Fobias por trasposición de la angustia. Caso clínico de un niño de 4 años. La extensa literatura psicoanalítica y sus autores nos proponen una diversidad de criterios cuando se intenta realizar una lectura sistemática de las fobias infantiles. Como vemos en la clínica diaria, difícilmente existan fenómenos más frecuentes en la infancia que los relativos a la esfera de los miedos, fobias y terrores. Para algunos autores existen claras diferencias entre los miedos infantiles y fobias propiamente dichas, para otros estas diferencias carecen de importancia y son solo fachadas encubridoras de una idéntica esencia. Anna Freud propone distinguir rigurosamente entre miedo y angustia, utilizando miedo a la actitud hacia un peligro que amenaza desde lo real y angustia para las reacciones ante amenazas que surgen del mundo interno. Mientras los miedos, por más intensos que sean, no se transformas en fobias, sin embargo la angustia toma frecuentemente este camino. Melanie Klein sostiene que las fobias tempranas se hallan ligadas con el incremento del sadismo oral canibalístico de la fase depresiva y que su dinámica descansa en una violenta proyección del súper yo temprano sobre un objeto exterior. Lacan y otros autores portlacanianos, fieles a Freud, siguen considerando que la fobia está ligada con la angustia de castración y con el conflicto edípico, aunque debemos destacar que tanto la angustia de castración como el Edipo han sido ampliamente reformulados por la doctrina lacaniana. Refiriéndonos, al pequeño Hans (Juanito), si para Freud “el caballo” que era el objeto fobígeno contenía una serie de sentimientos y de imagos referidos al padre y el terror del caballo era su temor a la castración, a partir de Lacan el caballo será un objeto que desde lo imaginario intentara cubrir la falta de un agente castrador, falta de un padre real que cumpla su función. Lo que para Freud es el terror de Juanito a ser separado del objeto incestuoso por la presencia del padre, en Lacan es, a la inversa, el terror de Juanito de quedar preso en la dupla narcisista incestuosa con su madre, por inoperancia de la ley paterna. Como vemos, en el campo psicoanalítico las explicaciones sobre el tema no se presentan de manera uniforme en lo que refiere a la especificidad del conflicto y a las ansiedades que ponen en marcha a la sucesión de mecanismos típicos de las fobias. Pero si es innegable que, más allá de los diferentes puntos de vista, en el campo psicoanalítico la fobia implica un conflicto que pone en marcha ciertos mecanismos psicológicos específicos: represión, proyección y desplazamiento. O sea que siempre que se trate de fobias estamos hablando, psicoanalíticamente, del complejo dinámico descripto por Freud en el caso del pequeño Hans. Paso a relatar el paciente el cuestión, es un niño de 4 años (M) quien vive con su mama (38) actualmente trabaja como administrativa, pero fue docente rural por mucho tiempo, su papa (31) que es músico, aparte de tocar en diferentes bandas su trabajo estable es como trompetista en Gendarmería Nacional (poner este dato?) una hermanita dos años menor que él (2) y al momento de la consulta la madre se encuentra embarazada de tres meses. Los primeros dos años de M vivieron en la casa de la abuela materna, con quien el niño mantiene una relación simbiótica y dependiente. Luego la familia se muda a la casa de abajo (la abuela siguió viviendo arriba). Esta situación sobrellevo un cambio en el estilo de personalidad del niño porque antes de la mudanza era un nene muy alegre y posteriormente empieza a enojarse ante cualquier situación, se vuelve irritable. Los padres manifiestan como motivo de consulta que M tiene “pánico a los guantes, pero no todos, los de látex y los de las estaciones de servicio”. Ellos refieren que lo que le sucede son como ataques de pánico. M ve un guante y se descompone, parece que va a vomitar, se pone frio, pálido y empieza a sudar, pero no llora. El mismo refiere no poder mirar el guante. La madre hace referencia como primer episodio desencadenante, un cuadro de broncoespasmo. M se encontraba en la guardia de un hospital y la enfermera al verlo tan angustiado para hacerle una gracia, le infla como globo un guante de látex. “De solo verlo se ataco” refieren los papas. Este cuadro de broncoespasmo coincide con la mudanza de una prima un año menor que él a la casa de la abuela. Esto provocó unos fuertes celos en M, quien quiere estar siempre acompañado por su abuela. Relatan varios episodios que sucedieron en peluquerías (detesta cortarse el pelo y más si los peluqueros llevan guantes. Una vez uno llego a tocarlo) y también en estaciones de servicio (guantes que llevan los empleados que surten combustible). M parece estar con una expectativa ansiosa porque ante varias situaciones él se anticipa preguntando si va a haber guantes en determinados lugares. Solo de esa manera logra quedarse tranquilo. Los padres refieren que M tiene un temperamento muy fuerte, es testarudo y le cuesta asumir límites. Tiene un lenguaje muy rico, habla como un adulto, desde pequeño tuvo mucha facilidad para hablar, antes del año se comunicaba con todas las palabras. Actualmente está preguntando constantemente los porque de todo. También lo describen como sensible, vulnerable, muy demostrativo. Niño muy dependiente de los padres, manifiesta mucho miedo a dormir solo, además de los miedos normales de la edad. Primera entrevista con M: Llega al consultorio de la mano de la mama. Me presento, le cuento quien soy y le pregunto si se anima a pasar, mira dubitativo a la madre quien le dice que se va a hacer unas compras y al término de la sesión lo pasa a buscar. No parece muy convencido, pero me toma de la mano y juntos despedimos a la madre. Entra al consultorio, nos sentamos, me presento nuevamente y le cuento que es lo que vamos a hacer en terapia. El se muestra de buen ánimo y simpático. Es muy conversador y comunicativo, habla constantemente sobre su nuevo hermanito, que quiere que sea varón para que duerma con él. Manifiesta que quiere hacer un dibujo, me dice que dibujó un sueño: M ‐“yo a la noche sueño” A ‐ y ¿Qué soñas? M‐ “con el caballo y con el zorro, ah y también con coaiar” A‐ y que es coaiar? (realmente no entiendo lo que me dice) M‐ (enfatico) “el de Toy Story… mi mama me va a llevar al cine”, continua dibujando y señala que lo que dibuja es un sueño de aventuras. A‐ ¿Cómo son los sueños de aventuras? M‐ Me muestra el dibujo… luego dice que extraña a la madre, vuelve a comentar que va a tener un hermanito y continua “mi papá me dice hijo de puta, me hace ja ja (…) él quiere todo lo que yo quiero”. “Ben 10 se pelea con mi prima, yo me llevo bien con mi prima (…)” (es la que vive con la abuela) continua… “estoy un poco enojado con V (prima) y con P (hermana) porque quieren algo de mi” Se levanta de la silla, mira todos los juguetes y dice “estos juegos son poquito difícil”. La explicación psicoanalítica de las fobias siempre ha estado estrechamente ligada con el concepto de la angustia. Un recorrido de las distintas propuestas teóricas sobre esta temática, nos conduce a diferentes explicaciones sobre la formación y el sentido de las fobias. En la primera teoría sobre la angustia Freud sostiene que su producción obedece a un estancamiento de la libido. La libido estancada por un proceso de transformación es liberada directamente como angustia. El estancamiento podría depender a dos tipos de causas: 1) Por falta o inadecuación de la satisfacción sexual (1895 Neurosis de angustia, neurosis actual) no obedecía a una causa psíquica alguna. 2) por defensa psíquica, la represión ocasionaba el mismo resultado que la abstención, una retención de la libido que al no conseguir descargarse se transformaba en angustia. Estas constituyen las neuropsicosis de defensa. Para estas últimas, el síntoma tiene un sentido puntual y refleja en su estructura el conflicto que trasluce bajo la forma de un compromiso. El síntoma tiene una individualidad, una especificidad mucho más marcada. La organización del objeto fobígeno incluye la historia del sujeto en una concatenación, en un mito altamente personal. Posteriormente en Inhibición, síntoma y angustia, (1926) Freud expone la segunda teoría de la angustia. En la cual sostiene que la angustia es una señal del yo y para el yo de la situación de peligro pulsional que conlleva la amenaza de castración. La angustia de castración es el punto de partida de los procesos defensivos a los que el yo recurrirá para eliminar la situación de peligro. En este contexto las fobias vuelven a ser consideradas como productos de transformación de la angustia de castración. Al constituirse la fobia, la angustia de castración se dirige hacia un objeto sustitutivo que puede ser evitado. Las fobias resultan de una trasposición, de una serie de operaciones endopsiquicas que el sujeto realiza con la angustia originada en un conflicto. Ante un conflicto que genera angustia, el yo articula una serie de procedimientos tendientes a modificar el estado de ansiedad: represión, regresión, desplazamiento y como resultado se crea un nuevo estado psíquico por el cual ya no se sufre frente al conflicto original sino frente a un sustituto fácil de evitar. Clásicamente, la transformación de la angustia en fobia se considero un recurso defensivo que si bien, permitía al niño evitar el conflicto y la angustia, detenía el proceso evolutivo, dando origen a una enfermedad neurótica. La angustia de castración hace que el yo recurra a mecanismos de defensa para su eliminación. Entra en juego la represión, recayendo sobre todos los componentes del complejo de Edipo, hostilidad hacia el padre, amor hacia el padre, amor a la madre. A su vez, estos deseos sufren los efectos de otros mecanismos de defensa; la regresión por medio de la cual la expresión de aquellos sufre una transformación, ya no es temor a ser castrado, sino que se pasa a temer a algún otro tipo de ataque, ser mordido, golpeado, perseguido y no por el padre, sino que, por medio del desplazamiento, otro objeto disfraza el original. En Juanito: el caballo, en M el guante. La ventaja real se obtiene mediante la creación del sustituto, de manera que el yo evita el conflicto de ambivalencia (amor y hostilidad hacia el padre) y el desarrollo de la angustia. Tal sustitución se realiza por medio del desplazamiento. La elección del objeto sobre el cual se realiza el desplazamiento, recae en algún objeto susceptible de guardar algún tipo de relación simbólica con el objeto original. Las reglas por medio de las cuales se lleva a cabo la sustitución simbólica son contigüidad o semejanza. No es un dato menor y aquí viene la parte interesante, que el padre de M utiliza guantes blancos para tocar en la orquesta estable de Gendarmería. Lo central en la hipótesis freudiana puede resumirse en los siguientes términos: las fobias se originan a partir de conflictos que surgen en la etapa fálica del desarrollo edípico; la angustia en juego es angustia de castración. Es esta acrecentada ternura por la madre lo que súbitamente se vuelca en angustia; lo que sucumbe a la represión (esfuerzo de desalojo). Esta angustia, que corresponde a una añoranza erótica reprimida, carece al comienzo de objeto, como toda angustia infantil: es todavía angustia y no miedo. Luego la libido es retenida en la represión por alguna cosa y se ve precisada a hallar un objeto y se exterioriza. Como en el caso del pequeño Hans, de manera muy parecida, la madre de M se muestra como una madre buena y cuidadosa y parece muy satisfecha de recibirlo en la cama. Cuarta sesión con M: Concurre al consultorio acompañado por la mama, a diferencia de sesiones anteriores ya puede separarse con más facilidad. Aparenta ansioso y se encuentra verborragico. Me cuenta que le pidió a la madre que no se haga más la tintura (no sabía decirlo, lo deduje) porque usa guantes de latex. Continua, “mi papa le muestra el culo a mi hermanita, mi mama se enoja y le dice para asqueroso!” Sigue relatando que la mama y el papa se pelean y que la madre le dice “hacete cargo de tus cosas”. (…) “no quiero jugar a la lucha con papa porque él me pega fuerte, le quiero pegar una patada en las bolas a ese pelotudo!” ríe. Comenta que con la hermanita se bañan juntos. Quinta sesión con M: “Me gusta morder a mama y a mí, me gusta comerme yo” (…) “me gustaría ser un tiburón para morder a mama”. “Mi hermanita es mala, me rompe las cosas. Le digo a mama y a papa y no me creen, ella sigue rompiendo igual”. Comienza a hablar de Drácula (…) “chupa sangre, es un asco, pero igual me gusta (…)” Un mes y medio después (sesión decimo primera aprox): “Mi hermanita me da pena, no quiero que me mire porque me rompe mucho las pelotas cuando juega conmigo” (…) “ya no me dan miedo los guantes, los agarro. En las estaciones de servicio me tapo los ojos”. Me comenta que se le ocurrió una idea, cuando su papa quiera jugar a la lucha y a él le duela le va a decir “estúpido”. Una sesión posterior (decimo segunda): Manifiesta ganas de que su hermanita cruce la calle y la pise un auto. Sesión decimo tercera : Llega al consultorio y se dirige a la caja de juegos, saca los animales y los empieza a poner en fila. Me dice que los animales hacen cosas feroces. Luego pone a los animales de a dos y los acomoda uno arriba del otro. Intervención (no me acuerdo exactamente el momento): quizá el también se siente feroz como los animales cuando quiere comer y morder a su mama o matar a su hermanita. Continua diciendo “ahora quiero comer a papa y morderle las pelotas, todavía no se las mordí, pero si ya le pegue”. Sigue jugando con los animales. La tesis lacaniana reubica la fobia infantil como una solución, una producción imaginaria ante la ausencia de referencias identificatorias en lo simbolico de una legalidad fálica más allá del mundo dual de la relación primordial con la madre. En la relectura del caso del Pequeño Hans (Juanito), considera que la angustia del niño surge ante el hecho de quedar capturado en la relación especular con la madre, “por déficit de una referencia paterna portadora del falo”, y ante este peligro el recurre en lo imaginario al caballo – papa que se haga cargo de la función de corte. (Guante – padre). En un desarrollo normal, el niño al descubrir la castración materna, tiene abierta la vía para un más allá de la madre que es el padre, quien instituirá otro orden en la ubicación del falo. La omnipotencia pasa ahora del lado del padre. Si sobreviene alguna falla en este proceso, si el padre no desempeña su rol (por múltiples razones), se produciría una carencia de puntos de referencia identificatorios para el niño, un vacío de poder. Si, castrada la madre, el niño no es quien pueda colmarla, ni tampoco lo es el padre… En ese punto surgirían la angustia y la necesidad de crear en lo imaginario un objeto castrador: el objeto fóbico. En reiteradas sesiones de orientación a padres, a las cuales el papa no asistía por diferentes motivos, era notable la angustia de la madre ante las ausencias reales del padre por motivos laborales, giras con las bandas, etc. Las salidas familiares siempre quedaban desplazadas o se realizaban con los niños y la madre. También era generador de conflicto en la pareja, la actitud infantil que mantenía el padre hacia ella y hacia los hijos. También era notorio como M buscaba medios identificatorios paternos, con lo masculino. Con el correr del tiempo fueron surgiendo grandes intereses por la música, él le pedía fervientemente al padre que le enseñe tocar la batería pero este se oponía justificado por una falta de tiempo. También en reiteradas ocasiones M manifestaba interés de acompañar al padre a los “locales de música” donde venden los instrumentos, pero el papa iniciaba una negativa diciendo que M es muy chico para estar en esos lugares porque toca todo lo que no se puede tocar. En realidad, la castración temida, es quedar capturado en la relación especular con la madre y resignarse a ser el prisionero de las significaciones del otro, por la insuficiencia de un padre que ejerza la prohibición y lo proyecte hacia un futuro negándole momentáneamente su falo. LA FOBIA SE ESTABLECERIA ANTE LA CARENCIA DE UN VERDADERO COMPLEJO DE CASTRACION. La fobia se desarrolla tiempo después que aparece la angustia. Lo enfrenta con una discordancia básica entre la imagen que tenia de si, el que colmaba a la madre, y la realidad que le resulta miserable, la madre no parece desear su pequeño pene. Esto comprobado por el nacimiento de las hermanitas. Serán ellas las que colman a su madre. Aquí surge la angustia y luego la fobia. La imagen de la madre se presenta como si estuviera privada, privación intolerable que el niño no sabe como colmar, en este momento el padre debe aportar algo. La identificación con el padre debería permitirle el pasaje. Sesión decimo cuarta: Comienza hablando del padre y comenta que se va de viaje. Dice que le quiere morder la parte trasera al padre “a veces lo quiero y a veces no”. “Cuando papa está en casa no puedo dormir con mama, pero cuando papa se va de viaje duermo con ella”. Me cuenta que sus papas se pelean y que la madre termina llorando bastante seguido. Le digo que es en esos momentos cuando quiere morder al padre y también cuando el papa está en casa ya que no le permite que duerma con mamá. Comenta que hace muchos días que ya no le tiene miedo a los guantes (…) “yo a papa no lo quiero porque no me gusta las cosas que me compra. No es solamente por eso, es por otra cosa más, no me gusta que me lleve a la estación de servicio. Me llevó a una que había guantes, pero igual no me asuste” Sesión posterior al nacimiento de la hermana: Anteriormente la madre me comento que M está muy enojado e irritable, también muy demandante con la mama. Cuando lo retan dice “vos me creaste así”. Manifiesta muchos miedos como a los monstruos y los fantasmas, no puede dormir solo. Esta muy temeroso y repite constantemente “nadie me quiere”. Algunas veces ante retos de los padres manifestó “me quiero morir”. M me comenta que tiene mucho miedo que los papas se vayan al cielo. Dice “no importa total yo también voy a ir al cielo”. Cambia de tema y de juego constantemente, aparenta evitativo y muy ansioso. “Le tengo un poco de miedo a los guantes, pero ya lo voy a superar, el otro día fui a una estación de servicio, vino una señora con guantes y no me asuste” (…) “me da miedo que mi mama se vaya, que mi mama no me quiera” Me cuenta que tiene miedo que un monstruo ataque a sus papas por las noches, si eso llega a pasar el va a ir a la cocina va a agarrar su espada y va a defender a su familia. Después de siete meses (aprox) cumplió 5 años y con las vacaciones de verano de por medio M en una sesión manifiesta que el padre ya no es malo con él como antes, ahora es bueno porque ya no juegan a la lucha. El caballo (guante) como significante seria el soporte de una serie de transferencias y permutaciones que conducirían a una reorganización del significado. El padre deja un hueco; precisamente aquí se busca apoyo en la fobia. Es la angustia alrededor de un lugar vacante. ¿Qué desea la madre cuando desea otra cosa que el? Si fuese el padre, el complejo de castración quedaría bien establecido, pero justamente, al no quedar claro que la madre desee al padre, que este sea el portador del falo como significante del deseo, la castración no se instituye de forma acabada. Finalmente, podemos decir que fue el psicoanálisis y nuevamente con este caso lo podemos comprobar, el que descubrió que los primeros años de vida, lejos de constituir un periodo de absoluta inocencia, estan gobernados por el poder de los instintos, que desean ser satisfechos; y también fue el psicoanálisis el que declaro desde los comienzos de su teoría que la sexualidad, en su forma adulta, tenía su prehistoria iniciada en la más temprana infancia. Repetimos, como lo manifestó Anna Freud en El psicoanálisis infantil y la clínica “Solo una terapia diseñada, de manera tal de explorar las profundidades insondables del aparato psíquico y revivir experiencias del pasado remoto, podrá alterar la calidad de las defensas, anular regresiones y alterar el equilibrio de fuerzas dentro de la estructura de la personalidad ” BIBLIOGRAFIA • • • Bleichmar, Dio E. “Temores y fobias. Condiciones de génesis en la infancia” Ed Gedisa 1981, Buenos Aires Argentina. Freud, Anna. “El psicoanálisis infantil y la clínica” Ed Paidos. Freud, Sigmund. “Análisis de la fobia de un niño de cinco años” AE obras completas, Tomo X, 1909.