¿Qué función cumplimos en la creación del cambio? Margaret Wheatley, ©2008 ¡Continuar hasta s er aprehendido! — Diana Vander Woude Hace varios años, leí que un maestro budista a lentaba a la gente d esesperanzada por la situación d el mundo. Su consejo era s imple y sabio: “Ahora nos toca a nosotros ayudar al mundo”. Me gusta esta afirmación porque nos recuerda que en otros tiempos otras p ersonas tomaron la iniciativa d e ayudar a crear los cambios q ue s e n ecesitaban. V ivimos en una era que es ú nica en dos aspectos, al menos. Por primera vez, los seres humanos h emos alterado la ecología del p laneta y creado las consecuencias que apenas comienzan a manifestarse en formas alarmantes. Y nos enteramos inmediatamente de las tragedias y horrores que afligen a l mundo, no importa d ónde ocurran. Sin embargo, d esde que hay s eres humanos, aún en las peores circunstancias, siempre ha habido quienes tomaron la iniciativa d e hacer lo n ecesario para crear un cambio p ositivo. Unos triunfaron; otros, no. Mientras lidiamos con nuestras p ropias circunstancias, es bueno recordar que caminamos sobre los hombros de quienes construyeron los orígenes mismos d e nuestra historia. De las muchas personas con quienes trabajé en culturas muy d iversas, aprendí a d efinir el liderazgo d e una manera distinta. Un líder es toda p ersona dispuesta a a yudar, toda p ersona que p ercibe que hace falta que algo cambie y que da los primeros pasos para modificar esa situación. Podría ser un padre o una madre que interviene en la escuela d e sus hijos, o u na aldea rural que trabaja para obtener a gua potable, o u n trabajador que se rehúsa a que maltraten a la gente en su lugar d e trabajo, o un ciudadano que convoca a sus vecinos a manifestar contra quienes contaminan recursos naturales locales. En todas partes d el mundo, independientemente d e las circunstancias económicas o sociales, hay quienes toman la iniciativa d e generar un cambio, aunque s ea p equeño, en pos d e un mundo mejor. Como un líder es toda persona dispuesta a a yudar, podemos celebrar la abundancia d e líderes que hay en el mundo. Hay quienes preguntan: “¿Dónde están los líderes?” Preocuparnos por una escasez d e líderes es buscar en el lugar equivocado, con frecuencia, en la cima de alguna estructura jerárquica. Por el contrario, d ebemos buscar entre nosotros, en el lugar donde vivimos. Y en nosotros mismos. ¿En qué ocasiones h emos actuado para resolver un problema o defender una causa que nos importaba? ¿En qué ocasiones h emos tomado la iniciativa d e ayudar, convirtiéndonos así en líderes? El proceso que crea un cambio en el mundo es s encillo. Percibimos algo que hace falta cambiar. Continuamos p ercibiéndolo. El problema sigue llamándonos la a tención, a ún cuando la mayoría d e la gente no p ercibe que hay un problema. Comenzamos a a ctuar, intentamos algo. S i no funciona, intentamos algo diferente. Aprendemos a medida que actuamos. Nos involucramos con el problema, invertimos más y más tiempo para solucionarlo. Nos a gotamos en el esfuerzo, pero s eguimos adelante. El problema n os sigue llamando a la acción. Cuando triunfamos, n o importa cuán modesto s ea el triunfo, recuperamos energía y d eterminación. t h e b e r k a n a i n s t i t u t e | 3 0 8 west first avenue, suite 207 | spokane, wa | 9 9 2 0 2 | 5 0 9 . 8 3 5 .4 2 2 8 Nos volvemos más inteligentes, a medida que aprendemos más sobre el problema y lo comprendemos mejor. Desarrollamos talentos para elaborar tácticas y estrategias. A medida que p erseveramos, si tenemos éxito, más gente s e nos suma. A veces, s eguimos s iendo un grupo p equeño; a veces, iniciamos un movimiento que involucra a d ecenas d e miles d e personas… millones d e personas, quizás. Así es como cambia el mundo. Aún las iniciativas más grandes y famosas comienzan así, con la acción d e unas pocas p ersonas, cuando “empezamos a hablar con a lgunos amigos”. Lo mismo ocurre con los esfuerzos que ganaron el Premio Nobel de la Paz. En 2004, Wangari Mataai recibió el Premio Nobel d e la Paz por organizar el movimiento d el cinturón ecológico que p lantó más d e treinta millones de árboles en Kenia y el este d e África. Wangari era profesora d e biología en la Universidad d e Nairobi en Kenia. En una reunión con otras mujeres d e Kenia, s e enteró d e que la tierra fértil y forestada d e su juventud había sido devastada. Habían talado todos los árboles para sembrar plantaciones de café y té. Las mujeres del lugar ahora tenían que caminar millas para conseguir leña, y los productos químicos y residuos líquidos d e las plantaciones habían contaminado el agua. Wangari sabía que para solucionar las dificultades d e estas mujeres había que p lantar árboles, reforestar la tierra. Así, ella y unas pocas mujeres d ecidieron comenzar d e inmediato. Fueron a un gran parque en Nairobi y p lantaron siete árboles. Cinco d e estos árboles murieron (los dos que sobrevivieron todavía están allí). El índice inicial d e éxito fue del 28,5% … d esalentador para cualquiera. Pero no s e rindieron. Aprendieron d e esa experiencia y volvieron a sus aldeas con lo aprendido. Gradualmente, mejoraron sus aptitudes para plantar árboles. Otras aldeas vieron lo que estaban haciendo y, con el tiempo, u na gran red de aldeas s e involucró en la plantación d e árboles. En menos d e 30 años, treinta millones d e árboles florecían en 600 comunidades d e 20 naciones. Las a ldeas ahora tienen agua potable, sombra y leña, mejor salud, y vitalidad comunitaria. ¿Qué habría pasado si se hubieran rendido cuando murieron los primeros cinco árboles? ¿Qué habría pasado s i s e hubieran marchado y d ejado que los árboles los p lantara el gobierno o la Organización d e las Naciones Unidas? Y aún así, ¿cómo es p osible pasar d e dos a treinta millones d e árboles en sólo 27 años? ¿Cómo es posible que, en unas pocas semanas, una mera docena hombres s e convirtiera en nueve millones de p ersonas que a ctúan a l unísono, como ocurrió con el movimiento de solidaridad polaco? Este crecimiento exponencial es una d e las bondades d e vivir en una red d e relaciones. Si la causa vale la pena, la gente presta a tención, percibe su valor y comienza a hablar con los demás. Esa pasión corre como reguero d e p ólvora a través d e nuestras redes y comunidades. De pronto, h emos involucrado a millones d e p ersonas y creado un cambio a gran escala. Y es cierto que estos cambios enormes y poderosos siempre comienzan con unas pocas p ersonas que s e d eciden a ayudar. Podemos confiar en este proceso de cambio. S i tenemos una idea, o sufrimos una tragedia, o deseamos reparar una injusticia, podemos tomar la iniciativa d e a yudar. En lugar d e s entirnos agobiados y aislarnos, podemos actuar. No hace falta que invirtamos mucho tiempo en planificar o involucrar a los principales líderes; no hace falta esperar a contar con apoyo oficial. Hace falta comenzar. S i fallamos, y fallaremos, no n os desalentamos. Aprendemos de nuestros errores. Prestamos a tención a las posibilidades y oportunidades, aún si son d istintas d e lo q ue imaginábamos. S eguimos la energía d el “¡Sí!” en lugar de a ceptar la d errota o estancarnos en un plan. t h e b e r k a n a i n s t i t u t e | 3 0 8 west first avenue, suite 207 | spokane, wa | 9 9 2 0 2 | 5 0 9 . 8 3 5 .4 2 2 8 2 Y al comenzar, n unca sabremos el resultado final. No importa. Wangari Mataai s e define como una “activista accidental” que tomó la iniciativa d e p lantar esos primeros árboles porque sintió que era lo correcto. No sabía s i terminaría en la cárcel o si el gobierno d estruiría deliberadamente su reputación. No sabía que ganaría el Premio Nobel d e la Paz. Lo único q ue hizo fue dar ese primer paso y luego el segundo, y luego el s iguiente. Así cambia el mundo. Por eso n ecesitamos tomar iniciativas por las causas que nos importan. Poco a poco, paso a paso, p odemos resolver los problemas alarmantes d e nuestra época y recuperar la esperanza en el futuro. Al fin y a l cabo, ahora nos toca a nosotros a yudar a l mundo. Elijan la Vida, sólo la Vida y siempre, y a cualquier riesgo. Dejar que la vida s e escape, d ejar que s e d esgaste por el mero paso d el tiempo, no dar la vida y difundir la vida es elegir la nada. — Helen Kelley Margaret Wheatley escribe, enseña y da charlas sobre cómo podríamos organizarnos y cumplir con nuestro trabajo en tiempos de caos. Nos invita a prestar atención a la calidad de nuestras relaciones, para sobrellevar la confusión creciente. Sabe que no importa cuál s ea el problema, la s olución es la comunidad. Es cofundadora y presidenta emérita de The Berkana Institute, una fundación benéfica internacional que trabaja junto a una rica diversidad de personas en todo el mundo, quienes fortalecen sus comunidades, trabajando con la s abiduría y la riqueza de s u gente, sus tradiciones y su entorno natural (www.berkana.org). Ha escrito cuatro libros: Leadership and the New S cience ( en veinte idiomas y tres ediciones), Turning to One Another: Simple Conversations to Restore Hope to the Future (en siete idiomas y dos ediciones, la última publicada en 2009), A Simpler Way (con Myron Rogers) y Finding Our Way: Leadership for an Uncertain Time. Sus numerosos artículos se publican en revistas populares y profesionales, y s e pueden descargar gratuitamente de s u s itio web: www.margaretwheatley.com. Wheatley recibió s u Doctorado en C omportamiento y Cambio en Organizaciones de la Universidad de Harvard y s u Maestría en Ecología Mediática de la Universidad de Nueva York. Ciudadana del mundo desde su juventud, s irvió en el Cuerpo de Paz en Corea en los años s esenta. Durante 30 años, trabajó como consultora profesional en organizaciones m uy diversas en todos los continentes. V ive en las montañas de Utah; s u numerosa familia está dispersa por los Estados Unidos. Nota: Este artículo tiene como fin iniciar conversaciones sobre el libro Turning To One Another, segunda edición. Enero d e 2009, Berrett-­‐Koehler Publishers Inc. t h e b e r k a n a i n s t i t u t e | 3 0 8 west first avenue, suite 207 | spokane, wa | 9 9 2 0 2 | 5 0 9 . 8 3 5 .4 2 2 8 3