Trazos y matices de la educación ciudadana en México M. en C. María Eugenia Luna Elizarrarás Coordinación de Formación Ciudadana de la Dirección General de Desarrollo de la Gestión e Innovación Educativa SEB/SEP [email protected] Introducción La educación pública en nuestro país ha contemplado a la formación ciudadana de niños y jóvenes como una condición para dar vida a la nación independiente y republicana que constituyó el ideal de la lucha independentista y la reforma liberal del siglo XIX. Asimismo, durante el siglo XX, se concibió a la formación cívica como una manera de contribuir a la unidad nacional y a la consolidación del Estado como garante de la justicia social. Se trata de un civismo republicano y nacionalista en el cual los principios de libertad y de democracia liberal ocuparon un papel secundario. Este énfasis prevaleció hasta la reforma educativa de 1993 en la cual se introduce a la formación en valores como parte del enfoque de enseñanza y se comienza a prestar atención a los recursos cognitivos de los alumnos –como el razonamiento moral- vinculados a la necesidad de conformar una ciudadanía responsable y participativa. La inclusión en 1999 de la asignatura de Formación Cívica y Ética, en la educación secundaria, representó una apertura franca a los temas éticos como contenidos explícitos de los programas. Esta asignatura brindó un peso importante a las necesidades e intereses de los alumnos como sujetos individuales, con lo que comenzó a superarse un civismo formal que dejaba fuera el análisis de la vida personal y sus posibles vinculaciones con la vida social. En la última década, las transformaciones al currículo1 de la educación básica en México, en materia de educación ciudadana, han contemplado la introducción de temas que buscan proveer a los alumnos de bases firmes para desenvolverse en una sociedad que cambia vertiginosamente y en la que es posible advertir la existencia de estilos de vida diversos. Esta diversidad trae consigo la necesidad de forjar competencias para aprender a vivir en ella. Nuevos retos para la educación cívica La formación ciudadana dentro de la escuela, como contenido curricular, se ha enriquecido con elementos que apuntan al desarrollo de experiencias educativas relevantes para los alumnos. Con ello se ha buscado superar una formación centrada en los aspectos formales de la ciudadanía y como una preparación para la vida posterior a los 18 años de edad. Se considera que la 1 En México, el currículo de la educación básica –preescolar, primaria y secundaria- es nacional. Formación cívica y ética es un espacio para que niños y adolescentes exploren sus potencialidades personales propias de su edad, los retos que les plantea aprender a convivir en los diversos espacios donde participan y comprendan el sentido de la vida institucional a la luz de sus intereses, necesidades y expectativas como menores de edad. La Formación Cívica y Ética constituye un campo formativo que requiere de referencias sociales y culturales de carácter local a fin de que sus contenidos adquieran relevancia en la vida diaria de los alumnos. En este marco, las competencias cívicas y éticas, representan la posibilidad de promover capacidades para la vida ciudadana, las cuales involucran el desarrollo ético de los alumnos, en su dimensión personal y social, que se nutren de las experiencias y desafíos que enfrentan en los contextos concretos en que se desenvuelven. Para lograr lo anterior, la construcción de un currículo por competencias ha ofrecido una nueva manera de plantear los contenidos de tal modo que los docentes tengan claridad sobre los rasgos que deben promoverse y sobre la flexibilidad que su desarrollo debe tener para considerar el entorno cercano a los alumnos. En este sentido, las competencias constituyen referencias genéricas de la formación cívica y ética de los alumnos ante una diversidad de contextos Las competencias como elementos organizadores de la Formación cívica y ética La introducción de las competencias como componente del currículo se nutre de experiencias nacionales e internacionales las cuales destacan la necesidad de que la formación ciudadana que se brinde en las escuelas supere su carácter discursivo y desvinculado de las experiencias vitales de los alumnos. Asimismo, su planteamiento se compromete con el desarrollo de habilidades superiores de pensamiento al involucrar un abanico amplio de usos de información para interpretar, formular explicaciones, comparar datos, generar conclusiones, formular juicios. Las competencias consisten en capacidades que niñas y niños desarrollan ante situaciones que les plantean retos y les demandan soluciones creativas en el contexto donde se desenvuelven, para lo cual requieren poner en juego conocimientos, habilidades, actitudes, creencias, comportamientos y estrategias, muchas de las cuales son síntesis de otros aprendizajes (Perrenoud 1999). Las competencias cívicas y éticas plantean la posibilidad de generar, desde la escuela primaria, un proceso formativo de los alumnos como personas y como integrantes de la sociedad. Su desarrollo de competencias conjuga la adquisición de conocimientos con el desarrollo de procedimientos para la acción cotidiana y de actitudes y valores para conformar una perspectiva propia. Son ocho las competencias cívicas que se promueven en el Programa Integral de Formación Cívica y Ética. Conocimiento y cuidado de sí mismo Consiste en la posibilidad de una persona para reconocerse como digna y valiosa, con cualidades, capacidades y potencialidades para establecer relaciones afectivas, para cuidar de su salud, de su integridad personal y del medio natural y para trazarse un proyecto de vida orientado hacia su realización personal. Autorregulación y ejercicio responsable de la libertad Es la capacidad de los sujetos de ejercer su libertad al tomar decisiones y regular su comportamiento de manera autónoma y responsable, al trazarse metas y esforzarse por alcanzarlas. Respeto y aprecio por la diversidad Es la capacidad de reconocer la igualdad de las personas en dignidad y derechos, al tiempo que respetar y valorar las diferencias en la forma de ser, actuar, pensar, sentir, creer, vivir y convivir. Implica la posibilidad de colocarse en el lugar de los demás, de poner en segundo plano los intereses propios frente a los de personas en desventaja o de aplazarlos ante el beneficio colectivo. Esta competencia plantea la habilidad para dialogar con disposición de trascender el propio punto de vista para conocer y valorar los de otras personas y culturas. Sentido de pertenencia a la comunidad, la nación y la humanidad Consiste en la posibilidad de identificar y reflexionar sobre los vínculos de pertenencia y de orgullo que se tienen hacia los diferentes grupos de los que se forma parte y su papel en el desarrollo de la identidad personal. Involucra la disposición de actuar con responsabilidad y solidaridad en problemáticas que afectan a personas y grupos humanos que van desde la familia, los grupos de amigos, la localidad, hasta ámbitos más lejanos como la entidad, la nación y la humanidad. Manejo y resolución de conflictos Capacidad para resolver conflictos cotidianos sin usar la violencia, privilegiando el diálogo, la cooperación y la negociación, en un marco de respeto a la legalidad. Involucra, además, la capacidad de cuestionar el uso de la violencia ante conflictos sociales, de vislumbrar soluciones pacíficas y respetuosas de los derechos humanos, de abrirse a la comprensión del otro para evitar desenlaces violentos. Involucra la capacidad para analizar los conflictos y aprovechar su potencial para el mejoramiento de la vida social. Participación social y política Capacidad de tomar parte en decisiones y acciones de interés colectivo en distintos ámbitos de la convivencia social y política, con base en principios democráticos. Disposición a involucrarse en asuntos de interés colectivo con un claro sentido de justicia. Apego a la legalidad y sentido de justicia Posibilidad para conocer, valorar, respetar y promover el apego a las leyes y las instituciones como mecanismos que regulan la convivencia democrática y protegen sus derechos, así como para juzgar su carácter justo en función del respeto y desarrollo que brindan a los derechos fundamentales. Comprensión y aprecio por la democracia Consiste en la capacidad para comprender, practicar, apreciar y defender la democracia como forma de vida y como forma de organización política. Implica el conocimiento de los fundamentos y la estructura del gobierno en México y la identificación de los mecanismos de que disponen los ciudadanos para influir en las decisiones de gobierno, acceder a información sobre el manejo de recursos públicos y exigir la rendición de cuentas. La asignatura implica un trabajo en clase basado en la aplicación de estrategias que estimulen la toma de decisiones, la formulación de juicios morales, el análisis, la comprensión crítica y el diálogo. Este trabajo se enriquece con las experiencias y aprendizajes que los alumnos adquieren en diversos espacios donde conviven. De esta forma, sus contenidos y actividades toman en consideración la convivencia diaria del aula, la escuela y de la comunidad de los alumnos, al tiempo que los aprendizajes promovidos en la asignatura encuentran sentido en la convivencia diaria. Es preciso señalar que la promoción de las competencias cívicas y éticas también se proyecta hacia la convivencia que los alumnos tienen en el aula, la escuela y la localidad. Por lo cual los programas de estudios de los seis grados de primaria y los dos cursos de secundaria plantean la realización de actividades y proyectos que invitan tanto a la exploración e indagación en el entorno y a la participación organizada en el mismo, orientada hacia el logro del bienestar común y de acuerdo con la edad de los alumnos.