No era la primera vez que ese sonido le despertaba

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No era la primera vez que ese sonido le despertaba. Melódicamente estridente, un susurro
ensordecedor producido por el rozar de sus fríos recuerdos, producía una cálida sensación de
bienestar al despertar. De la radio de la cocina salía This is the first day of my life, colándose por los
recovecos de su mente y llevándolo otra vez al entresueño, una suerte de duermevela que acunaba
sus recuerdos más lejanos.
Y ése sonido del roce de recuerdos, todos ellos primeras veces. Cuando empezó la
universidad, cuando conoció a ésas personas especiales que siempre compartirán su vida, cuando
murió su primera mascota, cuando dejó su hogar para embarcarse en nuevas aventuras, cuando
aprendió a nadar, cuando recordó su primer sueño como si de la misma realidad se tratara. Y el
momento de primera duda, ¿es ese recuerdo real, sucedió de verdad?
Y es que... la primera vez que [algo] acontece, ¿no es sino una reverberación de sentimientos, un
puro caos que tratamos falsa e ilusoriamente de ordenar mediante el recuerdo?
Y ése [algo], ¿qué es? Realidad o ficción, no sé. Lo bello enaltecido del momento, muy
seguramente, porque sino ¿a santo de qué lo tendría ahora rozándose con otros recuerdos?
No, no puede ser eso. No puede ser así de simple, no todas las primeras veces son bellas o
dignas de recordar. Pero a veces, a saber por qué razón, nuestra memoria guarda en diminutos
trocitos de papel todas esas primeras veces. Por amargas que sean.
El primer desamor, uno de los primeros que acuden a tu mente. La primera pérdida de un ser
querido... y recordar esos momentos no deja de ser algo doloroso, pero ahí está. La herida, abierta o
cerrada, que deja la primera vez que [algo] sucede.
Pero luego están ésas primeras veces que no son primeras veces pero sí lo son. Intento
explicarme entre este sueño que me invade y la música que penetra en mis oídos tan real como la
vida misma. Aparece la burbuja del recuerdo de ése sueño. Ése que al despertar creíste que fue
plenamente real. Pero no lo fue, es imposible. Estabas viendo la televisión con tu familia, siete
añitos a lo sumo bastaron para crear una odisea de acontecimientos. Y el drama, tu madre sale
porque han timbrado a la puerta y desde la ventana ves a dos muchachos de no más de 25 años.
Pasan al jardín y, no sabes ni cómo ni por qué, visten repentinamente de negro. Quizás no te fijaste
bien la primera vez en sus atuendos.
Como sea, están en tu casa, en tu salón y, de golpe te escondes detrás del sofá, en el hueco que hay
contra la pared al lado del radiados. Te envuelves en la manta, algo pasa ahí fuera. No son
conocidos, entran y parece que no con buenas intenciones. Pasado lo que parece una eternidad
sobrevuelas la estancia con la manta por vestido, encima de una nubecilla de polvos y estrellitas
mágicas que dejan un leve rastro color dorado. Guiada por una campanilla que nada tiene que
envidiar a la de Peter Pan, llegas a tu habitación y te quedas dormida entre sábanas, mantas, miedo
y cansancio.
No, nunca sucedió algo así, no es real, tampoco fue la primera vez que dudé de si ese [algo] sucedió
de verdad o sólo fue producto de mi mente. Pero fue la primera vez que el recuerdo fue tan
extrañamente vívido, tan potente en mi interior que aún a día de hoy dudas. ¿Volaste por el salón?
¿te salvaste? ¿Cómo? Y los demás, ¿qué fue de ellos?.
Ahí están, las primeras veces, que una vez pasadas, se convierten en candidatas a recuerdos
y, por ende, a segundas veces de por vida. Huellas en la memoria, pues primera vez sólo hay una, y
mal que nos pese no abarcamos en un día a apreciarlas todas. Lo único que nos quedará es su
recuerdo, otra cosa más allá del [algo] primigenio, sentimiento atenuado, el sendero arrancado del
caminante que hace camino al andar.
This is the first day of my life, dejo a Morfeo en la cama, recoloco los recuerdos -solos en su
mismidad dejan el Uno, ésa red de la que forman parte en el sueño- y el día empieza con promesas
de primeras veces.
Me apasiona el hoy, pero siempre desde el ayer, y es así cómo a mi edad el pasado se vuelve
presente y el presente es un extraño y confuso futuro1. Y el primer café de la mañana.
Ruth Delmulle Pla.
1 CORTÁZAR, J (2001). Rayuela. Barcelona: Bibliotex.
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