Hallada la clave genética que hace de Ana, Marcos, Concha

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EL MUNDO. DOMINGO 27 DE JULIO DE
NARCÍS EL INDEMNE Y
LA RUINA DE SU CAIXA
P. 5
EL “DEMONIO” REBELDE
DEL VUELO MH17
P. 6
WEIWEI: MI PROTESTA
CON RAMOS DE FLORES
P. 10
EL MONSTRUO EN EL
ARMARIO DE ASUNTA...
UN RELATO DEL ‘BESTSELLER’ DE TERROR
MANEL LOUREIRO
P. 12
Victoria (103, y
portadora del
gen), junto a
su hija de 64, en
Alzira. Se está
estudiando si ella
lo ha heredado.
EL GEN MATUSALEN
SERGIO GONZÁLEZ
Hallada la clave
genética que hace de
Ana, Marcos,
Concha... ‘jóvenes’
centenarios. ¿El gen
pasa a sus familiares?
2.
EL MUNDO. DOMINGO 27 DE JULIO DE 2014
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LAS FAMILIAS
CONTADAS
QUE HEREDAN
EL DON DE
LA LONGEVIDAD
E
spera a Crónica sentadita a la
entrada de su adosado, mirando al jardín de geranios.
—Victoria, 103 años ya... Le llaman a usted campeona.
—103, Uiiii. Pero aquí estoy aún,
hijo...
Y entera. Sin prótesis en los huesos. Con el oído fino, atenta. Pelo
de color nieve. Delgada como lo
estuvo siempre. Sana, sin pastillas
que tomar, con el corazón bombeándole 62 veces por minuto. «Un
prodigio», resume el geriatra que
la sigue. Y Victoria, sin darse importancia, a lo suyo.
—Me gusta todo —zanja cuando
se le pregunta por la comida.
De la cocina llega un olor rico a
pescado y verduras. No es dieta.
Es lo que toca para el almuerzo,
que rematará con una pieza de
fruta. Mañana serán carne, legumbres y más fruta. Come de todo. Pero nunca entre horas. Minerales, proteínas, azúcar, glóbulos
rojos... Su analítica, defensas incluidas, es la de una joven de 30
años, cuentan los médicos asombrados. Se lo da una genética única. Y aunque los recuerdos los
mantiene igual de vivos que en
sus tiempos de profesora en las
deprimidas Urdes de Extremadura, a ratos las palabras se le resisten. Entonces estira sus largas y
huesudas manos y agarra las del
periodista como una lapa. Los
ojos vidriosos hablan por ella. Le
gusta que la besen y acaricien.
—¿Y tú cuántos años tienes?—
improvisa en otro momento la cen-
La clave de los más
longevos de
España, con 13.312
centenarios, está
en un manojito de
genes que se
hereda en parte. El
científico que la ha
hallado, en el
cromosoma 2, nos
guía en la
búsqueda de los
Matusalén y sus
hijos. El récord lo
tienen Concha y
Ana, con 112 años
POR PACO
REGO
tenaria girando la cabeza hacia su
hija María Victoria.
—Yo, 64, mamá.
Ajena desde joven a las cuentas
del calendario —«nunca le preocupó lo más mínimo la edad», tercia
su hija—, Victoria no termina de
creerse del todo que lleva ya 103
años en este mundo, sin dolor que
la atormente, 37.595 días vividos. Y
con éxito.
—¡Cómo vas a tener 64! —se
sorprende como si de pronto le parecieran demasiados años para
una hija—. ¿Entonces yo...?
Como el arqueólogo que tropieza
con una especie desconocida con-
servada en ámbar, quienes buscan
las claves para alargar la vida más
allá de los 100 han encontrado en la
campeona de Alzira —seis hijos y
12 nietos— un libro abierto. En sus
células se esconde una genética especial, rara, lo que algunos estudiosos del envejecimiento resumen como efecto Matusalén. Ella no es la
única: también lo han detectado en
Marcos, químico de 103 años; en
Josefa, tendera de 104; en Rosario,
de 106; en Delfina, ama de casa de
107; en el agricultor Francisco, de
109... Máquinas de supervivencia.
Sus cuerpos son un territorio
virgen, inexplorado desde su nacimiento, para quienes intentan dar
con la tecla de la longevidad. Y al
parecer la han encontrado científicos españoles mediante dos estudios paralelos.
En el primero, el más avanzado,
han hallado el gen de la larga vida
—bautizado APOB— en 20 de los
34 centenarios seleccionados. Y lo
103 AÑOS
MARCOS GARCÍA
Profesor de química. Tiene
los genes de la longevidad,
aunque él dice que el secreto
para vivir más años está en
dormir bien, las vitaminas y
las proteínas. / ALBERTO DI LOLLI
que ahora se proponen es estudiar
a sus hijos. Quieren saber si ese
maravilloso trocito de ADN lo han
transmitido a sus descendientes.
El otro descubrimiento da respuesta a dos preguntas: ¿de qué
depende que sus órganos aguanten tanto? ¿Por qué gozan de una
vida relativamente sana? La clave,
también genética, tiene que ver
con las enfermedades propias de
cada edad, y la ha encontrado
otro grupo de biólogos en 152 españoles de entre 100 y 111 años.
Veamos. El programa que nos
alarga la existencia, el que lleva escritas las instrucciones químicas ne-
cesarias para que una persona termine convirtiéndose en un matusalén, se aloja en un manojito de genes excepcionales, situado en el
cromosoma 2; y entre ellos el bautizado como APOB. «Este es un gen
no demasiado común pero muy
grande y con mucho efecto, implicado en el transporte del colesterol
malo», adelanta el científico Manuel
Serrano, responsable del hallazgo
cuya descripción y resultados serán
publicados próximamente en una
revista científica.
«Las familias que compartían
variantes raras de este gen superaban con creces el siglo de vida»,
añade el biólogo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas
(CNIO). Se ha formado en el Cold
Spring Harbor de Nueva York, el
mítico laboratorio dirigido entonces por el Nobel James Watson, codescubridor de la famosa molécula del ADN. El hallazgo se produjo
tras estudiar el genoma de los más
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101 AÑOS
FRANCISCO MORENO
Con boina en la foto
que sostiene su hijo,
Francisco, de 70 años,
vecino de Carlet
(Valencia). Ha sido
seleccionado para
participar en una
investigación que
tratará de si él también
lleva el gen Matusalén
de su padre. JOSÉ CUELLAR
1O4 AÑOS
ÁNGELA CRESPO.
portadora del gen de la
longevidad, falleció con
104 años en Benimodo
(Valencia). Su hija,
Josefa, de 68 años (con
la foto de su madre en la
mano) se va a someter a
un estudio para conocer
si ha heredado la el gen
de la longevidad de
progenitora. JOSÉ CUELLAR
ancianos de la valenciana Alzira,
44.788 habitantes, una de las localidades con más centenarios de España, 34.
Aquí nadie habla de terapias
místicas, ni de pócimas que purifican la sangre, ni de
píldoras antioxidantes que prometen ralentizar el envejecimiento. «Lo que hay
es mucha dieta mediterránea y, por otra
parte, unos rasgos
genéticos muy marcados que se heredan parcialmente»,
tercia el geriatra
Juan Antonio Avellana. Durante años él
ha estado siguiendo
desde el hospital La Ribera de Alzira, donde ejerce, a los más ancianos de la zona y a sus familias, que
han colaborado en la investigación.
«No estamos hablando de encon-
trar la llave de la eterna juventud.
En absoluto. No existe, es inútil
perder el tiempo en eso», despeja
equívocos el doctor cuya investigación ha sido financiada por el Instituto de Salud Carlos III. «No podemos ser jóvenes toda la vida, pero lo
que sí es posible es
alargar
nuestra
existencia y que
además merezca la
pena hacerlo. Estamos empezando a
saber cómo hacerlo.
Conocemos bastantes cosas, aunque
no todo lo que está
escrito en los genes
de estos centenarios
y supercentenarios.
Lo que sí sabemos es que en ellos
radica la clave para vivir mucho
más tiempo».
En la actualidad, 13.312 españoles rebasan la mítica cifra de los
EL VERDADERO
GEN ‘MATUSALÉN’,
QUE ES UN RARO
ENSAMBLAJE DE
ADN, SE TERMINA
DE FORMAR EN EL
VIENTRE MATERNO
100 años. De esos, 350 son mayores de 105, según el rastreo del
Grupo de Investigación Gerontológica. Y por encima de todos ellos,
los supercentenarios, aquellos que
superan los 110 años, lo que se conoce como longevidad extrema.
Quedan dos, Ana Vela Rubio, de
Puente Genil (Córdoba), la quinta
persona viva más longeva de Europa, y Concha Pérez Cidad, nacida
en Grijalba (Burgos), en el puesto
seis del escalafón europeo. La primera cumplirá los 113 en octubre y
dos meses después los hará su rival
burgalesa en edad. Ninguno de estos españoles podrá jamás alcanzar
los 969 años del personaje bíblico,
pero el sueño de vivir más —y mejor— está cada vez más cerca de
convertirse en realidad.
Las personas que llegan a centenarias viven al menos 15 años
más que la gran mayoría. ¿Esa excepcional longevidad es un rasgo
que se hereda?
—A veces se hereda y otras veces es propia de cada persona. Hay
gente de 105 o más años cuyos padres murieron a los 70 o a los 80.
Incluso los hay que tuvieron hermanos que fallecieron 20 años antes y ellos vivieron hasta los ciento
y pico—, aclara el doctor Avellana.
—¿Entonces...?
—Existen variantes genéticas
que hace únicos a los longevos. Y
ello a pesar de que en general venimos de fábrica preparados para
aguantar 100 años. Pero aún así el
ambiente en que nos desarrollamos, como la calidad del aire, de
los alimentos, la higiene, el consumo de tóxicos..., dificulta que podamos vivir más, adquirimos enfermedades, nos volvemos unos discapacitados y morimos antes. Por
otra parte, están las personas que
nacen con un equipaje genético determinado que les permite hacer un
recorrido vital mucho más largo
que el de la inmensa mayoría de la
gente y llegan a los 104 o a los 113
años. También tienen que cuidarse,
por supuesto, pero vienen con un
plus genético que les ayuda a alcanzar unas edades muy considerables. Y ese linaje genético, que no
siempre se hereda, sino que se adquiere por una extraña combinación del ADN en el instante en que
la persona es concebida en el útero
materno, se parece más al de los jóvenes de 30 años que al de los viejos de 80 o de 90.
Porque lo que hacen los genes
es dar las instrucciones precisas
para construir pieza a pieza cada
rincón del cuerpo. Y además aportan una especie de fecha de caducidad. «El gen APOB que hemos
encontrado —puntualiza Manuel
Serrano— tiene unas secuencias
raras en su química, lo que se llaman variantes particulares, que regula los procesos químicos de los
cuales depende que piezas vitales
del organismo, como las venas, las
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arterias o el corazón, no se deterioren y puedan seguir funcionando 100 o más años».
No hay más que ver al químico
Marcos García. También lleva el
gen de la longevidad. A sus 103
años, 70 dedicados a la investigación y a la docencia en la Universidad Complutense de Madrid, no
perdona una mañana en un parque
o un rato en la terraza de una cafetería: «Algún lumbago, algún catarro y poco más he tenido en mi vida». En cambio, su padre, médico
militar, falleció a los treinta y tantos
de un cáncer y su madre a los 80.
La receta de Marcos, además de
guardar la boca, es dormir. «El sueño, si es bueno, lo cura todo, regenera». Y
las vitaminas y proteínas que, según él,
actúan como los ladrillos del organismo. Que esos ladrillos duren 100 o más
años está escrito en
el ajuar genético que
cada uno de nosotros
traemos al nacer.
No ha sido fácil
encontrar a los protagonistas de esta
historia. Varios de
ellos han fallecido no
hace mucho a los 104, 105 o 109
años. Otros, unos días antes de que
fuésemos a su encuentro. De una
familia de tres hermanas centenarias que participaron en el estudio,
todas ellas por encima de los 102,
ya no queda viva ninguna. Y lo
mismo ha pasado con dos hermanos longevos que habían prestado
sus genes.
Otros matusalenes —hasta 11—
han seguido cumpliendo años pero han preferido mantener el anonimato. Bien porque sus familiares
así lo han querido o porque han
terminado en residencias donde
habitualmente las normas impiden
que se les entreviste. También es
normal encontrarse con esquelas.
El salmantino Salustiano Sánchez
Blázquez, el hombre más longevo
del mundo según el Libro Guinness de los Récords, falleció a los
112 años y 99 días (13 de septiembre de 2013) en un asilo del estado
de Nueva York. Había emigrado a
EEUU con 19 años. Dejó siete nietos, 15 bisnietos y cinco tataranietos. Un año antes, también en septiembre, se iba para siempre el
considerado más longevo de Europa, Francisco Fernández Fernández, 111 años, de Pinilla de la Valdería, León. Al tío Quico le sobrevivieron cinco hijos, ocho nietos, 14
bisnietos y una tataranieta.
queda que los científicos realizarán
este verano y cuyos resultados podrían estar listos a finales de 2015.
«Si al final resulta que tengo la
genética de mi madre, me preocuparía», dice María Victoria. «No
quisiera molestar a nadie, pero si
puedo valerme por mí misma, entonces estupendo». «Me conformo
con que la cabeza me funcione»,
añade Josefa, hija de la difunta Ángela, que falleció con 104 años.
Una de las sorpresas que más
han llamado la atención es la fortaleza del sistema inmune de los centenarios analizados. «No han perdido su capacidad para defenderse de
los virus y de las bacterias», resalta
el geriatra Avellana,
sorprendido. Al contrario. «Sus defensas funcionan igual
de bien que cuando
eran jóvenes». Ni siquiera se vacunan
contra la gripe.
El retrato vital
que dibujan los investigadores muestra un perfil común:
son bajitos (alrededor del 1,70), no están gordos, su sangre está limpia de
niveles de colesterol perjudiciales, sólo el 15% fuma,
el 12% bebe alcohol, hacen ejercicio (sobre todo caminar por el
campo o la ciudad y mantenerse
activos todo el día), siguen una
dieta mediterránea, comen de todo y en pocas cantidades.
«Esto es como un coche de altísima gama», tira de símil el científico
Manuel Serrano. «Viene equipado
con el mejor motor, con piezas únicas, prácticamente infalibles. Pero
si en vez de echarle la gasolina adecuada, lo alimentas con otra de peor calidad y además le das un aceite inferior, en vez de durar en plena
forma, por ejemplo, 20 años, el coche empezará a tener achaques y
terminará cascando antes de lo previsto. Algo parecido a lo que ocurre
con nuestros cuerpos y sus genes».
Los de Concha Pérez Cidad han
cumplido muy bien hasta ahora. Y
es que detrás de sus 112 años (soplará 113 velas el 9 de diciembre)
existe algo más que una vida ordenada y sin excesos. Es la segunda
persona más longeva de España
después de Ana Vela Rubio, que
cumplirá los 113 dos meses antes.
Apenas tres años menos que la
más anciana del planeta, la japonesa Misao Okawa, 116 primaveras.
Prueba de que la genética longeva no sólo ha favorecido a Concha,
son los 100 años que cumplirá en
enero su hermana Bene.
—¿Qué hay que hacer para vivir
tanto tiempo?
—Venir bien equipada de naturaleza y sobre todo no desperdiciar
ni un día, ni un minuto de tu vida.
La supercentenaria suelta una
sonrisa pícara. Lleva genes poderosos en la sangre. Goza de buen apetito y de un estómago a prueba de
malas digestiones. Duerme sin pastillas. «El médico, para meterse con
ella, suele decirle que si ha llegado
a vivir 112 años es porque no ha tenido que aguantar a ningún hombre», cuenta Alicia, su fiel y eficaz
NI SE VACUNAN
CONTRA LA
GRIPE. “SUS
DEFENSAS
FUNCIONAN
IGUAL DE BIEN
QUE CUANDO
ERAN JÓVENES”
AHORA, LOS HIJOS
En total, fueron seleccionados para
la investigación 20 de los españoles
más longevos, de los 34 que hay registrados en la localidad valenciana
de Alzira (44.788 habitantes) y pueblos cercanos. Todos ellos nacieron
antes que los antibióticos. Pero ninguno con males crónicos, aún hoy.
Ahora toca comprobar si los hijos
de los centenarios estudiados (como María Victoria, en la portada,
Josefa o Francisco, en la página anterior) han heredado la genética de
sus padres y de sus madres. Bús-
cuidadora. «Nunca fue de ponerse
cremas ni de hacer dietas milagrosas para parecer más joven».
El próspero negocio de la longevidad, la nueva vaca lechera de los
laboratorios farmacéuticos, mueve más de 10.000 millones de euros al año en todo el mundo. El último hallazgo lleva como reclamo
«Moléculas de la longevidad que
retrasan el envejecimiento». Dicho
por el biólogo Jing Huang, una de
las estrellas de la Universidad de
California, suena tan seductor como enigmático. Se trata en realidad de un compuesto que se utiliza en suplementos deportivos, llamado alfa-cetoglutarato (AKG),
que se produce cuando las células
generan energía, lo que según
Huang podría ampliar nuestro calendario biológico.
Los resultados, dados a conocer
recientemente por Nature, muestran que tras incluir el producto en
la dieta, los gusanos de laboratorio
112 AÑOS
CONCHA PÉREZ
Soltera y sin hijos, licenciada
en Filosofía y Letras, se ha
valido por sí misma hasta que
cumplió 96 años. Soplará 113
velas el próximo 9 de
diciembre. ALBERTO DI LOLLI
vivieron un 50% más. «Si esto mismo puede aplicarse a los humanos
es algo que aún está por ver», reconoció a The Times el propio científico asiático. O, mejor dicho, si lo que
pretende es forrarse con su alargador de la vida, tendrá que demostrarlo en personas.
Porque «en esto de vivir mucho
no hay trucos», tercia el científico
Alejandro Lucía. En colaboración
con grupos de Japón, uno de los
países, junto con España, con más
longevos del mundo, ha descubierto que existe una variación en la secuencia de ADN relacionada con
las enfermedades cardiovasculares
que también está presente en personas muy longevas y sanas. Sobre
todo en la población española.
Se trata de una variante en el
cromosoma 9p21.3, bastante más
común en las mujeres que en los
hombres. «Ser mujer es más determinante que ningún otro factor de
los descubiertos hasta ahora», precisa el investigador de la Universidad Europea de Madrid tras haber
analizado el genoma de 152 españoles de entre 100 y 111 años.
«El 79% de los centenarios y supercentenarios son del sexo femenino». Y lo curioso, revela Lucía,
«es que todos, españoles y nipones, están sanos como manzanas.
Son personas que han pospuesto e
incluso evitado enfermedades crónicas y asociadas a la edad. La mayoría es totalmente independiente
y, a su manera, despacio, hacen la
misma vida que una persona de 40
o de 50 años...».
¿Quién no lo firmaría?
Ó
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