cierta heterogeneidad entre ellas, que, según ya indicábamos

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cierta heterogeneidad entre ellas, que, según ya indicábamos, podría incluso
dar motivo a una nueva distinción de grados de xerofilia, respondiendo
principalmente a las diferencias de suelo y orientación en que aparecen instaladas.
Quizá la más típica y ampliamente difundida de todas esas facies sea la
que caracterizan las especies del gen. Euphorbia, tan ricamente representado
en la flora del Archipiélago por las tabaibas (E. balsamifera Ait., E. atropurpúrea Brouss., E. Regis-Jubae W . et B., etc.), de tallos crasos y hojas alargadas, y por el afilo, suculento y cactiforme cardón (E. canariensis L . ) , frecuente y característico elemento, cuya original silueta ha llegado a convertirse en símbolo regional.
Junto a estas especies representativas figura constantemente otra planta
crasa de la familia Compuestas, Kleinia neriifolia Haw., vulgarmente conocida por el nombre de verode. También contribuyen accidentalmente a definir el crassicauletum canario diversas especies de los géneros Mesembryanthemum, Aeonium, Ceropegia, etc., y algunas exóticas completamente asilvestradas, c o m o Opuntia y Agave.
Indudablemente, es la suculencia uno de los más eficaces recursos de las
plantas para aumentar su resistencia a la marchitez cuando escasea la aportación de agua, hasta el punto de que algunas de ellas son capaces de vivir
a expensas de sus propios jugos años enteros sin recibir una sola gota de
agua; esta consistencia carnosa suele estar complementada por el espesamiento y enlucido céreo de la epidermis y por la escasez de cloroplastos, de
situación profunda y pálida coloración; todo lo cual contribuye a dar la clara
y apagada tonalidad del paisaje, propio de estas formaciones, en brusco concontraste con el oscuro verdor de los dominios ds la laurisilva.
Aunque originados por otros procedimientos, obedecen a la misma finalidad de adaptación al medio, los colores blanquecinos y grisáceos que se o b servan en otra porción de plantas, frecuentísimas compañeras de las anteriores: Schizogyne sericea Schultz., Cneorum pulverulentum Vent., Lavandula
Buchii W . et B., Artemisia canariensis Less., etc. Entre los glaucos y desvaídos tintes de todas estas plantas destaca el verde tierno y alegre de la Plocama péndula Ait., Rubiácea leñosa de porte llorón, notable endemismo canario, cuya constancia en este tipo de vegetación debemos señalar.
En localizaciones menos secas, principalmente en el litoral norteño, el
crassicauletum tiende a transformarse en un fruticetum algo menos xerófilo,
donde, sin desaparecer tabaibas y verodes, abundan: Rumex lunaria L.,
Rhamnus crenulata Ait., Chrysanthemum frutescens L., Micromeria hyssopifolia W e b b . , Lavandula abrotanoides Lam., Periploca laevigata Ait., etc.
Las laderas escarpadas y acantiladas de la costa, incluidas en estos dominios, son lugar indicado para interesantes herborizaciones; en ellas pue-
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