¿Volar es solo para los pájaros?

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 ¿Volar es solo para los pájaros? Fernando Sebastián García Una ligera sensación como de estar ascendiendo en un ascensor ultrarrápido y la tierra que parece inclinarse al mismo tiempo que se empequeñece. Un zumbido, el cielo de color muy intenso y algunas nubes como copos de algodón y la ciudad cada vez más pequeña completan esa sensación de paz que pude sentirse observando el paisaje desde la ventanilla de un jet que acaba de despegar. Una sensación de calor que asciende hacia la cabeza, el corazón latiendo desbocado como si estuviese a punto de estallar, una sensación de miedo incontrolable que nos inunda y que no sabemos cómo controlar. Una obsesiva atención a esos extraños ruidos que provienen de diferentes partes del aparato y que interpretamos como señales de fatales desperfectos que van a producir que nos estrellemos irremediablemente. Parece extraño, pero ambas experiencias pueden vivirse en una situación idéntica: utilizar un avión de alguna línea comercial para trasladarnos a otra provincia para alguna actividad laboral o de placer o realizar un viaje de mayor alcance que nos permita concretar ese sueño de conocer otros continentes. La importancia de este medio de transporte se refleja en el número de pasajeros que lo utilizan. Ya en el año 1981, 745 millones de personas de todo el mundo viajaron en líneas regulares y algunos millones más lo hicieron en líneas no regulares. La Asociación Europea de Líneas Aéreas realizó un estudio y encontró, sin embargo, que un 32% de sus usuarios respondió afirmativamente a la frase: “el pensamiento de volar me asusta un poco”. Se estimó que 30 millones de personas en Gran Bretaña y U.S.A. necesitan o quieren volar pero evitan hacerlo o vuelan con un altísimo grado de temor. Entre las personas que, pese a todo, lo hacen más del 20% consumirán alcohol o tranquilizantes para atenuar su miedo. Algunos estudios muestran cómo el miedo a volar afecta al 10‐20% de la población general. Sin embargo las estadísticas también muestran al avión como el medio de transporte más seguro, lo cual se traduce en un índice de mortalidad de 0,03 muertos por cada millón de pasajeros. Es decir existe una bajísima probabilidad de padecer un accidente de avión y, de ocurrir éste, de que sea necesariamente mortal. ¿Por qué entonces este temor tan limitante para el que lo sufre, es tan frecuente? Empecemos por describir a qué teme el que teme volar * La posibilidad de que se produzca un accidente y él muera. * La perspectiva de no poder salir del avión, de no poder bajarse cuando uno quiere. A este factor podríamos agregar una relativa sensación de claustrofobia y de pérdida de control. * La inestabilidad debido a las turbulencias atmosféricas. * Las alturas. ¿Puede hacerse algo para remediar esto o para atenuarlo? La respuesta es afirmativa, el miedo a volar pude aliviarse como para permitir que aquellas personas que necesiten viajar en avión, por razones de trabajo o placer, o que simplemente lo deseen, puedan hacerlo. La estrategia general para tratar este problema consiste en encarar con las personas que padecen este problema varios aspectos. El peso asignado a cada una de ellas dependerá de cada caso y debe ser cuidadosamente evaluado. 1) Legitimar la experiencia del miedo y su expresión. Estar suspendido en el aire fuera de nuestro medio natural habitual parece suscitar un primitivo mecanismo de defensa biológico: el miedo. Para que esto no sea exagerado como para perturbarnos, debemos producir una serie de significados vinculados a la época que nos toca vivir y sus adelantos técnicos como para “habitar” en nuestra cultura. Pero esto no implica desconocer el riesgo, aunque mínimo, que conlleva el subirse a un aparato que surca los aires a miles de metros de altura y su aceptación. 2) Inspirar confianza. Este aspecto se refiere al proceso a través del cual el terapeuta le transmite al futuro pasajero la confianza que él posee, sin desconocer el riesgo que antes mencionamos, le muestra el dominio que puede alcanzarse sobre esa situación, para que él pueda gradualmente hacer lo mismo. 3) Tolerancia al miedo. Esto se refiere a adquirir conocimientos sobre los mecanismos fisiológicos (físicos) del miedo y la posibilidad de manejarlos. Las propias reacciones físicas del miedo suelen convertirse, a su vez, en fuentes de temor. Resignificar esto produce alivio e incrementa la tolerancia al temor. 4) Activación emocional. En muchos casos es provechoso realizar ejercicios de imaginación para activar el miedo dentro del marco de confianza generado por el instructor‐terapeuta. Esto puede facilitarse a través de grabaciones o videos que faciliten el entrar de un modo casi real en la situación de volar. Este último procedimiento, que se denomina “Realidad virtual” actualmente ha sido muy perfeccionado y proporciona una experiencia prácticamente igual a la de volar. 5) Re‐rotulación cognitiva. Esto se despliega en dos direcciones diferentes: Proporcionar información sobre situaciones que producen el miedo durante el vuelo: sobre ruidos desconocidos, capacidad de los aparatos para soportar turbulencias, tormentas y otras contingencias del vuelo; profesionalidad de la tripulación para afrontar esas contingencias; seguridad que ofrecen los aparatos y medios de control aéreo ‐aun con los reparos que en nuestro país se han planteado últimamente‐. Estos márgenes de seguridad son incomparablemente mayores que los del transporte terrestre. La otra dirección de la re‐rotulación tiene que ver con las posibles reacciones del propio sujeto que, en ocasiones son la principal fuente de temor por el temor al descontrol y la vergüenza que implican. 6) Confiar en otros. Un aspecto fundamental en este sentido es que, durante un vuelo, hay que lograr transmitir que es esencial la delegación total del control de la situación en otros, cosa que a muchas personas les resulta muy difícil aceptar. Como puede apreciarse son muchos los recursos que los tratamientos cognitivos pueden implementar para mitigar el problema que describimos. Si padece este problema no desespere, el volar no es solo para los pájaros, puede convertirse en una experiencia muy placentera, también para Usted. 
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