REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 16 de Noviembre de 2014 XXXIII Domingo de Tiempo Ordinario (Ciclo A) Lectura del santo evangelio según San Mateo 25:14-30 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: -«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que habla recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que habla recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabia que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues deblas haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes." Comentario breve: Hoy, el ultimo domingo de Tiempo Ordinario, nos prepara para marcar la coronación del año litúrgico de la Iglesia con la solemnidad del domingo próximo de Cristo, Rey del Universo. La primera lectura celebra las cualidades de la esposa ideal en la tradición de la sabiduría de Israel. Celebra las cualidades que van mucho mas halla de la belleza externa, virtudes que – hombres y mujeres igual – deben de fomentar: responsabilidad en que se pueda confiar, preocupación activa hacia el pobre y necesitado, industriosidad, bondad amorosa, reverencia hacia Dios. Sin duda estas son virtudes que “traen” el bien a todos, y – mucho mas que riquezas, poder, fama y atracción física – son merecedoras de alabanza e imitación. A la conclusión del calendario litúrgico podemos reflexionar hacia que punto hemos desarrollado estas virtudes en nuestras relaciones mutuas. El salmo también celebra a la familia, y bendiciones son deseadas a todos que honran al Señor. Aunque la vida familiar no es siempre – y algunas veces raramente – ideal, el salmo, junto con el libro de los Proverbios, nos recuerda del inestimable valor que es la familia para los individuos y para la sociedad. Como la familia de la Iglesia, como la familia humana, como estados y sociedades y comunidades, tenemos una responsabilidad para apoyar y defender la institución de la familia, y ayudar a crear el bien común que permite a las familias a sanar, prosperar y florecer. A la conclusión de este calendario litúrgico las lecturas de hoy nos llaman a nuevamente comprometernos al bien de la familia humana a través de sirviendo las necesidades de las familias doquier. El calendario de la Iglesia llega a su conclusión anual llamándonos a reflexionar seriamente en nuestras vidas ante Dios. Pablo llama a su comunidad en Tesalónica a “estar alertos y sobrios” viviendo como “hijos de la luz” y no en las tinieblas. En el Evangelio, la parábola de Jesús sobre los ‘talentos’ (monedas) ofrece una descripción pintoresca de cómo cada uno tendremos que rendir cuentas a Dios de cómo vivimos nuestras vidas, como invertimos nuestros dones/carismas que proceden de la gracia del Espíritu Santo. La parábola nos advierte contra la complacencia, la indiferencia, la ignorancia, y hace un llamado hacia el serio compromiso de hacer la voluntad de Dios en todo momento. El cristiano es uno que vive en expectación, uno que sabe que la vida terrenal es siempre una realidad penúltima, y por consiguiente lo que valoramos importa, como tratamos al prójimo importa, como invertimos nuestro tiempo, la clase de persona en nos convertimos, nuestra manera de pensar, de ser y de vivir importa. Lo que hacemos con nuestras vidas importa porque somos quienes somos importa. Consecuentemente, la vida, aunque es un don que debe ser recibido con gozo y gratitud, no es un juego o un articulo comercial. Sin excepción, cada uno es responsable ante Dios de cómo vivimos nuestras vidas. San Juan de La Cruz bien dijo que, “al atardecer de nuestras vidas seremos juzgados por nuestro amor.” Todas la lecturas de hoy nos llaman hacia un examinación – no de nuestros automóviles, colesterol, o cuentas de ahorro, etc. – pero de nuestras vidas. La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: El ultimo domingo de Tiempo Ordinario, hacia la solemnidad de Cristo Rey del Universo, nos llama a reflexionar sobre como estamos viviendo como discípulos de Cristo. Las escrituras nos llaman a comprometernos nuevamente no solamente a la familia humana, pero a cada familia, y a nuestras familias. Las virtudes apoyadas por la vida familiar, en torno, fortalecen nuestra sociedad. Las escrituras también nos invitan a reflexionar, a la luz del reinado de Dios que se aproxima, en como nos estamos invirtiendo en la causa del reino de Dios, y como estamos desarrollando nuestros carismas y dones en el servicio de Dios y del prójimo. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. ¿Cómo he estado siguiendo a Jesucristo? ¿Qué debo hacer para seguirlo mas auténticamente? ¿Cómo estoy apoyando a mi familia, a las familias en mi comunidad, y a la familia humana? ¿Estoy viviendo como ‘un hijo de la luz’, con el conocimiento de que el Señor me llamara a dar cuenta de cómo viví mi vida, como trate a los demás, como invertí mis dones que Dios me concedió para el servicio de Dios y del prójimo? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 1168-78, 2196-2257