¿CUÁNTO VALE EL SALVADOR? Para responder esa pregunta hay que preguntarse primero sobre cuáles son los recursos con los que cuenta El Salvador. Si se piensa en términos de la extensión territorial, se concluye rápidamente que allí no radica su riqueza, en un territorio limitado los recursos naturales también son escasos y eso nos obliga a cuidarlos para conservar los pocos recursos disponibles. Si pensamos que nuestro recurso abundante es la población, vemos que el recurso más preciado y el mayor potencial de la riqueza nacional es su gente. Los salvadoreños eran reconocidos por ser muy trabajadores y por su capacidad empresarial. Es importante conservar la ética de trabajo de los salvadoreños ya que es la que posibilitará que el país transite a nuevos estadios de desarrollo. Debemos reconocer sin embargo que hay tensiones que tienden a su desaparición, por ejemplo, la comunidad de inmigrantes salvadoreños en Estados Unidos es una comunidad muy exitosa, que ha logrado superarse en ese medio, es reconocida por su dedicación al trabajo y tienen una vida muy sacrificada trabajando hasta 2 ó más turnos y viviendo en condiciones de bajas exigencias materiales, con el objeto de tener más recursos para enviarlos como remesas a los familiares y dependientes que han dejado en el país. Ese sacrificio no parece ser reconocido ni retribuido. Si bien es un dinero fácil para las personas que reciben remesas, para quienes lo envían es producto de mucho esfuerzo. Los que permanecen en el país tienen la responsabilidad de dedicar ese dinero para el bienestar presente y futuro de su familia, en bienes de consumo duradero como mejoras en su vivienda y, si posible, para iniciar un pequeño negocio. Leía un artículo recientemente en Los Angeles Times, que me causó mucha sorpresa y tristeza a la vez, hablaba de la propiedad azucarera de mayor productividad en El Salvador, donde los empleados eran hondureños y algunos nicaragüenses. Ese artículo hacía ver dos cosas, el flujo de migración de El Salvador a Estados Unidos y de varios países centroamericanos hacia El Salvador. Pero, además, que los salvadoreños que residen en el país ya no son los más trabajadores sino los inmigrantes hondureños y nicaragüenses. Y pensé que ese es otro país que el que conocemos. Por lo tanto es imperativo realizar una cruzada de rescate de la ética laboral. La capacidad empresarial si está intacta, se puede apreciar como los inmigrantes salvadoreños hacia los Estados Unidos, después de varios años son los propietarios de empresas de servicios muy exitosas, lo que significa que con apoyo los pequeños empresarios pueden florecer. Los empresarios más grandes han realizado inversiones muy importantes en los países centroamericanos vecinos, detrás de cada proyecto modernizante de las capitales vecinas hay inversiones salvadoreñas, ese el país que conocemos y del que nos sentimos orgullosos. Ese empuje del salvadoreño se puede explicar 1 por la densidad poblacional misma donde nos toca competir diariamente con nuestros compatriotas. Surge una pregunta muy importante ¿qué hacer para que El Salvador valga más? INVERTIR EN EL PRESENTE Debemos potenciar esa capacidad empresarial, dichosamente los empresarios mas grandes ya lo están haciendo por su cuenta, generando oportunidades de trabajo en nuestro país y los países vecinos, pero los pequeños empresarios, ya sea para crecer o para iniciar un negocio, requieren apoyo crediticio apropiado para la pequeña y micro empresa, y asistencia técnica dirigida a este sector y, por sobre todo, el gobierno tiene la responsabilidad de crear un clima de negocios apropiado, que incluye la seguridad e infraestructura de apoyo. INVERTIR EN EL FUTURO El futuro de El Salvador son los niños, de allí que nos interesa que la generación futura sea más productiva. Debemos dedicar muchos recursos a los niños de los hogares pobres, empezando por el binomio materno infantil, ya que está comprobado que los niveles de nutrición en los primeros años de vida determinan el desarrollo intelectual y físico de cada persona, así como programas para brindar salud y educación a esta población infantil. Es claro que los padres de una familia pobre no tienen los recursos ni los incentivos para cubrir estas necesidades de sus hijos, por lo que es muy adecuado brindar transferencias en efectivo a estas familias con el compromiso de las mismas de llevar a sus hijos a recibir los servicios de salud y que los envíen a la escuela. El Salvador ya tiene un programa de esta naturaleza, por lo que vale la pena expandirlo y sostenerlo en el tiempo. Todos los salvadoreños tenemos un compromiso con nuestro país, con el ahora y el mañana. Seamos parte de esa cruzada por la recuperación de la ética del trabajo, apoyemos los programas dirigidos a las micro y pequeñas empresas y contribuyamos para financiar programas orientados a los niños de hogares pobres. Si El Salvador vale mucho, para la próxima generación valdrá más!. 2