ENTREGO SOLES Para adolescentes con ganas de repartirlos Hojas sueltas... Siento que se me van las manos apresuradas por vivir una aventura hasta ahora no experimentada... ¿Por qué será hoy y no mañana? ¿Por qué esta noche y no otra de las muchas tantas?... Esto de tomar el papel y de dejar en él todo lo mío me conmueve. Me asusta. Me interpela. Me emociona. Pero me quedo tranquila. Nunca dejamos todo lo nuestro en ninguna parte, en ningún acto, ni en lo más querido, ni en lo más lejano... Entre estas páginas quedarán expuestas sólo algunas luces sueltas, otras quedarán acurrucadas en mis temores, esos que me impidieron tener la valentía de alumbrar de veras. Esto no es más que un pálido reflejo de la vida misma... nunca están sobre ninguna mesa todas las cartas, nuestros actos sólo exhiben algunos resplandores... La aventura de escribir me guiña un ojo desde la adolescencia. Pero hasta ahora no tenía el coraje, me faltaban los motivos o las ganas de meterme en esta loca tarea. ¡A quién se le puede ocurrir reducir en palabras sus propios sentimientos! Sus noches no dormidas. Sus tardes caminadas. Sus ratos de dolor, de furia o carcajada. Me desafía la tarea de escribir porque gracias a ella podré acercar a los demás algunos soles de esperanza, de ternura, de consuelo... no vaya a ser cosa que alguien esté reclamando a gritos un cachito de esa claridad, que la vida ya me ha prestado, aunque sea por un ratito... Tomame entre tus manos con espíritu crítico. Desechá todo lo que no te sirva para ser feliz. Cerrá estas hojas cuando ya no te hagan falta o te aburran. Quejate por el dinero o el tiempo invertido. Arrugame sin miedo y tirame a la basura. Es decir, olvidame... Porque si “recordar” quiere decir “volver a traer al corazón” (revolver y cordar — cordis— corazón); olvidar quiere decir que lo vivido nos tocó una zona muy lejana a los afectos... Igual que cuando chicos, para todos el corazón sigue siendo el domicilio oficial del amor... por lo tanto los recuerdos nos hablan de amores y los olvidos sólo nos enfrentan con lo opuesto al amor. La indiferencia. Yo sé que si mis soles no te queman su destino fatal será el olvido. Pero no te aflijas, quedate tranquilo... porque lo que vos hagas con esto, que lo siento casi como parido, no me quitará ni por un segundo, el placer que me da el simple hecho de escribirlo. ¡Ah! ... antes de que me olvide... sé buenito. Hojeame con cariño. Dentro de este “casi libro” estoy yo misma palpitante, efervescente. En cualquier momento, tené cuidado, pego un salto desde mis palabras, esos maravillosos toboganes de ideas, y me encontrarás entre tus brazos. Solito tendrás que resolver qué hacer con semejante paquete... ¿Sabés una cosa? Ahora me doy cuenta de que debe ser por eso que me emocionan tanto las bibliotecas. Allí tengo la hermosa y rara sensación de zambullirme dentro de páginas que no pudieron ser enterradas junto con sus autores... gente que pudo desafiar a la muerte misma y hoy están tibiamente palpitantes en cada renglón, en cada párrafo, en cada punto y aparte... Cuando tomes entre tus manos cualquier libro hacelo con respeto. Ahí duerme simplemente la emoción hecha palabra, los conocimientos escondidos entre frases o las dudas recostadas en todas las oraciones. Me consta de que te hallás sumergido en el universo de todo lo que ves y escuchás. De lo que olés, gustás o tocás. Sé que todo esto es atrayente y que pinta muy divertido. Pero yo me voy a jugar a invitarte a otro espacio. Allí sólo se ve lo que tu imaginación pinta. Sólo se escucha lo que tu voz de adentro se anima a susurrarte. Donde se saborean las ideas nuevas que empiezan a endulzarte. Donde gozarás del perfume que esparcen los sueños recién nacidos... Dónde estirarás las manos para acariciar verdades suavecitas... de esas apenas estrenadas. Si algo de este universo logra interesarte, podés pasar... pero abrí la puerta despacito... no hagas ruido... la música de las palabras que remontan sentimientos es muy liviana... y la muy sinvergüenza en la primera de cambio aprovecha... y se escapa del libro...