SALVAR AL BOSQUE Érase una vez, vivía una familia en una casa pequeña dentro de un bosque grande. Esta familia tenía dos hijas muy lindas. Aunque eran muy pequeñas, eran muy sensibles sobre la naturaleza. En realidad, esto fue normal porque estaban en el bosque, dentro de la naturaleza desde nacieron. Justo en frente de su casa había un sicomoro. Este árbol tenía mucho valor para las niñas porque era como su amigo. Siempre iban al lado del árbol cuando estaban aburridas, felices, tristes o enfadadas. Y amaban a todos los árboles del bosque, no solo a ese árbol. Solían ponerse muy tristes si rompería un brazo o caería una hoja. Y solían ponerse muy felices para los árboles si llovería. Si no llovía, regaban a todos los árboles uno por uno. En un día lluvioso, las niñas salieron de casa. La tierra olía muy bonita. Los pájaros estaban cantando y las niñas estaban muy felices. Pero ese día estaban emocionadas sobre algo diferente. Su padre iba a construir una casa de árbol para ellas y las niñas le iban a ayudar. Le esperaron hasta la noche con mucha emoción. Cuando llegó el tiempo, corrieron hacia su padre gritando: ¡Casa de árbol, casa de árbol!” Pero el padre no estaba tan emocionado. Por eso se desalentaron. Le preguntaron que pasaba y el padre respondió: “Está lluviendo.” Pero las niñas no le entendieron y se quedaron sorprendidas. El padre las dijo que no pudieran construir la casa cuando llovía. Las niñas se pusieron tristes por la primera vez que estaba lloviendo. De repente, el padre comenzó a ondear un bolso que tenía en la mano. Las niñas le preguntaron qué había dentro. El padre dio el bolso a las niñas. Las niñas lo abrieron y vieron una muñeca en el bolso. Se pusieron tan felicez que olvidaron su tristeza. Rompieron a jugar con la muñeca. El día siguiente era vacación. Por eso el padre se quedó en casa. Cuando las niñas se levantaron, corrieron a la ventana para ver si llovía o no. Ya no llovía. En seguida despertaron a su padre. El padre preguntó por la hora y las niñas respondieron juntas: “Son las seis.” El padre las dijo: “Pues, vamos a desayunar y luego comenzar a trabajar.” Pero las niñas le dijeron: “No tenemos hambre.” El padre rechazó: “Si desayunamos ahora, podemos trabar sobre la casa todo el día.” Así las convenció. Comenzaron a desayunar. El padre advertió: “¡Despacio, niñas! Os asfixiaréis!” Pero las niñas terminaron sus desayunos rápidamente, se vistieron sus abrigos y salieron afuera. No había ni una nube en el cielo y el sol brillaba. Primeramente dibujaron el proyecto en una hoja de papel. Luego comenzaron a construir la casa. Después de muchas horas su madre les llamaron: “Ya está tarde, podéis continuar mañana. Y también hace frío, a casa, por favor!” Las niñas entraron en casa tristes. Leyeron sus libros, bebieron leche, cepillaron los dientes y entraron en sus camas para dormir soñando. Así pasaron los días. Después de casi tres semanas se terminó la casa de árbol. Las niñas ya pasaban todos los días en esa casa. Aún decidieron vivir allí pero la madre rechazó. Pero no pudo aguantar a sus insistencias y las dejaron quedarse allí por una noche. Las niñas estaban muy emocionadas. Cuando fue la hora de dormir, tomaran sus juguetes preferidos y subieron a la casa. Bebieron leche, entraron en sus sacos de dormir y se pusieron a dormir soñando. Por la mañana la madre, muy triste las despertaron. Casi lloraba. El padre las dijo muy sileciosamente: “Niñas, sé que será muy difícil para vosotras pero debemos mudarnos de aquí. Van a construir un centro comercial grande aquí y...” Se paró. Las niñas se sostenían apenas. El padre sigó: “Todos los árboles serán cortados. También van a demoler nuestra casa y la casa de árbol.” Ya no se pudieron sostenir las niñas y rompieron a llorar. Sigó la madre: “Tenemos una semana para mudarnos. Vamos a coger nuestras cosas.” Las niñas se sintieron como desmayarse pero no tenían otra opción. Pasó una semana rápidamente. Ya fue la hora de irse de casa, dejar el bosque. Aún habían empezado a cortar los árboles antes de la familia salieron del bosque. Y primeramente demolieron la casa de árbol. Las niñas no pudieron aguantarse a ver los árboles siendo cortados. Decían a sus mismas: “Si no viven los árboles, no tenemos motivo para vivir nosotros. Nuestro recurso de oxígeno es ellos. Si las personas siguen cortando los árboles, matando los animales, no usando filtros, tirando basuras en el mar también van a desaparecer. Pero no saben esto. O lo saben pero no les importan.” Y luego saltaron en frente de las personas que estaban cortanso los árboles. Sus padres se pusieron muy asustados pero los obreros pararon cortar los árboles cuando las niñas saltaron en frente de ellos. Iban a escuchar a las niñas. Ellas les contaron todo lo que pensaban y los obreros respondieron sorprendentemente: “Es muy bien que sois tan sensibles aunque sois pequeñas. Seguro que necesitamos el aire para vivir. Pero también necesitamos dinero para nuestras familias. No queremos hacer así, no nos gusta pero necesitamos ganar dinero también. Por eso lo hacemos para nuestras familias.” Mientras sus padres vieron lo que pasaban y ofrecieron a los obreros que trabajen en su compañía. Fue difícil pero lograron. Los obreros no cortaron los árboles. Las niñas estaban muy felices y sus padres estaban muy orgullosos de ellas. Sí, se demolió su casa de árbol pero lograron salvar a otros árboles...