El problema de concentrar poder y el otro de su licuación | Miradas al Sur Page 1 of 2 Ciudad de Buenos Aires T: 9 °C H: 87 % Cubierto BUSCAR Viento: SE, 7.4 km/h El problema de concentrar poder y el otro de su licuación Año 4. Edición número 158. Domingo 29 de mayo de 2011 Por Carlos H. Acuña, Universidad de San Andrés/Conicet [email protected] (mailto:[email protected]) Las críticas al presidencialismo fuerte dejan fuera de foco ciertos límites a la gobernabilidad: desde el funcionamiento institucional al federalismo o los múltiples factores de poder. La forma de pensar los problemas políticos por parte de la academia y la intelectualidad en la Argentina muchas veces adolece de falta de memoria. Una parte importante de los análisis “acompañan” en su identificación de problemas estructurales al conflicto de corto plazo o a la contingencia del momento político. Caricaturizando los olvidos y visiones parciales del debate y el análisis político de las últimas dos décadas, artículos, papers y densos libros no hace mucho identificaban y explicaban el problema de la emergente desilusión con la democracia por la “incapacidad alfonsinista” de controlar a los militares sublevados y a las principales “espadas” de la oposición –sindicatos y gobernadores–, por lo que no se cumplió la promesa electoral de educar, sanar y reducir la pobreza en democracia. Anteayer el problema era el “hiperpresidencialismo propio del autoritarismo neoliberal menemista”, que no cumplió la promesa electoral de un salariazo, mayor justicia social y soberanía política (y, ni siquiera, la de un dólar “recontra alto”). Ayer el problema era la “incapacidad del gobierno de De la Rúa” de contener no sólo a la oposición sino a su propia coalición oficialista para poder sostener la moneda, manejar con honestidad los recursos públicos y asegurar las mínimas condiciones de orden público e integración social, por lo que no se cumplieron las promesas electorales de un buen gobierno que, aunque poco divertido, iba a mantener la convertibilidad y priorizar las políticas sociales saneando éticamente el funcionamiento de los tres poderes. Hoy el problema es presentado como el “hiperpresidencialismo kirchnerista que, sin siquiera consultar con su gabinete, niega la condición federal y el gobierno tripartito del régimen democrático”. Más allá de alguna injusticia en esta caricaturización, algo hay de verdad en lo afirmado sobre cada etapa gubernamental. Por ejemplo, en el actual periodo presidencial, ¿se puede comprender y aportar al problema de concentración de poder presidencial sin relacionarlo con los obstáculos que le plantean a todo gobierno la distribución de poder propia del federalismo y la lucha social en la Argentina, los incentivos que dispara la lógica del sistema partidario -electoral o los graves problemas de la institucionalidad estatal y gubernamental para el diseño e implementación de política públicas que hicieron eclosión en el 2001-2002? La presidenta en acto. Hay quienes evitaban contactar con loreak. (NA) OTRAS NOTAS El encuadre económico e institucional de la seguridad jurídica (http://sur.elargentino.com/notas/elencuadre-economico-e-institucional-de-la-seguridad-juridica) La República perdida. En la actualidad, varias voces expresan preocupación republicana planteando que el problema central que sufre el sistema político argentino es el del personalismo autoritario. Hoy su cristalización estaría en un “presidencialismo absoluto” que, inevitablemente, afectaría la condición democrática del régimen. Si bien un presidencialismo que avasalle a los otros poderes y niegue el federalismo constituiría un serio problema, éste no parece darse hoy ni corresponderse con la problemática estructural que enfrenta la Argentina. Al olvidar o no hacer referencias a la disolución de la capacidad de gobernar también sufrida por la Argentina antes del 2003, o a los aspectos desintegradores del extremo federalismo argentino o de poderes concentrados y sin rendición de cuentas a la sociedad, la alternativa “presidencialismo absoluto o democracia” es, al menos, incompleta y, seguro, riesgosa. El problema de comprensión surge cuando el acento colocado en la concentración de poder presidencial no hace referencia a su contracara, esto es, a las condiciones de atomización de poder socio-federal y la multiplicación de actores con capacidad de vetar políticas públicas nacionales, que resultaron a fines de los ochenta y, de nuevo, a principios del nuevo siglo, en la incapacidad de gobernar asegurando un mínimo orden público y evitando la desintegración política y social (en la que, como sabemos, los poderosos se vuelven más poderosos y los débiles más débiles). No se reconoce, en definitiva, que el riesgo de la democracia argentina no es sólo el “presidencialismo absoluto” sino también el “presidencialismo impotente”. Hoy los partidos nacionales son confederaciones de maquinarias regionales en manos de liderazgos provinciales de difícil coordinación y/o gobierno. Esto en la literatura reciente ha sido identificado como la “regionalización” o “provincialización” de la política nacional. Y este sí constituye un fenómeno estructural. Las presidencias de Néstor y de Cristina pueden haber neutralizado parte de esta dinámica por medio de un férreo control de actores, pero el problema no ha desaparecido. La El marco institucional de la actividad económica y de las relaciones sociales, forma parte de los requisitos fundamentales del desarrollo. La organización de los mercados, la toma de decisiones de inversión, la vigencia de los contratos, las relaciones económicas internacionales, deben ser consistentes con el despliegue del potencial de recursos de un país y de la estabilidad social. Entrevista: León carlos Arslanian, ex ministro de seguridad bonaerense (http://sur.elargentino.com/notas/entrevista-leon-carlos-arslanian-ex-ministro-de-seguridad-bonaerense) –Cuáles son los principales desafíos, desde su óptica, que deberá enfrentar la gestión de Garré? –Hay algunas cuestiones estructurales y otras de coyuntura. Dentro de las primeras, está este fenómeno de las ocupaciones o las tomas. Implican un alto desafío para el Estado para aportar soluciones adecuadas que no deriven en escenas de violencia. Y esto se conecta con lo estructural: hay que pulir muchísimo la doctrina de preservación del orden público, la no criminalización de la protesta social y la utilización de la fuerza por parte de Estado. “La Presidenta tiene un trasfondo de sinceridad” (http://sur.elargentino.com/notas/la-presidenta-tiene-untrasfondo-de-sinceridad) Cristina está afrontando una situación difícil, no sólo por la pérdida de su marido, sino también por las situaciones políticas de confrontación con la oposición. Ella está recomponiendo y acomodándose en un momento agitado de la Argentina. Una intranquilidad producida, no real, que no siempre responde a lo que piensa el pueblo argentino. Una crispación que no es tal, que responde a pujas de poder con los sectores dominantes. A pesar de no haber votado a Cristina creo que es muy valiente y aprecio su actitud. Es el momento de reducir la desigualdad (http://sur.elargentino.com/notas/es-el-momento-de-reducir-ladesigualdad) Durante los primeros gobiernos peronistas se llegó a una distribución de la riqueza en la que la mitad correspondía al capital y el otro cincuenta por ciento quedaba en manos de los trabajadores. De allí en más, el país penduló entre gobiernos militares en los que aumentaba la participación del capital y períodos democráticos en los que ascendían los recursos en manos de los trabajadores. La deuda social (http://sur.elargentino.com/notas/la-deuda-social) Predomina en la opinión pública el justificado convencimiento que el país tiene aún pendiente la resolución de la deuda social. Vale decir, eliminar la brecha existente entre los niveles de alimentación salud, educación, vivienda y habitat necesarios para el bienestar humano y los que realmente prevalecen en segmentos importantes de la población. Anomalías institucionales: La tergiversación de las formas de gobierno (http://sur.elargentino.com/notas/anomalias-institucionales-la-tergiversacion-de-las-formas-de-gobierno) La forma de gobierno que rige en un país consiste en el modo que el ordenamiento jurídico positivo distribuye el ejercicio del poder político y establece el procedimiento para la determinación de los sujetos que ejercen ese poder (Arturo E. Sampay, Teoría del Estado). http://sur.elargentino.com/notas/el-problema-de-concentrar-poder-y-el-otro-de-su-licuacion 30/05/11 El problema de concentrar poder y el otro de su licuación | Miradas al Sur concentración del poder presidencial –como en otro momento la pérdida de capacidad de gobernar– es, en este sentido, más que una causa, un síntoma del problema de fondo: ¿cómo asegurar condiciones de gobernabilidad en un sistema político con la intensidad de tendencias centrífugas como el argentino? Para que quede claro: no es que la concentración de poder presidencial no sea un problema o tenga poca relevancia. Claro que lo es y la tiene. La cuestión es que NO es verdad que el problema de la democracia argentina sean los presidentes “absolutos”, sino el péndulo que se ha bamboleado de la concentración del poder en el Ejecutivo a la incapacidad de gobernar y al caos… Del “absolutismo” (o lo que es más pertinente para describir el caso argentino, de la concentración de poder presidencial forzando reglas democrático-republicanas), a la “impotencia”. Este olvido en argumentaciones que apuntan a identificar problemas estructurales prioritarios de la política argentina, no sólo niega la evidencia histórica. También confunde al identificar cursos de acción convenientes: no basta “desconcentrar” el poder presidencial para fortalecer la democracia. Dado que las alternativas al “presidencialismo concentrado” incluyen también al “presidencialismo impotente” y la consecuente debacle políticoinstitucional del andamiaje democrático, cualquier disminución del poder presidencial, para que redunde en fortalecimiento democrático, no puede sino contemplar en el análisis y apuntar a corregir los aspectos político-institucionales que, dadas condiciones fiscales y políticas menos robustas, debilitan la capacidad de gobierno en el plano nacional, contando entre sus causas centrales a las propiedades de un federalismo extremo así como importantes bolsones de concentración de poder socio-económico autónomos del escrutinio democrático. Page 2 of 2 Es decir, dispone quiénes adoptan las decisiones estatales y cómo se instrumentan dentro del marco jurídico que se fija. En la clasificación de Aristóteles se distinguen la democracia, la aristocracia y la monarquía, que pueden degenerar en formas impuras (la demagogia, la oligarquía y la tiranía). Calificación: Promedio: 4.5 (10 votos) (http://twitter.com/elargentino) http://sur.elargentino.com/notas/el-problema-de-concentrar-poder-y-el-otro-de-su-licuacion 30/05/11