Las experiencias de 1810 y las experiencias regionales

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Las experiencias de 1810 y las experiencias regionales1
Primera fase del movimiento
Con la destitución del virrey Iturrigaray en 1808 y la detención de los representantes criollos del
Ayuntamiento de la Ciudad de México, las ideas de independencia comenzaron a manifestarse en las
provincias. En Querétaro se celebraron reuniones secretas entre el corregidor Miguel Domínguez, su
esposa doña Josefa Ortiz, los oficiales Ignacio Allende y Juan Aldama, del regimiento de los Dragones de
San Miguel el Grande, y el cura de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla. El objetivo era organizar juntas
que'promovíeran en las ciudades y villas la creación de una asamblea que declararía la Independencia y
ejercería el gobierno a nombre de Fernando VII. Pero la conspiración fue descubierta y doña Josefa logró
prevenir a Hidalgo, quien decidió dar inicio al levantamiento armado la madrugada del 16 de septiembre
de 1810, apoyado por Aldama y Allende.
Miguel Hidalgo convocó al pueblo a rebelarse contra el mal gobierno y luchar por la defensa de la
religión y la libertad. Después, con un grupo de 600 hombres, se dirigieron a la villa de San Miguel el
Grande y al pasar por Atotonilco, tomaron de la parroquia la imagen de la Virgen de Guadalupe y la
ovacionaron como el símbolo de su causa.
Los europeos, los miembros de la aristocracia mexicana, los criollos ricos, el alto clero, los
terratenientes y comerciantes, inmediatamente se pronunciaron en contra del levantamiento. En cambio,
rancheros, criollos letrados y el bajo clero decidieron apoyar a los insurrectos.
El cura Hidalgo sabía que para lograr el éxito de la lucha, ésta debía extenderse por toda la Nueva
España, y aprovechó el liderazgo de hombres como José María Morelos y Pavón, a quien conocía bien pues
había sido su alumno, y lo comisionó para combatir en el sur y tomar Acapulco. Gracias a los esfuerzos de
ambos curas, varias ciudades importantes fueron sometidas por el ejército insurgente durante los primeros
años de la lucha por la independencia.
Durante la toma de Guanajuato, en la Alhóndiga de Granaditas, la multitud enardecida que seguía
a Hidalgo atacó con violencia a los españoles, incendió el lugar y causó la muerte de muchos, incluyendo al
intendente Juan Antonio de Riaño. Además robaron casas y comercios, lo que provocó que muchos de sus
seguidores retiraran el apoyo y perdieran la confianza en el líder insurgente. La tolerancia de
Hidalgo
hacia los excesos cometidos por su gente disgustaba profundamente a Allende, que estaba de acuerdo
con Hidalgo en las reformas sociales que proponía, pero no en su violencia antiespañola.
Rápidamente el contingente rebelde aumentó de 60,000 a 80,000 personas tras la toma de
Valladolid(hoy Morelia), y con esa fuerza insospechada, se dirigió a la Ciudad de México. Pero
inexplicablemente,teniendo todas las posibilidades de apoderarse de la ciudad, Hidalgo decidió retroceder,
situación que limitó el alcance del movimiento.
Hidalgo fue a Valladolid y de ahí a Guadalajara en donde pronunció importantes decretos como la
1Andrea Martínez Baracs y Javier Lara Bayón, Historia de México. Tercer grado, prol. Enrique Krauze, México, Trillas,
2008, pp. 154-160
abolición de la esclavitud, el fin de los monopolios del tabaco y la pólvora, la suspensión del tributo que
pagaban los indios, y estableció el uso de las tierras por sus dueños legítimos; la forma de gobierno sería
monárquica y la religión Católica. Posteriormente, fundó el periódico insurgente El Despertador Americano.
Mientras, Allende se dirigió a Guanajuato, donde se enfrentó al ejército de Calleja, pero esta vez el ejército
realista fue más fuerte y Allende se vio obligado a iniciar la retirada para dirigirse a Guadalajara.
El 17 de enero de 1811 tuvo lugar la batalla de Puente de Calderón (Guadalajara), en la que los
insurgentes encabezados por Hidalgo y Allende fueron derrotados por el ejército realista al mando de Félix
María Calleja. Los insurgentes emprendieron la retirada a Aguascalientes y después de varias derrotas
resolvieron dirigirse al vecino país del norte para conseguir recursos. Ante la difícil situación del ejército
insurgente, Ignacio López Rayón fue nombrado jefe del movimiento y recibió órdenes de continuar con la
lucha de independencia. En marzo de 1811 Ignacio Elizondo los traicionó y Allende, Aldama, Hidalgo,
Abasolo y Jiménez, junto con otros insurgentes, fueron sorprendidos en Acatita de Baján, y llevados a
Chihuahua en donde murieron fusilados en junio y julio de 1811. Finalmente sus cabezas se exhibieron en
las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas como advertencia a los demás insurgentes.
Segunda fase
Tras la muerte de los primeros jefes insurgentes, Ignacio López Rayón, organizó la Suprema Junta Nacional
Americana. Ésta gobernó en nombre de Fernando VII y en defensa de la religión, unificó a los insurgentes
que luchaban en diferentes partes del país y dio rumbo institucional a la nueva nación. Instalada en
Zitácuaro, el 21 de agosto de 1811, la Suprema Junta nombró a Rayón, el fiel secretario de Hidalgo,
ministro de la Nación Americana.
Morelos se puso al frente de los insurgentes. Su ejército estaba bien disciplinado y armado, lo que
le permitió llevar a cabo las hazañas militares más productivas del movimiento. Sus operaciones fueron
esencialmente en el actual estado de Guerrero, Michoacán, México, Puebla, Veracruz y Oaxaca. Su hazaña
más famosa ocurrió en Cuautla, donde resistió un sitio de más de dos meses impuesto por el general
Calleja, el más capacitado del virreinato.
Una vez al mando, Morelos se apresuró a dictar sus primeras disposiciones, destinadas a evitar los
errores que costaron grandes pérdidas a la primera insurrección. Entre ellas figuraban proteger los bienes
de la Iglesia, no atacar con fuerzas inferiores al enemigo para tener garantizada la victoria, castigar
cualquier intento de guerra de castas o pillaje y observar el escalafón militar por méritos.
La ciudad de Oaxaca fue la principal conquista deMorelos. Tras una batalla que duró tres horas, los
in-surgentes se apoderaron de la plaza. Ahí se juró, a nombre del Rey, la Suprema Junta Nacional
Americana el13 de diciembre de 1812.
Más tarde, el 20 de agosto de 1813, Morelos logra una victoria más para los insurgentes, tomando
el Puerto de Acapulco.
Con Morelos, las campañas militares de la insurrección estuvieron acompañadas de una voluntad
constitucional, que era buscada sobre todo por algunos letrados, abogados criollos y escritores políticos
ansiosos de colaborar en la representación del pueblo soberano, bajo la influencia de la Constitución de
Cádiz de 1812. Desde entonces y hasta la promulgación de la Constitución de Apatzingán en 1814 que dio
inicio al constitucionalismo mexicano, la guerra de Independencia fue un proceso tanto militar como
legislativo.
Las propuestas del movimiento constitucionalista español fueron muy atractivas para los criollos,
pero Morelos separó la causa insurgente americana respecto de la española. Primero rechazó las
propuestas de Cádiz que no otorgaban la soberanía a los reinos americanos, y luego rechazó al Rey,
iniciando su propio movimiento constitucionalista.
En 1813 Morelos organizó el Congreso de Chilpancingo, con la participación de Andrés Quintana
Roo, José María Murguía, Sixto Verduzco y José Manuel Herrera. El congreso abrió con el discurso de
Morelos titulado Sentimientos de la Nación, cuya idea central era salvar a la patria. La finalidad del
Congreso era la elabo-ración de la primera Constitución de México. Ésta fue jurada en 1814 en Apatzingán,
y constituyó el primer intento de convertir a México en una República.
Un día después de celebrado el Congreso, se realizó la votación para elegir al titular del poder
ejecutivo. Morelos resultó electo por mayoría de votos. Sin embargo, se apresuró a rechazar el cargo, pero
fue convencido por los congresistas para que aceptara, y finalmente aceptó. El caudillo se negó a que lo
trataran como alteza y fue entonces cuando se le dio el calificativo "Siervo de la Nación".
Después de varías derrotas Morelos fue aprehendido, juzgado y fusilado el 22 de diciembre de
1815 en Ecatepec, Estado de México.
Tercera fase
Después de la muerte de Morelos el movimiento insurgente se debilitó a partir de 1816, la guerra por la
Independencia se llevó a cabo en una guerra de guerrillas. Los jefes rebeldes permanecieron separados
entre sí: Vicente Guerrero en las montañas del sur, Guadalupe Victoria en Veracruz, Nicolás Bravo en el sur
de México y Manuel Mier y Terán en Puebla. Para resistir los ataques del ejército realista, las guerrillas se
resguardaban en cerros de difícil acceso y si estaban en superioridad, enfrentaban repentinamente a las
fuerzas realistas, para luego replegarse precipitadamente hacia los cerros.
En 1817 llegó a la Nueva España Francisco Xavier Mina, español revolucionario liberal que había
conocido en Europa al sacerdote mexicano fray Servando Teresa de Mier, quien lo había convencido de
que se encontraran en México para luchar contra el gobierno virreinal. Con Mina llegaron varios
combatientes, con armas y recursos, que reavivaron el entusiasmo por la lucha libertaria. Mina sostuvo y
ganó algunas batallas en San Luis Potosí y Zacatecas; fue vencido por los realistas bajo las órdenes de
Juan Ruiz de Apodaca en el rancho del Venadito, hecho prisionero y fusilado.
Para 1819 el movimiento por la Independencia parecía haberse extinguido. Los insurgentes habían
sufrido graves derrotas y el virrey Juan Ruiz de Apodaca ofreció el perdón a los rebeldes a cambio de que
se rindieran. Vicente Guerrero se mantuvo casi de forma solitaria en la lucha.
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