Gabo se nos fue para quedarse

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Gabo se nos fue
para quedarse
opin ión
Carlos Novoa S.I.*
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Mariposas amarillas, Melquíades, Úrsula Iguarán, Mauricio Babilonia, los papeles en los objetos para recordar sus
nombres, el Coronel Aureliano Buendía
y sus pescaditos de oro, la matanza de
las bananeras, y tantos tópicos más del
arrollador realismo mágico garciamarquino, los cuales nos comunican lo más
prístino de nuestra colombianidad, de
nuestra identidad caribeña. Nadie como
Gabo ha logrado penetrar y captar la
ilimitada complejidad de nuestra existencia nacional en sus dimensiones personal y social. Dicha existencia es de tal
vastedad y policromía que Luisa Santiaga, mamá de García Márquez, cuando le
preguntaron por la obra de su hijo respondió: “A mí me gustan los escritos de
Gabito, lástima que solo haya contado
la mitad de la historia”.
Este empeño de nuestro Nobel solo se
ha logrado desde la maestría artística y
en este caso literaria. La recreación estética de la palabra nos permite acceder
a los ámbitos insondables de lo humano como la vida, la muerte, el amor, la
arrogancia de poder, la felicidad, la tristeza y tantos otros, al ubicarse más allá
de la percepción empírico analítica limitada y muy reducida. Las maravillosas
imágenes escritas con olor a guayaba, y
la inconmensurable penetración sensible en los últimos recovecos del corazón
humano tan típica de García Márquez,
constituyen el secreto de su logro; v.gr.
“Creo que no hay mayor desgracia humana que la incapacidad para amar. …
El día que la mierda tenga algún valor,
los pobres nacerán sin culo. …Nunca
me he cansado de decir que ‘Cien años
de soledad’ no es más que un vallena-
abril 2014
to de trecientas cincuenta páginas”.
Las anteriores son expresiones del propio Gabo.
Sus páginas acerca del egoísmo y el
ansia de dominación por parte de las
personas son magistrales, alcanzando a
captar sus inefables resortes y mezquindades. Los malabares de los robos electorales y las maquinaciones delirantes
de la guerra civil, cristalizan textos épicos acerca de los inimaginables alcances de la maldad tanto femenina como
masculina ¿Y qué decir de la admirable
firmeza y el absoluto amor de Úrsula Iguarán matrona sin par? Toda esta
fascinante captación de lo más propio
del atavismo secular humano de Gabo
permanecerá iluminándonos de forma
continua, por esto nuestro Nobel se fue
para quedarse por siempre en nuestros
corazones.
Satoko Tamura, traductora de García
Márquez al japonés, vivió entre nosotros un tiempo para sentir y gustar internamente toda la magia macondiana,
ya que en su trabajo ella verifica cómo
“la clave no es buscar una palabra
equivalente en español, sino entender
qué quiso decir el autor y cuál es su cultura”. Asimismo, sostiene ella, “he podido comprobar que Gabo no se inventó
nada, sino que reprodujo su entorno”.
En Macondo los hechos superan cualquier imaginación y fantasía. Este es el
“realismo mágico” y acá es donde emerge toda la genialidad de nuestro Nobel.
La creatividad desbordante garciamarquina genera la palabra, la figura literaria, la estructura gramatical sintáctica,
que le hace posible comunicarnos ese
realismo, lo que nosotros somos, gracias
al juego del lenguaje. Por esto la palabra crea realidad, Dios es palabra según
la Biblia, y las personas y comunidades
somos palabra. Ni más ni menos Gabo
nos concientiza de nuestra identidad, y
de esta manera podemos asumir la infinita magia que somos, llenos de inagotables posibilidades para el bien o para
el mal. El ejercicio de nuestra libertad
determina tal valoración ética, quintaesencia de nuestra existencia.
Por esto afirma García Márquez: “La
ilógica de la vida no tiene fin. Dicen que
yo he inventado el realismo mágico pero
solo soy el notario de la realidad. Incluso
hay cosas reales que tengo que desechar
porque sé que no se pueden creer”
*Profesor Titular, Doctor en Ética Teológica,
Departamento de Teología.
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