Mi viaje hacia el perdón Renaciendo de las cenizas del genocidio de Ruanda Por la autora del bestseller Sobrevivir para contarlo. Immaculée Ilibagiza Con Steve Erwin EDICIONES PALABRA MADRID MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 3 01/10/2014 13:42:25 Título orginal: Led by Faith. Rising from the Ashes of the Rwandan Genocide Palabra Hoy Director de la colección: Ricardo Regidor Copyright © 2008 by Immaculée Ilibagiza © Ediciones Palabra, S. A., 2014 Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (España) Telf.: (34) 91 350 77 20 - (34) 91 350 77 39 www.palabra.es [email protected] English language publication 2008 by Hay House, Inc., USA © Traducción: Felicitas Santiago Diseño de cubierta: Raúl Ostos ISBN: 978-84-9061-108-1 Depósito Legal: M. 26.828 - 2014 Impresión: Gráficas Gohegraf, S.L Printed in Spain-Impreso en España Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escritodel editor. MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 4 01/10/2014 13:42:25 Immaculée Ilibagiza Con Steve Erwin Mi viaje hacia el perdón Renaciendo de las cenizas del genocidio de Ruanda PALABRA HOY MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 5 01/10/2014 13:42:25 Dedicado a Wayne Dyer… Gracias por tu bondad y por tu amistad generosa y por sacar mi historia a la luz con amor. MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 7 01/10/2014 13:42:25 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 8 01/10/2014 13:42:27 Índice Prefacio............................................................................... 13 Introducción Un toque de atención................................. 15 Capítulo 1 Sobrevivir para contarlo............................ 21 Capítulo 2 Caminando por las ruinas......................... 37 Capítulo 3 María madre............................................... 45 Capítulo 4 Paz y oración.............................................. 55 Capítulo 5 El poder del amor incondicional............... 63 Capítulo 6 Un nuevo tipo de dolor en el corazón....... 75 Capítulo 7 Exiliados, éxodo y asesinos al otro lado del agua ...................................................... 83 Capítulo 8 Buscando milagros .................................. 103 Capítulo 9 Un sueño se hace realidad....................... 123 Capítulo 10 Políticas de oficina................................... 135 Capítulo 11 Depredadores de oficina.......................... 147 Capítulo 12 John regresa ............................................ 167 Capítulo 13 Un ejército de amor ................................. 185 Capítulo 14 Las abejas y las bendiciones ................... 197 Capítulo 15 Hora de marcharse .................................. 217 Capítulo 16 En América .............................................. 231 Capítulo 17 El mundo escucha mi historia ............... 249 Epílogo El renacer de Ruanda .............................. 259 Agradecimientos.............................................................. 267 9 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 9 01/10/2014 13:42:27 En verdad os digo, si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: «Desplázate de aquí allá», y se desplazará, y nada os será imposible. Mateo 17, 20 La fe es la fuerza por la cual un mundo destruido emergerá a la luz. Helen Keller 11 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 11 01/10/2014 13:42:27 Prefacio Como ya dije en mi libro anterior, lo que he escrito en estas páginas no pretende ser una historia sobre Ruanda o su genocidio. Dejo el análisis político y la crónica de aquellos 100 días de masacre a los historiadores, periodistas, investigadores y políticos. Por mi parte, solo voy a narrar mi historia personal: sobre cómo sobreviví al genocidio, sí, pero también sobre la búsqueda de una vida digna. Esta historia es verdad; lo que narro es real, y uso mi propio nombre y el de algunos de mis familiares. Sin embargo, he cambiado nombres y cargos de algunos supervivientes que aparecen en el libro para proteger su identidad, su privacidad y su seguridad. Immaculée Ilibagiza, Nueva York, Otoño de 2008 13 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 13 01/10/2014 13:42:27 Introducción Un toque de atención Me desperté sobresaltada por los gritos. Desplacé la mano por la oscuridad y sentí a Nikeisha (Nikki), mi preciosa niña. Había estado todo el día resfriada y apenas había dormido unos minutos. Ni yo. Por centésima vez aquella noche, me encontré añorando a mi madre. «Mamá, ¿dónde estás? ¡Cómo necesito tu ayuda! No tengo a nadie que me enseñe a aliviar los dolores a esta hija mía», pensé bajándome de la cama para mecer la cuna de Nikki. Mi madre siempre había sabido cómo ayudarnos cuando mis hermanos y yo estábamos enfermos, heridos o asustados, pero no tuvo la oportunidad de enseñarme esa miríada de secretos sobre cómo cuidar a los niños que había aprendido a su vez de mi abuela. La línea materna se había cortado; mi madre me fue arrebatada llevándose consigo todo su amor y todos sus conocimientos. Sentada al borde de la cama, se me partía el corazón mientras acunaba en mis brazos a mi niña. Nikki nunca sentiría el dulce tacto de las manos de su abuela ni oiría la amable voz de su abuelo, quien seguramente le habría quitado el resfriado y los dolores. Y, como recordé lo mucho que mi madre deseaba tener nietos, me pregunté: «Mamá, ¿la ves? ¿No es tu primera nieta preciosa?». 15 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 15 01/10/2014 13:42:27 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN ¿Cuántos años pasarán hasta que mi hija me pregunte por lo que les pasó a sus abuelos? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que me pregunte por qué ella no ha conocido a sus tíos, a los que solo puede ver en el álbum de fotos? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que me pregunte por mi infancia, el sitio donde me he criado? ¿Qué le voy a decir? ¿Cómo le voy a explicar la historia de Ruanda, hablarle sobre esas personas en las que había confiado toda mi vida –mis vecinos, profesores y amigos– que se habían convertido en monstruos más terroríficos que los de mis pesadillas. ¿Cuántos años harán falta para que esté preparada para contarle que su abuelo y sus tíos fueron asesinados junto a más de un millón de ruandeses inocentes? Solo porque habían nacido tutsis. ¿Cuál puede ser la edad adecuada para conocer la historia del genocidio? ¿Qué palabras puedo usar para contarle a Nikki lo que le pasó a nuestra familia? Han pasado los años, nos hemos mudado a Estados Unidos para comenzar una nueva vida y, sin embargo, mi dolor sigue siendo tal que aún no puedo compartir los recuerdos del fatal acontecimiento con el único hermano que me queda, Aimable, un superviviente de la tragedia. De todos modos, sabía que esta es una historia que tenía que compartir, sobrevivir para contarla. Creo que Dios me ha salvado del genocidio por una sola razón: para poder contarla a tantas personas como sea posible, cómo me ha tocado el corazón en medio del holocausto y me ha enseñado a perdonar. Por eso doy testimonio de cómo eso ha podido salvar a un alma paralizada por el odio y enferma por la sed de venganza. Tengo la esperanza de que todos aquellos que escuchen mi historia puedan ver que mi corazón destrozado ha sido reparado a través del perdón y se pregunten: «Si su 16 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 16 01/10/2014 13:42:27 Introducción corazón puede recuperarse, ¿por qué yo no podría hacerlo?». ¿Por qué no podría el perdón sanar a un millón de corazones rotos y hacer revivir a una nación entera? La respuesta es que sí puede hacerlo. Y esa es la historia que tenía que ser contada, esa es mi historia. Nikki había dejado de llorar y dormía tranquila en mis brazos. La dejé con cuidado en la cuna, la besé en la frente y le susurré al oído: «Voy a escribir una historia para Dios, pero también es para ti. Cuando seas mayor podrás leerla, y en sus páginas podrás conocer a tus abuelos y tíos y ver lo mucho que te habrían querido». Mi hija me había despertado y me había dado un toque de atención. Fue en mitad de la noche, pero yo no estaba ya cansada: mi pequeña respiraba con facilidad y tenía mucho que contarle, al igual que a cualquiera que quisiera escuchar mi historia. Sentada frente al ordenador, que tenía en una desvencijada mesa en el cuarto de Nikki, me dispuse a escribir no sin antes detenerme a rezar a mi santo favorito, la Virgen María, para pedirle que guiase mis palabras. Estuve escribiendo durante toda la noche, y seguí escribiendo cada noche, semana tras semana, hasta que pude poner «Fin». Todo mi esfuerzo culminó con una gran pila de papeles que se elevaban desde el suelo, por ello le pedí al Señor que me iluminase para saber qué hacer con todo ese montón de folios, pues no tenía idea alguna de lo que iba a pasar. Por supuesto, Él lo hizo, incluso cuando uno solo tiene una pizca de fe, escucha nuestra oración. Llevaría unos años –volver a reescribir el texto varias veces, ayuda de muchos ángeles de la guarda y la llegada de otro precioso bebé– pero Dios respondió a mi oración: Me reunió por 17 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 17 01/10/2014 13:42:27 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN «casualidad» con el escritor y conferenciante Wayne Dyer en 2004, en unas charlas sobre espiritualidad. Wayne estaba firmando ejemplares de su libro y, cuando me acerqué a que firmase el mío, se detuvo a charlar conmigo de manera amistosa pero inquisitiva. Al poco rato, me hizo contarle mi historia, de cómo Dios había tocado mi corazón durante el genocidio y me había enseñado a perdonar a los asesinos de mi familia. Wayne me escuchó… y luego me sorprendió con la ocurrencia de llevar mi manuscrito a su editor para convertirlo en un libro. Era fiel a su palabra y, antes de que me diese cuenta, Sobrevivir para contarlo: Cómo descubrí a Dios en medio del holocausto en Ruanda había sido publicado y se había convertido en un bestseller a nivel internacional. Desde que salió el libro en 2006, ha sido traducido a más de doce idiomas, desde el islandés hasta el japonés, y he sido invitada a varios países de los que nunca había oído hablar cuando era pequeña. ¡Qué glorioso es el don de poder conocer a tanta gente maravillosa, compartir mi historia, hablar de la fe y el perdón! De hecho pocas cosas me han llenado de alegría o han dado más sentido a mi vida. Allá por donde vaya, todos se sorprenden de que haya sido capaz de perdonar a aquellos que me persiguieron y mataron a mi familia. A menudo ven algo diferente y especial en mí, dicen: «Eres una santa por haber podido perdonar a los asesinos que te hicieron tanto mal. Realmente eres una santa». Por supuesto, no soy una santa ni tampoco tengo nada especial, todavía tengo que luchar contra el dolor, el miedo y los enfados como cualquiera. Pero, cuando todo esto sale a la superficie, recuerdo cómo Dios me salvó y me dio fuerza. El Señor siempre está ahí para mí, está en todo momento para todo lo que necesitemos. Pero debemos estar siempre 18 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 18 01/10/2014 13:42:27 Introducción preparados para recibirle en el corazón, y espero que eso sea lo que se aprenda de mi historia. He escrito este libro para compartir más de mi historia. Hay muchas cosas por las que solo pasé por encima en Sobrevivir para contarlo, por ello ahora he querido hacer mayor hincapié en los años siguientes al genocidio, cuando tuve que esforzarme para mantener mi relación con Dios en un primer plano. Sin embargo, no he escrito Guiada por la fe de modo cronológico, contando el día a día del post-holocausto. He querido compartir mi saga de supervivencia a través de una cadena de experiencias y recuerdos personales en los que destaco solo los que fueron más relevantes para mi crecimiento espiritual. Nuestra pesadilla nacional ha sacudido a mi país hasta el centro de su núcleo; el sufrimiento, el dolor, la desconfianza y el temor estaban extendidos por todas partes. Aunque me rendí totalmente a la voluntad de Dios durante el genocidio –abrazando su amor y tomándolo como mi Padre, mi mejor amigo y mi protector–, mi vida ahora estaba repleta de nuevos y terribles desafíos que nunca podría haber imaginado. En ese mundo oscuro y confuso que se desplegaba alrededor de mí, continuaba mi lucha para encontrar sentido, comprensión y esperanza. En este proceso he aprendido una de las lecciones más importantes de mi vida: Nunca des nada por hecho en materia de fe. Nuestra relación con el Señor es la más gloriosa de las experiencias que podamos vivir, pero, como todas las relaciones, exige que la cuidemos, requiere trabajar duro, una atención constante y un profundo compromiso con el fin de crecer y florecer con más fuerza. La renovación de la fe se sigue dando en mi vida, y he sido testigo de cómo el pueblo de Ruanda renueva su fe en Dios, y cómo es capaz de sanar las heridas del genocidio por medio de su amor. 19 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 19 01/10/2014 13:42:27 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN Incluso en los mejores momentos, la vida es un reto apasionante, y las preocupaciones terrenales siempre pueden interferir en nuestra vida espiritual. Al avanzar a trompicones tras las secuelas dejadas por el holocausto, me di cuenta de que encontrar a Dios no es suficiente; tenemos que tenerle siempre en nuestros corazones. Necesitamos redescubrir a Dios en todo momento, confiar en Él tanto para los grandes retos como para los pequeños, y asegurarnos de que siempre es parte de nuestro día a día. Debemos dejar que nuestro corazón sea siempre guiado por la fe. 20 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 20 01/10/2014 13:42:27 Capítulo 1 Sobrevivir para contarlo Para aquellos que no hayan leído Sobrevivir para contarlo y no están familiarizados conmigo, me presentaré y les haré un breve resumen de lo que narré en aquel libro. (Para aquellos que lo han leído, les servirá como repaso de lo que ha sido mi historia). Me llamo Immaculée Ilibagiza. Nací en Ruanda, ese pequeño país del centro de África que todo el mundo conoce por un acontecimiento: El genocidio en el que personas inocentes fueron brutalmente masacradas de las formas más cruentas imaginables en 1994. Sin embargo, ahora vivo feliz por haber podido crecer en paz. Ruanda es uno de los lugares más bellos del mundo. Posee colinas interminables, bosques de cedros y pinos, y valles muy verdes. Goza de un clima templado durante todo el año, por lo cual los primeros colonos europeos la llamaron «la tierra de la eterna primavera». Por eso, siempre he creído que nací en el paraíso. Crecí en una pequeña aldea llamada Mataba, al oeste de la provincia de Kibuye. Mi familia y yo vivíamos en una casa situada en lo alto de una colina con vistas al inmenso lago Kivu de aguas cristalinas. También teníamos unas impresionantes vistas de las montañas, que hacían frontera 21 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 21 01/10/2014 13:42:27 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN con nuestros vecinos del Zaire, país hoy conocido como la República Democrática del Congo. Aunque Ruanda es aproximadamente del mismo tamaño que el estado de Maryland, en Estados Unidos, su población es de unos ocho millones de personas, siendo uno de los países con más densidad de población del mundo. También es uno de los países más pobres. En nuestro pueblo, solo había una escuela, y lamentablemente no había ni agua ni electricidad. Pese a ello, la gente era siempre amable y simpática. Los vecinos eran como de nuestra familia, sus puertas siempre estaban abiertas a todos. Así, nunca tuve miedo de los desconocidos, no temía nada de ellos. Mis padres, Rose y Leonard, eran personas acogedoras y generosas, y nosotros, sus hijos, les queríamos mucho: mis dos hermanos mayores, Aimable y Damascene; mi hermano pequeño, Vianney, y yo. Mis padres fueron los primeros de sus familias en graduarse en educación secundaria, ya que en nuestra región era difícil poder ir a clase. Ambos se convirtieron en profesores, pues pensaban que el único modo de salir de la pobreza en África era una buena educación. Al volver del colegio, siempre nos preguntaban sobre las materias vistas en clase, y nos ayudaban de modo que nuestras notas fueron las más altas de la provincia. La mayoría de los niños de la aldea habían sido alumnos de mis padres, por lo que eran muy respetados en la comunidad, llegando a ser llamados para mediar en alguna disputa local. En concreto, recuerdo cuando un hombre de la zona se acercó a mi padre un domingo después de misa con preguntas sobre cultivos de plantas, sobre qué hacer para que sus hijos siguieran yendo a la escuela y cuánto debería pagar al vecino por una vaca. Asistir a la iglesia siempre fue muy importante para nosotros. Rezábamos a diario. Mis padres eran católicos 22 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 22 01/10/2014 13:42:27 Sobrevivir para contarlo devotos, pero a la vez pensaban que Dios se hallaba en todas las religiones y creencias, y nos animaron a vivir bajo la regla de oro: tratar siempre a los vecinos con amor y respeto. Todos estábamos muy contentos de haber nacido en Mataba. Allí no había ni centros comerciales, ni videojuegos, ni televisión, incluso ni teléfonos. Teníamos que divertirnos por nuestra cuenta. Cuando no estábamos ayudando en casa o haciendo los deberes, salíamos a jugar a la calle, a nadar al lago Kivu o nos reuníamos en una casa y charlábamos sobre nuestras vidas. En casi todos los sentidos mi infancia fue idílica. Hasta que fui al colegio, no me daba cuenta de que nuestros padres nos habían estado protegiendo de la realidad de Ruanda. Crecimos creyendo que nuestros vecinos eran gente buena, que nos querían, y que nuestro país era seguro y pacífico. Nunca nos habían contado la tensión que existía entre las distintas etnias, la cual llevaría al más sangriento de los genocidios que jamás ha conocido la historia. Antes de empezar la escuela, no había oído hablar de los hutus o de los tutsis, pero, una vez que fui inscrita bajo uno de esos apelativos, no pude escapar de la terrible sombra que esas palabras proyectaban en Ruanda. Así comenzó mi educación en esa especie de apartheid cuando era una niña. Me obligaron a permanecer en clases por las mañanas y a identificarme como miembro de la tribu tutsi. En Ruanda conviven tres tribus: El 85% de la población son hutus; mi tribu, los tutsis, son el 14% del total; y el 1% que queda son los twa, una tribu de pigmeos que viven en cabañas en el bosque y que son autosuficientes. Aunque cada uno perteneciera a una tribu distinta, los hutus y los tutsis compartíamos la misma cultura: 23 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 23 01/10/2014 13:42:27 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN hablábamos la misma lengua (el Kinyarwanda), comíamos los mismos platos, rezábamos en las mismas iglesias, estudiábamos en las mismas clases y vivíamos en los mismos barrios, incluso, en el mismo hogar. Se supone que los tutsis son más altos, tienen la piel más clara y la nariz más estrecha que los hutus, pero estas diferencias parecían haber desaparecido con el matrimonio entre miembros de ambas tribus. Así, las tribus convivían tranquilamente, pero la política mantenía esas diferencias de manera implacable. Al igual que en muchos países africanos, los problemas de Ruanda tienen sus raíces en su pasado colonial. Durante más de 500 años, hutus y tutsis habían vivido en paz bajo el gobierno de una dinastía de reyes tutsis. Pero la paz se acabó cuando llegaron los colonos europeos –primero, los alemanes y, posteriormente, los belgas– que llegaron a Ruanda en el siglo XIX. Fueron ellos quienes introdujeron el término de «identidad étnica» para garantizar que los dos grupos estuviesen socialmente separados y así controlar mejor la población. Además, se aliaron con los tutsis porque sus rasgos eran más parecidos a los de los europeos que los de los hutus. Cuando el rey tutsi cedió a la presión de independencia, pidió a los belgas que abandonasen Ruanda en 1959, sin embargo, los belgas no se marcharon, sino que cambiaron de bando, apoyando a los hutus para que se hicieran con el poder y derrocaran a la antigua monarquía. La sangrienta revolución hutu dejó más de 100.000 tutsis muertos. Los colonos belgas abandonaron Ruanda en 1962, dejando el poder a los hutus, que implantaron un gobierno de terror con numerosas matanzas de tutsis. Decenas de miles de hombres, mujeres y niños inocentes fueron asesinados por la instauración de una normativa de limpieza étnica. 24 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 24 01/10/2014 13:42:27 Sobrevivir para contarlo Tan pronto como estos extremistas impusieron sus políticas y se aseguraron los mejores puestos de trabajo, expulsaron a los tutsis de los cargos políticos y de las escuelas, tanto a profesores como a estudiantes. El uso de carnés para la identificación tribal sirvió para aislar, intimidar y perseguir aún más a los tutsis. Esto provocó que cientos de miles de tutsis huyeran del país. El gobierno los estaba masacrando, quería erradicarlos. Así la mayoría tutsi vive hoy refugiada en los países vecinos a Ruanda por culpa de una ley que les prohíbe regresar a su patria. Durante mi época de adolescente, en los años 80, muchos de los exiliados en Uganda se sumaron al movimiento político conocido como el Frente Patriótico Ruandés (FPR). El FPR pidió al gobierno hutu que dejase de perseguir a los tutsis y que permitiese el regreso de sus hermanos exiliados. El gobierno, que se había convertido en una dictadura temporal debido al golpe de estado de 1973 que dio el general Juvénal Haybarimana, se negó a aceptar dichas demandas. Entonces, rebeldes tutsis invadieron el norte de Ruanda desde Uganda abogando por una lucha hasta que el gobierno cediese parte de su poder y permitiese el trato de igual a igual entre las dos tribus. La invasión desencadenó una guerra civil en otoño de 1990, momento en que yo me encontraba de viaje con el instituto. Las políticas anti-tutsis se intensificaron llegando a unos niveles de odio e intolerancia equiparables a los de la persecución de los nazis al pueblo judío unas décadas atrás. Una de esas políticas que más odio manifestó fue el «decálogo hutu» publicado en un periódico anti-tutsi. Este artículo propagandístico declaraba traidor a aquel hutu que se casara, prestara dinero o hiciera negocios con un tutsi. Desde el gobierno se promovió esta medida, alentando a todo hutu a tratar así a los tutsis, ya fuera vecino, un amigo o un familiar. 25 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 25 01/10/2014 13:42:27 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN Un movimiento político llamado «Poder Hutu» (Hutu Power) se sirvió de una emisora de radio para transmitir el odio que el gobierno promovía y quería extender a todas las zonas del país. Los programas de la radio hutu deshumanizaban a los tutsis, denominándoles «cucarachas» que debían ser exterminadas antes de que hicieran daño a alguno de sus hijos o robarles un puesto de trabajo. Estos programas evidenciaban el apoyo del gobierno al asesinato en masa de la tribu tutsi. Fue un momento terrible, que se volvió más inestable cuando el gobierno de Juvénal Haybarimana comenzó a reclutar y adiestrar a miles de jóvenes hutus varones sin empleo para formar una milicia llamada Interahamwe, que traducido literalmente significa: «los que matan juntos». Su única misión consistía en exterminar a las cucarachas tutsis. En abril de 1994, todo el ejército ya estaba preparado para llevar a cabo el genocidio. La chispa saltó durante las vacaciones de Pascua, justo cuando regresé a casa desde la universidad para visitar a mi familia. La noche anterior al comienzo del genocidio, mi hermano Damascene nos rogó salir de la aldea porque había oído que un grupo de Interahamwe merodeaba por la zona armado con machetes y granadas de mano. Además, llevaban una lista con nombres de tutsis que debían morir. —Nuestros nombres están en esa lista –dijo mi hermano mientras le pedía a mi padre que abandonasen el país esa misma noche. Damascene nos prometió que buscaría un pequeño bote con el que atravesar el lago Kivu hacia Zaire. Pero mi padre no estaba del todo convencido y le dijo a Damascene: —Eres demasiado joven para saber de lo que se está hablando. He visto este tipo de pánico antes, surgen rumo26 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 26 01/10/2014 13:42:27 Sobrevivir para contarlo res de listas de muerte y después solo vemos asesinos con granadas detrás de cada arbusto. Al igual que yo, mi padre creía que los vecinos eran buena gente incapaces de hacernos daño. Hubo algunos problemas políticos a causa de la guerra, pero que no nos afectaban, porque en el pueblo todos éramos una gran familia feliz. Incluso mi novio, John, era hutu, y teníamos pensado casarnos al terminar la universidad. Por eso pensaba, como mi padre, que las cosas no eran tan graves como nos quería hacer ver Damascene. —Además, el presidente hutu acaba de firmar un pacto de no agresión con los rebeldes tutsis en el que acepta compartir el poder y traer de vuelta al país a los exiliados –dijo mi padre–. La situación no ha sido tan buena para los tutsis desde hace años. Deja que tus mayores decidan, Damascene. No soy partidario de coger las maletas y salir del país con mi familia porque unos cuantos se estén inventando historias –añadió. Mi hermano acabó convenciéndome de que tenía razón por la pasión con la que hablaba. Recordé los mensajes por la radio en los que se llamaba a los hutus a exterminar a las cucarachas tutsis y a manifestarse en contra de nuestra tribu. Damascene tenía razón, y se la di porque esos mensajes también los vi por el campus de la universidad. —Quizá Damascene tenga razón, papá. Quizá debamos irnos ahora. —Ninguno de la familia va a ir a ningún lado, estoy viejo para salir del país –dijo mi padre bruscamente. A la mañana siguiente ya no importaba si Damascene tenía razón o no, ya era demasiado tarde para escapar. Durante la noche, el presidente Haybarimana fue asesinado al haber sido derribado el avión en el que iba cuando regresaba de la reunión de paz, y rápidamente los 27 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 27 01/10/2014 13:42:27 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN extremistas hutus pusieron en marcha el genocidio. En cuestión de horas comenzaron las matanzas en la capital, Kigali. Los hutus y tutsis moderados, que podían haber impedido el despliegue de los radicales, fueron sacados con sus familias de sus casas y ejecutados en plena calle. Los escuadrones de la muerte aparecieron en el pueblo y comenzaron a matar a amigos y familiares. Los Interahamwe prendieron fuego en las casas y pasaron a machete a todo el que trataba de huir de las llamas. Los gritos resonaban en las colinas de Mataba. No había escapatoria, incluso salir en barco por el lago Kivu estaba cortado. Los soldados del gobierno y los asesinos del grupo Interahamwe habían puesto barreras por todas las calles. Todo el que aparecía como tutsi en su identificación era asesinado. Los asesinos iban casa por casa matando tutsis. Muchos se refugiaron en la nuestra pidiendo ayuda al líder de la comunidad, mi padre. El vecindario dependía de ellos para sobrevivir. Rápidamente miles de tutsis cruzaron la región y acamparon frente a nuestra casa. Mi padre estuvo durante los siguientes días calmando como pudo a toda la aterrorizada muchedumbre. Muchos eran mujeres y niños. Los jóvenes que querían luchar no tenían armas, y se desesperaban. Parecíamos corderos esperando a que nos llegase la hora de nuestra muerte. Al tercer día comenzaron los ataques. La multitud tutsi se atrincheró con lanzas, machetes y mazas con clavos y garras. Se defendieron como pudieron de los Interahamwe lanzando piedras y palos. Antes de que los ataques se convirtiesen en una masacre, mi padre me envió a casa del pastor local, que era hutu, junto a un amigo de mi hermano menor, Augustine. —Sal de aquí, Immaculée –me ordenó mi padre–. El pastor Murinzi es un buen hombre y un gran amigo. Pídele que te esconda hasta que pase todo este lío –añadió. 28 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 28 01/10/2014 13:42:27 Sobrevivir para contarlo Le rogué que me dejase estar con ellos. Estaba preocupada por el hecho de no poder volver a ver a mi familia de nuevo. Pero me dijo que me fuese porque podía ser violada… o algo peor. Al despedirme de mi padre, me dio su rosario rojo y blanco. Me dijo que mi fe en Dios iba a protegerme y que en casa del pastor iba a estar segura. La despedida fue dura y emotiva. Con tanto caos y tanto tumulto de gente alrededor de mi casa no pude encontrar a mi madre para despedirme de ella. Aquella vez fue la última que vi a mis padres con vida. Había hutus armados por todas partes, pero Augustine y yo conseguimos esquivarlos y llegar a la casa del pastor Murinzi. Aunque él era hutu, el pastor Murinzi era amigo de la familia desde hacía muchos años. Me acogió con agrado. Sin embargo, como ya había muchas otras chicas, no pudo refugiar a Augustine y a mi hermano Vianney en ese momento. Damascene, por su parte, trató de refugiarse en casa de su amigo hutu, Bonn. —No me queda más sitio para ellos. Además, esconder a hombres es más peligroso que esconder a mujeres. Estoy corriendo ya un gran riesgo haciendo esto. Si os encontraran a alguno aquí, nos matarían a todos –dijo el pastor. Lloré y le rogué, pero no pude convencerle. Gracias a Dios, mi otro hermano, Aimable, estaba a 3.000 millas de distancia, en Senegal, al margen de toda esta pesadilla que estábamos sufriendo. Lo más duro fue tener que decirles a Vianney y a Augustine que no podían quedarse en casa del pastor y que tenían que regresar intentando esquivar nuevamente a los asesinos. Mi corazón se rompió al verles huir en la oscuridad sin saber adónde ir. Murinzi accedió a esconder a 6 tutsis: una madre con sus dos hijas, dos chicas más y yo en un pequeño, y muy poco 29 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 29 01/10/2014 13:42:27 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN utilizado, baño. Consiguió escondernos de los asesinos, de sus sirvientes e incluso de su familia. Más adelante se incorporaron otras dos mujeres, haciendo prácticamente imposible que se pudiese respirar en el pequeño cuarto de lo apretadas que estábamos. Debido a las órdenes del pastor de que no hablásemos las unas con las otras por temor a ser descubiertas, apenas nos dijimos una palabra en tres meses. Sin embargo no tuve ningún problema en escuchar a los monstruos que merodeaban por la aldea, cantando mientras intentaban dar caza a los tutsis. Decían: «¡Mátalos! ¡Mátalos! ¡Mátalos a todos! ¡Mata al viejo y al joven! ¡Mata a todas esas cucarachas!». En los siguientes 91 días, aquellas 7 mujeres y yo nos mantuvimos unidas mientras fuera los asesinos arrasaban la zona. Escuchamos por la radio que los funcionarios ordenaban a los hutus que se armasen con machetes y se dedicasen a exterminar a todo tutsi que viesen, incluso si se trataba de su propio esposo, mujer o hijos. No matar a un tutsi teniendo la oportunidad de hacerlo se castigaba con la pena de muerte. Tras este mensaje, de los aproximadamente 7 millones de hutus que había en el país, la mayoría de ellos se sumaron a la causa. Desde los telediarios internacionales se informó de la movilización del mundo para ayudar a Ruanda. Las Naciones Unidas habían mandado ayudas limitadas, pero el resto de países no vino al rescate. No ayudó ningún país africano, ninguna nación europea, ni siquiera los Estados Unidos. Todos sabían lo que estaba pasando, pero no movieron ni un dedo para poner fin. El silencio del mundo entero fue tomado por el gobierno extremista hutu para continuar con el genocidio. Empezaron entonces a matar con mucha mayor rapidez y eficacia que la que tuvo en su día Adolf Hitler. 30 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 30 01/10/2014 13:42:27 Sobrevivir para contarlo No necesitábamos la radio para saber lo cerca que nos encontrábamos de la muerte. Los asesinos cercaron y registraron la casa del pastor varias veces. Al otro lado de la pared de yeso podíamos escuchar las risas de los asesinos. Fue un milagro que no nos descubriesen. Simplemente con haber abierto la puerta del baño nos hubiesen cazado. Un día, mientras un grupo de hutus armados se acercaba a la casa del pastor, tuve la visión de un altar justo delante del baño. Sabía que aquello tuvo que ser un signo divino, por ello, le dije al pastor Murinzi que pusiese una mesa delante de la puerta del baño con una tela a modo de altar. Él aceptó, pero antes de llegar a poner el altar irrumpieron los asesinos en su casa buscando tutsis de arriba abajo. Venían hablando de que recientemente habían encontrado un bebé tutsi muerto escondido en un cajón. Pero seguían sin mirar bien, pues no nos encontraron. Desde que entré en aquel baño, me aferré al rosario rojo y blanco que me regaló mi padre el día que me despedí de él. Se convirtió en mi pilar, me había salvado de haber sido violada y asesinada. Pero mi oración no debió de tener el poder suficiente, pues seguía odiando a los asesinos. Y cuanto más rezaba más me pasaba esto. Yo quería recibir su amor, pero ¿cómo iba a hacerlo si en mí había tanto odio? Recé durante mucho tiempo intentando perdonar a los asesinos de mi alrededor, pero mi boca se secaba al llegar al «como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» en el Padrenuestro impidiéndome acabar la oración. No podía terminar porque realmente no lo sentía. Mi incapacidad de perdonar causó en mí un dolor mayor que la angustia que sentía por estar separada de mi familia, y era peor que el tormento físico de saberse perseguida. 31 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 31 01/10/2014 13:42:27 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN Tras unas semanas de oración constante, Dios me tocó el corazón una noche. Me hizo entender que todos son sus hijos y que todos merecen ser perdonados. Inclusive aquellos que han cometido barbaridades como los asesinos hutus. Todos merecen ser castigados… pero también merecen ser perdonados. Luego recordé el pasaje de Jesús dando su último suspiro en la cruz para perdonar a sus deudores; y por primera vez pude experimentar en mí el perdón de Dios. El amor del Señor se derramó en mi alma, perdonando mis pecados y haciendo que pudiese perdonar a todos lo que me han ofendido. La ira y el odio que se albergaban en lo más profundo de mi corazón desaparecieron, y sentí mucha paz en mi interior. Ya no me importaba la muerte, no la deseaba, claro está, pero no la temía. Dios había limpiado mi corazón para que no temiese a la muerte, Él había salvado mi alma. Y, aunque siempre había creído en Dios y le había rezado, nunca había sentido tanto su poder como en el momento en que tocó mi corazón para perdonarme. Ahora siento ese poder en mí y sé que va a estar a mi lado hasta el resto de mis días. Mis últimos días en aquel baño los pasé llena de paz y orando. La radio informaba de que los rebeldes tutsis de la FPR junto con su líder, Paul Kagame, estaban entrando en Ruanda desde su base en Uganda. Ellos eran los que habían estado combatiendo contra el gobierno, que poco a poco se derrumbaba, mientras que las mujeres y yo estábamos escondidas en la mayor clandestinidad. Los rebeldes hutus habían abandonado rápidamente Kigali y poco a poco se les acababa el armamento. Los asesinos seguían campando a sus anchas, pero comenzaba a vislumbrarse un atisbo de esperanza de que los tutsis pudieran ser rescatados. 32 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 32 01/10/2014 13:42:27 Sobrevivir para contarlo Después de haber pasado tres meses escondida, las tropas francesas comenzaron a ocupar la zona oeste del país, y establecieron unas zonas de seguridad en las que los tutsis podíamos encontrar protección. Y aunque, en gran medida, desconfiábamos de los franceses por haber apoyado en sus orígenes al gobierno hutu con armas y dinero, nos unimos a ellos porque no tuvimos otro remedio. El pastor Murinzi nos contó que los asesinos ahora se habían escondido, pero que se mantenían unidos en zonas muy cercanas, por lo que, si salíamos, irían a por nosotros y nos matarían. Durante la noche, Murinzi consiguió llevarnos a un campamento de refugiados que dirigían las tropas francesas. En la casa no estábamos seguras y, además, allí pudimos por fin tomar la primera comida decente desde que había comenzado el genocidio. Allí me encontré con otros supervivientes, y poco a poco pude ir haciéndome a la idea del desastre en el que se había convertido mi país… También conocí cuál fue el destino de mi familia. A mi padre lo mató un buen amigo suyo que era oficial hutu cuando salió a preguntarle si podía ayudarles para llevar a todos sus refugiados al campamento francés. El hombre le disparó por la espalda nada más salir de la choza. Mi madre estuvo escondida durante un tiempo, y solo salió cuando le pareció escuchar la voz de mi hermano Damascene pidiéndole ayuda. Fue corriendo a la puerta, y allí se encontró con un rebelde hutu que acabó con ella. Damascene estuvo un tiempo bajo la protección de su mejor amigo. Sin embargo, cuando intentó huir hacia Zaire a través del lago Kivu, su barca fue asaltada por una banda de hombres y muchachos dirigidos por un ministro protestante hutu, y mi hermano fue asesinado a golpes de 33 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 33 01/10/2014 13:42:27 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN machete. La gente que vio el suceso me contó que Damascene estaba rezando mientras le mataban. Por último, me llegaron noticias de mi hermano Vianney, quien no pudo ser acogido por el pastor Murinzi junto con su amigo Augustine. Se refugiaron en el campo de fútbol, con otros cientos de tutsis esperando ser salvados y llevados a un lugar seguro. Pero el estadio se convirtió en una fosa común cuando los asesinos lanzaron granadas al interior del campo y ametrallaron a todos aquellos que intentaron salir corriendo. Una de las chicas que estuvo con mi hermano me contó que las balas le cortaron por la mitad. Todo lo que escuché sobre mi familia fue muy duro, pero la nueva y firme relación que comencé a mantener con Dios me ayudó a sobrellevar el dolor. No les guardaba rencor a los asesinos de mi familia, pues sabía que estaban dominados por el demonio y que ya se reconciliarían con Él el día del Juicio Final. Dios seguía protegiéndome tras el genocidio, guiándome por caminos seguros hacia mi nuevo hogar en Kigali y, posteriormente, en un nuevo trabajo en Estados Unidos. Con el dinero que gané, tuve suficiente para poder enterrar dignamente a mi madre y a Damascene, los únicos cuerpos de la familia que pude encontrar. Había comenzado una nueva vida. Necesitaba poner en práctica todo lo que me había enseñado el Señor en la clandestinidad. Por eso, un día fui a una de las cárceles de la ciudad a ver a Felicien, el hombre que había matado a mi madre y a Damascene. Como muchos otros, se convirtió en un asesino. El mal envolvía su corazón, pero ahora, en prisión, le invadía la culpa y el remordimiento. Era un hombre alto, fuerte y muy bien valorado en su cargo. Vestía siempre acorde a su rango, cuidaba mucho las apariencias, pero, por dentro, 34 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 34 01/10/2014 13:42:27 Sobrevivir para contarlo su cuerpo decaía y cada vez se estaba dejando llevar más por la locura. Se postró ante mí, me miró a los ojos con cara de vergüenza queriéndome pedir perdón. En la prisión con Felicien me di cuenta de que muchos de los asesinos que estaban allí se hallaban en la misma situación. Todos necesitábamos el perdón de Dios para poder continuar y crecer y dejar atrás la sangre, el sufrimiento… el genocidio. Perdoné a Felicien con todo mi corazón. Y estoy segura que él recibió mi perdón. Mi alma ahora era libre y el amor que tenía a Dios rebosaba; era una superviviente de un genocidio y mi vida volvía a empezar de nuevo. Como en Ruanda, sé que tendré días oscuros, que dudaré, pues el futuro es incierto, pero el viaje lo completaré amparándome en la fe, pues he sido bendecida por Dios. 35 MI VIAJE HACIA EL PERDÓN.indd 35 01/10/2014 13:42:27 Mi viaje hacia el perdon_10 ateos 2ªed.qxd 07/10/2014 10:29 Página 1 PALABRA HOY libros para enriquecer los temas de mayor actualidad CIUDADANO CHESTERTON Una antropología escandalosa José Ramón Ayllón 2ª edición C. S. LEWIS Y LA IGLESIA CATÓLICA Joseph Pearce SAXUM: VIDA DE ÁLVARO DEL PORTILLO John F. Coverdale DE LA PIEDRA AL MAESTRO Etsuro Sotoo - José Manuel Almuzara 3ª edición LA MUERTE DEL EGOÍSMO Historias reales y extraordinarias de entrega a los demás Pepe Álvarez de las Asturias UN SACERDOTE EN DACHAU Memorias en primera persona (1941-1942) Jean Bernard MI CARRERA CON EL DIABLO Del odio racial al amor racional Joseph Pearce ÉTICA BORROSA Ensayo sobre la necesidad del silencio Carlos Goñi EL VIAJE DE BILBO Descubriendo el significado oculto en «El Hobbit» Joseph Pearce DIEZ CLAVES DE LA EDUCACIÓN José Ramón Ayllón 3ª edición EL ECLIPSE DE DIOS Viejos náufragos y nuevos ateos José Ramón Ayllón y Francisco Conesa UNA BELLA HISTORIA La conversión de Eduardo Verástegui y las vidas que ha cambiado Jaume Figa i Vaello y Tim Drake LA MADRE TERESA DE CALCUTA Un retrato personal Leo Maasburg 4ª edición 10 ATEOS CAMBIAN DE AUTOBÚS José Ramón Ayllón 8ª edición SIN PLANIFICAR El testimonio conmovedor de la ex directora de una clínica abortista en su viaje hacia la vida Abby Johnson EL PLANETA PRIVILEGIADO Cómo nuestro hogar en el cosmos está diseñado para el descubrimiento Guillermo González y Jay W. Richards ÉTICA Aristóteles Versión resumida y comentada por José Ramón Ayllón CICELY SAUNDERS Fundadora del Movimiento Hospice de Cuidados Paliativos Shirley du Boulay BENEDICTO XVI Una mirada cercana Peter Seewald 2ª edición LA GUERRA CONTRA LOS CHICOS Cómo el feminismo mal entendido daña a los chicos jóvenes Cristina Hoff Sommers www.palabra.es Telfs.: 91 350 77 20 - 91 350 77 39 [email protected]