NAVEGACIÓN ABORIGEN EN EL ECUADOR En ese mismo año, el duque de la Plata fue sustituido por Melchor Portocarrero, conde de la Manclova quien optó por una actitud mas responsable hacia los restos de la Armada que heredó; este personaje descubrió que el Consulado de Comercio de Lima, tenía deudas con la Corona, por lo que negoció que la deuda sea destinada a la construcción de dos buques mayores y un patache como pago a las obligaciones contraídas. En 1693 se inicia la construcción de los tres buques con Juan Bautista de Mendive, como Superintendente, y bajo la dirección inmediata del maestro mayor de fábricas Andrés del Valle: “Santísimo Sacramento”, nave capitana que tendría 34 varas de quilla y 845 toneladas, “Purísima Concepción”, nave almiranta, que tendría solo 32 varas de quilla y 781 toneladas y el patache “Santa Cruz” de 24 varas de quilla y 256 toneladas; costaron 300.000 pesos. Fueron los últimos buques construidos en los astilleros reales de Guayaquil y Puná, durante el siglo XVII. “En 1697, con motivo de la mudanza a Ciudad Nueva, se le asignó al “Astillero Real y de Particulares” el sitio “a orillas de este rio para abajo de la ciudad, desde 30 varas apartadas de la punta del baluarte que de la última línea (por la calle Colón) hasta los términos de la casa y chacra de Juan de Ubilla (por la avenida Olmedo)… tierra a propósito para el efecto y que no se aniega con las corrientes del rio”. Al maestro mayor de Rivera, Andrés del Valle, se le señaló un solar en la zona. Por esta época el Procurador General argumentaba “que las fábricas que se han hecho siempre en estos astilleros, se han puesto las quillas y astilleras de barlovento de la población de la ciudad”. Ya se habrían olvidado de la existencia de los astilleros al norte del Cerro”17. A consecuencia de que los bucaneros dejan de atacar los barcos españoles en los mares de América, a inicios del siglo XVIII empieza a decaer la industria naviera; por consiguiente los astilleros de Guayaquil dejan de construir barcos a gran escala para la Armada española. En 1730 se registra la construcción del “San Fermín”, a un costo de 81.150 pesos; tenía 34 varas de quilla y 11½ de manga; montaba 30 cañones de a 6 libras. En 1736 se precisa la ubicación de los astilleros y confirma que existía uno al sur del foso (calle Mejía) y otro al norte del estero de la Atarazana. Hasta entonces se habían fabricado 176 naves: 47 de 36 a 54 codos de quilla; 32 de 27 a 36 codos; y 97 de 18 a 27 codos; fuera de las innumerables embarcaciones menores18. En la Guía Histórica de Guayaquil, se registra que en 1757, José de Erdozia (alias El Boliviano), propietario y capitán del navío “Nuestra Señora del Carmen”, se defendió a la acusación de “haber fabricado un bote y barraca junto al hospital (en aquel entonces por la calle Aguirre), ya por la ignorancia de la prohibición que lleva expuesta, ya por el ningún detrimento que se irroga a la ciudad, y ya finalmente por haber visto en su ramada practicar lo mismo al capitán y al maestre de las Caldas, de suerte que valiéndose de aquel adagio vulgar de que en tierra que fueres, haz lo que vieres, hice mi bote y barraca con inspección de la ramada y barca que había fabricado dicho maestre”. Esto demuestra que al no existir los Astilleros Reales en Guayaquil, los astilleros independientes realizaban la construcción de los barcos sin seguir las ordenanzas existentes a este respecto. En 1767 el Gobierno español determina la conveniencia de establecer en Guayaquil un Astillero Real en forma permanente, posiblemente ubicado entre el estero de Carrión (calle Mejía) y el 17 Ibidem, pág. 98. 18 Ibidem, pág. 99. 49