¿POR QUÉ LOS ALUMNOS/AS ESCRIBEN HOY TAN MAL

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¿POR QUÉ LOS ALUMNOS/AS ESCRIBEN HOY TAN MAL?
Introducción
La importancia del aprendizaje de la lecto – escritura es de tal magnitud
que dependerá de su correcta adquisición y desarrollo el aprendizaje del resto
de las materias que conforman el currículum, en tanto que su defectuosa
adquisición dificultará, en mayor o menor medida, su aprendizaje.
Nada hemos dicho que no sea suficientemente conocido, pero a pesar de
ello, la realidad se impone, gran parte de nuestros alumnos/as escriben muy
mal y leen peor, si a lo que hacen se le puede llamar leer, pues si se les
pregunta sobre lo leído, generalmente no saben explicarlo
Es cierto que el proceso de aprendizaje de la lectura y de la escritura es
bastante complejo, siendo muchos los factores y las causas que influyen en el
resultado final y evidentemente esto supone para el maestro/a una especial
disposición para poder detectar desde su inicio las posibles dificultades que se
presenten, de manera que se puede intervenir inmediatamente en su
resolución, antes de que se conviertan en obstáculos para la enseñanza de la
lecto – escritura de nuestros alumnos/as.
Es importante conocer, para poder asumir y llegar a realizar, que el
proceso de aprendizaje de la lecto – escritura es uno; o mejor dicho, se debe
enseñar a leer y a escribir a la vez y mediante un solo proceso. Este proceso
requiere de unas condiciones previas, también denominados requisitos o
competencias, que hasta su consecución se han de trabajar de una manera
apropiada. Es fácil de entender que el niño/a, cualquier niño/a necesita de un
desarrollo determinado para poder ir alcanzado determinados objetivos y que
esto es un proceso que requiere de unas condiciones psicoevolutivas y de un
desarrollo psicomotor y de unas capacidades que están latentes, pero que
pueden no estar desarrolladas en lo suficiente como para la realización de unas
determinadas destrezas; forzar los ritmos es igual que estirar una planta para
que crezca más deprisa, lo más probable es que la planta se rompa, por ello es
fundamental respetar los ritmos biológicos de maduración de los distintos
alumnos/as para disponernos a una enseñanza – aprendizaje con posibilidades
de éxito en un tiempo razonable. Los requisitos o competencias básicas
necesarias para el aprendizaje de la lecto – escritura son las siguientes:
1. Suficiente desarrollo del lenguaje oral: partimos de la base de que el
niño/a no sabe escribir, pero ya ha obtenido un vocabulario por imitación
en su medio, ahora esa capacidad para leer, proviene de la
identificación, comprensión e identificación del signo objeto de la
escritura que tiene que aprender y para el cual no debe presentar ningún
tipo de alteración que lo impida
2. Necesario desarrollo psicomotriz: es lo que se denomina una como
tener correcta integración del esquema corporal, la adecuada definición
de su lateralidad y una destreza motriz suficiente para el uso del medio
con el que va a escribir.
3. Tener un desarrollo de la inteligencia adecuado: recordemos el
ejemplo que hemos puesto de la planta, pues igualmente un niño/a con
un nivel mental por debajo del que se necesita para desarrollar el
proceso de la lecto – escritura, evidentemente no lo aprenderá, por
mucho que nos empeñemos en hacerlo y sea cual sea su edad
cronológica.
4. Haber desarrollado la percepción de un modo adecuado: percibir la
realidad sobre la que se va a escribir o leer es imprescindible, por tanto
la percepción visual, auditiva, espacial y temporal es absolutamente
necesario para reconocer los colores, las formas, los tamaños,
distancias, etc. de los objetos de nuestra escritura y lectura.
En lo que respecta a la escritura, en la evolución del grafismo se distinguen
dos fases, la de preescritura y la de escritura propiamente dicha:
1. Preescritura: normalmente trascurre en el período que va desde los 2 a
los 5 ó 6 años, donde se va desarrollando progresivamente las
capacidades necesarias para el aprendizaje de la escritura, comenzando
por los garabatos, pasando por el proceso de maduración del grafismo,
hasta la adquisición de la capacidad para representar algunas formas
geométricas.
2. Escritura: se inicia normalmente a partir de los 5 ó 6 años y suele
hacerse en tres fases:
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Precaligráfica: donde iniciado el proceso de escritura, el trazo es
todavía irregular y el control motriz insuficiente.
Caligráfica: donde la escritura ya se hace más regular y muestra
las características de la madurez y el equilibrio.
Postcaligráfica: en la que se ha conseguido un estilo propio de
escritura.
Trastornos de la escritura
Quizá el trastorno más frecuente que encontramos entre nuestros
alumnos/as con respecto a la enseñanza – aprendizaje de la escritura sea la
denominada como disgrafía que consiste en un conjunto de alteraciones que
afectan a la grafía, apareciendo esta como hecha de una forma torpe,
defectuosa y a veces ilegible.
Entre las manifestaciones más frecuentes, están aquellas que afectan al
contenido y las que afectan al grafismo. Entre las que afectan al grafismo
podemos señalar las siguientes:
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La omisión de letras, sílabas o palabras.
La inversión del orden de las sílabas.
La confusión de letras con orientación muy parecida.
Uniones y separaciones indebidas de las sílabas, letras y palabras.
Utilización de palabras inexistentes.
En lo que respecta al grafismo, podemos señalas las siguientes:
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Los giros hechos al revés.
Palabras y renglones muy inclinados.
Uniones de letras de forma defectuosa dentro de las palabras.
Letras y palabras excesivamente pequeñas o muy grandes.
Utilización del espacio para la escritura muy defectuoso.
Excesiva presión al escribir, o muy escasa que la hace ilegible.
Naturalmente todo lo anterior no son sino la expresión de uno o más
problemas en la escritura y que tienen unas causas determinadas que
podemos dividir en cinco grandes grupos:
1. Causas madurativas: que suelen ser de origen neuropsicológico y que
impiden que el niño/a pueda escribir bien y que fundamentalmente son
los siguientes:
 Dificultades de lateralización.
 Trastornos psicomotores.
 Trastornos perceptivos.
 Trastornos de expresión gráfica del lenguaje.
2. Causas caracteriales: que suelen tener su origen en problemas
psicológicos, afectivos o emocionales.
3. Causas pedagógicas: una deficiente enseñanza de la escritura puede
provocar alteraciones en la misma y por supuesto la disgrafía. Muchas
veces hemos visto como se abusa del uso de cartillas estandarizadas u
otros materiales inadacuados por ser excesivamente rígidos. En otros
casos, todos hemos visto alguna vez como, generalmente a demandas
de algunos padres y madres se pretende acelerar inadecuadamente el
proceso de aprendizaje de la escritura y sus consecuencias pueden
crear problemas como el que nos ocupa.
4. Causas pseudodisgráficas: que son aquellas alteraciones de la
escritura motivadas por déficits sensoriales, bien sea de la visión o de la
audición y en algunos casos con importantes limitaciones intelectuales.
5. Causas no clasificadas anteriormente: ya que se encuentran entre la
dificultad motriz y lo carencial, de manera que en muchos de los casos
desembocan en el denominado grafoespasmo; es decir que el alumno/a
al escribir siente dolor en el brazo, en muchos casos debido a la presión
que ejerce al escribir, a posturas inadecuadas o inestabilidad.
Darse cuenta de la existencia de esos problemas y ponerse en marcha
hacia su resolución es el primer y principal paso para conseguirlo, dejar que el
problema se resuelva por sí sólo, es crear otro problema más gordo y evitable,
el seguro fracaso escolar de ese alumno/a.
Pero ¿qué se puede hacer en estos casos?, pues evidentemente hay que
consultar el caso con el especialista en la materia que estudie el caso concreto
que presenta dicho alumno/a y que lleve a cabo el tratamiento adecuado para
su recuperación que en la mayoría de los casos requiere distintas áreas de
intervención, tales como:
1. La relajación: las excesivas tensiones, tanto a nivel mental como físico,
condicionan la realización de muchas funciones y tareas y entre ellas
naturalmente la escritura, por ello la hipertonía a de reducirse,
trabajando la relajación de la musculatura, comenzando por los
elementos más externos y siguiendo por los más internos. Relajar la
mente, es ya un comienzo importante para relajar el cuerpo y una
buena relajación de la mente, afecta considerablemente a la relajación
de los músculos, tendones y ligamentos del cuerpo, por ello se trabaja
sistemáticamente ambos factores.
2. La psicomotricidad: el movimiento de todo nuestro cuerpo está
ordenado, dirigido y coordinado psíquicamente y su adecuado
desarrollo nos mejora y armoniza aspectos tan importantes como
pueden ser la actuación equilibrada de nuestro cuerpo, la rapidez, la
precisión, la percepción táctil, el control de la presión que ejercemos,
etc. etc.
3. La reeducación gestual: la coordinación de todos los elementos a
través de los cuales nos comunicamos a través de los gestos y en lo
que se refiere expresamente a la escritura, la precisión en el empleo de
la manos y dedos, así como la flexibilidad que tienen que mantener.
4. La reeducación visomotora: en la escritura, como en otras actividades
de la vida, la correcta coordinación de la mano con la correcta
percepción visual, es un requisito imprescindible para adquirir la
adecuada capacidad para la escritura.
Naturalmente que este y otros trastornos de la escritura condicionan
considerablemente los resultados no sólo de la escritura, sino de todos
aquellos que se pueden desarrollar a través de la misma, por ello es tan
importante su corrección y es sobradamente conocido que su evolución suele
ser muy positiva, cuando la intervención terapéutica se ha iniciado a su debido
tiempo, siempre antes de la finalización del período de aprendizaje de la
escritura por parte del niño/a.
Conclusión
Son muchos los casos de una mala lectura y una peor escritura, cuyas
causas directas no están en un trastorno de nuestros alumnos/as. La
enseñanza – aprendizaje de la lecto – escritura es una de las funciones más
importantes de toda la enseñanza – aprendizaje porque condicionará todo el
desarrollo del aprendizaje de los alumnos/as de una manera muy importante.
Normalmente el inicio de la lecto – escritura se produce en el primer curso
de primaria, aunque en muchos casos podría y debería comenzarse en infantil
de 5 años, pues no está justificado el retrasarlo un año, cuando el alumno/a
reúne las condiciones necesarias para poderlo hacer, aunque no en todos los
casos, se puede decir lo mismo.
También tendríamos que decir que, la lecto – escritura es un proceso que
se realiza a la vez, se aprende a conocer, a identificar unas letras y se
reproducen esas mismas letras, haciendolo de acuerdo con las normas de
escritura más apropiadas (inicio y final de la letra, giros, tamaño).
Fijado previamente todo lo anterior y dispuestos a iniciar el proceso de
enseñanza – aprendizaje, en algunos casos nos encontramos con que, algunos
alumnos/as no siguen el ritmo normal de la clase, pero van haciéndolo a un
ritmo más lento, el proceso de enseñanza – aprendizaje lo siguen aunque a
otro ritmo, naturalmente cuando nos encontramos con este caso, hay que
ponerlo en conocimiento del especialista, para que estudie cada caso y se
pueda establecer la causa o causas y elaborar el programa más adecuado,
establecimiento las condiciones para cada caso en su proceso de enseñanza –
aprendizaje.
Finalmente, nos podemos encontrar con el caso de otros alumnos/as que
podrían seguir y de hecho siguen el ritmo normal del proceso de enseñanza –
aprendizaje de la lecto – escritura y su debida coordinación, pero en la escritura
presentan una serie de errores que se produce en la lectura y que no parece
que deban aparecer dadas sus características. Naturalmente que estos casos
también deben ser enviados al especialista para que, previo su estudio
determinen si presentan o no el trastorno de la escritura denominado disgrafía
que tiene su propia forma de corregirse utilizando las estrategias y métodos de
recuperación del área en el que el alumno/a necesita corregir, para ello el
especialista inicia su intervención reeducativa, marcará las pautas de
intervención, instruirá a la familia en la parte que a ella le corresponde con
respecto a la recuperación de su hijo/a y la utilización de los materiales más
adecuados para ello. La evolución de este tipo de trastorno, suele ser positiva,
siempre que la intervención se haya iniciado inmediatamente descubierta la
anomalía.
Bibliografía
Portellano, J.A.(1989) La Disgrafía, concepto, disgnóstico y tratamiento.
Madrid: Editorial CEPE.
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