El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza (…) es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece (…) y se hace árbol las aves del cielo anidan en sus ramas” (Mt 13,31-32) “En la historia de todo lo que tiene vida, los comienzos de las novedades son pequeños, casi invisibles; pueden pasar inadvertidos. El Señor mismo dijo que el “Reino de los cielos” en este mundo es como un grano de mostaza, la más pequeña de todas las semillas (cf. Mt, 13,31s). Pero tiene en mente la historia del mundo. La resurrección de Jesús es poco llamativa, es la semilla más pequeña de la historia”. Esta inversión de las proporciones es uno de los misterios de Dios. A fin de cuentas, lo grande, lo verdaderamente grande, lo poderoso, es lo pequeño. Y la semilla pequeña es verdaderamente grande. Así es como la Resurrección ha entrado en el mundo: solo a través de algunas apariciones misteriosas a unos elegidos. Y, sin embargo, fue un comienzo realmente nuevo; aquello que, en secreto, todos lo estaban esperando. Para los pocos testigos – precisamente porque ellos mismos no lograban hacerse una idea- era un acontecimiento tan impresionante y real, y se manifestaba con tanta fuerza ante ellos, que se desvaneció cualquier duda, llavándolos con un valor absolutamente nuevo a presentarse ante el mundo para dar testimonio. Cristo ha resucitado verdaderamente” (Pág 288) Éste es el testimonio que recibimos de los discípulos: Él ha resucitado y es la más pequeña de todas las semillas, es silenciosa, por eso a veces surgen dudas en nuestro interior acerca de la resurrección de Cristo. Nosotros queremos pasarlo todo por la razón, queremos verlo todo, tocarlo todo y solo así decimos que es verdadero. La resurrección de Jesús es un hecho, Él ha resucitado. No ha sido una invención de algunos. Dios, que es todopoderoso, hizo que Jesús no sólo pasara por la muerte, sino que resucitara y que nosotros pudiésemos participar de Su resurrección. Sí, esto que parece tan secillo, ha sido el hecho más grande de la historia de la humanidad. Él ha resucitado y como se reza el Domingo de Pascua: !Resucitó de veras mi Amor y mi Esperanza! Sí, resucitaste Señor y ésa es nuesta mayor alegría, ésa es nuestra mayor esperanza y certeza de que resucitaremos contigo. Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza. Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es Vida, triunfante se levanta. ¿Qué has visto de camino, María, en la mañana? A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua. Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda. Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa. El resucitar no es un volver a la vida para luego volver a morir, el Papa en su libro dice: es un salto qualitativo, va más allá de lo que podemos imaginar, pensar, hablar, soñar. Ésa fue la sorpresa más grande que vivieron los discípulos cuando le vieron, le tocaron y a la vez sintieron que había resucitado, que estaba vivo, que era Dios, que sólo Él tenía el poder sobre la muerte. Sin este hecho de la resurrección de Jesús, todo lo que vivimos como cristianos sería en vano, como dice San Pablo: “Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe (…) comamos y bebamos que mañana moriremos” Pero sí, Cristo ha resucitado y con Él tenemos la esperanza de la Resurrección. Tenemos la esperanza de que con Él estan las personas que amamos y que ya partieron, tenemos la esperanza que un día viviremos todos juntos y que “ya no habrá muerte, ni llanto, ni luto,ni dolor, porque el mundo viejo pasó y ahora todo es nuevo” (Ap 21) Señor, venimos a ti para pedirte un corazón sencillo, que se pueda alegrar de los acontecimientos que parecen pequeños, que no se ven, que están escondidos para muchos. “La sabiduría de Dios es más sabía que la sabiduría de los hombres”. “Él siempre escogió lo sencillo del mundo para confundir lo fuerte”. Señor, ayúdanos a tener un corazón así, sencillo, pobre, pequeño, que se deje sorprender por tu Resurrección y que podamos gozar de todo lo que significa tu Resurrección.