Discurso del Embajador

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PALABRAS DEL EMBAJADOR DE MÉXICO EN SUIZA, JORGE CASTRO-VALLE K.
CON MOTIVO DE LA OFRENDA DEL DÍA DE MUERTOS
DEDICADA A GILBERTO BOSQUES SALDÍVAR Y A GERTRUDE DUBY BLOM
Berna, a 31 de octubre de 2013
Muy buenas tardes a todos y bienvenidos a esta Embajada, la casa de los
mexicanos y de los amigos de México en la capital de Suiza. Nos da mucho gusto
que nos acompañen en este evento tan simbólico y significativo para nosotros.
Nos congrega hoy una de las tradiciones más emblemáticas de México, la Ofrenda
del Día de Muertos.
Una festividad que representa, como ninguna otra, el sincretismo entre nuestras
ancestrales raíces indígenas y nuestro legado colonial español. Una tradición que
está profundamente arraigada en la vida cultural de los pueblos indígenas de
México, cuya fusión de ritos religiosos pre-hispánicos con fiestas católicas, permite el
acercamiento entre estos dos universos, reforzando nuestra identidad como nación,
orgullosa de su historia y de su diversidad étnica y cultural.
Como ustedes seguramente saben, en 2008 la festividad del Día de Muertos fue
distinguida por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de
la Humanidad.
En esta ocasión, nuestra Ofrenda del Día de Muertos está dedicada a la memoria de
dos personalidades que – pese a sus diferentes orígenes y trayectorias - tienen
mucho en común. En efecto, Gertrude Duby Blom y Gilberto Bosques Saldívar se
distinguieron por su extraordinario sentido humanitario y su profunda solidaridad con
las causas más nobles de la humanidad.
Trudi, como se le llamaba cariñosamente, nació en el Cantón de Berna en 1901 y se
formó inicialmente como horticultora para posteriormente graduarse como
trabajadora social. Su activismo político la llevó a involucrarse en la lucha contra el
fascismo y el nazismo. Fue perseguida e incluso internada en un campo de
detención de mujeres en la Alemania nazi con el cargo de “extranjera indeseable”.
Emigrada a Estados Unidos en 1940, continuó desde Nueva York su labor de
denuncia de las atrocidades del nazismo y colaboró activamente en la recaudación
de fondos para la contratación de barcos para transportar a republicanos españoles
y judíos exiliados.
En ese mismo año, obtuvo una visa del gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas y
se instaló inicialmente en la capital mexicana colaborando en la atención de
refugiados y también con medios informativos de los exiliados europeos en México.
En 1943, llegó a Chiapas participando en la primera expedición gubernamental a la
Selva Lacandona, que habría de convertirse en su nuevo hogar. Ahí conoció al
arqueólogo danés Frans Blom, con quien contrajo matrimonio en 1950. Juntos
fundaron la Casa del Jaguar – Na Bolom – en San Cristóbal de las Casas, dedicada
a la salvaguarda de la Selva Lacandona y la protección de su población indígena,
descendientes de los Mayas.
Durante casi medio siglo, entregó su vida a la noble causa del rescate ecológico de
la Selva Lacandona y la preservación de los usos y costumbres de sus habitantes,
distinguiéndose, asimismo, como escritora y fotógrafa documentalista.
Trudi – también conocida como la “Reina de la Selva Lacandona” - fue objeto de
numerosos reconocimientos tanto mexicanos como internacionales, incluyendo un
premio de la ONU como la “Primera Mujer Ecologista de América”. Sin embargo, fiel
al dicho que “nadie es profeta en su propia tierra”, en Suiza poco se conoce de la
meritoria labor de esta mujer pionera y visionaria.
Por ello, recientemente – con motivo del 20 aniversario de su muerte - fue fundada la
Asociación Cultural Na Bolom.ch, que se ha dado a la tarea de difundir su vida y
obra ante la opinión pública suiza. Su objetivo fundamental es lograr la incorporación
de Gertrude Duby Blom al Museo de los Suizos en el Mundo, con sede en Ginebra,
aspiración que esta Embajada – y yo en lo personal - apoyamos decididamente.
Nos complace contar con la presencia en este acto de representantes de Na
Bolom.ch, encabezadas por su Vicepresidenta Ivonne Meyer-Escobar, así como de
familiares y amistades de Trudi, especialmente sus sobrinos Anita Lohner y Matthias
Lörtscher, acompañado de su esposa. Danke vielmal, liebe Frau Lohner, lieber Herr
Lörtscher, dass Sie uns mit Ihrer Anwesenheit eine grosse Freude bereiten! Ich
hoffe, dass Sie diese alt-mexikanische Tradition geniesen und ein wenig von der
Verehrung und Anerkennung nach Hause mitnehmen, die wir Mexikaner für Ihre
liebe Trudi empfinden.
Por su parte, Gilberto Bosques Saldívar nació en 1892 en el Estado de Puebla y tuvo
una intensa vida a lo largo de casi 103 años hasta su muerte en 1995. Combatiente
en la Revolución Mexicana, defensor de la soberanía nacional, político progresista y
diplomático de excepción, Don Gilberto se distinguió por su pasión por México y su
extraordinaria labor humanitaria.
Como Cónsul General de México en Francia durante la Segunda Guerra Mundial,
obligado a abandonar París e instalarse en Marsella, se dedicó a coordinar las
tareas de obtención de visas de tránsito y pasajes de barco para miles de refugiados
de la guerra civil española, para judíos alemanes y austriacos que huían del
exterminio nazi, así como perseguidos políticos de otras nacionalidades. Según
diferentes cálculos, entre 25 mil y 30 mil personas salvaron su vida y encontraron
refugio en México gracias a la ayuda de este gran hombre que supo poner a “la
diplomacia al servicio de la libertad”.
Detenido por la Gestapo en noviembre de 1942, fue trasladado con su familia a
Alemania donde permanecieron hasta abril de 1944, cuando se les envió a Lisboa
para ser canjeados por diplomáticos alemanes capturados por los aliados. Al
regresar a México, en la estación de ferrocarril, miles de refugiados que gracias a él
obtuvieron su “visa al paraíso”, lo esperaban para darle la bienvenida y lo cargaron
en hombros.
Al igual que Trudi Blom, él también ha sido objeto de numerosos homenajes y
reconocimientos. Una calle de Viena se llama Promenade Gilberto Bosques; la
Sociedad Alexander von Humboldt ha propuesto bautizar una avenida de Berlín con
su nombre; las embajadas de Alemania y Francia en México han creado el Premio
de Derechos Humanos Gilberto Bosques; Israel lo reconoció como “Justo entre las
Naciones” en el Memorial del Holocausto. Más recientemente, fue develada una
placa conmemorativa en su honor en la ciudad de Marsella, actual capital cultural
europea, donde Don Gilberto realizó buena parte de su labor humanitaria. No menos
relevante, es su postulación como candidato de México para recibir el Premio Raoul
Wallenberg del Consejo de Europa, que será entregado por primera vez a principios
de 2014.
En lo personal, permítaseme destacar que mi padre tuvo el privilegio de colaborar
con Gilberto Bosques en Francia formando parte de la comisión encargada de la
ayuda a refugiados. Desde niño, escuchaba yo las anécdotas que él contaba de esa
inolvidable etapa de su carrera diplomática y fui testigo del enorme respeto y
admiración que siempre sintió por su antiguo jefe. Además, para orgullo mío, debo
resaltar que yo mismo comparto con Don Gilberto, así como con mi padre, el honor
de haber sido – los tres - embajadores de México en Suecia.
Por último, pero no menos importante, no puedo dejar de mencionar el vínculo
familiar que tuvo Gilberto Bosques con Suiza a través de su hija, Doña María-Teresa
Bosques de Mock, y de sus nietos suizo-mexicanos, la Sra. Cristina Johnston-Mock
y el Embajador Hanspeter Mock – hoy acompañado por su esposa -, a quienes, al
igual que a la otra hija de Don Gilberto, Doña Laura Bosques, les agradezco
cumplidamente su presencia en este acto, que lo vuelve aún más íntimo y emotivo.
En cierto sentido, Gilberto Bosques y Trudi Blom, además de compartir su pasión por
México y la libertad, su vocación de servicio humanitario y su sentido de solidaridad
con personas vulnerables, simbolizan la amistad y el entendimiento que felizmente
existen entre México y Suiza, así como los valores y principios que nos unen como
naciones.
Es por ello un honor para mí, en nombre de la Embajada de México en Suiza,
dedicar esta Ofrenda a la memoria de estos dos excepcionales seres humanos.
Estimados invitados, liebe Gäste,
Al término de las dos intervenciones que escucharemos en nombre de Trudi y de
Don Gilberto, los invitamos cordialmente a admirar el Altar que se ha instalado con
decoración típica y objetos alusivos a la vida, obra y gustos personales de los
homenajeados, así como una pequeña muestra de grabados del célebre artista
mexicano José Guadalupe Posada, en conmemoración del centenario de su
fallecimiento.
Y, para cerrar con “broche de oro”, nos será muy grato ofrecerles ricos tamales y el
tradicional pan de muerto con chocolate.
Muchas gracias por su compañía y su atención.
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