Vol. 1, núm. 3 - Noviembre 2002 Revista Internacional On-line / An International On-line Journal El trabajo en equipo Dr. Norberto Mascaró Masri. Psiquiatra, grupoanalista. Correspondencia: C/ Aureliano Valle nº 4, 1º D 48010 Bilbao España Tel: 94 421 26 52 Resumen El trabajo en equipo ha sido la consecuencia práctica de la especialización en los diversos campos del saber y del quehacer humanos. El autor describe una concepción del trabajo en equipo, gestada en muchos años de experiencia con pacientes graves en el contexto de una comunidad terapéutica psicoanalítica creada en Buenos Aires por el Profesor Jorge García Badaracco. Desde esa perspectiva el proceso terapéutico se visualiza como un proceso de crecimiento y re-desarrollo de la personalidad que permitiría al paciente alcanzar niveles de funcionamiento más evolucionados. Toda patología grave encierra una regresión a niveles narcisísticos, en donde se observa: a) considerable liberación de impulsos destructivos, b) negación de la realidad, tanto interna como externa, c) manejo omnipotente de las relaciones objetales, d) aspectos transferenciales de tipo simbiótico y e) falta de confianza básica. Todo ello con el fondo de un denominador común que llamamos "carencia de recursos yoicos".. El equipo terapéutico constituído como familia sustitutiva del paciente se convierte en el principal agente de cambio. Debe comportarse como un continente adecuado de las ansiedades más primitivas y de los momentos regresivos que atraviesa el proceso terapéutico, permitiendo la expresión de los aspectos más destructivos con el fin de elaborarlos e integrarlos en la personalidad total. Summary Team work is a main consequence of changes in psychiatric care. The author describes an original model of therapeutic team work developed in the Therapeutic Community of García Badaracco in Buenos Aires. The team should act as an alter family, which enables the patient to have a 'corrective emotional experience' to remedy other experiences that may have been responsible for the origins of his illness. Introducción El trabajo en equipo ha sido la consecuencia práctica de la especialización en los diversos campos del saber y del quehacer humanos. La imposibilidad de dominar todas las vertientes del conocimiento científico y técnico conduce con frecuencia a la integración de diferentes perspectivas, lo que deriva en la constitución de grupos multidisciplinarios llamados equipos que trabajan en la consecución de una tarea específica. La noción de trabajo en equipo es muy antigua en Medicina. Desde hace muchos años, por ejemplo, no se concibe la práctica quirúrgica sin la colaboración de un número de profesionales necesarios para llevar a cabo la tarea con éxito. En este tipo de modelo se tiende más a la conjunción de esfuerzos de las personas que proceden del campo sanitario, con niveles diferenciados de formación y que constituyen una organización jerárquica dirigida generalmente por el médico de más alta capacitación profesional. En el campo de la Salud Mental, podemos decir que la actividad asistencial cabalga permanentemente entre la vertiente biológica y la vertiente psicosocial. Esto hace que los modelos de equipo interdisciplinarios sean variados y especiales según la orientación ideológica de la institución que los contiene. En los hospitales Psiquiátricos tradicionales, en donde predomina el modelo biológico, los equipos terapéuticos siguen el modelo médico como el anteriormente descrito. Tienen una organización vertical y generalmente los componentes provienen en su mayoría del campo sanitario -médicos, enfermeros y auxiliares-. Este tipo de estructuras asistenciales ven al paciente mental como el producto de disfunciones orgánicas y funcionales, prescindiendo de causalidades psicológicas, familiares y sociales. Esta concepción de la enfermedad hace que se vea al paciente de una forma sesgada lo que reduce las posibilidades terapéuticas, creando un pesimismo desesperanzador que termina impregnando la labor del propio equipo. Sager dice que los roles y actitudes basados en esos supuestos fomentan actitudes enfermas en los pacientes e incrementan su dependencia. Esta situación impide el intercambio relacional entre los pacientes y los componentes del equipo, lo que dificulta la realización de un proceso terapéutico. Por otra parte, en los servicios de Psiquiatría con una orientación dinámica, que integra los modelos biológico, psicológico y social, la organización del equipo tiene una funcionalidad diferente; generalmente el psiquiatra es el jefe, pero la estructura es más horizontal. Los componentes del equipo provienen del campo sanitario, pero también de otros campos variados como la psicología, la sociología, la terapia ocupacional, la musicoterapia, el trabajo corporal, etc., lo que hace que interactuen en un plano de mayor simetría con un compromiso emocional más intenso y una participación en la toma de decisiones. Como vemos, los equipos de Salud Mental presentan una perspectiva más rica y dinámica; lo que revierte en el tratamiento de los pacientes y sus familiares dando una visión más esperanzadora de la enfermedad mental. A continuación, pasaré a describir una concepción del trabajo en equipo, gestada en muchos años de experiencia con pacientes graves en el contexto de una comunidad terapéutica psicoanalítica creada en Buenos Aires por el Profesor Jorge García Badaracco (1) y que asienta sobre un modelo conceptual que trataré de describir sintéticamente. Modelo conceptual Es necesario aclarar, que frecuentemente calificamos al equipo como terapéutico, pero la efectividad terapéutica no va necesariamente implícita en el trabajo en equipo , sino que es producto de una especifidad particular que debe tomar en cuenta la naturaleza de los fenómenos psicopatológicos tratados. Desde nuestra perspectiva, la enfermedad mental es el resultado de un detenimiento y perturbación del crecimiento y desarrollo de la personalidad, a su vez, pensamos que el paciente debe sufrir un conjunto de transformaciones, generadas por el tratamiento psicoterapéutico que llamamos: el proceso terapéutico y que visualizamos como un proceso de crecimiento y redesarrollo de la personalidad que le permitiría alcanzar niveles de funcionamiento más evolucionados. Nuestro conocimiento y experiencia nos demuestran que la enfermedad mental grave está determinada por una multiplicidad de factores biológicos, psicológicos y sociales, y que las defensas primitivas -sintomatología-, que caracterizan el diagnóstico nosográfico, coexisten con aspectos no desarrollados de la personalidad, es decir, que la resolución de la llamada enfermedad, requerirá la elaboración de los conflictos tempranos que sustentan esas defensas primitivas, y el desarrollo de los aspectos no evolucionados de la personalidad. Dichos pacientes necesitarán técnicas de insight que les permitan resolver su conflictiva, pero les es imprescindible un contexto vital que posibilite la realización de experiencias esenciales para el desarrollo de su personalidad. Esta interacción permanente favorecerá un proceso terapéutico verdadero. Es aquí, en donde el equipo terapéutico se constituye en el contexto adecuado para la resolución de la problemática que sufren estos pacientes. Como ustedes saben, toda patología grave encierra una regresión a niveles narcisísticos, en donde se observa: a) considerable liberación de impulsos destructivos, b) negación de la realidad, tanto interna como externa, c) manejo omnipotente de las relaciones objetales, d) aspectos transferenciales de tipo simbiótico y e) falta de confianza básica. Como vemos, son pacientes que tienen afectadas las capacidades básicas del yo, lo que los hace especiales en cuanto a su abordaje terapéutico. D. Winnicott al referirse a estos pacientes, indica la necesidad de una conducción de los mismos en los momentos más regresivos. Es así como, después de muchos años de trabajo, se nos fue haciendo significativo que más allá de esa sintomatología clínica, encontramos un denominador común que llamamos "carencia de recursos yoicos". Es esta situación de déficit estructural del yo, lo que impide al paciente controlar sus impulsos destructivos, enfrentar la realidad, tanto interna como externa, manejar las relaciones objetales de una forma madura, y encontrar una seguridad en las relaciones que le permita desarrollar una confianza básica. Esta situación carencial reactiva y actualiza a su vez la condición básica de indefensión con que nacemos, que se presenta en el ser humano como un período prolongado en el curso del desarrollo. Esta indefensión queda enmascarada en los pacientes, por la omnipotencia con que son mantenidos los síntomas -regresión patológica-, y éstos van a persistir hasta que el paciente pueda desarrollar capacidades yoicas suficientes, como para abandonar los síntomas sin que lo invada una angustia desintegradora. Este esbozo teórico de cómo entendemos la enfermedad mental, nos induce a pensar en la función que debe cumplir el equipo para ser terapéutico. El equipo terapeútico Decíamos anteriormente que el trabajo en equipo surge como una respuesta para hacer frente a la complejidad que la patología grave presenta y a los múltiples recursos terapéuticos que requiere su resolución. Como vemos, aparece más como una necesidad que como una elección vocacional de una manera de trabajar. Además representa una forma eficaz para la comprensión y manejo de los fenómenos psicológicos que la patología grave produce en las personas destinadas a su tratamiento. Desde nuestra perspectiva, el equipo terapéutico va a funcionar en un plano inconsciente como una familia sustitutiva, que favorecerá a los pacientes una serie de experiencias vivenciales que permitirán contrarrestar el daño psicológico producido por vínculos pasados con figuras parentales que constituían su entorno. El equipo terapéutico constituído como familia sustitutiva del paciente se convierte en el principal agente de cambio. Un equipo constituido y en funcionamiento puede ser analizado por lo menos en tres niveles según señala E. Mandelbaum en su trabajo sobre equipos: a) uno referente a los miembros del equipo, independiente del contacto con la tarea, en donde sus personalidades interactúan constituyendo una matriz grupal, b) otro nivel sería el determinado por los lazos transferenciales y contratransferenciales de la relación paciente-familia-equipo, de este nivel me voy a ocupar a continuación, y c) por último, podríamos analizar la relación e influencia recíproca Institución-Equipo Terapéutico. Como he mencionado más arriba, estudiaré el segundo nivel. Para ello, nos valemos de un aspecto que consideramos central que es el estudio sistemático de la transferencia del paciente y de la familia sobre el equipo terapéutico, y de la contratransferencia grupal que crea y determina muchas veces el funcionamiento de dicho equipo. Los aportes de la escuela kleiniana sobre identificación proyectiva, así como el de muchos psicoanalistas sobre la transferencia psicótica y narcisística -H. Rosenfeld (2), M. Little H.(3), Searles (4), etc.-, los fenómenos de transferencia múltiple y fragmentada en la patología grave -J. García Badaracco-, los aportes de E. Racker (5) sobre contratransferencia y de L. Grinberg (6) sobre contraidentificación proyectiva, permiten todos ellos evaluar y comprender la compleja dinámica que se da en un momento dado en el equipo en funcionamiento. Otro aporte importante son las ideas de E. Pichon-Rivière (7) sobre los grupos operativos. El autor explicitó que todo grupo, independiente de su objetivo, posee un esquema conceptual referencial y operativo -ECRO-, que permite comprender y evaluar sistemáticamente la tarea desarrollada y los objetivos buscados, dentro de una concepción ideológica, su marco referencial, y una operatividad determinada. Hacíamos referencia anteriormente que el equipo representa una familia sustitutiva para el paciente, que debe permitir una serie de experiencias vivenciales que enriquezcan su bagaje personal. En primer lugar, el equipo debe comportarse como un continente adecuado de las ansiedades más primitivas y de los momentos regresivos que atraviesa el proceso terapéutico, permitiendo la expresión de los aspectos más destructivos con el fin de elaborarlos e integrarlos en la personalidad total. También debe saber conectar y tolerar los sentimientos de indefensión e impotencia para que el paciente los supere sin tener que recurrir a defensas maníacas y psicopáticas. Los recursos terapéuticos que ofrecen los diferentes miembros del equipo deben estar organizados en función de promover la realización de un proceso terapéutico, que se comportará como el hilo conductor a lo largo del tratamiento. Estos recursos no son la suma o agregados de diferentes tratamientos, sino que se ofrecen para proporcionar al paciente una serie de experiencias terapéuticas que se irán destacando y diferenciando según las necesidades del paciente. Estas experiencias terapéuticas tienen su valor, no sólo por la actividad específica, sino también por el aspecto relacional que se pone en juego en cada una de ellas. Muchas de estas actividades, como la terapia ocupacional, la musicoterapia, el trabajo corporal, las actividades recreativas y otras, ofrecen un campo de experiencia donde se hace posible el ejercicio de una dimensión lúdica y el desarrollo de creatividad. Para terminar, me gustaría hacer algunas consideraciones sobre nuestra filosofía asistencial. En la introducción traté de esbozar algunos modelos de los equipos que trabajan en Salud Mental, posteriormente hablamos del marco teórico que sustenta nuestra tarea y pasamos a hablar de Equipo Terapéutico, ahora quiero destacar algunas cosas sobre la Actitud Terapéutica. Esta concepción, nos inclina a pensar que más allá del rol especifico que asume cada miembro del equipo, existe una "forma de hacer" particular que caracteriza la filosofía asistencial. Dicha "forma de hacer" es lo que nosotros llamamos "actitud terapéutica", esencia y finalidad de la función terapéutica. Ampliando el concepto de función terapéutica basado en la actitud, recordamos que García Badaracco plantea que uno de los temas centrales de la asistencia psiquiátrica asienta sobre "quién se hace cargo del paciente" y su familia. Este hacerse cargo implica una forma particular de relacionarse con él, que se sustenta en la capacidad por parte del equipo de asumir sus dificultades, sus necesidades primitivas y compartir su dolor psíquico. A continuación, pasaremos a exponer una serie de consideraciones sobre la naturaleza de los fenómenos psicopatológicos y sus consecuencias clínicas. En los momentos iniciales del proceso terapéutico, que generalmente coinciden con situaciones críticas y regresivas, observamos que el paciente y su familia se benefician más de actitudes y conductas del grupo terapéutico que expresan un "hacerse cargo", en el sentido de contener las intensas ansiedades movilizadas, que actitudes distantes centradas en la observación y escucha. Nacht refiere que los primeros lazos transferenciales se establecen en una región del psiquismo en la que la palabra no tiene lugar. Estas situaciones críticas iniciales no sólo implican aspectos destructivos para sí y los demás, sino que posibilitan el rescate de aspectos auténticos enmascarados en la sintomatología. No debemos olvidar que el paciente a través de sus síntomas, pretende de forma anacrónica, establecer un tipo de relación en donde sus primitivas necesidades de afecto, ayuda y atención estén incluídas. Es aquí en donde una actitud terapéutica adecuada permitirá un vínculo confiable que favorecerá el inicio de un proceso terapéutico. Esta capacidad por parte del equipo terapéutico de captar y "acomodarse" a las necesidades primitivas, que incluye toda relación con pacientes graves, implicará un compromiso emocional intenso, que a su vez favorecerá por parte de los pacientes la emergencia de intensos sentimientos de frustración y desvalimiento que aparecen como reclamos y reproches. Estos sentimientos contribuyen a la creación de un clima emocional particular, que el equipo revivirá contransferencialmente, de manera similar a lo que el paciente vivió de niño en la relación con sus progenitores. La actitud de compromiso emocional, que se traduce en una preocupación humana y profesional genuinas, permitirá que el paciente y su familia desarrollen una confianza básica en el equipo y en el tratamiento, y a su vez, nos hagan depositarios inconscientes de aspectos profundos -relación transferencial- y partícipes conscientes de intimidades penosas -vínculo persona a persona-. Es así, en que nos transformamos en un "otro" significativo, con el cual se revivirán transferencialmente sentimientos destructivos, producto de intensas frustraciones tempranas, y se vivirán en el aquí y ahora de la experiencia terapéutica estructurante, nuevas formas relacionales que permitirán el crecimiento y desarrollo de la personalidad. El comprender la patología grave desde una perspectiva vivencial, hará que más allá de la función terapéutica especifica, se jerarquice la "forma de hacer" del equipo terapéutico. La actitud terapéutica estará entonces caracterizada por una presencia real que acompaña, comparte, contiene, protege y tolera los difíciles momentos que atraviesa el proceso terapéutico.. Bibliografía 1. García Badaracco, J.: (1990). "Comunidad Terapéutica Multifamiliar". Tecnipublicaciones S.A. Madrid. Psicoanalítica de Estructura de 2. Rosenfeld, H: (1965) "Estados psicóticos". Ed. Paidós. Buenos Aires (1974). 3. Little, M.(1979): "Sobre la transferencia delirante". Rev. de Psicoanáilis (APA). Buenos Aires, 1979:3 4. Searles, H (1966). "Estudios sobre Esquizofrenia". Ed Gedisa. Barcelona. 1994. 5. Racker H: (1969) "Estudios sobre técnica psicoanalítica". Ed. Paidós, Buenos Aires. 6. Grinberg, L: (1957) "Si yo fuera Ud.", "Continuación al estudio de la identificación proyectiva". Rev. de Psicoanálisis (APA). Buenos Aires, 1957:4 7. Pichón-Riviere, E : (1971), "Del psicoanálisis a la psicología social". Galerna, Buenos Aires. ASMR Revista Internacional On-line - Dep. Leg. BI-2824-01 - ISSN (en trámite) CORE Academic, Instituto de Psicoterapia, Manuel Allende 19, 48010 Bilbao (España) Copyright © 2002