piratas y esclavos - Environmental Justice Foundation

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PIRATAS Y ESCLAVOS
La sobrepesca en Tailandia, factor
desencadenante de la trata de personas
y el saqueo de los océanos
© EJF
RESUMEN EJECUTIVO
En el Informe sobre Trata de Personas del Departamento de Estado
de EE.UU. (TIP por sus siglas en inglés) de 2014, Tailandia fue
degradada al nivel 3, el más bajo posible del ranking TIP, por su
incapacidad para hacer frente a la trata de personas –colocándola
junto a países como Corea del Norte y Arabia Saudí. Detrás de
esta tragedia humana existe una catástrofe medioambiental.
En este informe EJF explora la interrelación entre la
sobreexplotación pesquera, la esclavitud y la pesca pirata en
Tailandia, y pone de relieve cómo la demanda internacional de
productos pesqueros baratos está perpetuando la trata de las
personas más vulnerables y el colapso de los ecosistemas marinos.
La industria pesquera tailandesa es un ejemplo clásico de
sobrepesca y las consecuencias de esta última. La rápida
industrialización de la flota a lo largo del siglo XX ha dado lugar a
que demasiados buques –operando con métodos ecológicamente
destructivos– capturen demasiados peces. La industria se ha
negado sistemáticamente a tener en cuenta los verdaderos costes
ecológicos de un modelo de negocio que es insostenible. Con un
rendimiento de capturas equivalente a tan sólo el 14 por ciento
de lo que capturaban a mediados de los años sesenta, los recursos
pesqueros y la biodiversidad marina de Tailandia se encuentran
en crisis. Frente a unos recursos marinos agotados, los operadores
pesqueros han dirigido su actividad hacia lo que queda, que no
es más que pescado con escaso valor de mercado –compuesto en
una proporción significativa de juveniles de especies comerciales–
utilizado para producir harinas. Este frenesí pesquero ha generado
una espiral destructiva que ha provocado el colapso de los recursos
marinos de Tailandia.
La flota tailandesa ha estado regulada de manera absolutamente
ineficiente con un sistema de gestión ineficaz, y una ausencia
catastrófica de medidas de control que ha permitido la
sobreexplotación de los recursos hasta su agotamiento. Los
sucesivos gobiernos no han sido capaces de enmendar leyes
obsoletas, controlar las flotas pesqueras, hacer cumplir la ley y
asegurar la conservación de los recursos marinos. Las autoridades
tienen poco o ningún control sobre los buques pesqueros
abanderados en el país, muchos de los cuales emplean sin el
menor pudor métodos de pesca destructivos y prohibidos por ley.
Los organismos responsables del control y cumplimiento no están
dotados de los recursos humanos ni técnicos necesarios, y están
impregnados de la perniciosa cultura de la corrupción. En resumen,
este cúmulo de circunstancias ha provocado que los recursos
marinos de Tailandia hayan sido explotados por todo el mundo,
abiertamente y de manera insostenible.
La desvirtuación del mercado internacional discurre paralelamente
al fallo de los sistemas de gobierno de Tailandia. La presión sobre
los recursos pesqueros sobreexplotados ha sido y sigue siendo
debida en su mayor parte a la demanda de piensos para producción
animal y cultivo de camarón. La industria de harinas de pescado ha
enmascarado los costes económicos de la sobrepesca, al incrementar
artificialmente el valor de la “morralla” de pescado, que constituye
una de sus principales materias primas. En los puertos tailandeses
se desembarcan enormes cantidades de morralla, que se transforma
en harina y se utiliza como pienso en la producción de camarones
destinados a los mercados internacionales.
Environmental Justice Foundation (EJF)
C/Alameda 22 • 28014 • Madrid • Spain
T: +34 722 34 63 84
www.ejfoundation.org
Actualmente no hay sistemas de certificación o políticas de
suministro que garanticen la sostenibilidad de los recursos
pesqueros –base de la cadena de producción acuícola en
Tailandia. La demanda de productos pesqueros baratos
(especialmente en Europa y EE.UU.) se ha convertido en el motor
que impulsa esta industria, en la que se maximizan las capturas y se
minimizan los costes, a expensas de la seguridad medioambiental
y la dignidad humana.
La sobrepesca en Tailandia genera presiones económicas para
disminuir los costes hasta el extremo, lo que promueve y perpetúa
el uso generalizado de mano de obra en régimen de esclavitud.
El agotamiento de los recursos pesqueros implica que los buques
deban permanecer cada vez más tiempo en alta mar y tengan
que alejarse más de la costa para obtener unos beneficios cada
vez menores. A su vez, los operadores utilizan las redes de trata
de personas para completar las tripulaciones de sus buques y
disminuir costes –obligándoles a trabajar por poco o ningún dinero
de forma continuada, durante años o incluso décadas. Utilizan la
deuda que habitualmente los migrantes contraen con los brokers,
la violencia, la intimidación e incluso el asesinato para mantener
a las tripulaciones a bordo y garantizar la presencia de productos
pesqueros baratos en la cadena de suministro.
La esclavitud en la industria, provocada en parte por el impacto
de la sobrepesca, está asociada con la pesca pirata generalizada,
que es en sí misma tanto un catalizador como una consecuencia
de la sobreexplotación de los recursos pesqueros. Las características
de la legislación tailandesa y su aplicación hacen que gran parte
de lo que se considera internacionalmente como pesca ilegal,
no declarada y no reglamentada (INDNR), sea admisible en
Tailandia. Los buques de altura que pescan en aguas lejanas son
los que presentan mayor riesgo de utilizar prácticas esclavistas con
sus tripulaciones. Esta flota ha operado habitualmente saqueando
las aguas de los países vecinos y descargando el pescado robado
en puertos tailandeses. Los transbordos en alta mar – donde los
grandes mercantes reabastecen a los barcos de pesca y recogen sus
capturas– permiten a los buques de pesca comercial permanecer en
alta mar por tiempo indefinido y convertirse en prisiones flotantes
para los trabajadores víctimas de trata y abuso. La pesca pirata,
los transbordos y un sistema de registro de capturas insuficiente,
dificultan los esfuerzos de las iniciativas privadas para verificar si
las cadenas de suministro de productos del mar tailandeses están
libres de estas prácticas nefastas.
En general, ha habido una absoluta falta de voluntad política
para hacer frente a los impactos sociales y medioambientales de
la sobrepesca. Los sucesivos gobiernos se han preocupado más
de cómo trabajar en conjunto con la industria para tranquilizar a
los compradores internacionales y maximizar los volúmenes de
capturas a toda costa. Es imprescindible una acción conjunta de
Tailandia y la comunidad internacional, de los sectores público,
privado y la sociedad civil para abordar la sobrepesca, la pesca
pirata y la esclavitud como problemas interconectados. Sin este
enfoque holístico, los productores y los consumidores de marisco
y pescado tailandés continuarán implicados en una de las tragedias
sociales y ecológicas más vergonzosas del siglo XXI.
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