Eduardo Andión Gamboa Periodistas culturales: la vocación y la “chamba” En este ensayo se presentan las prácticas escriturales y la dinámica laboral en la intermediación que se lleva a cabo en el periodismo cultural. Se recogen algunos de los testimonios de periodistas reporteros de la fuente de cultura, voces que nos cuentan de sus quehaceres y del oficio del periodista que se encarga del campo cultural y artístico. En el texto se incluyen anotaciones acerca de la identidad contrastante entre los periodistas reporteros cultural y los escritores que escriben en los suplementos de cultura. Palabras clave: periodistas culturales, identidad profesional, escritura, periodística, redacción colectiva. A trapados por el vértigo cotidiano del trabajo de la redacción periodística, los reporteros de la fuente cultural expresan con toda claridad y cierta crudeza, la inmersión total que compromete la actividad del periodismo en general. Así, Patricia Vega, periodista cultural, ahora en la revista emeequis, narra la inminencia constante de estar atrás del tiempo y del presente social; ANUARIO DE INVESTIGACIÓN 2011 • UAM-XOCHIMILCO • MÉXICO • PP. 15-40 al hacer el recuento de su experiencia de reportera, escribe con cierto asombro atónito: Diecisiete años como reportera cultural [...] ¡Qué horror!, lo escribo y se enchina el cuero: die-ci-sie-te años de hacer esa talacha cotidiana que implica la labor reporteril: escribir al vapor –el promedio fluctúa entre 30 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” y 240 minutos– notas informativas, crónicas, entrevistas, “reportajitos” armados cuando mucho en tres días y en ocasiones grandes reportajes en La pluma y el lapicero, crónicas de periodismo cultural (Olivares, 1998:63). Esta expresión individual sin embargo deja vislumbrar también el carácter colectivo de la escritura periodística, resultado de la división del trabajo mismo, pero también la de ser una tarea realizada por varios agentes con un mismo objetivo. Para algunos periodistas eso se logra con el talento de un buen coordinador, que une esfuerzos de distinto carácter y cualidades, tal como lo escribe Humberto Musacchio: 16 El periodismo es una orquesta en la que cada uno ejecuta una partitura de acuerdo con su talento e iniciativa. En el diario concierto de las redacciones es indispensable que cada quien ocupe su lugar y que se sepa reconocer a los solistas excepcionales. Para impedir que alguno desentone, se requiere del oído privilegiado del buen director, de su sensibilidad para extraer las mejores notas de cada uno y hacer que todos mantengan sus fuerzas en tensión dentro de una rigurosa y creativa armonía (2003:40-41). Nuestra investigación acerca de los periodistas culturales ha indagado su situación como intermediarios entre el mundo del arte, la cultura y la sociedad. Al hacerlo hemos recogido sus declaraciones y sus opiniones. Como los propios periodistas culturales hablan sobre su actividad, ellos le dan importancia a su esfuerzo atribuyéndose el papel de puente entre esas esferas, con el significado ideal de mediador o pontífice. Al contarnos el modo en que algunos de ellos ingresaron a este mundo de la información de la cultura y el arte, se reconocían persuadidos que se encuentran trabajando sobre todo por la fascinación de estar cerca de la práctica de las artes, de acercar mundos, aunque en ciertos casos lamentaban que solamente se viera una chamba que cumplir. Al periodista cultural lo hemos definido como el agente formado en la producción informativa específica de la fuente de la cultura; también como aquel que elabora comentarios acerca de la actividad cultural. En este último caso se le confunde con los escritores que publican sus opiniones sobre temas del campo artístico y que son colaboradores ocasionales del diario; esta distinción los separa a veces de manera marcada. La acción de informar sobre la esfera de la cultura y el arte, es decir la labor de intermediar entre dos mundos medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa simbólicos separados, es lo que identifica al periodista cultural y su actividad divulgadora y difusora. Dentro del territorio del periodismo entendido como campo de producción cultural, al periodista no se le puede abordar solamente como individuo abstraído de la dinámica interna del diario. Se trata de comprender desde la posición de los periodistas concretos, con sus prácticas, como agentes socializados, cuerpos institucionalizados, es decir, personas con habitus en disposición de actuar y realizar en objetos textuales sus predisposiciones profesionales. Las preguntas que orientaron en la indagatoria fueron, básicamente, qué hace el periodista cultural, y cuál sería la diferencia de trabajo de intermediación que declaran existe entre el periodista-reportero y el escritor-periodista. La práctica escritural del periodista En la práctica del periodismo, en general se habla de una actividad escritural de grupo, producto de una división del trabajo, de la especialización en los distintos segmentos del proceso de producción de la noticia. medios, ideología y prácticas profesionales El periodista como una figura tipo, ejerce una tarea que para concretarse requiere del concurso de energías varias, de múltiples talentos, de recurso materiales diversos y suficientes. La suya es una labor eminentemente colectiva, en la que el esfuerzo personal llega a brillar sólo si cuenta con el apoyo de todos lo que participan en la hechura de un periódico impreso o un noticiario (Musacchio, 2003:40). Carlos Marín, en sus notas del Manual de periodismo (1998) aseveró –a propósito de la formación para la producción especial de información– que los controles internos logran solventar la mediocridad de algunos: En el medio periodístico abundan la impreparación y el desaseo intelectual (incluso físico) que, sin embargo, no necesariamente se reflejan en el trabajo terminado: sus notas pasan por un filtro (frecuentemente eficaz) de editores y correctores “parasoles” que logran suplir las deficiencias profesionales de muchos reporteros (1998:77). En ese sentido, también se puede proponer la existencia de la concertación colectiva de las operaciones propias del habitus periodístico, que se desplazan a la de la fuente 17 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” 18 artística-cultural en el que se decanta el capital cultural colectivo de los agentes periodistas. En términos de una teoría antropológica del discurso, al trabajo periodístico dentro de la empresa informativa se le puede considerar como un conjunto de eventos comunicativos internos a la práctica conjunta, que conforma una especie de sistema cultural, orientado para la producción de un texto público: el enunciado noticioso (Van Dijk, 1990). Se le puede también denominar como situación de discurso o agenciamiento colectivo de enunciación (Deleuze y Guattari, 1993; Charaudeau, 1988, 2003; Debray, 1999; Ducrot, 1986:175), donde lo que es dicho es inseparable de las condiciones materiales e institucionales de los sujetos del discurso implicados en una trama dinámica del decir y de lo dicho informativo del emisor periodista-diario, que se prolonga hasta los sujetos destinatarios o público lector. Por extensión, en la especificidad de la fuente del sector cultural, el discurso determinado por las condiciones de la enunciación periodística es un enunciado particularizado dentro del contexto de las determinaciones de las características del trabajo de los periodistas de la fuente cultural. La noticia cultural no es semejante a la de información general, como se verá. El periodista, como agente productor simbólico, se encuentra inmerso en una situación de discurso, de un contexto institucional que le encauza las acciones y las intenciones dentro de su labor. Dicho más precisamente, sus disposiciones prácticas (habitus) incorporadas por la interiorización de las reglas tácitas de la actividad, es a lo que hay que añadir en ocasiones la previa escolaridad especializada (tipos de capital cultural específico del comunicólogo o de la formación profesional universitaria), ya que con ello ha incorporado esquemas y disposiciones de percepción, apreciación y acción propias de un habitus del campo intelectual. Considero por lo tanto la división del trabajo simbólico como el factor que modifica la estructura y producción de la información, el producto discursivo: las notas en cuanto noticias; puesto que el carácter colectivo de la escritura periodística se entendería como una secuencia de decisiones y acciones de distintos agentes que configuran la producción de la nota informativa y luego del diario en su conjunto. La actividad del periodista repercute en una experiencia del oficio, en la adquisición de un “olfato” o sentido práctico. Su labor cotidiana va haciéndose cada vez más fácil o, como lo menciona en entrevista el periodista Renato medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa Ravelo, “lo que te tardabas en hacer en varias horas, ahora lo haces en minutos”. A la destreza adquirida a lo largo de los años de talacha la designo como habitus profesional de periodista o habitus campal. La escritura de las notas se hace de modo individual, pero resulta de un trabajo colectivo, por ejemplo las correcciones supervisadas por los distintos niveles de control de calidad del diario. Una definición más para delimitar la indagatoria, incluye la de la sección cultural a la que se considera como un espacio diferenciado en un diario, destinado a las informaciones de las actividades de los artistas del arte y la cultura, además de las actividades de instituciones encargadas de ella; en síntesis, es el “registro de las actividades de la alta cultura”, dirán algunos periodistas culturales (Anaya, 2002:22; Rivera, 1995; Roura, 2001). Para Patrick Charaudeau, la sección es parte de las operaciones en las que se establece lo que él llama “contrato de comunicación mediática”, donde se da forma al contenido, al “acontecimiento referido”, en cuanto se le construye dentro de un espacio temático clasificado por secciones en el diario o medio (2003:191). Lo que hace que sea una actividad concertada es precisamente la incorporación disposicional de formas y de esquemas de acción, en una medios, ideología y prácticas profesionales estructura de colaboración entre distintos agentes y varios niveles de decisión. En el caso del periódico, las actividades de los participantes van desde los trabajadores de intendencia hasta los periodistas-estrella, los jefes de redacción y los gerentes generales. La práctica del periodista individual es una continua actividad de encargos de búsqueda, recolección, verificación y confirmación, y escritura restringida en espacio y en tiempo, supervisada por los otros periodistas dentro del estilo y tono del diario, y actualmente incluso bajo la deontología y los manuales de estilo (Tuchman, 1983; Cervantes, 1995; Hernández, 1997). Por ello, el trabajo colectivo es más del reportero que del escritor-periodista y repercutirá en su reconocimiento de identidad profesional. La actividad del periodista cultural tiene una frontera, una ambigüedad entre las prácticas del periodista-reportero y el escritor-periodista. Los primeros se ven perfectamente reflejados en el cuadro de una actividad periodística como la arriba descrita, mientras que el escritor-periodista tiene solamente la presión de la fecha de entrega de la pieza textual por la que le pagan. Es decir, las condiciones de trabajo permiten afirmar que el escritor-periodista tiene quizá una mayor presencia autoral 19 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” en la intencionalidad de la enunciación textual; mientras que la posición del periodista-reportero en la enunciación es derivada –y se podrá decir de segundo orden–, al depender de los testimonios de los testigos o los involucrados en el evento cultural. De ahí surge para el análisis una característica diferencial entre los escritores y los reporteros: las de su relación con las fuentes informativas. El trabajo de los escritores y redactores de los suplementos tiene vinculación distinta con el campo cultural, mientras que el de los reporteros como el de los periodistas es una relación externa del acontecer de un acto o evento en el campo de la cultura; como lo señalan los manuales del periodismo: 20 El periodista no se inventa las noticias y obviamente no puede ser siempre testigo de los acontecimientos dignos de ser convertidos en noticia, tiene que basarse en testimonios para escribir sus relatos. Toda noticia está respaldada por un testimonio, se le llama fuente informativa (López, 1995). Para analizar las prácticas de los periodistas se han propuesto muchos acercamientos. La aproximación más conocida es la que propuso Paul Hirsh en 1980, en la que se ha dividido, para su observación, el proceso de estudio de la prensa en varios estratos y análisis. Abordajes previos enfatizan el tipo de producto que se obtiene en esta labor y lo han llamado “producción de noticias”. Varios investigadores mexicanos han retomado tal esquema en estudios sobre la empresa de información y de la práctica del periodismo en México. En tres niveles se presentan estos recortes analíticos: el institucional, el organizacional y el profesional (Cervantes, 1995; González, 1989; Hernández, 1997). En la producción del trabajo periodístico se dan continuamente “negociaciones” entre las tres instancias, con sus lógicas diversas que van desde la individual –a la que alude el nivel profesional– hasta la colectiva –que representa los niveles organizacional e institucional. Desde el punto de vista de la teoría de los campos/ habitus no se pasa por alto el nivel profesional puesto que el saber/hacer ocupacional ha sido ya interiorizado por el agente –por tanto incorporado. Por ello, puede entrar en una actividad sincronizada con las reglas y restricciones del campo, las instancias organizacionales, los climas de la cultura de la empresa. medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa Las secciones y los suplementos: comunicación colectiva y escritura autoral Es interesante advertir que cuando el agente pertenece a otro ámbito, y su habitus profesional ha sido forjado en otro campo, se manifiestan con mayor claridad las expectativas de intencionalidad autoral, frente a las necesidades de la institución periodística, y llega a entrar en conflicto con ese accionar colectivo de la redacción periodística, el saber-hacer del periodista. Frente a ello los periodistas de los suplementos responden –como lo ha dicho Huberto Batis con crudeza– que el periodista de cultura peca de ignorante y por ello hablar de cultura sólo corresponde a los escritores cultivados. Tal enfrentamiento lo resienten fuertemente los periodistas reporteros, quienes en algunos casos se ocupan de estar pendientes de las expectativas de su público lector. Su labor no es para sí mismos sino para los demás, en ese sentido es una escritura instrumental, no un fin en sí misma. Lo que nos cuenta María Rivera de El Universal, a propósito de un concurso de trivia literaria, no para promover un libro en particular, sino una disposición a la lectura que tuvo una gran respuesta. En el siguiente fragmento relata su atención a la naturaleza de su público lector: medios, ideología y prácticas profesionales Con esa trivia a mí me tocó ver llegar a una señora al periódico, a la redacción, y por el aspecto de la señora enseguida me di cuenta: “ésta es una señora trabajadora de bajos recursos, y llega a la redacción del periódico deslumbrada, a recoger su premio”. A mí me caen la mayoría de las respuestas en mi correo. Y me dije: “qué insensible; porque con tantito que el periodista se salga de una dinámica social, pierde piso”. En concreto: esta señora me había sorprendido y quise conocerla. Yo estaba escribiendo y me di el tiempo para verla. Por qué, porque esa señora ¡había respondido la trivia a mano, a mano! Así había respondido, cuando ya a estas alturas con la internet, que alguien te escriba ¿a mano? y me había respondido a mano, en cinco hojas ¡la trivia de cinco preguntas!, y las había llevado a la recepción del periódico y de ahí la habían subido. Cuando la integro a la lista de ganadores y llega, yo la quiero conocer. Veo su aspecto, su actitud y su emoción de estar ante una pila de libros y la señora me pregunta: “¿yo puedo escoger?” [Luz María lleva sus dos manos a la boca, haciéndola ver conmovida, sorprendida] y le digo: “claro señora, usted puede escoger, el que quiera [estás palabras se le oyen enternecidas, delicadas], si quiere uno o quiere dos, ahorita hay suficientes libros, puede usted llevarse dos”. 21 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” 22 Yo, al ver la emoción de la señora, estaba igualmente emocionada; la señora escoge dos libros y cuando me da la mano yo siento esa tosquedad de manos de mujer trabajadora y me dice: “gracias, son los primeros libros que yo tengo ¡en mi vida!” [Luz María sin contener esa emoción que le embarga esta experiencia y sus ojos comienzan a vidriar] a mí eso [su voz entrecortada delata sus ganas de llorar] ¡créeme, perdón me sigue conmoviendo mucho! [observa hacia arriba por un instante y lleva su mano derecha a sus ojos] Sí, yo dije “¿qué es esto?” [silencio]. Es cuando te das cuenta del impacto que puede tener lo que tú escribes y, fíjate que fue increíble, ya no hubo tiempo, por la dinámica del periódico, (para) preguntarle a esa señora: oiga ¿dónde vio esto, cómo llegó a la trivia? A veces las secciones de cultura se piensa que son espacios para gente “entendida” ¿no?, “gente culta”, y fíjate que ver a esa señora fue la primera señal que me hizo ver y me dije: “¡más cuidado con lo que haces: más cuidado con lo que preguntas, más cuidado, más sensibilidad, vuélvete a conectar con la gente de la calle!”, y entonces yo lo que hice fue empezar a poner aparte de mi correo: “puede contestar a tal fax o como gusten”. Ampliar, porque hay lectores de todo tipo (Luz María Rivera, reportera, 2002). En los suplementos la dinámica es distinta, aunque por ello no dejan de preocuparse por el lector al que ubican como más informado. Si entre los reporteros expresan una restricción en sus intenciones de producción, no hay normativas explícitas y objetivas y todo se juega entre las disposiciones incorporadas de los agentes que permiten o dificultan la negociación de las tácitas expectativas mutuas. Además, hay más voluntad de expresión e intencionalidad de autor, que empeño por escuchar al lector. El lector modelo es un semejante, no aquel otro que era inconcebible, como señaló Luz María Rivera. Aun así, en el periodismo de las secciones culturales las reglas son más objetivas, aunque no explícitas. Esto es así por la misma tradición del trabajo de reporteo, por la formación de los agentes que saben a qué atenerse e incluso por el hecho de que los jefes de sección, los editores han pasado por el mismo trabajo de reportear y comprenden lo que significa en tiempo y esfuerzo el trabajo que están solicitando. Sin embargo, como se advierte en el caso de los suplementos culturales, la situación es distinta sobre todo en la cantidad. Carlos Monsiváis confesaba en una entrevista que como editor de suplementos, los recursos para hacerlo se limitaban a hacer de necesidad virtud: medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa [...] más se depende de lo que tengas para esa semana, que lo que deseas publicar. No tienes garantizado un sistema de entregas confiable, ni un nivel importante de colaboraciones, cada semana se crea su propio ritmo de calidad por el azar de las colaboraciones. En ese sentido no me atrevo a juzgar a ninguno de los editores de suplementos pero veo en todo caso una información considerable (1997:22). Estas condiciones de producción y elaboración explican en gran medida la necesidad de recurrir a los conocidos, al grupo de las sensibilidades afines y que se le estigmatiza como el defecto de “amiguismo”. Monsiváis, la consideraba una falencia que no podrá evitarse: [...] mientras no crezca la infraestructura cultural y no existan en verdad publicaciones sostenidas por un público amplio, el amiguismo persistirá. No creo que el amiguismo sea el problema (sino) la falta de críticos de buen nivel y la información sistemática en cuanto a novedades editoriales, se está cubriendo el 10% de lo que aparece y eso debe atenderse (1997:22). medios, ideología y prácticas profesionales Christopher Domínguez también abundó sobre el llamado problema de los grupos, o de los cotos reservados, y lo entiende refiriéndose a una condición profesional; argumenta con una reducción al absurdo: No entiendo por qué la gente no protesta contra la sociedad de dentistas. Se juntan entre ellos igual que los escritores se juntan con quienes les caen bien o con quien les conviene políticamente. No veo por qué el escándalo contra los grupos literarios, es de lo más lógico. La historia cultural está llena de grupos literarios y de personalidades independientes. Uno no quita lo otro (1997:27). No obstante lo dicho por Monsiváis sobre la escasez de “plumas”, Batis recuerda que ese flujo de colaboradores no era lo que les faltaba a Benítez y a De la Colina cuando dirigían sábado, en un trabajo en paralelo con la sección cultural del Unomásuno, uno de los primeros diarios que manejó los dos espacios simultáneamente: Cuando estuvo Benítez con nosotros, el suplemento y las páginas culturales del Unomásuno marcharon por su lado cada cual. Así ha sido la costumbre en muchos diarios 23 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” 24 que dedican las secciones cotidianas a la información de rutina y dejan los platos fuertes para los suplementos de fin de semana. Diferentes intereses en los responsables de la coordinación editorial y de los suplementos, así como dispares adhesiones a grupos intelectuales que entre nosotros infortunadamente suelen atomizar los esfuerzos o divorciar a unos y a otros tanto que algunos no toleran ver sus firmas en el mismo periódico junto a los de sus opositores, son nefastos para la buena marcha de una empresa editorial (Batis, 1997:24). busca aparecer o ser publicado en ellos; se trata de cierta manera en una inversión del capital simbólico que dará dividendos en lo que se llamaría la bolsa de valores del capital específico: Se entiende por lo tanto que se busquen las afinidades electivas y las sensibilidades semejantes. Desde el punto de vista de la teoría de los campos/habitus serían comprendidas apuestas colectivas para ocupar posiciones en el entramado del espacio de juego campal. La justificación se ofrecerá siempre en el interés más general del campo, el presupuesto indiscutible del juego, es decir, la ilussio, que en este caso no es sino el de “La literatura”. Lo que Domínguez obvia es que hay ciertos lugares de enunciación más redituables que otros, no son sólo amigos reuniéndose, sino la clase de amigos con los que se reúnen. Un suplemento abona por tanto en el reconocimiento de los pares y por ello se “Hacer cola”, “someterse, con tal de aparecer”, “hacer ruido”, todas son conductas relacionadas con lo que se espera del metabolismo de los campos culturales. Prácticas que parecen concertadas y que buscan adquirir un capital legítimo, en tanto lo expiden una legitimada predominancia el llamado por Benítez el acorazado imbatible, es decir de una autoridad reconocida por los participantes, hasta por los antagonistas. De modo que la mecánica escritural de los suplementos culturales no es solamente en apoyo a la constitución de un bien de interés general: la literatura nacional o la literatura a secas; también opera en la creación y acumulación de “Somos un acorazado imbatible hermanitos”, nos decía (Benítez) a De la Colina y a mí, en aquellos días en que la antigua mafia, el grupo de Nexos y de Vuelta y los universitarios, hacían cola trayendo sus colaboraciones con tal de aparecer en sábado (Batis, 1997:24). medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa capitales simbólicos, de los prestigios que pueden, luego, reconvertirse en éxito económico, bienestar y comodidad de vida, en un frase: “vivir de las letras”. Lo que es una operación de tipo más de difusión que de divulgación e información. Además, ciertos suplementos, en determinados periodos, fueron menos una propuesta literaria y operaron con una agenda política que respondía a un interés más personal, como escribe perentoriamente José Joaquín Blanco: Durante el primero de los tres lustros que Carlos Monsiváis dirigió o “coordinó” el suplemento cultural La cultura en México, de Siempre!, de 1972 a 1977 cuando se funda Unomásuno, y poco antes Proceso, ofreció una publicación exageradamente política y muy poco cultural. No dejaban de concurrir, para cubrir las apariencias, algunos poemas, algunos ensayos, algunas traducciones literarias. Pero todos sabíamos, y se evidenciaba, que en esa época la principal función del suplemento era la de propiciar y divulgar el pensamiento político de la izquierda mexicana. Ese suplemento llegó a ser el sitio fundamental de las discusiones y protestas izquierdista (1999:4). medios, ideología y prácticas profesionales Se entiende que el énfasis en los suplementos culturales está en publicar la obra creada, en ofrecérsela al lector de los diarios. La actividad laboriosa de informar sobre las actividades del campo cultural se ha dejado ya a las secciones culturales y últimamente también a las guías de oferta de bienes culturales para la planeación del tiempo libre. Mientras que los suplementos han sido liberados de esa función que en algún momento llevaron a cabo. René Aviles Favila precisaba en 1997, a propósito del suplemento El Buho, de Excélsior –pero válido también para los demás suplementos–: “Se prefiere la creación a la información: no damos noticias, damos comentarios, cuentos, poesía” (Avilés, 1997:26). Pero aún queda por aclarar la diferencia que se establece entre los periodistas-reporteros y los escritores-periodistas. Un ejemplo de ello, tanto del modo en que Batis reclutaba cuadros para su suplemento a semejanza de Benítez, como la del proceso de aprendizaje sobre la marcha de los seleccionados, un poco improvisadamente, es el testimonio de Julio Aguilar, coeditor del entonces todavía suplemento del Unomásuno, sábado (2000): 25 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” [...] comencé con una invitación de Huberto Batis, cuando era mi maestro en la Universidad [...] me invitó a trabajar aquí a sábado en cuestiones editoriales del suplemento, en la corrección, comencé de corrector, de esa manera “entré sin saber mucho de periodismo, más bien nada, porque mi carrera es de Letras [...] y aquí me fui enterando”, desde la lectura editorial hasta pues ya en cuanto a criterios editoriales, selección de textos, etcétera, etcétera [...] después “tuve un segundo periodo como secretario de redacción y me fui mojando en las cuestiones editoriales de una manera más global (Julio Aguilar, coeditor, 2000). 26 A continuación, Aguilar nos relató la circunstancia en la que tuvo que aprender uno de los géneros más periodísticos, el de la entrevista, y de la forma improvisada con la que tuvo que “salir al quite”: Digamos, entre comillas, que fui “afortunado” porque recibí la invitación directa para trabajar aquí y a meter las manos en todas las cuestiones prácticas y ya adentro, pues sí fui teniendo inquietudes de hacer crítica literaria y de hacer entrevista y tuve que enfrentar al toro sin que me lo esperara, porque llegó el momento en que se tenía que hacer una entrevista con cierto personaje y vaya pues entonces no había para dónde voltear y “bueno, pues a hacerla, sin que yo tuviera ninguna idea de lo que era hacer una entrevista” y así no debí hacer la entrevista [...] y bueno después publiqué algunas más, textos ya periodísticos, de otros estilos sobre la marcha [...] escuchando las críticas y los comentarios de la gente que los iba leyendo para irlos puliendo y así hasta la fecha (Julio Aguilar, coeditor 2000). Se ha señalado lo dado por descontado, que para que exista periodismo debe haber la noticia cultural. En la llamada sociología de la producción de la noticia, el estudio del periodismo no se enfoca particularmente en los agentes, sino en el proceso o acción social, estudia “las condiciones por las que las noticias son como son, y el tipo de noticia que obtenemos, la forma en que los massmedia contribuyen a la construcción social de la realidad en sus dimensiones internas como externas”. Se ha hecho hincapié en las constricciones que padece el agente periodista, se da por descontado el producto noticioso, pero se enfoca el estudio a los factores que lo producen. Tal enfoque que subraya las constricciones medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa externas es similar al que han realizado algunos seguidores de Bourdieu, en particular Accardo (1995), cuando se responsabiliza al periodista de su trabajo solamente hasta los límites en que la institución mediática lo permite. La acción cotidiana del periodista no puede asignarle total libertad de decisión por las restricciones de las condiciones laborales del puesto. Éstas pueden o no estar inscritas en el contrato de trabajo, pero de cualquier manera impiden una libre actividad profesional, es decir, hacen evidente el carácter asalariado del trabajo periodístico del reportero cultural. Las condiciones del colaborador externo son por tanto distintas. Esto tampoco aparece con toda claridad en las representaciones de los periodistas culturales, en algunos es “chamba”, un trabajo alimentario, no una finalidad. Para otros se transformó en una trampa que desvió su vocación, esto incide en su actividad de intermediación. La factura colectiva de la escritura periodística El trabajo periodístico por tanto ha tenido siempre una conformación colectiva, desde la escritura hasta la impresión y su distribución entre los lectores. Pero la sala de redacción medios, ideología y prácticas profesionales desde que comienza a describirse en la literatura, hasta las películas de Hollywood, ha sido considerada como el corazón de los diarios. Si bien el trabajo de recolección y reporteo se hace en ocasiones en solitario, en otras actividades como situaciones de emergencia o en las situaciones extremas de guerra o catástrofes naturales entre enviados especiales, se hacen equipos de periodistas reporteros que se reúnen para ayudarse en la búsqueda de la información. Como se atestigua más adelante, la coexistencia en la sala de redacción es lo que más recuerdan los periodistas de sus años de labor. Renato Ravelo señala que ese momento de estar juntos, de tomar el café, de platicar el rumor o chisme del día, todo ello es una especie de ritual de preparación para la redacción de la nota. En las remembranzas de una de las primeras periodistas mexicanas, Berta Hidalgo, apunta como área de convivencia y de reproducción de identidades: La vida en las redacciones de aquella época era totalmente diferente a la que se vive en la actualidad. “La gran sala de redacción era en la que todos nos conocíamos y compartíamos experiencias, charlas, anécdotas, consejos y muchas veces una taza de café”. Los jefes en mangas de 27 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” camisa recorrían las mesas para ver cómo iba el “hueso”; existía una camaradería y un compañerismo que se ha ido perdiendo en aras de la modernidad [...] en la actualidad las salas de redacción son frías, con sus cubículos en donde cada quien se aísla de los demás y hasta el director ya no es un periodista que por “méritos en campaña” conquistó ese puesto (Hidalgo, 1995:105). En los años que recuerda Berta Hidalgo (1995) ya se había asentado la práctica del Boletín, que era el texto que redactaban las oficinas de prensa de las dependencias gubernamentales para dárselas a los periodistas asignados a esa fuente de información: 28 En esos años el reporteo era obligado y el boletín proporcionado por las dependencias servía sólo para completar una información [...] reportear constituía un reto constante [...] el famoso boletín no es ninguna novedad ya que nació en la época del general Lázaro Cárdenas, quien estableció el Departamento Autónomo de Prensa y Propaganda (DAPP) [...] de su oficina salía la información gubernamental (Hidalgo, 1995:107). Renato Ravelo describe como un ritual protocolario que prepara para la acción: Es que el ritual de una redacción es maravilloso. Eso de llegar y alburearte con Cesar Güemes, e ir a visitar a la secretaria o poner el café y ¿cómo ves y tal? Todo ese ritual, desde llegar y saberte con la llegada de uno, bueno, termina el otro ritual anterior, que es la gente que tuvo que entrar a las 9 de la mañana o 10, que es la secretaria, los auxiliares que ya desayunaron, que ya hicieron su propio ritual. Cuando empiezan a llegar los reporteros pues empieza otro ritual, y te comienzan a decir: “Me mandas tu adelanto”. Y uno: “sí cómo no, ahorita, ¿oye cómo viste esto? No, pues está cabrón”. “Todo ése ritual de conversación, de molestarte, de reconocerte y de nuevo poner el café y decirles: ¡ya está el café inútiles!”. Que era el grito de siempre y ves en ese momento cómo se para Cesar Güemes por su café y empezar a escribir para tener el adelanto antes de la 1, a las 12:30; pero te estoy hablando de las 10, 10:30 de la mañana. Mandar el adelanto, luego ver cuánto espacio te va a dar. Porque eso es hasta que llega el editor. Entonces empiezas e escribir, terminas entre las 10 y las 3 de la tarde; 5 horas de cotorreo se echan dos horas. Pero es como el teatro, el teatro se podría hacer en medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa mucho menos tiempo, pero si no llega el técnico primero y a la vez se alburea con el de intendencia: “¿qué paso mi reina?, ¿a cuánto me lo vas a dar?”. Todo ése ritual, que yo lo acabo de ver porque estuve de gira con la Compañía Nacional de Danza, tiene que formar parte, así como el bailarín tiene que llegar y hacer ejercicios. No es media hora de hueva, en la que se estiran y todo; pero es una media hora muy necesaria, en este caso, para el trabajo colectivo. Ese ritual es el que te hace sedentario, “porque te puedes enamorar del ritual ya no simplemente llegar y dar la vuelta”. Que en el caso del periodista de cultura no lo hay [...] pero el trabajo en concreto lo puedes hacer en poco tiempo (reportero, 2003). El trabajo colectivo periodístico siempre ha tenido dificultades para ser concebido sistemáticamente en su carácter compuesto de diversos individuos. Es problemática la categoría de un sujeto colectivo que lejos de la psicología individual, puede “tomar decisiones”. Pero la propuesta que sostengo de los habitus/campo no requiere asumir un tipo de individuación múltiple, sino que admite lo colectivo como esquema de reglas interiorizado por los agentes individuales. Es decir, el “concierto sin director de orquesta” no necesita residir en una supraconciencia colectiva, sino que medios, ideología y prácticas profesionales depende del aprendizaje que hace que todos los individuos trabajen al unísono, porque todos saben a qué atenerse. Han interiorizado los principios del juego periodístico, la illusio o interés compartido que sostiene a un campo social, como ha señalado Pierre Bourdieu (1995). El trabajo de elaboración del diario y sus secciones tiene diferentes fases; una primera, preparatoria, el “sumario” o “junta editorial”. Le sigue una “reunión de editores”, de la que sale la fase de “encargo” de notas. Durante la siguiente, “ejecución y elaboración”, se llevan a cabo las órdenes de trabajo. Ya en la “edición, corrección” entran al quite la “mesa de redacción” con sus controles. En la fase de factura de impresión esta el “armado y diagramación”. Por último, el “cierre” y la “guardia”. La primera etapa, la junta editorial, se caracteriza porque es el momento cuando los jefes o coordinadores de sección enlistan las posibles notas que se han ido construyendo a lo largo del día, ya sea con los cables de las agencia, con los adelantos de los corresponsales, con el seguimiento de los procesos políticos y sociales, con declaraciones de los actores en otros medios, ya sea con los reporteros o los periodistas del propio periódico. Con esa lista se reúnen los secretarios de sección con el jefe de redacción, y se analizan las notas 29 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” 30 que se presentan para aprobarlas, modificarlas o rechazarlas; se imaginan las fotos que ilustran las notas y en el caso de noticias importantes se discute el enfoque y el criterio del tratamiento. Durante la reunión, según los convenios de publicidad, se determina aproximadamente el número de páginas de cada sección y la extensión de las coberturas importantes. Se puede plantear si se puede postergar la publicación de una nota. Se pueden también proponer investigaciones especiales para generar informes que cubran algunos temas o problemas. Estas reuniones pueden repetirse para supervisar la evolución de la información y ajustar los espacios destinados al principio. La última reunión es la llamada junta de primera plana o de portada, donde se acuerdan las notas que irán en primera página: se lleva a cabo con las propuestas de notas que los distintos jefes de sección consideran adecuadas. El coordinador de fotografía propone las fotos que acompañarían los temas de la primera plana. De hecho también puede recordarse lo que distingue las noticias urgentes e impostergables y las llamadas soft news, entre las que se encuentran las notas de cultura, como se reprocha Renato Ravelo: “Lo que ha disminuido también para la sección cultural diaria de La Jornada es que ya cualquier nota puede aparecer sin importar la fecha y eso disminuye su potencia periodística. Para Renato Ravelo la mayoría de edad de la información cultural será cuando logre aparecer en primera plana, a la misma altura de las noticias generales de las hard news. En la fase, llamada por Camps y Pazos (1996), reunión de editores, los coordinadores de sección se reúnen con los editores de sección, con el de foto, imagen o infografía; el jefe de sección anuncia la cantidad de planas que se tienen y las decisiones de la “reunión de sumario”. Ahí se determinan la extensión y ubicación de las coberturas asignadas y se definen más los enfoques y se considera si se requiere material de apoyo y la clase de ilustraciones de que se dispone y se necesitará. También se llega a decidir quién de los redactores se encargará de cada tema. Con ello se pasará a la tercera fase del trabajo que es el del encargo de notas (López 1995; Camps y Pazos, 1996). En el encargo de notas, o las ordenes de trabajo, los editores distribuyen las notas a los redactores y reporteros, dan el marco y la forma de cómo cubrirlas, que puede llegar desde sugerir fuentes de información hasta su misma extensión. Las notas seguras son las primeras en encargarse, incluso desde antes de la reunión de sumario. Son noticias esperadas medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa como los premios literarios (Premios Nobel, Concurso de editoriales, etcétera). O las inesperadas, que ocurren antes de la reunión de sumario pero que son obligadas para cubrirse (muerte de un artista, declaración de una secretaría de Estado en temas culturales). Un ejemplo de ello es lo que nos cuenta Julieta Riveroll, cómo decidir el género periodístico para abordar un evento o tema: Eso también mucho lo deciden las editoras, cuando tú vas y les planteas cómo estuvo la entrevista, ellas te dicen, por ejemplo, crónica es muy difícil que lo abordes para hablar de un libro, y entrevista también, es muy difícil que puedas hacer pregunta-respuesta por cuestión de espacio, porque es muy reducido el espacio que se le dedica a cultura en, no creo que sólo en este periódico, sino en general en los periódicos es muy poco el espacio que se le da a cultura, entonces, como además nosotros tratamos de cubrir lo más importante, pues si el espacio es muy reducido para que tengas la opción de hacer pregunta-respuesta, que a veces sería lo ideal porque entonces estás dejando, respetando la voz del entrevistado, pero también puede llegar a ser muy cómodo porque entonces no tienes que redactar nada, sino, bueno, medio arreglar un poco. medios, ideología y prácticas profesionales La fase siguiente es la propiamente periodística, la realización de entrevistas telefónicas, fuera de la redacción, o trabajar con las notas de agencias. Son las búsquedas de archivo y hasta las coberturas con desplazamiento hacia otras localidades. Las notas ahora se escriben en computadora y se pueden transmitir por la internet. La “edición”, que es la quinta, tiene a grandes rasgos cuatro momentos: la diagramación, la corrección tipográfica, el titulado y el envío para su armado. La sexta consiste, antes del envío, en la corrección y revisión de los correctores tanto de la ortografía como de estilo. La séptima el “armado” según el diagrama de cada página, y se colocan dentro de la rejilla de publicidad los textos el material gráfico y al final los titulares. Todo esto se hace en pantalla, y no como antes, que tenían que hacer el pegado paste-up en las plantillas y que luego se fotografiaban para pasar a las placas litográficas. La penúltima fase es la del cierre y ya en el taller se hace la supervisión final. Testimonios: cómo hacemos una sección cultural Las decisiones para recolectar la información pertinente, se llevan a cabo con acuerdos y negociaciones entre el 31 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” reportero, que sabe cómo se encuentra su fuente, y el jefe de sección o editor. Para Elvia Maceda, reportera de El Universal, la decisión de los eventos culturales que serán cubiertos es una parte de la orden del trabajo, la otra es su experiencia y olfato, y algo de sentido común: 32 Es un acuerdo que se hace con el editor, obviamente yo tengo mis fuentes y digo: “yo creo que esto es importante, por esto y por esto”, y argumento; a veces me dice que no, la mayoría de las veces coincidimos, entonces hay un acuerdo, es decir, yo ahorita no puedo decir que hay un modelo ideal. “El reportero se hace cargo de su fuente”, lo que cree que es importante, en este caso hay un modelo, procedimiento, que es distinto, el reportero tiene que consultar con su editor para saber qué es lo que interesa a la sección. Hay notas que publica esta sección y no publican otras secciones, porque nos interesa a nosotros. Hay otras que publican otras secciones y no publicamos nosotros porque no nos interesan. También tiene que ver con el perfil de sección que tenemos, tampoco voy a decir que La Doña ya no nos interesa y no la vamos a cubrir, eso es algo totalmente evidente, es algo importante para la comunidad, pero digamos entre La Doña y la nota más humilde, por decirle de alguna manera, hay matices y hay notas que cubrimos, y hay notas que no (Maceda, 2002). La diferencia con otras secciones reside en que se les pide la información una hora antes para enviarla a la fase de diagramación: Digamos que el problema no es que nos demos, o no, más tiempo, el problema es que tenemos “una hora de cierre que es mortal”, tenemos una hora de cierre más temprano y nuestras notas de la noche anterior y la mañana del día tienen que estar antes de las 2:00 de la tarde, entonces esto nos parte el día a la mitad, en la tarde se reportea o se reportea en la mañana, entonces la información ya tiene que estar lista, escrita en la noche. Yo a veces termino a las doce de la noche, a la una de la mañana y luego tengo que levantarme muy temprano para cubrir la del otro día y eso si no tengo dos notas en la mañana o en la tarde, es un poco difícil. Además, Maceda insiste en una composición diferente de la nota cultural a la de las noticias de información general: medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa Ahora, nuestra redacción es menos técnica, el problema de la información cultural es que nosotros no podemos decir: “dijo’” y luego ahí poner la sarta de cosas que dijeron, no podemos hacer como en política, porque tenemos que armar la nota, nosotros somos parecidos a los que hacen una película, yo puedo poner una cámara aquí [señala a su izquierda], “llega alguien y se sienta”. No, aquí es edición, al final yo elijo, por decirte algo: “el arte está condenado a desaparecer” (el entrevistado) lo dijo hasta el final, es importante para mí, es la nota más pesada de lo que dijo este personaje. Bueno, yo tengo que armar, esto dijo, es contundente va hasta arriba, pero lo argumentó, dijo: “nuestras sociedades han perdido el interés por ta-ta-tá, por las no-sé-qué, la pintura, la música, el teatro y entonces estamos condenados a ser ignorantes”, y esto que está hasta el final lo tengo que pasar arriba, y entonces tengo que ir haciendo un armado de la nota, no es decir sólo lo que dijo, llego, lo transcribo y tantán, ¡no! Incluso tengo que ir dándole datos a mi lector, en el sentido de decir: este señor está diciendo esto, pero este señor ha estudiado la cultura durante 30 años ¿y donde lo ha estudiado? En la “Sorbona”, pero también este señor es autor de la obra, por decirte algo: El arte en peligro, que publicó Tusquets o qué-sé yo en 1985, por decirte medios, ideología y prácticas profesionales algo. O sea que le tengo que ir dando datos, a la vez que le voy dando la información, de esa gran conferencia, de esa gran entrevista, datos que le van dando un panorama de la persona que está hablando. De pronto requiere una investigación extra, de pronto necesitan una gran concentración, porque no estoy transcribiendo nada más, estoy armando, estoy dándole forma y esto creo que todavía no se entiende a cabalidad. Esto no se entiende, “se piensa que el reportero es alguien que va y junta letras”, ¡no señor!, no es así, y menos los de cultura, pues porque de pronto la nota tiene su background, tiene su pasado (Maceda, 2002). Para Julieta Riveroll del diario Reforma, las cosas son distintas; para ella, la manera en que se decide si un evento es noticioso y se requiere cubrirlo depende de los criterios generales, los cuales desconoce; es muy difícil deducirlos pues salen de las juntas editoriales como orden de trabajo: En el caso de Reforma se trata lo menos posible de asistir a las presentaciones de libros porque la idea es que tengas el tiempo suficiente para hablar con el escritor, y sobre todo para hablar cosas que en una conferencia de prensa quedarían como en el aire, porque no sé, ya es una política 33 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” 34 que las editoriales tienen, agendan un día de entrevistas con el escritor, a veces no con todos los periódicos, los que ellos consideran que son los más importantes: tres o cuatro periódicos, una hora o media hora, que media hora déjame decirte que no es nada para hablar con un escritor, casi no es nada [...] Entonces, ya cuando tienes una hora, prepara tus preguntas y todo, y puedes como profundizar mucho más ¿no? en algunos temas. Y bueno, a las presentaciones de libros se va cuando hay personalidades digamos entre comillas de peso, o cuando de plano no tuvimos la oportunidad de (porque la agenda estuvo muy saturada), no siempre. Tampoco podemos estar haciendo entrevistas, a veces no nos queda de otra, más que ir a las presentaciones, a las más importantes. Híjole, elegir cuál es un poco difícil, eso es una línea editorial. Sí, sí las editoras deciden de pronto que Elena Poniatowska es una personalidad que amerita que uno vaya, bueno se va [...] O Vicente Leñero, es que hay varios que ellas ya tienen en la cabeza. Que saben que de alguna manera también pueden resultar atractivos para el lector ¿no?, encontrar en la nota a ese tipo de personalidades (Riveroll, reportera 2002). Elvia Maceda alude a otro aspecto muy significativo que sucede a menudo entre la importancia y la pertinencia de la noticia cultural. El contraste con el periodismo de la información general y el cubrimiento que realiza el reportero de cultura. Se trata de unos ejes de oposición entre lo que se ha denominado soft news frente a los hard news. Sobre la importancia de las noticias impostergables y las de las secciones que pueden publicarse porque no son inminentes: Hay incomprensión para nuestro trabajo, “se nos dice que somos lentos, y yo creo que sí, somos lentos porque la información de la cultura no puede hacerse ahí al trancazo” pues; quizá es un defecto de la fuente, pero leemos y releemos y releemos, y aun así se nos van unas tremendas, pero digamos que es como una naturaleza de la fuente (Maceda, reportera 2002). Para el caso de la relevancia de la información cultural y la cuestión de su importancia para la sociedad, esta respuesta de la reportera Maceda no tiene desperdicio, pues expone con claridad meridiana un episodio paradigmático: medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa Voy a contarte qué nos pasó. Un día un compañero de La Jornada, Renato Ravelo, y yo estábamos en un grupo de personas que nos habían mandado cubrir una conferencia de Carlos Fuentes en el Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México, en el auditorio Simón Bolívar del antiguo Colegio de San Ildefonso. Fuentes hacía una larga exposición con diapositivas y todo acerca de lo que era el Barroco. Pues bueno ahorita noticia de ocho columnas pues no, sin embargo, era toda una disertación acerca de lo que era nuestro pueblo, es decir, ¿qué es nuestra cultura? Nuestra cultura es esta conjunción de elementos que nos llegaron de África, de Asia, de Europa y las que nosotros aportamos, entonces, era una disertación hasta política de lo que es el Barroco, a nada le dijimos que no, ¡Fuentes en fin! [...] hace está pieza maravillosa, una pieza literaria ex profeso para el festival, y al final decía: “si queremos tener el mejor futuro tenemos que ascender a nuestra vocación por el Barroco, tenemos que ser incluyentes, tenemos que ser parte del mundo, no podemos cerrarnos” [...] y en fin, esa era como la gran disertación que él hacía, pero nosotros teníamos el grave problema de que eso no era lo importante. Obviamente yo tuve la fortuna de que para mí sí era lo importante, porque al otro día hice una nota con todo esto que había dicho Fuentes en esa conferencia, medios, ideología y prácticas profesionales pero “esa noche lo que querían era que le preguntáramos que pensaba de que habían denunciado a Hank Gonzalez por corrupción” y a que no sé quién y que no sé cuánto, él dijo: “sí claro, que se haga justicia. Nosotros salimos corriendo aquí con el corazón en la garganta a escribir la nota, declaraciones políticas ¿no? y en el camino decíamos: “es que esto, mañana ¿qué? Sin embargo la disertación que este hombre hizo sobre el Barroco, pueden pasar 10 años y ahí está, es algo importante, medular, es algo que nos puede conmover, y luego esto ¿qué Hank? (Maceda, reportera, 2002). Se manejan como rasgos de identidad de periodista sobre todo la vocación y la capacidad de escribir bien, que lo escrito sea legible para cualquiera; luego vendrá la identificación con el tipo de fuente que se cubre: Bueno, que no me oigan los periodistas de información general o política porque me van a matar, pero ¿qué trascendencia hay en eso?, yo estoy en la sección cultural desde hace 25 años, “manejo información cultural desde hace 25 años, para mí ha sido una vocación”, esto no quiere decir que en un principio cuando yo era estudiante no haya cubierto o estado como un reportero de policía [...] Yo les 35 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” voy a decir una cosa, ¿especialización?, ¿quieren saber lo que es especialización?, quiero ver que un reportero de información general haga una nota de sociales, haga una nota de cultura, de espectáculos, pero bien hecha. Porque cualquiera puede hacer una, pero una nota bien hecha, y nosotros no nada más estamos en esto, “sino que tenemos vocación”, o sea “no es un castigo estar aquí”, es parte de nuestro servicio profesional, claro con responsabilidad y con devoción (Maceda, reportera 2002). ¡Uy!, nadie quiere hacer boletines, digo para eso no estudias cuatro años y medio, y ni modo pues, hay que hacerlo, hay que hacerlo y lo hacen. Cuando yo entré a El Nacional, entré como reportero, pero también entre mis obligaciones, como yo era el más joven, era hacer la cartelera, hacer los adelantos, tomar notas, encargarme de los cables, de los pies de foto, y aparte hacer mi nota correspondiente, así que cuando alguien se queja conmigo y me dice que tiene que hacer mucho trabajo porque tiene que hacer la cartelera, ni modo, le digo que así es (Güemes, reportero, 2002). La “talacha” y la vocación: de aprendiz a oficial 36 Finalizo con el recuento de las facetas de trabajo. El testimonio de Cesar Güemes –periodista de La Jornada en el momento de la entrevista– hace evidente y palpable la manera en que puede combinarse vocación escritural literaria, con la inclinación que atraviesa la actitud del trabajo periodístico de la fuente cultural. La talacha tiene que aprenderse desde las bases, la renuencia a hacer el trabajo menudo es una característica de los jóvenes recién llegados, sin capital específico del campo y apenas con capitales culturales universitarios: La maestría en el oficio llega con los años de ejercicio constante y con la experiencia misma de realizar la talacha diario, que ya se siente como parte de una rutina sin más sobresaltos: A la escritura de mis textos fíjate que dedico poco tiempo, poco, poco afortunadamente poco, digamos que una entrevista de una plana, de esos siete mil caracteres que te hablaba, a partir de que ya prendí la máquina, en fin, a partir de que pongo mi nombre, la fecha y todo, yo diría que son como una hora y media, que está bien, está bien medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa porque digamos, las entrevistas son, nunca, no son muy temprano, son después de las once, si te toca la primera, que es a las once, o te puede tocar la segunda o la tercera que es a las doce del día y generalmente la gente de la creación, sobre todo de la creación literaria no vive en Polanco, vive en el sur de la Ciudad de México, o las editoriales están en el sur, Planeta y Santillana que son muy fuertes, y a veces las entrevistas son allá, en sus oficinas. Total que hay que ir hasta allá, de modo que si estás en el diario a la una el adelanto se pasa antes de la una, porque la junta es a la 1:30 para ver, para ver, para narrar qué es lo que lleva cada sección, de modo tal que si tú estás aquí a la 1:00 o 12:30 y terminas a las 2 de la tarde de escribir está bien, está bien porque las planas tienen que irse formando, y ese proceso lleva, lleva más tiempo, lleva más o menos, como de la 1:00 cuando llega la persona que se encarga de formar las páginas, hasta las 9:00 de la noche que las entregan, son ocho horas, pero conviene entregarlas temprano, no siempre se puede pero digamos que es la relación (Güemes, reportero, 2002). Las tertulias periodísticas son también parte del trabajo en cierto modo informal. La enseñanza del aprendiz de la “chamba”, sobre los quehaceres propios del oficio medios, ideología y prácticas profesionales también se adquiere en un ambiente externo al de la sala de redacción. En muchos casos son legendarios los bares, cantinas o cafés donde se reúnen los periodistas para relajarse y hacer un sentimiento de grupo y colectividad. Todos, todos en un periódico van a una cantina, es imprescindible (risas) [...] es bueno para quitarte un poco la presión, porque de ahí salen cosas que no se arreglan en la sala de redacción. Y no es por el alcohol, tú puedes ir y no tomar, puedes ir a comer, a tomarte una cerveza o refresco, o de todos modos puedes pedir la carta, sino porque digamos que cuando ya no tienes la presión de una nota, ni una orden de trabajo por la tarde, y dispones de 3 horas para ti y tus cuates, ahí hablas de un montón de cosas, que ahí no se tocan, porque todo el mundo está escribiendo, suena el teléfono infinitas veces, muchas veces, llama mucha gente [...]es un periódico, está vivo y siempre están ocurriendo cosas, entonces siempre es bueno darse lapsos de relax, para cotorrear, si no cotorreas tampoco tiene chiste trabajar en un diario, jugar dominó, “echar desmadre, estar vivo” (Herrera, secretario de redacción, 2000). Acerca del papel de las cantinas como zona y tiempo de reproducción de las identidades del oficio, Ángel 37 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” Torres, miembro del Club Primera Plana, rememora de El Nacional, en una pequeña nota “una redacción del periódico en la década de 1930-1940”: 38 Aquella fue una redacción que ni recordar quisiéramos, que resultó la escuela de muchos periodistas supervivientes. Frente al moderno edificio del periódico El Nacional se expandía un parque, y a cuadra y media, abría sus puertas de once de la mañana hasta hora indeterminada, un bar de segunda denominado “El Recreo” [...] la autodidáctica (aprovechada por “meritorios con vocación”, poetas inéditos), se hacía escuela, la bohemia iba de la mano del profesionalismo. Surgieron de allí periodistas, articulistas y escritores laureados a través del tiempo [...] El sábado al término de la tarea, el personal de redacción se encaminaba a los tugurios. El atractivo principal de “El Recreo” era la oferta de que a la segunda orden, la tercera era por cuenta de la casa (Hidalgo, 1995:133). En el relato de Torres vuelve a surgir la descripción del espacio de la sala de redacción donde ocurre el trabajo, la cocina periodística en la factura del diario: [...] el chispeante diálogo de mesa a mesa de trabajo era el primer platillo de la tarea vespertina. Con el intercambio verbal surgía la risa. La irrupción del superior obligaba al silencio y las máquinas de escribir no dejaban de teclear hasta muy tarde, cuando se transmitía la tarea al periodista de guardia, denominado a veces con humor: “el borracho de guardia”. En El Recreo columnistas y críticos de arte escanciaban barril tras barril en su cervecería preferida, antes de anunciar el toque de queda [...] El intelectual de la sección editorial, Fernando Benítez, solía anticipar con alta voz engolada: “¡Salgo a filosofar!”, el gran parque, a esa hora semidesierto, propiciaba el descanso mental. Con las manos cruzadas en la espalda caminaba cabizbajo. Si alguien con el saludo pretendía interrumpir sus cavilaciones, respondía: “¡calla, voy ausente!” (Hidalgo, 1995:134-135). Ernesto Herrera, entrevistado cuando era secretario de redacción del suplemento El Semanario del periódico Novedades, nos ofrece el toque colorido de esa fraternidad del trabajo, de esa identidad que se manifiesta en la alegría de festejar el carpe diem, la satisfacción del descanso merecido, el día aprovechado hasta el final: medios, ideología y prácticas profesionales eduardo andión gamboa [...] pero de principio, de lo que se trata es de estar gozando, y en ese caso la trivia. No falta de repente gente que se acerca, y uno se genera ese prejuicio, de que estás en alta literatura y puro “¡uy!, estos güeyes siempre están hablando de cosas trascendentales”, y no. De repente llega gente que no nos conoce, nuevos por decirlo así, llega y te propone un tema trascendente [...] ¡nel! Pues nos hacemos los pinches locos: [chale, no manches, estamos hablando acá chido de Mayito Bezares, y tú con “qué opinan del segundo capítulo de la Crítica de la razón pura de Kant”, “no mames, estamos chupando tranquilos”] (Ernesto Herrera, secretario de redacción, 2000). Bibliografía Accardo, Alain et al. (1995), Journalistes au quotidien, Mascaret, Bourdeaux. Anaya, Héctor (2002), Hacerse de palabras, CNCA/ Periodismo cultural, México. Avilés Favila, René (1997), “Entrevista”, Etcétera, núm. 251, México, p. 26. Bastenier, Miguel Ángel (2001), El blanco móvil, El País/ Santillana, Madrid. medios, ideología y prácticas profesionales Batis, Huberto (1984), Lo que cuadernos del viento nos dejó, Diógenes, México. Batis, Huberto (1997), “Cultura en líneas ágata”, Etcétera, vol. 22, núm. 251. Blanco, José Joaquín (1999), “Los viernes de el chico”, La crónica dominical, domingo 14 de febrero, México, pp. 3-4. Bourdieu, Pierre (1995), Respuestas: por una antropología reflexiva, Grijalbo, México. Camps, Sibila y Luis Pazos (1996), Así se hace periodismo, Paidós, México. Cervantes, Cecilia (1995), “De que se constituye el habitus en la práctica periodística”, Comunicación y Sociedad, núm. 24, agosto, ITESO, México, pp. 97-125. Charaudeau, Patrick (1988), La presse: produit, production, reception, Didier, Francia. —— (2003), El discurso de la información: la construcción del espejo social, Gedisa, España. Debray, Régis (1999), Transmitir, Manantial, Madrid. Deleuze, Gilles y Guattari Félix (1993), ¿Qué es la filosofía?, Anagrama, Barcelona. Ducrot, Oswald (1986 ), El decir y lo dicho. Polifonía de la enunciación, Paidós, Barcelona. Fontcuberta de, Mar (1993), La noticia: pistas para percibir el mundo, Paidós, Barcelona. Gans, Herbert (1979), Deciding what’s news, Random House, Nueva York. 39 periodistas culturales: la vocación y la “chamba” 40 Gomis, Lorenzo (1991), Teoría del periodismo: como se forma el presente, Paidós. González Molina, Gabriel (1989), “Mexican television news: the imperatives of corporate rationale”, Media, culture & society, núm.9, pp. 159-187. Hernández Ramírez, María Elena (1997), “Sociología de la producción de noticias hacia un nuevo campo de investigación en México”, Comunicación y Sociedad, núm. 30, mayoagosto, DECS/UdeG, Guadalajara, pp. 209-242. Hidalgo, Bertha (1995), Entre periodistas, Edomex, México. López, Manuel (1995), Cómo se fabrican las noticias. Fuentes, selección y planificación, Paidós, Barcelona. Marín, Carlos (1998), Manual de periodismo, Grijalbo. México. Monsiváis, Carlos (1997), “Está emergiendo una nueva generación”, Etcétera, núm. 251, pp. 20-21. —— (2004), “Del periodismo cultural”, Etcétera, febrero, México. Musacchio, H. (1994), “El árbol y su ramas”, Memoria de papel, núm. 10, CNCA, México. Musacchio, H. (2007), Historia del periodismo cultural en México, CNCA, México. —— (2003 )“Periodismo cultural”, Revista Mexicana de Comunicación, núm. 84, noviembre, pp. 40-41. Olivares, Gabriela (comp.) (1998), La pluma y el lapicero, crónicas de periodismo cultural, Centro Cultural de Tijuana, México. Rivera, Jorge B. (1995), El periodismo cultural, Paidós, Madrid. Roura, Víctor (2001), Cultura, ética y prensa, Paidós/Croma, México. Tuchman, Gaye (1983), La producción de la noticia: estudio sobre la construcción de la realidad, Gustavo Gili Mass Media, Barcelona. Van Dijk, Teun (1990), La noticia como discurso. Comprensión estructura y producción, Paidós, Madrid. Vega, Patricia (1998), “Una vocación irrenunciable”, en Olivares, G., La pluma y el lapicero: crónicas de periodismo cultural, Centro Cultural de Tijuana, México. medios, ideología y prácticas profesionales