Padre Nuestro (Oración por el Día de los Padres)

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 WWW.DAINACHAVIANO.COM Padre Nuestro (Oración por el Día de los Padres) Padre nuestro que estás en la tierra, dador de nuestra sangre y de nuestras raíces. Padre que sacrificaste tus sueños para regalarnos el pan nuestro de cada día. Padre amoroso que donaste tu calor cotidiano, la mano que me sostuvo cuando tropecé en mis primeros pasos. Padre amigo que compartió nuestros pesares, que nos guió en la infancia y en los errores de la juventud. Padre en cuyo pecho encontré la seguridad, que me arrulló con canciones de cuna y me contó historias de criaturas que siempre eran rescatadas por sus padres. Padre dulcísimo que nos tendía los brazos y escuchaba nuestros balbuceos después del trabajo. Padre maestro que me enseñó a leer y me llenó el alma de misterios. Padre soñador y dadivoso, marginado a veces por otros hombres que nunca supieron ser padres. Padre maternal que dejó en mi plato su comida, fingiendo no estar hambriento en un país eternamente hambreado. Padre del que renegamos durante la adolescencia, cuando ese huracán rebelde que azotaba nuestro espíritu no dejaba escuchar razones ni consejos. Padre cuyo amor reconozco en las historias infinitas que cuentan los libros. Padre lúcido al que ignoramos cuando quisimos explorar otros rumbos ―otras ideas―, convencidos de que la vida era otra, y no esa que él nos había mostrado. Padre guardián que me enseñó a mirar el rostro aparentemente afable de la gente y a escuchar más allá de los elogios. Padre cuya voz quisiéramos escuchar en cualquier encrucijada y por eso nos quedamos inmóviles, inmóviles, apenas sin respirar… Padre al que comencé a imitar sin darme cuenta, cuyas palabras repetí a otros como propias sin querer reconocer que, antes de pasar por mi boca, habían llegado a mí desde tu amoroso corazón. Padre del cual nos alejamos por diversas y dolorosas razones ―un exilio, un trabajo o cualquier otra causa que nos deparó la vida. Padre eterno al que siempre regreso en mis instantes de tristeza, con el que converso en la soledad de mis pensamientos. Padre que me abraza de nuevo y me canta palabras de consuelo. Padre al que recordamos en los momentos de alegría suprema, cuando buscamos en otros esa sonrisa única que fielmente esperaba allí para alumbrarnos los caminos más oscuros. Padre que aún me habla en sueños, pese a la distancia y el tiempo. Padre cuyo cariño al final entendimos en la mirada de nuestros propios hijos. Padre inmenso al que cada día me parezco más, al que cada día recuerdo más, al que cada día reconozco en cada pensamiento o acto que emprendo. Padre nuestro al que sentimos más necesario, a medida que su alma ―moribunda y agotada― se acerca más a Dios. Padre mío que estarás en Su gloria. Padre nuestro que estás en mi corazón. DAÍNA CHAVIANO 17 DE JUNIO 2001, EL NUEVO HERALD PUBLICADO EN EL BLOG DE LA AUTORA EL 14 DE JUNIO 2012 © PERMITIDA LA REPRODUCCIÓN, INCLUYENDO EL NOMBRE DE LA AUTORA Y LA FUENTE BLOG.DAINACHAVIANO.COM 
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