
DE LA COLONIA
En la gaceta del 15 de diciembre
de1858 aparece un Real Decreto,
firmado por O`Donnell estableciendo
las medidas que se juzgan oportunas
para la colonización y mejor gobierno
de las islas de Fernando Poo,
MILITARES 100
41
DICIEMBRE 2013
Annobon, Corisco y sus aledaños. La
disposición determina, entre otras
cosas, que “se destinarán asimismo a
las referidas posesiones las fuerzas
militares que el Ministerio de la
Guerra crea necesarias; con las
ventajas para jefes, oficiales y
soldados que, de común acuerdo
entre los Ministerios de la Guerra y de
Ultramar se consideren convenientes”. Y teniendo en cuenta las necesidades que puedan experimentar las
fuerzas “se enviarán a las posesiones
del golfo de Guinea el número de
individuos del Cuerpo de Sanidad
Militar que sea necesario.
El brigadier de la Gándara, el
primero de los cuatro que gobernarán
la Colonia, es designado tal como
resultado del primer Estatuto
Orgánico de la Colonia; empezando a
materializarse así la nueva organización administrativa y militar que
diseña el Gobierno de España. Sobre
los mismos fundamentos se crea la
Compañía de Infantería de Fernando
Poo que llegó a Santa Isabel el 27 de
agosto de 1859.
La situación sanitaria que encontró la compañía a su llegada a
Fernando Poo ha podido saberse a
través de las cartas que enviaron
diversos miembros de la Unidad a
diarios y otros periódicos de la
Península.. Por ellas conocemos las
condiciones climáticas del territorio
recién pisado: “cuando llueve es
diluviar y a poco sale el sol, que
quema como si fuera fuego” y es tal la
naturaleza que “hecho un desmonte,
casi inmediatamente vuelve a crecer
la maleza”. Y la escasez y mala
calidad de la comida en muchos
momentos de la época: “galleta
podrida y unas habichuelas muy
duras es lo que comemos”.
La situación sanitaria puede
considerarse poco menos que
CULTURA
desastrosa, por ello una real orden de
27 de junio de 1860 establece dos
puntos:
a) que se haga extensiva a
Fernando Poo la R. O. de 18 de
octubre de 1855 (dictada en principio
para Cuba y puerto Rico), en virtud de
la cual se autoriza el regreso a la
Península a la clase de tropa que
presentase la tisis, ampliándose esta
autorización a cualquier otra enfermedad de las más especialmente
graves existentes en el golfo de
Guinea.
b) que los individuos que se
inutilizasen para el servicio fueran
igualmente devueltos a la Península y
se les expidiese licencia absoluta
cuando llegasen, tras un probatorio
nuevo reconocimiento médico.
La R. O. de 14 de enero de 1859
estableció que la Sección del Cuerpo
de Sanidad Militar a destacar en
Fernando Poo consistiera en dos
primeros ayudantes médicos, un
primer ayudante farmacéutico y dos
practicantes, uno de medicina y otro
de farmacia. Como resultado de ello
el 29 de enero de 1859 se destina a
Fernando Poo, como primeros
ayudantes a José Carbonell y Xamar
y Marcelino Pérez Llanos y como
primer ayudante farmacéutico al
Donato Sáenz Domínguez. Como
practicante de medicina a Saturnino
Pérez Díaz y como practicante de
farmacia a Antonio González
Serrano. En marzo se comunicó al
Director General de Sanidad Militar
que la Reina autorizaba a que la
Farmacia de las islas de Fernando
Poo y Annobon pudieran dispensar a
los colonos y demás habitantes de las
islas las medicinas que necesitasen,
de acuerdo con las tarifas de precios
aplicables a los presidios menores de
África.
LAS EPIDEMIAS
En noviembre de 1863, una parte
importante de la fuerza peninsular
(cuarenta hombres afectados por el
paludismo y algunos convalecientes
de la misma enfermedad) es llevada a
instalarse en la recién construida
Vista parcial Santa Isabel - Fernando Poo
casa-cuartel de la localidad de
Basillé, situada a nueve kilómetros de
la capital y a casi quinientos metros
de altura sobre el nivel del mar (este
edificio, llamado Santa Cecilia,
estaba dividido en tres pisos: planta
baja, con dos dormitorios para la
tropa; planta primera: con dos
habitaciones para el gobernador, los
oficiales y los empleados del
Gobierno; y planta segunda: un
almacén para provisiones y vituallas). Y en lo que a los aspectos
sanitarios se refiere, era una casa de
convalecencia y aclimatación para el
personal europeo.
Santa Cecilia, seguramente a
causa de la altura en que estaba
asentada y por la benignidad climática que la envolvía, servía de reposo y
recuperación a los individuos
acogidos en ella. Pero el desarrollo de
los servicios en las islas provocó la
imposibilidad de dejar desocupadas
alguna vez las camas del Hospital
Militar de la capital. Así ocurrió que
en 1868 la población blanca de la
colonia sufrió una virulenta epidemia
de tifus, causante, en el mes de mayo,
de la muerte de doce soldados de la
compañía. Y los informes de la
Jefatura de Sanidad Militar denunciaron numerosos ingresos en el
Hospital durante los siguientes doce
meses, intercaladas algunas muertes,
MILITARES 100
42
DICIEMBRE 2013
exitus que se sufren hasta el primer
trimestre de 1869.
Acompañaron en su viaje a las
islas al brigadier Don José de la
Gándara, además del elemento
militar (oficiales de la Compañía de
Infantería de Fernando Poo, oficiales
de Artillería, de Ingenieros y de
Sanidad Militar), empleados civiles
del Gobierno, cuatro misioneros
jesuitas y ciento veintidós colonos
ilusionados y optimistas ante el
futuro que les esperaba. No habiendo
transcurrido un año de su llegada,
dejaron de ser suficientes las camas
del hospital ante la eclosión y el
desarrollo de la malaria y la disentería, obligando a establecer una
enfermería provisional para los
colonos a bordo de la urca “Santa
María”. Y por orden del Gobernador
se procedió al suministro gratuito de
sulfato de quinina y al suministro a
precio de costo de cualquier otro
medicamento solicitado por los
colonos. Algunos de ellos, enfermos,
pretendieron ser repatriados; lo que
se les negó, pero el aumento de
enfermos con el paso del tiempo
doblegó la voluntad del Gobernador.
La situación no era mejor para la
Compañía de Infantería de Fernando
Poo. En construcción todavía su
cuartel, se alojaba en “la Ferrolana”;
pero hubo de pasar, en abril de1860, a
CULTURA
la fragata “Isabel”, que, convertida en
pontón, se convirtió en cuartel y en
hospital flotante. Siendo tan desastrosa la sanidad y salubridad de la
Compañía, el 27 de junio de1860 se
dictó la Real Orden permitiendo y
facilitando el regreso a la Península
de los afectados por la tisis u otras
enfermedades especialmente graves
y endémicas del territorio y también
de los inutilizados para el servicio..
La Guinea española sufrió el
azote de tres horribles epidemias. La
primera, de fiebre amarilla, se
presentó en 1862, importada de la
costa africana por un barco inglés que
recaló en Santa Isabel. Como consecuencia de ella se produjeron 41
muertes entre la dotación de los
buques de la Armada, lo que contrajo
nuevas responsabilidades a los
médicos militares, especificadas en
una orden por la cual los castrenses
debían visitar los buques que hubiera
en la Colonia y posteriormente emitir
un informe sobre cuya base el
Gobernador expendería una certificación de sanidad a los que se dirigieran
a la Península.
En febrero de1864 desembarcaron en Santa Isabel, procedentes de
Cabo Palmas, un grupo de trabajadores krumanes. El caso fue que en
marzo se presentó entre ellos un
primer caso de viruela que, al
extenderse la enfermedad, afectó
principalmente a la población de
color. Parece ser que la enfermedad
comenzó en el buque inglés “Armenian”, que hacía la travesía
Liverpool-costa africana; desde
donde fue importada a Santa Isabel
por otro vapor inglés, el “Retriever”,
al traer hasta la capital carga y pasaje.
Ante el nuevo brote epidémico, los
médicos militares intentaron contener la extensión de aquél mediante la
inmunización de los no afectados;
pero, habiendo utilizado el material
presuntamente inmunizante aguardado en el Hospital Militar y sucesivamente linfa jenneriana traída de
Londres, fracasaron rotundamente.
En contraste, los indígenas lograron
éxitos en la vacunación utilizando el
Corbeta “La Ferrolana”
pus de las vesículas variolosas de
enfermos benignamente afectados.
En 1867 hace su aparición una
nueva epidemia de fiebre amarilla
que, no queriéndose declarar como
tal, se disfraza con los nombres de
fiebre biliosa o de fiebre perniciosa.
En todo caso, esta vez sí que fue
afectada la población blanca, entre
ellos el médico del pontón Alcedo,
que había sustituido al Portón Perla,
considerado el foco de infección. En
1868 persistía la epidemia. Ahora
calificada de tifus, diezmando el
pontón Alcedo y la goleta
·”Consuelo”, mientras dejaba sin
dotación al pontón Perla. Sea como
sea, la Jefatura de Sanidad Militar
emitía unos informes incapaces de
aclarar los motivos de los ingresos en
el Hospital ni las causas de las
muertes habidas en él: o no se habla
de la etiología de los exitus o se les
califica aleatoriamente como
calenturas gastrobiliosas, calenturas
tifoideas o calenturas malignas. Por
fin, en 1869 la materia sanitaria
aparece tranquila en Guinea y se
informa, además, que es bueno o
aceptable el estado de las camas, de
los utensilios y de los medicamentos,
en calidad y cantidad.
MILITARES 100
43
DICIEMBRE 2013
RETIRADA DE LA SANIDAD MILITAR
DEL TERRITORIO
Entretanto va sucediendo lo
relatado, en la Península se van
produciendo acontecimientos revolucionarios, resultado de los cuales se
llega al destierro de Isabel II y a la
subsiguiente formación de un
Gobierno provisional en 1868. El
Decreto de 1868 supuso la supresión
de la Sección de Sanidad Militar en
Guinea, con lo que en 1869 cesaron
en sus destinos los oficiales y practicantes destinados en Fernando Poo y
su sustitución en una etapa transitoria, que no llegó al año, por los
médicos de Sanidad de la Armada que
tenían su destino en los buques de la
Estación Naval, que acabarían siendo
acompañados por personal sanitario
civil.
Para ayudar a la mejor gobernación del territorio guineano, se creó
un Consejo de Gobierno compuesto
por: Un Jefe de Fomento; el Oficial
de mayor empleo en la Estación
Naval; un Juez asesor; un Secretario,
y un párroco..Al Jefe de Fomento se
le asignó, entre otras, la competencia
de la Sanidad, quedando bajo su
responsabilidad un Servicio Sanitario
CULTURA
Civil, comprendiendo: un médicocirujano, dos practicantes de medicina y cirugía, un farmacéutico y un
practicante de farmacia; plazas que se
cubrirían por concurso o por libre
designación del Ministerio de
Ultramar.
CONCLUSIONES
Durante el tiempo, ciertamente
prolongado en que España ejerció el
dominio de los territorios guineanos
que llega hasta el 11 de octubre de
1968, las fuerzas allí enviadas,
especialmente la sufrida Compañía
de Infantería de Fernando Poo,
representaron la intención de las
autoridades nacionales para que no
fueran únicamente una tenaza
puramente militar sino también una
potencia civilizadora que facilitara la
provechosa colonización de las islas.
Pero se encontraron con un ambiente
hostil: una climatología insólita e
insana para los llegados de la
Península, con infinidad de enfermedades tropicales ante las cuales
carecían de inmunización y hasta con
la rebeldía del mismo terreno. Y para
que no les faltara dificultad alguna,
estas fuerzas sufrieron el cuasi
abandono de la metrópoli.
De los pocos e incompletos
informes que fueron llegando a la
Península desde las islas guineanas a
lo largo del tiempo, pero que fueron
coincidentes con los recibidos
durante los últimos años de la
dependencia de la guinea, podemos
asegurar la existencia en aquellas
islas y litoral enfrentado de fiebres
intermitentes y calenturas gastrobiliosas; seguidas, en menor proporción, de disentería, calenturas
tifoideas, fiebres intermitentes
malignas, afecciones respiratorias,
reumáticas y gastrointestinales. Así
como de heridas, tumores, úlceras y
afecciones venéreas, también se
puede afirmar que el paludismo fue la
endemia que más ingresos hospitalarios y muertes produjo en aquel
territorio.
Con respecto a la tipología de los
pacientes, de cuanto hemos expuesto
se puede deducir que la misión
sanitaria se volcó preferentemente
sobre los miembros de las fuerzas
armadas y sobre las capas de población imprescindibles para el mantenimiento y desarrollo de los intereses
hispánicos. Por más que en situaciones de emergencia médica catastrófica, los facultativos del Hospital
militar prestaron servicios gratuitos,
como ocurrió con los atacados de
viruela, con la única condición de que
los enfermos observaran rigurosamente las prescripciones. Por último,
cabe decir con verdad que los
médicos militares españoles no solo
cumplieron esforzadamente con sus
labores asistenciales -aún con los
pocos medios puestos a su disposición- sino que, además, algunos de
ellos plasmaron sus experiencias y
observaciones en publicaciones
científicas, contribuyendo con ello al
afianzamiento y desarrollo de la
medicina moderna.
Vista del cuartel en Fernando Poo para el alojamiento de la compañía que guarnecía la isla
BIBLIOGRAFÍA
MEDINA DOMÉNECH, Rosa-María y MOLERO MESA, Jorge: “La ley sanitaria colonial. Marco legislativo para
el análisis de la Medicina Colonial Española en África”. GARCÍA CANTÚS, Dolores: “Fernando Poo: una aventura
colonial española en el África Occidental (1778-1900)”. Tesis Doctoral. SEQUERA MARTÍNEZ, Luis:. “La
guarnición del Ejército de Tierra en los territorios españoles de Guinea”. GRANDA ORIVE, Javier : “Aproximación
histórica a la Compañía de Infantería de Fernando Poo” y. “Sanidad Militar y aspectos sanitarios en Fernando Poo
durante el gobierno de los brigadieres (1859-1869)”. BELAÚSTEGUI FERNÁNDEZ, Alejandro: “Sanitarios
militares en Guinea Ecuatorial, 1858-1868)”.
MILITARES 100
44
DICIEMBRE 2013
Descargar