Subido por Gabriela Garcia

Psic. de la vida cotidiana

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La psicología social da cuenta de la existencia de un hombre en situación, pues
nadie puede ser entendido como un sujeto aislado sino en relación con las
circunstancias históricas y que constituyen el contexto de sus determinaciones. Se
aboca a la indagación de un sujeto productor y producido, que además puede
participar activamente en la producción de tales circunstancias.
La vida cotidiana es el espacio y el tiempo en que se manifiestan, en forma
inmediata, las relaciones que los hombres establecen entre si y con la naturaleza en
función de sus necesidades, configurándose así lo que hemos denominado condiciones
concretas de existencia.
La Psicología Social hace un análisis y una crítica de la vida cotidiana. Esto
significa hacer un análisis objetivo, problematizar los hechos, desmitificar, romper con
los mitos y las ilusiones.
Estamos hablando del estudio de las leyes objetivas que rigen, en cada
formación social y concreta, la emergencia y la decodificación de las necesidades
humanas.
Cuando hablamos de la crítica a la vida cotidiana hacemos referencia a un
análisis de las formas de cada organización social concreta donde se da un interjuego
entre necesidades y satisfacciones de los sujetos también las metas y las conductas
sociales pautadas para estas necesidades. Se analiza lo vivencial, la experiencia de cada
sujeto.
Hoy, a comienzos del siglo XXI, vemos que los medios masivos de comunicación
social, los medios están entrelazados unos con otros se conectan y se imitan de tal
modo que no tiene sentido la clásica separación entre la Radio Televisión y prensa
escrita.
Es a partir de la década del 90 en que la filosofía de la información comienza a
modificarse. El cambio se origina en el modo en que tiene la televisión de presentar la
información. La televisión es el medio por excelencia que significa actualidad. Además
es pertinente preguntarnos sobre lo que es verdad. Dice Ramonet “la verdad se define
en el momento en que la prensa, la radio y la televisión dicen lo mismo respecto de un
acontecimiento. Y sin embargo pueden decir lo mismo sin que sea verdad”.
Observamos la supremacía de la televisión sobre los otros medios, basado no
solo en lo que se puede transmitir en directo y en tiempo real, sino también en el
hecho de que impone como gran información la información que tiene, esencialmente
en su vertiente visible. Cuando un acontecimiento no ofrece un capital de imágenes se
crea una especie de confusión difícil de desvelar. Prima la confusión de las imágenes.
La nueva ideología de la información en continuo y tiempo directo, da a entender que
hay cámaras de televisión en todo el mundo y que cualquier acontecimiento debe ser
grabado; y si no se graba significa que no es importante. Impera la información del
espectáculo.
Sería ingenuo pensar que no existe la censura. Pero no se trata de la tradicional
censura de las clásicas dictaduras, sino que actúa por acumulación, por asfixia, la
información se oculta porque hay demasiada para consumir y por ende no se percibe
lo que falta. Hoy predomina la información superabundante imposible de ser
controlada. Esta abundancia actúa a la manera de un biombo: es un biombo opaco,
que oculta, que hace dificultosa la búsqueda de la buena información. Esto quiere
decir que estamos inmersos en un sistema donde se ha desaparecido la visibilidad de
la censura, hace falta estar más advertido, reflexionar para encontrar los mecanismos
ocultos de la censura.
Desde los años 80 participamos de la revolución de los multimedia: la
conjunción del teléfono celular, la televisión y las computadoras en una sola tecnología
que permite la comunicación casi instantánea al transmitir imágenes, datos y voces.
El siglo XXI ha amanecido con el poder de internet, máximo representante de
la comunicación sin fronteras. Hoy impera la cultura cibernética: los acontecimientos
se conocen al momento que surgen, no hay barreras en el acceso a la información.
La cantidad excesiva de la información que proporcionan los medios de
comunicación es un fenómeno que surge a partir de los avances tecnológicos, en el
cual impide ver a veces la validez, llega a superarnos, nos satura y hasta rebasa
nuestra capacidad de asimilarlo. Esto sucede porque la información está en línea y al
alcance de todos.
Un claro ejemplo de esto fue lo que ocurrió en tiempos de pandemia. Mucha
información, falsa o engañosa se inventaban y difundían sin comprobar su veracidad ni
calidad. Circulaba data inexacta sobre todos los aspectos del Covid 19, como el origen
del virus, la causa, el tratamiento y como se propagaba. El hecho de no saber a ciencia
cierta lo que ocurría en un principio no favoreció para nada a esta oleada de datos. La
desinformación se difundía muy rápidamente e hizo que sea mucho más grave,
perjudique y ponga en peligro a más personas. Algunos opinaban a favor o en contra
de determinada cuestión, aparecían videos o historias de casos que habían pasado en
otros lugares del mundo. Sumado a esto al ser internet libre, cualquier persona puede
crear contenido y ponerlo a disposición de otros sin que haya ningún tipo de control.
La avalancha de información surgida en los medios de comunicación y redes
sociales generó gran confusión a raíz de datos contradictorios, poco confiables o
centradas únicamente en aspectos negativos, llegando a ocasionar una especie de caos
generalizado en la población, causando problemas de salud mental en las personas,
de todo tipos de edades, como la depresión o la ansiedad.
Hoy en día las noticias y las informaciones nos llegan de todas partes, siempre
están al alcance de las manos, es algo que no podemos cambiar. Las famosas Fake
news o noticias falsas y la propagación en redes sociales tampoco podemos controlar.
Entonces ¿cuál sería la solución? ¿qué podemos hacer para que no nos afecte?
A modo de sugerencia podríamos decir y decidir qué tipo de noticias vamos a
consumir y confiar. También sería conveniente decidir qué tiempo le dedicamos y
cuándo es suficiente. Podemos tratar de corroborar la información antes de ser
compartida (siempre de organismos y fuentes oficiales) y si no sabemos o si estamos
en duda mejor no hacerlo. Debemos ser selectos a la hora de informarnos, generar
comportamientos preventivos y saludables para poder tener mayor “sensación de
control” y así poder evitar el estrés, la angustia y/o ansiedad.
La desinformación, información falsa o incorrecta puede afectar en gran
medida nuestra vida y por supuesto nuestra salud mental. Seamos conscientes y
tratemos de cuidarnos entre todos.
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