menester. Lo primero y principal tal tierra cual convenga á la naturaleza de los árboles, ha de ser por la mayor parte suelta, y como he dicho que conviene tenga abundancia de agua; porque con ella aun en lugares muy estériles se crian bien las arboledas, y si hay fuente es muy mejor, por ser á menos costa, y si no la hay sea de rio, y aunque esta es costosa, es de mas virtud y sustancia: la postrera agua es de pozo, que los que usan aguas de balsas es á mas no poder; que son m u y malas, y están muy corrompidas, y no pueden dar buen mantenimiento al árbol. Procure asimismo tener buenas cerraduras para que ni bestias lo royan, que no hay en el mundo cosa tan ponzoñosa para cualquier árbol como es el diente de cualquier bestia, y porque no lo rehuellen, ni entre nadie contra voluntad del señor: de las maneras de las cerraduras diré adelante. Sea cerca de casa, porque la visitará el señor mas veces, y será mejor tratada; y sea lejos de muladar, porque el humo que sale del estiércol echa mucho á perder los árboles cuando están floridos, y cuanto pro hace el estiércol á las raices, puesto en el tiempo y manera que debe, tanto daño hace el humo dello al árbol abanando la flor. Sea tanbien lejos de onde hacen eras y trillan pan, porque vuela la paja, y asiéntase en las hojas de los árboles y hortalizas, horadándolo hácelo secar ó podrir, y háceles grandísimo daño. Asimismo para poner procure de las mejores plantas que pudiere haber que den mucho fructo, muy bueno, muy contino , que no ocupa mas tierra la buena que la mala, ni quiere mas labor, y la que es mala ó la han de quitar para poner otra buena ó enjerirla, y asi piérdese mucho tiempo, y los enjertos no responden todas veces, y aunque respondan, tanto son mejores cuanto es la mejoría del tronco. Los árboles cuya fruta daña el rocío, como son los cerezos, plántenlos al oriente, y á quien aprovecha plántelos al ocidente ó cierzo F. _ i Es asimesmo necesario que nadie deje perder los sitios que son propicios para cada cosa, como donde hay agua poner álamos, sauces y aquellos, que grande flojura es dejar perder aquello de que se pueden aprovechar con buena conciencia. E s de guardar que en los árboles frutíferos no duerman gallinas, porque hinchen de sus piojos á los árboles, y dañan la fruta, y aun desmembran el árbol. Edic. de 1328, 1546 y skuientes. TOMO I I . JJ