LAS 10 MEJORES NOVELAS DE COLOMBIA #MesDeLaLiteraturaColombiana Esta es una selección de piezas memorables que se convirtieron en fenómenos literarios, y de algunos fenómenos que se volvieron memorables. El lector tiene la última palabra. 1. Cien años de soledad, Gabriel García Márquez (1967) “En Macondo no ha pasado nada, ni está pasando ni pasará nunca. Este es un pueblo feliz”. 2. María, Jorge Issacs (1867) “Después que mi madre me abrazó, Emma me tendió la mano, y María, abandonándome por un instante la suya, sonrió como en la infancia me sonreía: esa sonrisa hoyuelada era la de la niña de mis amores infantiles sorprendida en el rostro de una virgen de Rafael”. 3. La casa de la vecindad, José Antonio Osorio Lizarazo (1930) “La ciudad es hostil para mí. Y es hostil para mí también la vida. Y no puedo dominar ni la ciudad ni la vida”. 4. Las estrellas son negras, Arnoldo Palacios (1949) “Hacia el estómago, el vientre se hundía cual una bolsa desinflada. ¡Oh..., qué brazos más lánguidos pendientes de unos hombros! Se creyera que, al morir el viejo, esos brazos con los cuales se había batido podrían servirle de cirios". 5. La vorágine, José Eustasio Rivera (1924) “Yo no quería ver al difunto… Sentía repugnancia al imaginar aquel cuerpo reventado, incompleto, lívido, que fue albergue de un alma enemiga y que mi mano castigó”. LAS 10 MEJORES NOVELAS DE COLOMBIA #MesDeLaLiteraturaColombiana 6. La marquesa de Yolombó, Tomás Carrasquilla (1927) “Varias de aquellas señoronas, vestidas de puntos y rengues, bastante más escotadas que las actuales, si más luengas de faldas, no pueden sostenerse en aquellos zapatos empinados de raso…”. 7. La casa grande, Álvaro Cepeda Samudio (1962) “El pueblo termina frente al mar: un mar desapacible y sucio al que no mira nadie. Sin embargo, el pueblo termina frente al mar”. 8. 0 08 contra sancocho, Hernán Hoyos (1970) “…extrajo de la mesa de noche un atomizador de vidrio con una borla blanca, y agachándose frente a 0 08 empezó a atomizarse el sexo con profusión”. 9. Cóndores no entierran todos los días, Gustavo Álvarez Gardeazábal (1972) “Por las ventanas de anjeo las caras curiosas vieron descargar cadáveres, pero nadie entraba porque en Tuluá nadie había perdido nada”. 10. La cárcel, Jesús Zárate (1972) “Hay que leer los libros prohibidos por la censura, por toda censura, no para juzgar el valor de los libros, sino para apreciar la estupidez de toda censura”. Fuente: Vallejo, Carlos, Revista Don Juan (Marzo, 2013)