“QUE EUROPA HABLE CON UNA SOLA VOZ” 217 “QUE EUROPA HABLE CON UNA SOLA VOZ” Jesús Fonseca Delegado del diario La Razón en Castilla y León. Ex-Corresponsal de Televisión Española en Bruselas. ∗ Pueblos y Estados, a lo largo de la historia, han intentado asegurarse el dominio del continente europeo mediante la guerra y las armas. La afirmación de Vladimir Llich Lenín, “quien tenga Europa, tendrá el mundo”, ha marcado la historia de esta Europa. Y fue en esta Europa, desgarrada por dos sangrientas guerras y por el declive de su posición en el mundo, donde se abrió paso la idea de una Europa fuerte y unida sólo posible en un clima de paz, de entendimiento y concertación. Y en ello estamos. Sólo que para lograrlo, se hace hoy, más precisa que nunca, la voluntad de los europeos. Es preciso hacer frente a nuevos retos, es necesario que Europa reconsidere su papel en el mundo de la empresa y del trabajo; que entre todos encontremos nuevos cau_______________________________________________________ ∗ Jornada de Valencia. 13 de diciembre de 2002. LA INTEGRACIÓN EUROPEA Y LA TRANSICIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA 218 ces de progreso y de democracia. Que Europa hable con una sola voz. Lo primero que hay que tener claro es que la Unión Europea es un éxito. Con las limitaciones que se quiera, pero un éxito. Lo cierto es que Europa vive en paz desde hace más de medio siglo. Que junto con los EEUU de América y Japón, la Europa de la Unión es una de las tres regiones más prósperas de nuestro planeta. Y todo esto no hubiera sido posible si no hubieran ido unidos hombro con hombro, si no hubieran trabajado juntos los países de la Unión Europea. Gracias a la solidaridad entre sus miembros y a un justo reparto de los frutos del desarrollo económico ha aumentado enormemente el nivel de vida en las regiones más débiles de la Unión, que han superado gran parte de su atraso. Por fin, Europa está en camino de convertirse, sin derramamiento de sangre, en una gran familia. Una auténtica mutación que por supuesto exige un enfoque diferente del de hace cincuenta años, cuando seis Estados iniciaron el proceso. Sin pretender cuestionar los logros de cincuenta años de integración europea, no deja de ser cierto que podría mejorarse la forma en que se ejercen las competencias. Harían falta para ello, por ejemplo, reformas institucionales que nos permitan seguir avanzando en el proceso de integración política, económica y social. Los países miembros deberían ponerse de acuerdo, y deberían hacerlo ya, en aspectos tan fundamentales como por ejemplo las verdaderas competencias de la Unión, la simplificación de los “QUE EUROPA HABLE CON UNA SOLA VOZ” 219 Tratados, el papel del Parlamento Europeo y, sobre todo, y por encima de todo, hablar con una sola voz. De esta manera el debate sobre el futuro de la Unión europea se hace estrictamente necesario, para poder unificar las voces de todos aquellos que quieran sumar sus tonos a esa voz única, que es la de la Unión. Es una iniciativa que, desarrollada en el marco de la conferencia intergubernamental, se coloca en un debate a la vez más amplio y detallado que el Diálogo sobre Europa iniciado por la Comisión en febrero de 2000. Todo esto no es más que la parte de un proceso de reflexión, necesario en momentos cruciales de la historia como en el que nos encontramos. Momentos históricos marcados, en el ámbito internacional, por el dolor, la incomprensión, la desigualdad económica y de oportunidades, etc. Una época que merece la reflexión de cada uno de los europeos para que podamos establecer las bases de un intercambio que contribuya a la preparación de una nueva conciencia europea. Así, cuando el 7 de marzo de 2001 la Presidencia sueca, la futura presidencia belga y los Presidentes del Parlamento Europeo y de la Comisión hicieron una declaración común que daba inicio al debate sobre la futura evolución de la Unión Europea, comenzó uno de esos tiempos crecientes hacia el interior del espíritu de la Unión. Espíritu propio del cuerpo con vida, lleno de dinamismo que orientará, desde este debate en el que nos encontramos ahora, hacia un fortalecimiento de la cohesión de Europa con los europeos. LA INTEGRACIÓN EUROPEA Y LA TRANSICIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA 220 Es preciso acercar las instituciones europeas al ciudadano como primera medida de fortalecimiento mutuo entre Europa y los europeos. Sin duda alguna, los ciudadanos han respaldado, y lo siguen haciendo, los principales objetivos de la Unión, pero no siempre perciben la relación entre dichos objetivos y una aplicación de la misma, de una manera práctica y cotidiana en su entorno familiar. Es deseo de todos ellos, que las instituciones europeas sean menos lentas y más flexibles y, sobre todo, más eficientes y transparentes. Más cercanas, accesibles. En definitiva, no podemos perder esa relación personal y humana que todos necesitamos para construir, desde el hombre, una Europa para el hombre, una Europa para los europeos. Muchos piensan que la Unión debería prestar más atención a sus precauciones concretas. Quieren implicarse en la toma de decisiones que les afectan, que les tocan más cerca, tales como la justicia, la seguridad, la lucha contra la delincuencia, el control de los movimientos migratorios, el empleo, la lucha contra la pobreza, la exclusión social, la cohesión económica y social, la contaminación, el cambio climático y la seguridad de alimentos. Además quieren ver a Europa más comprometida en asuntos exteriores, de seguridad y de defensa. Porque es cierto, no hay que ocultarlo, que la política exterior sigue siendo el elemento más débil del proyecto europeo. Para que Europa se convierta en uno de los protagonistas principales del ámbito internacional, tendremos que modificar muchas de nuestras políticas, actitudes e instituciones. El debate, completa la búsqueda del papel que Europa ha de “QUE EUROPA HABLE CON UNA SOLA VOZ” 221 desempeñar en el mundo, con la debida organización que debe asumirse para la promoción de una manera coherente y eficaz, los valores fundamentales. Valores que deben defender los intereses comunes y contribuir a la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible. Valores que deben amparar la integridad de cada persona, de cada cultura y de cada pueblo. La confianza demostrada por los europeos, coloca a las instituciones frente a lo que puede parecer un contrasentido: el deseo de una Europa sencilla y clara, respetuosa de las competencias de cada cual, pero que intervengan en una cadena de sectores cada vez mayor. Se pide a la Convención Europea que aporte nuevas respuestas y nuevos razonamientos. Hemos de preguntarnos cómo podemos aumentar la legitimidad democrática y la transparencia de las instituciones actuales, para promover una arquitectura institucional de acuerdo con los parámetros que los europeos nos han marcado y lo siguen haciendo, gracias al debate abierto sobre el futuro de la Unión. Se deberá demostrar que la Unión europea es capaz de reestructurarse. Para una regeneración como esta debería consolidarse la función legislativa del Parlamento Europeo, así como el papel que los partidos políticos europeos han de desempeñar en el mismo. Se debería precisar más la función legislativa del Consejo, distinguiéndola con nitidez de sus funciones ejecutivas. Como instrumento de acercamiento al ciudadano las reuniones en las que el Consejo ejerce sus funciones legislativas deberí- LA INTEGRACIÓN EUROPEA Y LA TRANSICIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA 222 an ser públicas, facilitando la presencia de los europeos y grabando en sus conciencias el espíritu de la Unión. Por último, deberían concretarse los dispositivos alternativos que permitieran a los Parlamentos nacionales participar en las decisiones europeas de manera más directa. Se hace necesaria una búsqueda de un camino que garantice que el reparto renovado de competencias no lleve a una expansión de las competencias de la Unión o a una agresión de las competencias exclusivas de los Estados miembros y, en su caso, de las regiones. De esta manera, mantenemos íntegra la identidad y la novedad que representan las diferencias de cada uno de los Estados, de los territorios, de los pueblos, de las personas. Se precisa una puesta en marcha, y en una misma dirección, el esfuerzo de todos por sumar energías y encontrar la manera eficaz de llegar a una solución que beneficie la cohesión entre la Unión y los europeos. Otra de las cuestiones de las que tenemos que hablar es la de cómo mejorar la eficacia del proceso de toma de decisiones y el funcionamiento de las Instituciones en una Unión de unos treinta Estados miembros. Solamente desde el diálogo y el debate constructivo, desde el respeto a la integridad de cada persona podemos establecer unos lazos de comunicación aptos para diseñar un engranaje orientado a aproximar el gobierno de una comunidad a los individuos que lo componen. “QUE EUROPA HABLE CON UNA SOLA VOZ” 223 Más allá de nuestras fronteras, la Unión Europea se enfrenta asimismo a un entorno globalizador y sometido a un continuo cambio. Tras la caída del Telón de Acero, en 1989, surgió la esperanza de que podríamos alcanzar ese clima de paz y equilibrio tan deseado por todos, sin conflictos, una situación basada en los derechos humanos. Pero poco duró esa ilusión. Apenas años más tarde, el 11 de septiembre nos ha hecho ver de un modo desgarrado y cruel, la cruda realidad de nuestro tiempo. Las tensiones hostiles no han desaparecido de nuestros horizontes. Un nacionalismo o una religión mal entendidas, el racismo y el terrorismo, se intensifican y siguen siendo sustentados por los conflictos regionales, la pobreza y el subdesarrollo. Así, la única frontera válida, el único límite aceptable y que establece la Unión Europea, para adquirir una convivencia pacífica, es la de la democracia y el respeto de los derechos humanos. La adhesión a esta Unión, que es un proyecto de todos, ciudadanos e instituciones, sólo puede estar abierta a los países que respeten valores tan esenciales como elecciones libres, el respeto de las minorías y el Estado de Derecho. Un país que quiere una convivencia pacífica donde, tanto el Estado como cada uno de sus miembros, cohabitan en el mundo en un clima de entendimiento y diálogo mutuos, de manera que no sólo beneficien a los países ricos sino también a los más pobres, debe respetar esos valores esenciales y básicos de la sociedad. De esta manera se podrá conseguir ese objetivo, que anhelamos, que reclamamos siempre hasta que sea una realidad: que Europa hable con una sola voz en el mundo.