Gabo se nos fue para quedarse opin ión Carlos Novoa S.I.* 26 Mariposas amarillas, Melquíades, Úrsula Iguarán, Mauricio Babilonia, los papeles en los objetos para recordar sus nombres, el Coronel Aureliano Buendía y sus pescaditos de oro, la matanza de las bananeras, y tantos tópicos más del arrollador realismo mágico garciamarquino, los cuales nos comunican lo más prístino de nuestra colombianidad, de nuestra identidad caribeña. Nadie como Gabo ha logrado penetrar y captar la ilimitada complejidad de nuestra existencia nacional en sus dimensiones personal y social. Dicha existencia es de tal vastedad y policromía que Luisa Santiaga, mamá de García Márquez, cuando le preguntaron por la obra de su hijo respondió: “A mí me gustan los escritos de Gabito, lástima que solo haya contado la mitad de la historia”. Este empeño de nuestro Nobel solo se ha logrado desde la maestría artística y en este caso literaria. La recreación estética de la palabra nos permite acceder a los ámbitos insondables de lo humano como la vida, la muerte, el amor, la arrogancia de poder, la felicidad, la tristeza y tantos otros, al ubicarse más allá de la percepción empírico analítica limitada y muy reducida. Las maravillosas imágenes escritas con olor a guayaba, y la inconmensurable penetración sensible en los últimos recovecos del corazón humano tan típica de García Márquez, constituyen el secreto de su logro; v.gr. “Creo que no hay mayor desgracia humana que la incapacidad para amar. … El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo. …Nunca me he cansado de decir que ‘Cien años de soledad’ no es más que un vallena- abril 2014 to de trecientas cincuenta páginas”. Las anteriores son expresiones del propio Gabo. Sus páginas acerca del egoísmo y el ansia de dominación por parte de las personas son magistrales, alcanzando a captar sus inefables resortes y mezquindades. Los malabares de los robos electorales y las maquinaciones delirantes de la guerra civil, cristalizan textos épicos acerca de los inimaginables alcances de la maldad tanto femenina como masculina ¿Y qué decir de la admirable firmeza y el absoluto amor de Úrsula Iguarán matrona sin par? Toda esta fascinante captación de lo más propio del atavismo secular humano de Gabo permanecerá iluminándonos de forma continua, por esto nuestro Nobel se fue para quedarse por siempre en nuestros corazones. Satoko Tamura, traductora de García Márquez al japonés, vivió entre nosotros un tiempo para sentir y gustar internamente toda la magia macondiana, ya que en su trabajo ella verifica cómo “la clave no es buscar una palabra equivalente en español, sino entender qué quiso decir el autor y cuál es su cultura”. Asimismo, sostiene ella, “he podido comprobar que Gabo no se inventó nada, sino que reprodujo su entorno”. En Macondo los hechos superan cualquier imaginación y fantasía. Este es el “realismo mágico” y acá es donde emerge toda la genialidad de nuestro Nobel. La creatividad desbordante garciamarquina genera la palabra, la figura literaria, la estructura gramatical sintáctica, que le hace posible comunicarnos ese realismo, lo que nosotros somos, gracias al juego del lenguaje. Por esto la palabra crea realidad, Dios es palabra según la Biblia, y las personas y comunidades somos palabra. Ni más ni menos Gabo nos concientiza de nuestra identidad, y de esta manera podemos asumir la infinita magia que somos, llenos de inagotables posibilidades para el bien o para el mal. El ejercicio de nuestra libertad determina tal valoración ética, quintaesencia de nuestra existencia. Por esto afirma García Márquez: “La ilógica de la vida no tiene fin. Dicen que yo he inventado el realismo mágico pero solo soy el notario de la realidad. Incluso hay cosas reales que tengo que desechar porque sé que no se pueden creer” *Profesor Titular, Doctor en Ética Teológica, Departamento de Teología.