¿Debo firmar una Carta Intención? En algunas franquicias, antes de celebrarse el contrato se debe firmar este documento. Conoce en qué consiste. Hace al menos 10 años gran parte del sector de las franquicias estaba liderado por marcas extranjeras, que si bien estaban representadas en México por un inversionista nacional que había tenido la visión de traerla al país, en la mayoría de los casos, toda la metodología era llevada como en el extranjero. Lo anterior propiciaba que el conjunto de las empresas franquiciadoras limitaba mucho la información que daban al inversionista, alegando que hasta conocer las principales contraprestaciones, era información confidencial. Estas empresas requerían del pago de una “garantía” para revelar más información y que el inversionista tuviera derecho a realizar preguntas un poco más profundas. Esta pequeña operación de “dame un adelanto para tener más información de mi franquicia” se regulaba a través de la firma de un Precontrato de Franquicia o Carta Intención que tenían como objetivo establecer condiciones previas entre el franquiciador y el candidato a franquiciado para posteriormente proceder con el otorgamiento de una franquicia. Entonces, ¿Cuándo se debe firmar una Carta Intención?, ¿Por qué?, ¿Podría firmar el contrato de franquicia directamente? Ante estas interrogantes, dependerá mucho de la estrategia comercial que siga la empresa franquiciador con quien hayas decidido iniciar un procedimiento formal de otorgamiento, pero la realidad es que la firma previa de una Carta Intención es algo casi habitual en el sector de las franquicias. A lo largo del tiempo, la relación que llega a establecerse entre el franquiciador y el franquiciado, frecuentemente se compara con el matrimonio y, aunque algunos no estemos de acuerdo, podemos utilizar esta frase para explicar que es muy recomendable que la “futura pareja se conozca antes”. Esto precisamente es lo que debe propiciar una Carta Intención: ayudar tanto al franquiciador como al franquiciado evaluarse mutuamente antes de dar el gran paso. La Carta Intención debe permitir analizar al franquiciador, entre otros aspectos, la capacidad financiera del inversionista, su perfil, grado de adaptación al modelo de negocio y hay quienes hasta aplican pruebas psicométricas para saber si el candidato es alguien que puede sumarse a una red de franquicias. Por otro lado, el inversionista también tiene tiempo suficiente para ahondar en la información que le ha sido proporcionada, asesorarse para corroborar si lo que le han ofrecido es lo que está planeado en los documentos, buscar un local o ubicación adecuada e incluso entrevistarse con otros franquiciados de la misma red. En muchas ocasiones, en la firma de la Carta de Intención se le pedirá al inversionista el desembolso de una “garantía de seriedad”, que como su nombre lo indica no es un anticipo de la cuota inicial de franquicia, sino únicamente una señal de formalidad de su propuesta que muchas veces le ayudará a reservar tiempo o un territorio determinado. Lo principal es que en el documento que se firme estén contenidas las disposiciones relativas a la devolución de esta garantía en el caso de que no se concrete el negocio. Existen ocasiones en que sin firmar una Carta Intención se pasa directamente a la firma del contrato, cosa que no necesariamente es errónea, siempre que el futuro franquiciado haya realizado el estudio y análisis de la franquicia que está por adquirir. Entonces, las diferencias que existen entre la Carta Intención y el Contrato de Franquicia son notables, puesto que la primera pretende regular las condiciones previas al otorgamiento de la franquicia y el segundo en realidad constituye el conjunto de derechos y obligaciones que normarán la relación durante toda la vigencia de la relación. La experiencia nos dice que cuando contamos con mayor información podremos tomar mejores decisiones, así que más allá del proceso al que deba sujetarse para adquirir determinada franquicia lo principal siempre será la apertura, claridad y certeza de la información que fluya entre las partes. Fuente Roberto Blanco de Estudio Alcazar - México