MIRADA AL FRENTE Ella estaba sentada en un banco del parque, arropada con una bufanda de lana. En su cara serena, con una media sonrisa, observando cómo caían las hojas de aquel árbol triste. Cada hoja que tocaba el suelo representaba una lágrima de ella, una amenaza de su pareja, un insulto, un callejón sin salida. Aquel día cuando le rompió esa falda, con la que iba a salir con sus amigas; ese puñetazo que le dejó marcado su huella… Hoja tras hoja, lágrima tras lágrima. Así pasó su triste y ahogado otoño. Pero sabía que cuando se acabara, llegaría la primavera también a su vida e igual que aquel árbol tendría sus brotes nuevos, ella viviría, sin miedo, con esperanza, porque había sido capaz de romper con aquella locura sin sentido, había sido valiente y nadie a partir de ahora, le haría andar mirando al suelo, miraría al frente y sonreiría. MARÍA NAVARRO AGUILAR