ANATOLE FRANCE y LA LIBERTAD DE CATEDRA Por el Dr. JOSE SILVA HACE ya algunos años, en los apaI'adores característicos de los "bouquinistas" del Sena podía uno descubrir algún libro curioso o raro que allí iba a terminar, o tal vez a empezar, el período más eficaz y vibrante de su vida. El público de hoy, en el mismo. París y en los famosos muelles del Sena, llegó a inducir a los pobres vendedores de libros de ocasión a cambiar casi el objeto de su antigua actividad. Más bien que los libros viejos, llenos de polvo, los lectores de hoy compran fácilmente las ediciones nuevas y económicas que constituyen en la jerga de los libreros "el libro de fondo o de saldo". Los aficionados a los "vieux bouquins" vieron con dolor las exhibiciones siempre más difundidas de libros nuevos bien presentados en un forro de celofán que vinieron a invadk los pobres cajones característicos de los "Quais". _ En la primavera del año pasado y precisamente en uno de mis paseos preferidos por un rincón muy curioso del Barrio Latino, mientras, por deci:lo a la parisiense, iba a "bouquiner", llegó a mIS manos un folleto muy modesto y muy sucio que contiene un maravilloso y casi desconocido discurso de Anatole France. Llevando conmigo este escrito para mí doblemente precioso, pensaba una vez más que los libros también tienen su propio destino. . Anatole France, el escritor castizo, el humamsta profundo, el enamorado culto de las viejas cosas y de los viejos libros-uJ'aime les choses d'autrefois et vis volontiers dans la compagnie des morts"-habría tributado su sonrisa, qúe parecía muy escéptica y que era sobre todo bonda??s~ y hum~l:a, al fiel admirador suyo que con JubIlo no dlslmulado llevaba cuidadosamente e! sucio folleto verde que había estado escondido entre centenares y centenares de otros libros mucho más atrayentes. _ * * * . Las ideas de Anatole France, considerado desde hace muchos años como un clásico de Francia 30 y por esto estudiado y analizado desde' muchos a!pectos, son ya bastante conocidas. . Sin embargo, 10 que da un valor particular a los párrafos que vamos a publicar de su discurso, es el hecho de la gran discusión que se suscitó y aún se suscita en el mundo sobre la libertad de cátedra. Uil revolucionario y un internacionalista militante como fué France, no sintió escrúpulos para afirmar, cuando ya tenía unos 65 años, su pensamiento claro y fuerte contra las opinione~ teóricas y rígidas de la mayor parte de sus jóvenes correligionarios. Escribe France en su discurso: UN unca tema nadie pensar audazmente y siempre manifieste su pensamiento. Un hombre no puede ser bueno ni grande sin esta condición. Piensen ustedes y fomenten el pensamiento en-o tre los suyos. Hay que amarlo en los otros cuando corresponde al pensamiento vuestro; hay que respetarlo cuando es contrario. Debemos entender 10 que no nos gusta ... " Más adelante e! Maestro dice: "Como las palabras son acciones, claro que pueden ser peligrosas. P?r esto combatan -ustedes las que les parezcan nocivas. Hay que combatirlas con la palabra. La palabra es la única arma que puede herir la palabra. j Ah!, mis queridos camaradas, todas las ideas humanas son discutibles, todas sin excepción. Debemos entenderlas y discutirlas todas; bien está que las opiniones todas aparezcan en plena luz. Debemos conocer mejor 10 fuerte y lo débil del espíritu humano. No hay ideas que sean absolutamente justas; no hay ideas que sean absolutamente falsas. Nos decimos a nosotros mismos que nunca tenemos la razón absoluta y que nunca nuestros adversarios están de! todo en el error. O mejor, si como yo 10 temo, esta opinión demasiado fría pu- diera hel~r nuestra alma, dejemos que todas las ideas obre ·las religiones, las sociedades, el hombre, la patria, se produzcan en un ambiente de libertad absoluta, que favorecerá, mejor que todas las violencias legales, el equilibrio intelectual y moral· del país. No tengan ustedes ningún fanatismo, ni siquiera el de las verdades adquiridas, que podría volverse contra verdades más grandes y todavía desconocidas a medias. Conserven ustedes y fortifiquen aquel espíritu de examen que sólo facilita el progreso de' las ciencias y sin el cual no podría haber en el mundo ni misericordia, ni tolerancia, ni aun una amplia simpatía humana". * * * Este discurso del cual hemos reproducido los párrafos más importantes, tiene para nosotros una significación enorme en relación: con el hecho de que se pronunció antes de la Gran Guerra y ante un auditorio formado por catedráticos y estudiantes universitarios. Lo que principalmente se desprende de esto concierne a la tonalidad general de lo que France. dijo en aquella ocasión y que nos presenta a este pensador bajo el aspecto-para él extraño-de la afirmación constructiva. De manera que si uno quiere y puede penetrar hasta el fondo del pensamiento del escritor, le parecerá evidente cómo aquella manera suya irónica y escéptica que caracteriza casi todas sus obras, no es sino una manifestación dialéctica y una afectación de elegancia, que tiende a presentar en forma agradable e indirecta, las ideas positivas y constructivas del escritor. Los lectores superficiales que aprecien lus escritos de France sólo por su fino hUlllorismu, nu podrán entender la profundidad de pensamiento que ocultan voluntariamente los sarcasmos. los juegos de palabras y los contrastes de situación concebidos y exhibidos por el autor de "El Seiiur Bergeret" y "La Isla de los Pingüinos". En unos cuantos de sus escritos France revela, sin el membrete de la ironía, la sincera humanidad de su alma y la obra positiva que él aspiraba a realizar y ver realizada. Por esta razón precisamente hemos pensado oportuno y útil publicar los párrafos vibrantes que dedicó a la libertad de enseñanza y de discusión. La palabra inspirada de AnatoJe France podrá asumir el carácter de una explicación, de una afirmación de principios y sobre todo de una defensa autorizada de los derechos imprescriptibles de la inteligencia. PORTlAND UNIFORME 31 ) }