¿QUIÉN FUE FRANCISCO PALAU

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¿QUIÉN FUE FRANCISCO PALAU?
Pinceladas biográficas
Aitona (Lleida), zona del Baix Segre
1. Un niño se asoma al mundo
Francisco Palau Miarnau se casó con Antonia Quer Esteve en Aitona, abril de
1798. Bastante jóvenes, él 25 años y ella con 18. Cristianos y labradores.
Tuvieron 9 hijos. El séptimo fue FRANCISCO, que nació un frío 29 de
diciembre de 1811 y fue bautizado el mismo día.
•
Sus padres tenían 39 y 32 años respectivamente. El primer hijo, Cayetano, murió
al mes de nacer. La hija mayor, Engracia, tenía 11 años, José 9, Rosa 7, Antonia,
que falleció al año de nacer, y Clara 2. Y llegó el bebé Francisco. En plena
dominación francesa, en "l'any de la fam". Tres años tenía cuando acabó en
España la llamada Guerra de la Independencia. En 1815 nació Teresa, requiriendo
la atención de su madre en los pocos ratos libres que le dejaban las faenas del
campo. Apenas 7 años tenía Francisco cuando nació un nuevo hermanito, el que
será amigo, hermano y discípulo de por vida, JUAN (27.3.1818). Ese año
celebró Francisco el sacramento de la confirmación: "Hasta la edad de siete
años yo no conocí qué cosa era amar” (MR 302).
•
Aitona, antigua villa del marquesado de los Moncada y señorío de los
duques de Medinaceli, es hoy un pueblecito del Baix Segre famoso por su
excelente producción de fruta. Ambiente agrícola a gran escala, tractores y
agencias bancarias se multiplican.
La Aitona que conoció el niño Francisco fue una población saqueada, destruida
en su hacienda, mermada en sus ciudadanos varones por la guerra contra el
francés. Un pueblo que luchaba por salir del caos con redoblado esfuerzo por
recuperar el indispensable medio de vida: los campos. Todos tenían que trabajar
en ello, también mujeres y niños. No había otro horizonte de esperanza.
A Francisco le gustaba estudiar. Era reflexivo, callado y observador, inteligente,
sumamente despierto y poco aficionado a las tareas agrícolas. Lo suyo era la
escuela, leer y releer, conocer y desentrañar lo profundo de las cosas y los
acontecimientos.
•
Poco sabemos de sus
padres. Eran gente honrada
y considerada en el pueblo
"cristianos viejos" y "de
limpia sangre", "defensores
del Altar y el Trono". En
lectura actual se diría
cristianos
practicantes,
gente de Iglesia. Francisco
bebió la religiosidad en el
seno familiar: frecuencia de
sacramentos, rezo diario del
rosario mariano, participación con su papá en el
coro parroquial... Junto a
esto, un ambiente austero de
faena, poca relación durante
el día, amor real más que
expresivo, preocupación por
las primeras necesidades
más que atención afectiva.
Casi nulas las referencias
de Francisco a sus padres
durante toda su vida.
Casa Natal de Francisco Palau y Quer
Alusiones
escasas
y
significativas. Así escribía
en 1851, a sus 49 años y después de casi 11 de obligado exilio en Francia: "Me
atreví a ir a abrazar a mi padre y a saludar a mi madre" (Carta 9).
•
La mejor confidente, su hermana Rosa. Ella, que no sabía leer ni escribir,
alentaba a Francisco a no dejar la escuela. Casada en 1824, a los 20 años, con
Ramón Benet, de Lleida, se llevó a su hermano a vivir con ellos para que pudiera
asistir como externo a las clases del seminario diocesano ilerdense. Tenía Francisco
unos 14 años.
•
Catorce años se cree, según la tradición familiar, que tenía cuando celebró su
primera comunión en la capilla de Butsenit, a 2 kms. de la capital, hoy
transformada en parroquia y entonces filial de san Lorenzo. Francisco nos da en
síntesis sus sentimientos: "Dios al criar mi corazón sopló en él y su soplo fue
una ley que le impuso y esa ley me dice «Amarás». Mí corazón fue fabricado
por la mano de Dios para amar y ser amado y sólo vive del amor. Yo no
conocía este enigma. Mi corazón desarrolló su pasión ya desde niño, ya amaba
con pasión y esta pasión era mi tormento y mi pena [...] Mi corazón,
semejante a una débil barquichuela, había extendido sus velas ya desde la
niñez y, agitado por todos los vientos opuestos, carecía de dirección [...] Pasé mi
niñez sin conocerte” (MR 495).
•
2. la búsqueda de la felicidad
Muy poco, por no decir nada, sabemos de las andanzas del adolescente
Francisco. Seguía sus estudios en el seminario como externo y salió buen latino.
Algo debió pasar en su afanosa búsqueda de la felicidad a juzgar por las
palabras que escribió en su diario muchos años después: "Se hacía sentir en el
corazón un vacío inmenso [...] Fui en pos de lo bello, bueno y amable que los
sentidos presentaban, pero al adherirme a estas bellezas, el corazón hacía
sentir su insuficiencia y no hacía más que aumentar la sed y el ardor del
fuego del amor. Mi juventud se pasó como una sombra” (MR 495).
•
Alrededor de los 17 años, Francisco tomó la decisión de quedar en el
seminario como interno. No quería ser una carga para nadie. Solicitó beca como
pobre y aprobó brillantemente los exámenes prescritos para los seminaristas
"porcionistas". Era el año 1828 y Francisco comenzó a pensar en ser sacerdote,
pero lo que seguía buscando era el camino que le condujera hasta "el objeto" que
saciara su capacidad de amar, la que él sentía, la que Dios había depositado en su
corazón.
•
Presumía que sólo en Dios podía hallar la belleza que colmara esa capacidad: "El
amor no puede estar en el hombre ocioso [...] El amor no podía contentarse con
una amiga" (MR 383). Yo, aunque muy en oscuras, te buscaba a ti, estaba
persuadido do que sólo una belleza infinita podía saciar y colmar los ardores del
corazón” (MR 496).
•
Se tomó en serio su vida en el seminario: los estudios, el horario, los actos de
piedad. Hasta hacía horas extras de oración y se imponía algunas penitencias.
Quería ser santo, intuía que belleza interior y santidad eran caras de la misma
moneda.
Su hermana Rosa le visitaba de vez en cuando y ha transmitido lo que vio en su
hermano seminarista: que hacia mucha oración y le gustaba hacer penitencia, que
se ponía ramas en el jergón de la cama para que a la oración acompañara el
sacrificio. Se lo dijo al rector del seminario, señor Costa. Desde entonces, se
prohibió que las mujeres entraran en la habitación de los seminaristas, aunque
fueran de su familia.
•
Buscador insaciable de la
verdad y la belleza infinita,
indagó con afán el misterio de
un Dios, concebido Absoluto y
separado de las criaturas. Y le
gustó la filosofía. Aprobó los
tres cursos y pasó a primero de
teología. Se entusiasmaba con
los argumentos contundentes de
santo Tomás de Aquino. Se
identificaba con el espíritu
místico e indagador de san
Agustín, le atraía con fuerza la
figura del profeta Elías y su
celo por la gloria de Dios... Un
pero... Pero no acababa de tener
clara su vocación, pues eso de
«una carrera eclesiástica» le
decía muy poco, como que le
quedaba grande.
Pudo influir en su ánimo y en
su visión el confuso testimonio
de algunos sacerdotes, incluidos profesores del seminario de Lleida, embarcados
en las candentes cuestiones políticas del momento con el intrincado tema de la
sucesión al trono de España. Clima y opiniones que condujeron al enfrentamiento
entre liberales y conservadores y que acabarían originando las «dos Españas».
Francisco tenía serias dudas sobre el sacerdocio: “A mi parecer, yo no sentía esa
vocación” (VS 17).
•
Al joven aitonés le gustó mucho el carmelita descalzo José de Santa
Concordia, conventual de Lleida y profesor-examinador en el seminario. Con él
pudo confidenciar sus inquietudes cada 15 días, pues los seminaristas acudían a
confesarse a un convento de religiosos según lo prescribían los estatutos. El padre
José era hombre austero y renovador, preocupado por levantar el Carmelo
Teresiano de Lleida de su abandono y dejadez religiosa, de sacarlo de sus injerencias en política. Hombre amante de la oración, pudo hablarle a Francisco de
Elías, de su profetismo, del espíritu eclesial de Teresa de Jesús. Y los ojos del
seminarista Palau se iluminaron y el corazón giró rumbo en búsqueda de nuevas
rutas hacia la felicidad.
Hizo una novena a Elías y sintió que el último día el profeta le cubría con su
manto. Entendió que Teresa de Jesús le llamaba a su Carmelo: "Estudiando
ciertos incidentes de mi vocación a la Orden de Santa Teresa, creo que me
llamó ella a su Orden” (Cta 93).
•
En el verano de 1832 Francisco Palau presentó renuncia de su beca al rector.
Ya era teólogo tonsurado y tenía 21 años. Le comunicó que se iba carmelita
descalzo. Le insistieron que se quedara. Se disgustaron sus padres porque se hacía
fraile. No entendieron esa decisión.
•
Siguió su camino Se fue con el padre José, recién elegido provincial en el
capítulo de mayo de 1832 aun sin ser capitular. Las razones de Francisco venían de
muy adentro, no importaba que otros no las penetraran. Había buscado en la tierra,
ahora lo hacía en el cielo: "reconociendo que todas las bellezas materiales no
eran la que buscaba [...], me resolví a abandonarlas todas. Y fui al claustro,
por si acaso allí te encontrara” (MR 495).
•
El 23 de octubre de 1832 comenzó el noviciado en Barcelona vistiendo el hábito
teresiano y llamándose fray Francisco de Jesús María José. El sentido de familia
fue siempre algo arraigado en él y transmitido a quienes le siguieron. Su nombre en
religión no fue simple azar, él quiso consigo a la sagrada familia de Nazaret:
Jesús, María y José.
3. La lucha por “la causa de la Iglesia”
El 15 de noviembre de 1833 hacía su profesión solemne. Pronunciaba sus votos de
castidad, pobreza y obediencia usque ad mortem, hasta la muerte. No era fórmula
aprendida, sabía bien lo que decía y hacía, conocía de cerca la situación. Tiempos
fuertes, amenazas a punto de estallar, tras la ya esperada muerte de Fernando VII, el
que paradójicamente había sido calificado "El Deseado".
•
Liberales y carlistas pugnando por la corona. Intrigas políticas para atraer
al pueblo a uno u otro bando: "Cuando hice mi profesión religiosa, la revolución
•
tenía ya en su mano la tea incendiaria [...] y el temible puñal para asesinar” (VS
16).
A fray Francisco le duró muy poco la felicidad. Triste noche la del 25 de
julio de 1835, fiesta del patrón de España, Santiago Apóstol. Apenas año y medio
desde su profesión religiosa.
Los conventos comenzaron a
arder, iglesias saqueadas,
frailes arrastrados por las
calles.
Primero en Madrid, ahora en
Barcelona.
Confusión,
barbarie,
venganzas.
Comenzaba para España una
de
las
épocas
más
vergonzosas de su historia.
Triste y largo período que,
referido a los frailes y
monjas, vino en mal-llamarse
"la exclaustración".
•
Por decreto-ley la
vida religiosa desapareció
en un plumazo. Un éxodo sin
Fachada del convento de San José de
horizonte de tierra prometida.
Barcelona, noviciado y comunidad de fray
Francisco
Fray Francisco, ya ordenado
diácono,
escapado
milagrosamente de las llamas de su convento, encarcelado en La Ciudadela de
Barcelona, solicitó un vestido de seglar y salvoconducto para Aitona: "Desde
entonces una sola cosa aliviaba mis penas y era la esperanza de morir víctima
entre las llamas voraces de la revolución de la época 1...] Me ofrecí, aunque sin
conocerte, por víctima propiciatoria en tiempo de ira y venganza” (MR 496).
•
Búsqueda y lucha serán de por vida dos coordenadas que configurarán la
vocación de Francisco Palau y crearán un estilo de vida, una manera de ser y de
vivir: determinación del corazón y libertad de actuación. Ante todo, ser y
saberse carmelita teresiano.
•
El Carmelo grabado en el corazón, y la vida como testimonio que haga visible
qué es ser carmelita, más allá y más adentro de edificios y estructuras: "Para vivir
en el Carmen sólo necesitaba una cosa, que es la vocación” (VS 17).
•
Vocación entendida entonces como vida solitaria: "Para vivir como
anacoreta, solitario o ermitaño, no necesitaba de edificios, que presto iban a
desplomarse” (VS 17). La influencia de su maestro de novicios, Francisco de
Jesús Nazareno, había sido decisiva. De prior del desierto de El Cardó por dos
trienios consecutivos pasó
a ser formador. Su
concepción y criterios
sobre
"el
carmelita
teresiano" se volcaron en
los novicios. Francisco alimentó más y más su
personal atractivo por la
soledad, el silencio, la
oración....
•
Ya
en
Aitona,
Francisco buscó lugares
solitarios. Le gustó
Cueva del Padre Palau (Aitona, Lleida)
una cueva, cerca de la
ermita románica d e S a n
J u a n d e Carratalá. El dueño permitió que la habitara. Un rústico refugio de la
propia naturaleza, espacio mínimo pero suficiente a quien sólo necesitaba del
espacio infinito de Dios y de un rincón silencioso para orar por "la causa de la
Iglesia", "por la paz de España": "Me conformé lo mejor que pude con las
reglas de mi profesión religiosa” (VS 18).
•
El gobierno liberal
prohibió la ordenación de nuevos
sacerdotes.
Los
obispos
comenzaron a ser vigilados incluso
alejados de sus diócesis. En estas
circunstancias, el provincial, José
de Santa Concordia, mandó a fray
Francisco de Jesús María José que
se ordenara. Obedeció. Lo tuvo
que hacer en Barbastro (Huesca)
por no haber ordenaciones en
Lleida. Fue el 2 de abril de 1836,
medio a escondidas, en el oratorio
privado del obispo Jaime Fort y
Puig. Fray Francisco comenzó a
ser el padre Palau. Era la fiesta de
•
Oratorio privado del Obispo de Barbastro
su santo patrón san Francisco de Paula. Todavía hoy puede visitarse la capilla, que
sigue siendo el oratorio del obispo de Barbastro.
Y la lucha tomó otro rumbo. Fue hecho "ministro", "sacerdote del Altísimo".
Confiesa que se sintió transformado por el Espíritu en otro hombre. Sin abandonar
sus ratos de oración y vida en la cueva -hoy Cueva del Padre Palau- se puso a
disposición del párroco y emprendió la predicación.
•
La gente acudía a él como a un oráculo, a un santo. Es memoria histórica para los
habitantes de Aitona que "después de Juan Bautista el padre Palau es el santo más
santo". La comparación no es fortuita. A san Juan Bautista está dedicada la ermita
situada enfrente de la Cueva del P. Palau y que éste actualizó reanudando el culto, las
procesiones, romerías, vigilias de oración. En el pueblo rebrotaba el fervor religioso.
Los jóvenes pretendían imitar al padre Francisco en su estilo de vida.
•
Varios prelados nombraron al padre Palau misionero apostólico. Apoyaron y
sufragaron el movimiento espiritual que se había originado en las misiones
populares alentadas por el Papa Gregorio XVI en favor de la paz en España. Filas y
filas de gente iban a confesarse con el misionero de la Cueva, pero este movimiento
no les gustó nada a los del gobierno de la regente Cristina. ¡El padre Palau era
altamente sospechoso!
•
Se le formó expediente: Promueve manifestaciones a altas horas de la madrugada.
Es faccioso carlista, se debe extremar su vigilancia, mejor alejarle de Lleida. Algunos se
animaron a cobrar la menguada recompensa que se ofrecía a quien lo quitara de en
medio. Se acercaron a la Cueva, de noche. El padre Palau consideró normal la
cosa. Como Nicodemo con Jesús, también a él acudían, a veces, de noche.
Tres sombras en la oscuridad. Una se adelanta. El solitario misionero sigue
orando. Con calma interpela: "¿A matarme vienes, hermano?” Los ojos rezuman
ternura: "Anda, ven, hermano, ya hace años que no te confiesas. A ver, di conmigoYo confieso...". El tiempo pasó casi sin percibirlo. "No lo olvides, la eternidad está
cerca 1...] Ahora, ve, llama a tus compañeros”.
•
Los carlistas perdieron una guerra que de 1833 a 1840 transformó a España
en un cementerio de cadáveres. El éxodo a Francia fue masivo, por Cataluña y el País
Vasco. El padre Palau pasó la frontera en julio de 1840 con su hermano Juan y un
pequeño grupo de sacerdotes y estudiantes, entre ellos el joven José Escolá que,
posteriormente, sería el fundador de la Academia Bibliográfica Mariana. Había bebido
en buena fuente su amor y devoción a la Madre de Dios, ya que el carmelita Palau nada
hacía sin María, su Madre, Reina, Hermana y hábil Jardinera.
•
Casi once años duró el exilio voluntario del padre Palau en Francia, en
las diócesis de Perpignan y Montauban. Nunca aceptó la ayuda que el gobierno
francés ofreció a los refugiados políticos. Quiso que esta postura fuera un signo de
•
verdad y libertad: era a causa de la religión que sufría aquella situación. Seguiría
viviendo en una cueva y con el esfuerzo de sus manos ganaría su sustento y el de sus
compañeros. Autonomía y desvinculación política. Su campo y atmósfera era lo
espiritual y religioso. Era su lucha en favor de la causa de la Iglesia.
4. la Iglesia en el corazón
El Papa Gregorio XVI vivía la angustia de la dramática situación de la
Iglesia en España. Escribió una pastoral dirigida a los obispos del orbe católico,
declarando jubileo y pidiendo oraciones por España, sumida en el caos y casi en el
cisma. Y el gobierno español puso el grito en el cielo. Se requisaron todos los
ejemplares de la pastoral y se decretaron severas penas a quienes la leyeran o
publicaran. El padre Palau fue uno de los que hicieron caso omiso de tales
amenazas. Se repartió la pastoral entre los refugiados, traducida al castellano y al
catalán. La leyó y meditó el padre Francisco. La hizo tema de su oración. Día y
noche en oración, con la Iglesia en el corazón....
•
Y el padre Palau intentó una
respuesta más efectiva. Concibió el
ambicioso proyecto de enseñar
a orar en el espíritu, orar
debidamente para arrancar de la
justicia de Dios la misericordia y
la paz para la Iglesia. Con este
objetivo escribió su libro “Lucha
del alma con Dios” durante la
Semana Santa de 1842. Hasta
pretendió
organizar
una
asociación
de
personas
consagradas a orar por la Iglesia,
con un estilo que definió "orar
debidamente en el espíritu”.
•
La Iglesia, siempre la Iglesia.
De 1845 a 1846 nuevamente el
padre Palau emprendió ardua
tarea. No era suficiente orar por
la Iglesia en España. No era lo
externo lo más importante. Un
profundo misterio, que iba más
allá de actuaciones humanas, se
debatía:
el
ángel
Satanás
combatiendo contra la Esposa de
•
Cristo, contra el cuerpo místico de la Iglesia. ¿Y esto se conoce? "¿Quién es
la Iglesia?". No se ama lo que no se conoce. Y escribió y escribió. Oraba y
escribía, escribía y contemplaba. El resultado fue todo un tratado para dar a
conocer quién es la Iglesia en su más íntima realidad. Proposiciones que,
fundamentadas en la Sagrada Escritura y a través de imágenes, explicaran la
naturaleza de la Iglesia. Inducir a que la mirada se dirigiera hacia el misterio,
aquello que sólo puede percibirse con "los ojos de la fe".
Era muy atrevido el padre Palau, demasiado para la teología y espiritualidad de
su época. Explicar la Iglesia bajo la imagen de la Ciudad, pase. Hacerlo con la
figura de la Mujer, era pasarse.
•
Si a esto se añade que oraba mucho, dormía poco y comía lo que se le
presentaba, se comprende que comenzara a ser "centro". Para unos, "santo y de
altura inaccesible"; para otros, "extraño y contrario a las leves de la moderna
República Francesa". Y le denunciaron al obispo, recién llegado a la diócesis,
monseñor Doney. Y de la denuncia se pasó a la calumnia más baja y soez
incluyendo a sus dirigidas, a quienes se negó la comunión y hasta la absolución en el
sacramento de la reconciliación, por mantener su voluntad de vivir en común y
vestir hábito como el carmelita Palau.
•
En abril de 1851, Palau abandonaba definitivamente el suelo francés al
amparo y con la esperanza del nuevo horizonte que ofrecía el proyectado
Concordato del gobierno de España y la Santa Sede.
•
5. La Iglesia de hombres: tarea de evangelización
Se incardinó en la diócesis de Barcelona. Y el recién nombrado obispo José
Domingo Costa y Borrás, proveniente de la diócesis ilerdense, lo recibió con los brazos
abiertos. Ya tenía referencias sobre el padre Palau, tanto de Lleida como de Francia. Se
lo habían presentado como escandaloso y peligroso.
•
El obispo Costa no sólo supo hacer correcta relectura de estos calificativos sino que
le confió la dirección espiritual de los teólogos ordenandos del seminario diocesano
de Barcelona. El padre Palau le habló de sus deseos de vivir solitario y de dar esa
orientación a quienes se confiaban a su seguimiento espiritual. El obispo le escuchó,
le permitió que hiciera retiro durante un mes en las montañas del Montsant, que
meditara su decisión, pero le enroló en su proyecto de pastoral diocesana. Necesitaba
personas como él, hombres de Dios, que hablan con la palabra y con la vida.
•
Consultada la voluntad de Dios, redactada la regla de vida para sus grupos de
dirigidas en Aitona, Lleida, La Fatarella, Balaguer..., descendió de la ermita de San
Bartolomé. Se paseó el padre Palau por las barriadas de Barcelona, la periferia;
•
visitó los mercados, entró en las tabernas y tugurios. Progreso e ignorancia se
amasaban a la par. Tenía razón el obispo Costa. Urgían nuevas formas, nuevos
métodos, el lenguaje tenía que llegar al pueblo, que caminaba falto de orientación y formación sistemática. La Iglesia de Barcelona alimentaba en su seno a un número
creciente de inmigrantes sin el mínimo de atención humana y espiritual. Al padre Palau
le brotó a flor de piel el espíritu teresiano: "Mil vidas daría yo por una sola alma..."
Obedeció a su prelado. Optó por la predicación, pero metódica, organizada, con
medios adecuados, en equipo y colaboración. Y para adultos. Se lo dijo al obispo y a
éste le gustó: estrecha y efectiva interacción entre sacerdotes, religiosos y seglares,
contando con la activa participación de jóvenes estudiantes de filosofía del seminario
de Barcelona. Nacía La Escuela de la Virtud: misión evangelizadora y catequesis
para adultos.
•
Se inauguró el 16 de octubre
de 1851 en la parroquia de san
Agustín, cerca de las Ramblas de
Barcelona. En un barrio obrero, conflictivo, necesitado de formación
humana y cristiana.
•
Parroquia San Agustín
Éxito extraordinario desde el
principio. Catequesis semanal, los
domingos y dos horas, por la tarde.
En 1853 la prensa anticlerical llamaba
la atención a las autoridades: ¡Vean
una asistencia masiva, que llega a
las dos mil personas! ¡Y entre los
participantes, muchos obreros! La
verdad es que en los bancos de la
Escuela de la Virtud se sentaban el
obrero y el empresario, el intelectual
y el militar, la derecha y la izquierda... Resultaba un cuadro inédito,
insólito hasta entonces en la populosa
e industrial Barcelona.
El padre Palau escribió el
Catecismo de las Virtudes entre 1851 y 1852, lo publicó como texto y primer
programa. Ante la experiencia, redactó un segundo programa con las tesis más
candentes en cuanto a movimientos e ideologías (teorías de Kant, falansterios de
Fourier, protestantismo, teísmo, asociaciones y sindicatos, comunismo, derecho de
asociación también para las familias religiosas, etc.). Educación en valores (virtudes)
y explicación de las modernas corrientes filosófico-sociales.
•
Debate y diálogo, oración y religiosidad popular, se daban la mano en las
sesiones de la Escuela, que principiaba siempre con la invocación del Espíritu Santo,
el auténtico director de la Escuela, y bajo el amparo de la Virgen del Carmen en la
nueva advocación de Nuestra Señora de las Virtudes, cuyo pendón presidía las
sesiones.
El 1854 ha pasado a la historia como ario de revueltas y reivindicaciones. En
Barcelona tuvo carácter violento con barricadas, manifestaciones, huelga obrera etc.
etc. Se denunciaba el trabajo de menores, se exigían salarios justos, se reclamaban
derechos. Se luchaba en dos frentes y a dos niveles: el pueblo llano por un lado y la
prensa de diversas tendencias por otro.
Madrid exigió restablecimiento
inmediato del orden. En Cataluña
se declaró estado de excepción. El
capitán general Ramón Ma.
Larrocha impuso el orden por la
fuerza, manu militari. Barcelona
se levantó en unánime protesta y
fortalecida
en
su
espíritu
nacionalista.
Madrid
insistiendo. Intervención del
obispo para calmar los ánimos.
Sonó a paños calientes y no
agradó a nadie. Redoblaba
oración en la Escuela de la
Virtud en favor de la paz.
El gobierno central
demandó con urgencia un
culpable.
La
cabeza
de
turco fue la Escuela de la
Virtud,
la
institución
de
moda.
De
resultas,
como
responsable, su director el
padre Palau. La prensa de
izquierda
se
ensañó
sobre
la
Escuela.
Larrocha aprovechó la coyuntura y actuó con soberana potestad. El 31
de marzo de 1854 y, en virtud de facultades extraordinarias, se suprimió
la Escuela de la Virtud. La mayor parte de la prensa barcelonesa protestó, y la opinión pública ridiculizó estas medidas. Mañé y Flaquer,
director del "Diario de Barcelona", escribía al duque de Solferino sobre
lo absurdo de tales acusaciones a la Escuela de la Virtud. Nadie lo creía.
•
Inútiles las protestas y reclamaciones. El padre Palau fue desterrado a Ibiza y el
obispo Costa a Murcia y Cartagena. Flotaban en el aire las palabras de Palau al
capitán general. "Exmo Sr., yo, en representación de mi escuela, puedo decir a
S. E. lo que Jesucristo a las turbas, si hemos hablado mal muéstranos en
qué y, si no, ¿por qué se nos suprime?”.
Vista de Ibiza desde el puerto
6. Querer de Dios y presencia de María
La Ibiza superturística,
sede de músicos y cineastas,
grandes magnates, artistas,
nada tiene que ver con la que
encontró el padre Palau, casi
reducida a fortaleza y penal
militar. Tierras pobres y muy
escasos medios de vida.
Gente sencilla con muy
elevado
porcentaje
de
analfabetismo. Ni siquiera
era diócesis en lo religioso.
El desierto que soñaba en sus
años jóvenes lo halló el padre
Palau a placer. Esta vez,
•
La ermita d’es Cubells
impuesto. Se acercaba a los 44 años y pasaba de la más desbordante actividad a
una soledad obligada.
Dos imágenes, dos realidades en el corazón: Iglesia-misterio e Iglesiapueblo. Un objeto único: querer el querer de Dios. Una constante en su
oración: Señor, ¿qué quier e s d e m í ? ¿Iglesia? ¿Soledad?... Iglesia,
Iglesia...
•
• Seis
años de destierro. Desconcierto y hasta rasgos de depresión en los primeros momentos. Traslado de la imagen
de la Virgen del Carmen a
Ibiza, al rincón de Cubells, en el
pueblo de san José. Con la
presencia de María, maestra
de virtud, se renovó el espíritu
del discípulo. Lo escribía en
1855: "Desde que la
Señora de todas las
Virtudes ha puesto su trono
en este lugar, me siento una
cosa que antes no era, [...] es
tiempo de orden y de paz, de
oración y reposo”.
• Comenzó
a erigir un sencillo y
diminuto oratorio que, con el
tiempo, se transformó en el
primer santuario mariano de
la isla que, junto con Es
Cueva de El Vedrá
Vedrá, fueron oasis en la
zarandeada
historia
del
carmelita de Aitona: "Viendo que fuerzas humanas no bastan para atajar los
males gravísimos que afligen a la Iglesia, en ciertas ocasiones, me retiro a un
islote..., que en crestas acolumnadas se levanta sobre el profundo del mar
Mediterráneo”.
Pidió justicia. Escribió a la reina Isabel II el 4 de diciembre de
1859. El gobernador eclesiástico de Ibiza, Rafael Oliver, hizo amplio elogio en sus
informes a la Soberana: El padre Palau era todo un sacerdote, modelo de virtud y
testimonio viviente para los ibicencos.
Medio año de espera. El 12 de julio de 1860 un real decreto decía que
•
Francisco Palau era inocente. El Tribunal Supremo había considerado injustificado
el prolongado destierro. Era la proclamación oficial de su inocencia. El padre
Palau se hallaba ya en Barcelona acogido a la amnistía de mayo de 1860.
¡Misterio de la Cruz!, decía Palau, y liberación interior: "Dios, como buen
Padre, me conduce por la mano y me guía por donde él quiere. Y es ahí que
iré donde no sé y marcharé por allá donde no querré. Dios sabe cuán bien
dispuesto estoy para servir a su Iglesia” (Cta 56).
7. La Iglesia es la Amada
Tiempo de optimismo, ilusión y renovada esperanza. Vuelta al bullicio de las
grandes capitales. Sin plan, sin medios, sin previsiones. Abandono total en las
manos de Dios. Cerca de 50 años, enfermo, con fiebres casi continuas, los
bronquios y los oídos afectados, con necesidad de medicarse, tiene que tomar
quinina... Y la novedad brillando en sus ojos.
•
El padre Palau habla de caminos nuevos, orden nuevo, nuevos horizontes, un
mundo nuevo. Rebosa dinamismo misionero. Más que buscar, espera; más que
esperar, confía: "Dios no me abandonará sino que me guiará por donde le
plazca. Yo ando seguro, fiado a los cuidados de su paternal solicitud. [...]
Dejemos que Dios nos cuide, que nos gobierne, que nos guíe” (Cta 56).
•
Predicaciones en Mallorca y Menorca. El Dios del padre Palau se manifiesta en
rostros concretos. Lleva muchos, muchos nombres en su corazón. Son prójimos
amados. Decía: "Estoy en otro mundo".
•
El concepto negativo de "mundo" del evangelio de san Juan quedaba
sobrepasado por la visión del Apocalipsis, libro preferido del padre Palau,
"cielos nuevos y tierra nueva", y por la teología de san Pablo: el cuerpo místico
de Cristo. Humanidad con la que Dios se había desposado en Cristo y que se
llamaba Iglesia. Mundo-Iglesia, Mundo-Comunidad de hermanos. Y todo ello,
reflexionado a la luz del libro de Las Moradas de santa Teresa. Eran sus
reflexiones desde 1845. Era el tema de sus predicaciones, particularmente durante
la novena en honor de Teresa de Jesús en las carmelitas descalzas de Palma de
Mallorca, las llamadas y conocidas por el pueblo como "Las Teresas".
•
El padre Palau transformaba las novenas en auténticas misiones populares. Así
ocurrió en la novena de las Animas en 1860. Ciudadela (Menorca), 12 de
noviembre, en la catedral. Finalizada la misión, el padre Palau iba a dar la
bendición final al pueblo que abarrotaba el templo. El pueblo, Iglesia, Cristo
cabeza y miembros. Ahí la mente y el corazón del padre Palau: "Y mi espíritu
fue transportado ante el trono de Dios” (MR 12). Fue la primera de una cadena
de visiones, que hicieron experimentar al padre Francisco su paternidad espiritual.
Ante sus ojos de predicador estaba el pueblo; ante los ojos de su fe aparecía,
•
frente al altar, una Joven bellísima... Y se oyó la voz del Padre: "Bendice a mi
Hija y a tu Hija...”.
Su sacerdocio se le reveló como la más grande vocación, entendida
matrimonio espiritual con la Iglesia: "Quedé tan cambiado y tan
nuevo que su presencia [de la Iglesia] renovó alma y cuerpo” (MR 18).
Sintió que se le descubría en plenitud lo que tantos años había buscado:
"Conocer su vocación y misión” (Cta 57). Así como su vocación la
concibió desde Teresa de Jesús, ahora experimentaba como llamada y
voluntad de la Santa la misión de fundar, como familia del Carmelo
Teresiano, la orden terciaria de carmelitas descalzas de la Virgen del
Carmen y Santa Teresa (hermanos y hermanas), consagrada a la Iglesia
y entregada a sus necesidades (cf. Cta 93). Nacía el Carmelo Misionero
Teresiano.
•
• Otra
visión en la real iglesia de san Isidro en Madrid (1861). Y otras... Proceso
espiritual que progresivamente desvelaba el misterio de la Iglesia, "el gran
sacramento": la Iglesia es una persona. Cristo en la Iglesia y la
Iglesia en Cristo, comunidad de hermanos, Dios y los prójimos en
unidad:
"Yo pensaba que eran objetos separados, no pensaba que Dios y los
prójimos fueran cabeza y cuerpo, no creía que la Iglesia fuese mi
Amada" (MR 499). "He tomado mi vuelo hacia los prójimos sin dejar a
Dios” (Cta 89).
Se le había trocado la suerte, se le había invertido la pirámide, su escala de
valores. Había creído durante muchos años que su vocación de carmelita era "solo a
solas con Dios". Y Dios mismo le había dado una nueva clave de interpretación:
"Estar en comunión con los hombres ya es estar en comunión con Dios". La
eucaristía es vivida por el padre Palau, sobre todo, como misterio de
comunión, verdadero "matrimonio espiritual". "Comulga uno, comulgan
mil...”. Nos comulgamos los unos a los otros y el cuerpo de la Iglesia crece, se
edifica. Eucaristía y evangelización guardan íntima relación en el carisma
palautiano.
•
8. El anuncio de la belleza de la Iglesia
De 1860 a 1872 la acción misionera del padre Palau fue continua y variada.
Sintió claro y en progreso su carisma de fundador: se extendieron los hermanos
y hermanas carmelitas como carmelo misionero teresiano, predicó misiones
populares, creó el periódico
"El Ermitaño", publicó
libros sobre la Iglesia
figurada por el Espíritu
Santo en la Biblia, proyectó
hospitales para enfermos
desahuciados,
practicó
exorcismos con los que
consideró "posesos" y fundó
escuelas católicas, se entregó
al
servicio
de
los
epidémicos etc. Todo eran
formas de expresión de lo
que el padre Palau definió
como su misión:
•
Espiritualidad misionera y experiencia eclesial. Es la síntesis del carisma
palautiano, lo que el padre
Palau ofreció y ofrece al
cristiano como esencial para
su vida.
•
Anunciar la belleza de la Iglesia, Dios y los
prójimos.
En esa experiencia, María siempre
estuvo presente, pero, a partir de 1864, lo
que hasta entonces fue devoción,
imitación, amor a María, se potenció
como misión, envío, servicio a la Iglesia
porque María se le reveló espejo,
figura, tipo acabadoen el que
contemplar a otra Virgen y Madre, que
es la Iglesia de Dios. Lo original y
característico en la espiritualidad
palautiana es la dimensión misionera
de la devoción mariana.
•
9. La visión trinitaria
El día 10 de marzo de 1872 había
llegado
a
Tarragona
enfermo,
contagiado por haber asistido a los
apestados en Calasanz (Huesca). Diez días después, 20 de marzo, murió en dicha
ciudad tarraconense rodeado de los hermanos y hermanas carmelitas por él
fundados. Acusado de práctica ilegal de la medicina, suspendido en sus licencias
ministeriales por el
vicario capitular de
Barcelona,
sede
vacante, Juan de Palau
y Soler... Querido y
venerado por sus hijos e
hijas espirituales, por el
pueblo...
•
Quienes
le
vieron morir, testifican:
invocaba a María, a san
José, a su Angel de la
Guarda, hablaba con
santa Teresa, hablaba
de la Iglesia. Con estas
palabras en sus labios
murió: He su j et ado
m i j u i cio, no me
ha apartado nunca
de la Iglesia... Ya es
la hora, Teresa.
Sepulcro del Padre Palau.
Casa Madre de las CMT, Tarragona.
Se habla rasgado el velo de la fe. Había sido definitivamente en la visión.
"Siendo Dios y los prójimos, esto os la Iglesia
Santa, la imagen viva y acabada de Dios
trino y uno y el objeto primario y secundarlo
del amor del hombre viador, la presencia de
la cosa Amada por fe, en él produce el amor
perfecto entre los dos amantes. Y los dos
son el espejo donde mira Dios Trino y Uno su
Imagen” (MR 510). Eran las bodas definitivas.
•
Textos palautianos: escritos
de Francisco Palau
En Roma, el día 24 de
abril de 1988, la Amada
Iglesia reconoce la
santidad de su fiel
enamorado: beato
Francisco Palau y Quer,
OCD
Biografía extraída de: <<Vivo y Viviré por la Iglesia>>; “¿Quién fue
Francisco Palau?”, de Josefa Pastor Miralles, cmt
[se han agregado fotos y textos de los Escritos de Francisco Palau].
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