1 RESUMEN DIDÁCTICO - Versión mayo 2005. Cátedra de Derecho Constitucional I. Preparado por Norberto Martínez Delfa. El caso “Rodríguez” Fallos, 320:2851 (Resuelto el 17 de diciembre de 1997) Nota: la explicación que sigue no exime al alumno de la cuidadosa lectura del fallo íntegro y del análisis de los fundamentos vertidos en el mismo por los magistrados. Este resumen tiene por única finalidad introducir al estudiante en la cuestión bajo análisis, brindándole una primera aproximación conceptual y, por lo mismo, no agota el examen del fallo. Antecedentes del caso: Un grupo de legisladores nacionales y el Defensor del Pueblo de la Nación, interpusieron amparo contra dos decretos del Poder Ejecutivo nacional del año 1997 que otorgaban la concesión de los aeropuertos nacionales e internacionales. Tanto en primera como en segunda instancia el amparo fue acogido, por lo que el Poder Ejecutivo nacional, a través del Jefe de Gabinete, ingeniero Jorge Rodríguez, interpuso recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Apremiado el Poder Ejecutivo para poner en marcha el proceso de privatizaciones, ante la medida judicial que le impedía adjudicar la concesión, dictó un decreto de necesidad y urgencia y lo remitió al Congreso Nacional para su consideración. Los mismos legisladores promovieron entonces una nueva instancia judicial solicitando como medida cautelar la suspensión de los efectos de dicho decreto de necesidad y urgencia, a lo que la jueza de primera instancia hizo lugar. El Poder Ejecutivo apeló la medida por la vía ordinaria correspondiente, pero al mismo tiempo se presentó ante la Corte Suprema alegando la incompetencia y carencia de jurisdicción de la jueza de primera instancia y subsidiariamente, recurso extraordinario directo ante la Corte contra la medida cautelar. 2 Sostuvo la incompetencia de la magistrada y que es el Congreso quien debe resolver sobre la validez o no del decreto de necesidad y urgencia porque a él le ha otorgado la reforma constitucional de 1994 el control de los mismos, y no un grupo de legisladores que eluden su responsabilidad como tales y recurren a la judicialización del caso. Justifica el Poder Ejecutivo el acudir directamente a la Corte ya que el Decreto-ley 1285/58 le atribuye la resolución de conflictos de competencia entre diferentes magistrados del país que no tengan un superior común. Alega además que existe gravedad institucional al interrumpirse el proceso de adjudicación del sistema aeroportuario nacional y que por consiguiente, aunque no existe sentencia previa, debe entender directamente el máximo tribunal. Con el voto favorable de los cinco jueces de la llamada mayoría automática de la Corte (Moliné O’Connor, Boggiano, López, Nazareno y Vázquez y la disidencia del resto) se dejó sin efecto la decisión de la jueza de primera instancia y se declaró inoficioso el tratamiento del recurso extraordinario. Doctrina de la no intervención judicial en cuestiones políticas: Considerando 5º: remite al dictamen del Procurador General (Nicolás Becerra, radical). Cada poder está dotado de facultades privativas, aunque coordinadas. Ningún poder es superior a otro. No pueden existir interferencias recíprocas. La separación de poderes implica imponer a cada titular de la potestad pública determinados límites: es necesario que el poder detenga al poder. Para ello es necesario que los poderes se contengan y se detengan unos a otros. El Poder Judicial es intérprete último de la Constitución, pero su derecho a la revisión judicial no es un privilegio que implica un sometimiento del Ejecutivo o el Legislativo, lo que sería contrario a la independencia de los poderes. Si el Poder Judicial frustra la decisión política del gobierno o del Congreso, se corre el riesgo de que su decisión no sea respetada, con lo que se perjudica el estado de Derecho, o que la decisión política del gobierno sea sustituida por un acto judicial, con lo que se judicializa la política por personas que no tienen mandato popular alguno para hacerlo. Importancia del fallo: 3 Este decisorio, así como el dictamen del Procurador General (repetimos, de origen político diverso al del entonces Poder Ejecutivo nacional y a la composición mayoritaria de la Corte), reitera la doctrina de autorrestricción del máximo tribunal para intervenir en ciertas cuestiones que, discrecionalmente, califica como de carácter político o privativas de cada uno de los otros dos poderes, inaugurada en los EEUU en “Madison v. Marbury”. Expresamente en su considerando XI el dictamen del Procurador se remite a la Corte estadounidense para afirmar que en el tipo de conflictos como el planteado en la causa “hacen surgir consideraciones políticas más que legales: el poder judicial no debiera decidirlas sino se presentara un atolladero constitucional o una inmovilización del gobierno, pues de otro modo se alentaría a los pequeños grupos e inclusive a los individuos que integran el Congreso, para que busquen solucionar judicialmente las cuestiones, antes de que el normal proceso político tenga oportunidad de resolver el conflicto…No fuera a suceder que con el loable objeto de preservar estos principios, la intervención de este tribunal ignore el rol que las circunstancias actuales le permiten y adopte una solución que, alejada de dicha realidad, origine un conflicto institucional que sólo vaya a encontrar solución en la supresión de los poderes que integran el sistema supuestamente lesionado.” También resulta relevante el considerando 13) del voto mayoritario que establece que respecto del dictado de decretos de necesidad y urgencia por el Poder Ejecutivo, la propia Constitución establece un ámbito específico de contralor que no es el judicial, sino el del Congreso. Agrega que dicho control no está subordinado, para hacerse operativo, al dictado de una ley especial que cree la Comisión Bicameral Permanente a la que alude el inciso 3º del artículo 99º de la Constitución Nacional, ya que de lo contrario la omisión legislativa importaría privar sine die al titular del Ejecutivo de una facultad que le fue conferida por el constituyente. Valor de las disidencias: De los distintos votos disidentes, el de los doctores Augusto Belluscio y Gustavo Bossert merece ser resaltado en tanto en cuanto rechaza la postura autorrestrictiva de la mayoría afirmando que “…carece de sustento afirmar que los decretos dictados por el Poder Ejecutivo invocando razones de necesidad y urgencia sólo estén sujetos al control parlamentario establecido por la Constitución, y ello independientemente de que su aprobación o rechazo estén sometidos a tratamiento por parte del Congreso. De otro modo, se estaría consagrando una categoría de actos excluidos del examen constitucional que corresponde a esta Corte y a los tribunales inferiores, consagrándose el absurdo de que una ley pudiera ser invalidada por el Poder Judicial por atentar contra la Constitución, lo mismo que un decreto u otro acto administrativo del Poder Ejecutivo, pero no el decreto de necesidad y urgencia. Bastaría atribuirle esta categoría para impedir el juzgamiento de su constitucionalidad, la que nunca podría tener lugar si el Congreso no lo ratificara ni desechara.”